viernes 29 de junio de 2007
Rato, una referencia inevitable
RODRIGO Rato ha anunciado que dejará en octubre por razones personales la dirección del Fondo Monetario Internacional. Se trata, sin duda, de una noticia de alcance en los medios financieros internacionales, ya que Rato goza de notable prestigio como lógica consecuencia de su brillante gestión. Más allá de los muy respetables motivos que alega el ex vicepresidente económico del Gobierno, es inevitable que su regreso a España provoque movimientos internos en el PP y que, no sin razón, haya quien desee abiertamente que recupere cierto protagonismo en la vida política española. Durante su etapa en Washington, Rato ha cumplido escrupulosamente con el deber de no interferencia en la política interna, aunque se mantiene bien informado sobre la situación general y las cuestiones propias de su partido. El PP tiene ahora la oportunidad de reforzar su mensaje de cara a las elecciones generales. Rato es uno de los grandes activos del centro reformista, por el éxito de la política económica que impulsó y desarrolló con la máxima eficacia y por la imagen de solidez política e intelectual. Es un auténtico «peso pesado» dentro del PP, que puede ofrecer un complemento muy apropiado a la figura de Mariano Rajoy como líder del proyecto, puesto que ambos fueron vicepresidentes del Ejecutivo durante la última legislatura de José María Aznar. En estos años, Rato ha reforzado más si cabe su figura como personaje muy respetado en los más altos niveles de la economía mundial y como referencia a la hora de valorar un modelo de crecimiento económico de cuya bonanza la sociedad española se beneficia todavía varios años después. Rodríguez Zapatero presume de las cifras macroeconómicas, pero habría que recordarle que su único mérito consiste en haber mantenido -a través de Pedro Solbes- una gestión sensata del legado de su antecesores, que dejaron la despensa llena y las cuentas en perfecto orden.
En el plano político, Rato refleja fielmente las formas y los contenidos del sector más centrista y moderado del PP, lejos de cualquier planteamiento populista o de referencias a cuestiones y circunstancias -como la guerra de Irak o el 11-M- que la sociedad española mira ya como hechos del pasado. Cuando Zapatero ha perdido definitivamente el rumbo en esta legislatura que agoniza, el regreso de Rato amplía la oferta de la oposición y multiplica su potencial de atraer a determinados sectores del centro sociológico, que se muestran muy reticentes ante otros líderes. El todavía presidente del FMI es hombre de principios muy claros, pero también de notable habilidad estratégica y capacidad de pacto, como ya acreditó en 1996 después de la minoría mayoritaria alcanzada por Aznar en las urnas. Es muy razonable la hipótesis de que, ya sea en el próximo otoño o en 2008, se repita un panorama similar, en cuyo caso, Rajoy necesita contar con colaboradores capaces de negociar acuerdos que pueden resultar imprescindibles.
No conviene adelantar acontecimientos, puesto que Rato se limita por ahora a anunciar su renuncia al puesto que ocupa y en el que goza del reconocimiento general. No obstante, es el momento de recordar que las circunstancias exigen que una personalidad tan destacada no quede al margen de un proyecto que necesita el apoyo de todos. Con Rato en un lugar de primera fila, es todavía más ridículo pretender que el PP es un partido autoritario y que mira al pasado, según la estrategia diseñada por el PSOE. Un político moderno y activo, que ha dejado muy alta la imagen de España en un puesto tan relevante, es el ejemplo perfecto de que el equipo del centro-derecha cuenta con los mejores a la hora de presentarse a la sociedad española. De confirmarse no sólo que Rato vuelve a España, sino también la hipótesis de que sirva como apoyo a la estrategia Rajoy y del PP, tal hipótesis sería desde luego un motivo añadido de preocupación para Zapatero.
jueves, junio 28, 2007
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