Luis Racionero, Los punk contra los hippies

jueves 28 de junio de 2007
Los punk contra los hippies Luis Racionero

Fue en 1977 cuando para mí se acabaron las esperanzas de mejorar esta cultura decadente que ya ha entrado en Gran Hermano y Salsa Rosa, o sea, no decadente sino decaída. Prueba de ello fue la facilidad con que se borró a los hippies del mapa.
Primero algunos por encargo de alguien repartieron drogas malas o estúpidas en vez de la marihuana o el LSD que tomaban los hippies. Luego otros, por mal gusto y falta de creatividad, inventaron el estilo punk. Jamás he podido entender cómo las cabezas rapadas, los alfileres y los cuernos negros pueden gustar a jóvenes normales. El cuero negro solía ser para macarras, el pelo al rape para presidiarios y los imperdibles para sujetar harapos.
Desde 1977, la fealdad, lo negro, lo violento, lo rapado se prefirió a la belleza, los colores, la alegría y las cabelleras. ¿Qué nos ha pasado? Pues que recogemos el fruto del arte sin criterio, del todo vale, del odio a la figura, de la música atonal, de todo el desconcierto propiciado por un arte de vanguardia que, falto de genio, y con tal de cambiar, dio cabida a todo. Claro que Bacon es un buen pintor, pero su estética de la suciedad apoyó a los punk, no a los hippies. Bueno, ya han ganado, los hippies huyeron a Ibiza y luego a la India, ya no están. Pero los punk siguen ahí, ¿por qué?
Seguramente son menos incómodos para la sociedad de consumo que los hijos de las flores. Digamos que los punk están con el materialismo, la guerra, la violencia, la fealdad y prefieren ver Gran Hermano que leer Sidharta. Comparen a los Sex Pistols con los Beatles y tendrán una medida de lo que se ha perdido. Por fortuna, la música de los Pistols ya no suena, pero su estética y la de Joe Strummer siguen ahí con los que incendian coches y visten de riguroso cuero negro.
Por unos años, de 1967 a 1977, pareció que la alegría de los hippies, su belleza, su gozo vital podían contagiar a la decadente sociedad de consumo; pero no, era demasiado hermoso y refinado. El Occidente decadente prefirió decaer con los punk que renacer con los hippies. Ahora ya estamos abajo: basta sintonizar la tele para constatarlo. Al menos pongan un canal de Flower Power para compensar toda la porquería punk que soportamos.