viernes 29 de junio de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIn FILTRO
Rudo neoprovincialismo
Sólo desde una perspectiva cerrilmente partidista se puede intentar convertir a las Diputaciones en una institución alternativa a la Xunta, con políticas sectoriales que ni son de su incumbencia ni es juicioso que lo sean para despistar recursos públicos, siempre escasos, en duplicidades y hasta triplicidades que a nada bueno conducen.
En todo caso es de una irresponsabilidad supina querer convertir un ente provincial, de dudosa eficiencia municipalista, en una maquinaria política paralela a la administración autonómica, compitiendo con ésta con una especie de rifas de subvenciones y apoyos a actividades económicas, sociales y culturales que escapan a la razón de ser de ese órgano de administración y colisionan con la configuración constitucional de lo que es el Estado Autonómico.
Era lo que faltaba por oír, que las diputaciones sean utilizadas como punta de lanza de un antiautonomismo conservador, provincialista y provinciano. Una concepción así va en contra de la lógica más elemental de los movimientos y planes de desarrollo y modernización de Galicia.
No es la escala provincial la más adecuada para poner en marcha políticas como la reordenación del territorio; el reequilibrio territorial; la tecnologización de las pymes; la creación de suelo industrial; la configuración intermodal de la red de transportes; una estrategia turística vinculada al paisaje, al respeto al medioambiente y con nuevas concepciones del ocio relacionadas con la naturaleza, el patrimonio cultural y la gastronomía. Ya no digamos en cuestiones como la sanidad, la educación y otras políticas sociales propias del bienestar, en las que se precisa una visión integral para precisamente abordar los casos particulares. En fin, para qué continuar con un relatorio de competencias y atribuciones que desborda los límites de un artículo periodístico.
Al contrario de lo que gritan los heraldos del provincialismo, Galicia necesita vertebrarse para desarrollarse y desarrollarse para vertebrarse mejor, pues cuanto más vertebrada y desarrollada esté, mejores serán las condiciones de calidad de vida de los ciudadanos que viven (vivan) en Galicia.
Las propias dinámicas del país desbordan la estrechez de las provincias. La realidades urbanas se han configurado como focos de atracción de personas y mercancías que desdibujan esos límites, y las vías terrestres de comunicación de alta capacidad están provocando cambios radicales en los asentamientos domiciliarios, que no se atienen a razones de origen, sino incluso a preferencias personales de estilo de vida.
A propósito de lo anterior, pensemos en lo que puede pasar, en términos de movilidad de las personas, una vez Galicia se incorpore a la red del tren de alta velocidad. O lo que ya está pasando con Internet, y lo que supondrá en el momento en el que se alcance la plena incorporación de los municipios a las autopistas de la comunicación.
Tal día como ayer, hace 71 años, fue aprobado en referéndum el primer Estatuto de Autonomía de Galicia. Gracias a ese Estatuto, Galicia fue reconocida como nacionalidad histórica en la Constitución española de 1978. Da noxo escuchar que un rudo neoprovincialismo emergente tenga por divisa combatir a las instituciones autonómicas por las que tanto lucharon los galleguistas.
jueves, junio 28, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario