miércoles, junio 27, 2007

La falsa igualdad, pendiente de TC

miercoles 27 de junio de 2007
La falsa igualdad, pendiente del TC
AL recurrir al Tribunal Constitucional el precepto de la ley de igualdad que impone la paridad en las listas electorales, el Partido Popular no ha hecho sino ejercer un legítimo derecho al considerar que el legislador electoral debería ser neutral respecto al sexo, la edad, la raza o la religión de quien reúna los requisitos necesarios para resultar elegido en las urnas. Los electos son -o deberían ser- ciudadanos, independientemente de que sean hombre o mujer. Desde esta perspectiva, tanta razón tiene el PP al plantear serias dudas jurídicas sobre la constitucionalidad de imponer cuotas sexistas en las listas electorales, como sin razón demuestra el PSOE al afirmar que el recurso ante el TC es un «atentado contra la conquista de derechos reales de las mujeres». Con reacciones como ésta, el PSOE no sólo demuestra su falta de respeto con el derecho de un partido a cuestionar una ley más que discutible, sino que vuelve a erigirse de modo histriónico en garante de los derechos de las mujeres, como si fuera el único con la legitimidad suficiente para repartir credenciales de igualdad e invocar la ampliación de las libertades en España.
Los socialistas incurren en un nuevo ejercicio de demagogia cuando alegan que el PP pretende «obstaculizar» la presencia de las mujeres en las instituciones públicas, o cuando exigen que el PP explique a las candidatas de su partido elegidas el pasado 27-M que su acceso a los ayuntamientos es considerado «ilegal» por sus propios compañeros. De ninguna manera el PP cuestiona hoy la legalidad de esas listas, sino la constitucionalidad de la ley que impone unas proporciones máximas y mínimas. Se da la circunstancia de que fue precisamente el PP quien trató de presentar en una localidad canaria una lista completa de mujeres. ¿Atentó entonces el PP contra la conquista de derechos reales de las mujeres? ¿Obstaculiza el PP la presencia de las mujeres en las instituciones públicas, o resulta que quien lo hace es precisamente la nueva ley al imponer unos topes y unos límites que hasta ahora no existían?
Promoviendo la paridad en las monedas -no así todavía en los sueldos-, el PSOE demostró días atrás su pronunciada inclinación hacia lo anecdótico, en detrimento de lo que afecta de verdad al ciudadano. Ahora, con su destemplada réplica al PP, el Gobierno deja al descubierto su infantil concepción de lo que realmente es la discriminación positiva, que nada tiene que ver con muchas de las imposiciones y con el grado de intervencionismo de la ley de igualdad tanto en el ámbito público como en el privado. Cuando al PSOE debería motivarle, incluso tranquilizarle, la posibilidad de obtener para su ley el aval del TC, lo cierto es que ocurre todo lo contrario y combate su nerviosismo tildando de «cínico» al PP. Ahora bien, es muy probable que tal nerviosismo esté justificado porque no es sólo una ley lo que está en discusión. Son varios de los pilares sobre los que Zapatero ha asentado esta legislatura -la ley de violencia contra la mujer, varias reformas estatutarias o ahora la ley de igualdad- los que presentan aparentes vicios de ilegalidad y penden del veredicto del TC en el peor momento para el PSOE.

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