viernes 29 de junio de 2007
Pacto de retroceso en Baleares
LAS fórmulas empleadas para tomar posesión de sus escaños por parte de algunos de los socios parlamentarios del próximo presidente de Baleares, Francesc Antich, demuestran que la coalición formada para echar a Jaume Matas del Gobierno autonómico es un conglomerado de intereses dispares con mal pronóstico. Más que un pacto de progreso, es un pacto de retroceso, porque la composición es la misma que la del Ejecutivo que gobernó entre 1999 y 2003 con pésimo resultado. La agravante del actual equipo es que los nacionalistas que lo integrarán están mucho más radicalizados que entonces y el PSOE, más dispuesto a ceder lo que haga falta para que el PP pierda poder.
Por lo pronto, tres diputados del Partido Socialista de Mallorca prometieron sus cargos con la adición de una encendida defensa del derecho de autodeterminación del pueblo balear. Por su parte, una diputada de Esquerra Republicana, integrada en la coalición PSOE-Ibiza por el Cambio, tomó posesión del escaño dando su promesa «por imperativo legal», fórmula que en su día pusieron de moda los diputados de Herri Batasuna en el Congreso. Podrá parecer anecdótico, pero no lo es porque demuestra por enésima vez que el PSOE, con tal de acceder al poder, no tiene reparo en aliarse con partidos ultranacionalistas, que no acatan lealmente la Constitución y que, lejos de moderarse por su alianza con los socialistas, se sienten reafirmados en sus postulados más extremistas. A esta realidad, constatada en Cataluña y Galicia, se une la certeza de los nacionalistas de que es el socialismo español el que, al final, acaba desplazándose hacia el filonacionalismo. Puede más el ansia de poder que la integridad de unos principios que se suponían inherentes al ideario socialista, como la defensa de una ciudadanía común a todos los habitantes de un mismo Estado, con plena igualdad ante la ley y en el régimen de derechos y obligaciones.
Ahora, por el contrario, los socialistas apuestan por la fragmentación del sistema constitucional, la desaparición de políticas nacionales y de cohesión y el retroceso a estados políticos caracterizados por el localismo y la superioridad de las identidades nacionalistas sobre la identidad política constitucional del ciudadano. El nuevo Gobierno balear será más nacionalista y no tardará en dar muestras de su «pancatalanismo». Una justificada autocrítica hará ver al PP que también sus políticas de aproximación al catalanismo cultural y de una inmersión lingüística con desequilibrios han podido ser causas propicias del asentamiento nacionalista en Baleares. La viabilidad de este nuevo gobierno multipartidario es, como mínimo, dudosa. Se sustenta por un voto de diferencia frente al PP y su composición es una diversidad de mini partidos basados en intereses privativos que limita la homogeneidad del Ejecutivo de Antich al denominador común de su aversión a los populares. Y fuera de la fobia al Partido Popular y del afán de poder, nada une a nacionalistas de derechas, socialistas, extrema izquierda y separatistas pancatalanistas.
jueves, junio 28, 2007
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