sábado, diciembre 31, 2011

André Rieu - La vie est belle (Trailer) - YouTube

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André Rieu - Live In Dublin (Trailer) - YouTube

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Francisco Rubiales, Tanto monta, monta tanto, Jose Luis como Mariano

"TANTO MONTA, MONTA TANTO, JOSÉ LUIS COMO MARIANO"

20111229, Primero, la disolución

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20111228, ¿Por qué hay que esperar a las medidas duras?

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20111227, La hora de la verdad

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20111226, 28 diciembre Victimas Terrorismo‏

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20111225, Gallardón en Justicia: ¡Horror!

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Por tí volaré . Andrea Bocelli - YouTube

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20111224, Rajoy y el PP apuestan por el cambio economico, pero renuncian a la regeneración

20111224

20111223, Pacto de encubrimiento, el ministro Fernández tapa el Faisán.

20111223

20111222, El mosqueante Rajoy, la razón de Estado y el Estado de la sinrazón.

20111222

20111221, Rajoy se equivoca en temas esenciales

20111221

20111220, Feliz Navidad.

20111220

20111219, El rompecabezas del 11-M

20111219

20111217, La insostenible carrera de la deuda

20111217

20111218, La casta nos hunde con su deuda

20111218

Larry Elder - Republicanos: racistas, sexistas, homófobos... y elitistas - Libertad Digital

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Andrea Bocelli & Hayley Westenra -- Vivo Per Lei - YouTube

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20111216, El poder en España

20111216

20111215, Nada ha cambiado

20111215

Andrea Bocelli- Con te Partiro - YouTube

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GEES - Primavera árabe - Libertad Digital

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Canal de andreabocelli - YouTube

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http://www.youtube.com/watch?v=EnK-NGAg2PU&feature=player_profilepage

20111214, Bloqueos ideologicos

20111214

lunes, diciembre 26, 2011

José García Domínguez - El Rey dicta sentencia - Libertad Digital

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Francisco Rubiales, Preocupación del Rey por el deterioro de las instituciones y la desconfianza de los ciudadanos en el poder

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Manuel Pastor - El fascismo progresista. Reflexiones a propósito de la obra de Jonah Goldberg - La Ilustración Liberal - Revista española y americana

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Manuel Molares do Val, El último gesto de Z. - Crónicas Bárbaras

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Francisco Rubiales, La España corrupta es una creación de los políticos y poderosos

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Manuel Molares do Val, Pederasta navideño, otra vez - Crónicas Bárbaras

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Editorial - El Rey, la ejemplaridad y la Justicia - Libertad Digital

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Alfonso Merlos, Rajoy y el imperioso gobierno de los mejores - ESD

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Eduardo Arroyo, Feliz Navidad a amigos y enemigos - ESD

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El belén más progre del mundo - ESD

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jueves, diciembre 08, 2011

Jose Carlos Rodriguez, Libertad, comunidad, tradicion, estado

jueves 8 de diciembre de 2011 Nº 48 - Liberales y conservadores Libertad, comunidad, tradición, Estado José Carlos Rodríguez El conservadurismo apenas es una ideología. Es algo más pequeño y más grande que eso. Es un apego a la sociedad tradicional y es un conjunto de saberes sobre el hombre. Surge como reacción a la izquierda, que sí es una ideología. Es la corriente que quiere someter la sociedad a un ideal creado por la razón. El conservadurismo ve en la sociedad tradicional el precipitado histórico del esfuerzo humano y su sometimiento a las normas que han surgido de la experiencia. El liberalismo, por su parte, es la defensa de la libertad. Parte del individuo, al que confiere una dignidad radical, y en el que reconoce unos derechos personales inviolables. La persona tiene un ámbito de seguridad frente a la agresión, que se extiende a su propio ser y a todo aquello sobre lo que recaiga su acción, y que se convierte en propiedad. El derecho a la vida y a la propiedad son la base de las relaciones entre personas y por tanto de la sociedad. La libertad es el nombre que se da al respeto de tales derechos, pues consiste en la ausencia de coacción. Y la coacción es el uso o la amenaza del uso de la violencia física en perjuicio de tales derechos. La perspectiva conservadora y la liberal, por tanto, son distintas. Pero no son incompatibles y en parte se refuerzan la una a la otra. Se verá con más claridad si nos fijamos en algunos aspectos concretos. La comunidad La persona es un ser histórico y nace en una sociedad concreta, en unas circunstancias particulares. El individuo no es alguien por sí mismo, sino junto con la comunidad en la que ha nacido y se desarrolla. La comunidad es, por tanto, tan importante como la persona, si no más. La palabra persona viene del nombre de una bocina que llevaban las máscaras de los actores, que permitía a éstos proyectar su voz (per sonare). Por efecto de la sinécdoque, el término acabó designando a la propia máscara y, finalmente, al personaje representado. También el hombre desempeña un papel en la sociedad en que vive. Es persona. Así entiende el conservador al individuo. Para él, el ostracismo es un duro castigo, porque desnuda al individuo y lo deja desvalido. Muchos acusan al liberalismo de no entender esto, de ver al individuo como un átomo, un ser romo y sencillo, autosuficiente y sin mayor relación con los demás. Es una idea que jamás le leerá a un liberal y que siempre encontrará en boca de un socialista o de un conservador. Para el liberal hay una ligazón esencial, que nos une a los individuos en una comunidad en sentido amplio: la división del trabajo, trabada por las relaciones económicas en eso que denominamos el mercado. Para el liberalismo la naturaleza humana es rica, y las relaciones humanas son complejas, forjadas en varios aspectos de la experiencia del hombre, no todos ellos signados por la conciencia o la racionalidad. Lo que le interesa al liberalismo es que esas relaciones no sean impuestas por la fuerza. La comunidad liberal a menudo desborda la comunidad tal como la entiende el conservadurismo. La primera es abstracta y extensa; permite la colaboración con desconocidos. La segunda la conforman un acervo de relaciones históricas sancionadas por la costumbre, y lo que desborde sus imprecisos límites entra ya en el terreno de lo extraño o peligroso. Así, el liberal no da importancia a las fronteras políticas, que no deberían imponer restricciones al libre movimiento de las personas. Pero el conservador ve en la inmigración no sólo elementos positivos, también la cuña de unos valores extraños que pueden poner en riesgo la comunidad. La tradición La libertad es el valor supremo de un liberal. La defenderá incluso cuando su uso se encamine hacia lo feo, lo peligroso; lo inmoral incluso. Por varias razones. No se puede descartar con plena seguridad los efectos positivos, y puede que hasta necesarios, de esos usos en un principio rechazables. Además, como no se pueden conocer los malos usos de antemano, las restricciones dañan a todos los posibles. Y el liberalismo entiende que el hombre hará uso de la libertad más veces para bien que para mal, pues la libertad le sale a cuenta, aunque sea de forma mediata y a largo plazo. Entiende, además, que la experiencia de la plena libertad, con sus excesos, inconveniencias y maldades toleradas, es el único medio que tenemos para renovar nuestro conocimiento de lo que es y no es adecuado. El liberal –como el conservador– ve al hombre como un ser contingente, histórico. Pero entiende que vive en un cambio constante. Por lo que tiene que aceptar un cierto grado de inseguridad. Y que no ha de conformarse sólo con el saber acumulado, pues éste puede quedarse obsoleto. ¿Desprecia el saber acumulado, como el izquierdista, tan dado a hacer tabla rasa? Para nada. Sabe que es el el poso de la experiencia humana, y que provee de mucho más conocimiento que el que cualquier individuo pueda querer adquirir, ordenar y racionalizar. La tradición es para el liberal un bien muy valioso, pues es lo que nos legan las generaciones precedentes, que actuaron en un entorno más o menos libre. ¿Qué sentido tendría amar la libertad para luego despreciar sus obras? Cierto es que en ese pasado hay muchos actos injustos, brutalmente injustos a ojos del liberalismo. Las guerras, los saqueos, los impuestos, las prohibiciones, los privilegios. No todo el pasado es fruto de los acuerdos, expresos o tácitos, entre los hombres. Pero la historia muestra que la naturaleza del hombre, que liberales y conservadores consideran fija, inmutable, va dejando pruebas de que podemos llegar a compromisos menos agresivos, más consensuados. A medida que las comunidades se han ido haciendo más amplias, han dado lugar a divisiones del trabajo más complejas, la sociedad ha ido dejando atrás el status, que ha dado paso al consenso y al descubrimiento de los derechos del individuo. Hay más razones que inducen al liberal a defender la libertad incluso en los casos más dudosos. No es ya el desconocimiento de los efectos de la libertad y de la prohibición, o la confianza en que sólo la experiencia real, es decir, en plena libertad, enseñará a los hombres de hoy y del futuro cómo enfrentarse a sus problemas. Es también la consideración de los efectos económicos y morales que derivan de la prohibición y la coacción. El conservador valora la sociedad, su autonomía y su pleno desarrollo. Pero ve su cambio a un ritmo más lento y se aferra a lo que el pasado nos ha legado con más ahínco y convencimiento. Tanto como para prohibir ciertos comportamientos que ve como una amenaza para la sociedad. El Estado El instrumento de tales prohibiciones, límites, obligaciones y demás es, claro está, el Estado. El conservador ve al Estado como una institución más, producto de nuestro pasado y sancionada por éste. Pero debe estar sometido a unos límites. No debe invadir la sociedad, ni sustituirla. Y debe quedar atado por las normas de la moral, como cualquier individuo o asociación de individuos. No es algo extraño a la sociedad, y por tanto debe seguir también sus normas. El liberalismo ve al Estado de otro modo. No como una institución de la sociedad, sino como un parásito; un ente antisocial en cualquier sentido posible. El Estado es un órgano de coacción que detrae riqueza de una parte de la sociedad hacia sí mismo y hacia aquellos sectores capaces de presionarle. Ese juego es lo que llamamos política. El Estado no puede producir riqueza. Aunque preste servicios valiosos, es siempre un consumidor de la riqueza que produce la sociedad. La prueba son los impuestos, que no necesitaría si el valor de su aportación fuera superior a lo que consume. Además, el Estado es una fuerza inmoral. No puede ser moralmente ejemplar una entidad que vive del robo y que esclaviza a la sociedad. Pero, sobre todo, el Estado es una fuerza revolucionaria. Tiene tendencia a crecer, a ocupar ámbitos nuevos de actuación y afianzarse en los anteriores con poderes e instrumentos más potentes. Y pretende someter la sociedad a la consecución de ciertos propósitos que den cobertura ideológica, y justificación, al propio Estado. No es casualidad que el surgimiento del gran Estado haya coincidido con la emergencia de la modernidad, que ha visto crecer de manera inaudita la riqueza –lo que ha posibilitado la expansión estatal– y ha acuñado ciertos valores, de carácter más o menos racional, que otorgan al Leviatán razones para actuar... y para seguir creciendo. El liberalismo histórico no ha dejado de contribuir a este extraordinario crecimiento. No sólo por su protagonismo en la multiplicación de la riqueza, también porque ha querido dotar al Estado de una racionalidad que ha fortalecido a éste, en lugar de limitarlo. No pocas veces los conservadores han criticado a los liberales por haber sido infieles al que debiera ser su principal objetivo: limitar la capacidad del Estado. Pero los liberales tienen razones suficientes para criticar a los conservadores por el mismo motivo. Son ilusos si creen que pueden domeñar al Estado, y no entienden cuál es su esencia si no ven que es un órgano revolucionario, llamado a subvertir las relaciones sociales naturales y sustituirlas o someterlas. Acuerdos y desacuerdos Liberales y conservadores, ¿tienen mucho o poco en común? Ambos ven un poso eterno en el hombre, sea o no de carácter trascendente. Ambos ven en el individuo una dignidad esencial, y entienden que su pleno desarrollo sólo puede darse en sociedad. Valoran la sociedad, con sus convenciones y normas heredadas y consentidas; pero los liberales ven cambio e inseguridad donde los conservadores ven o desean estabilidad y seguridad. Esta diferencia hace que los primeros pongan más énfasis en la libertad, mientras que los segundos quieren someter el cambio, moderarlo al menos, o revertirlo en ocasiones. Pero las cosmovisiones de unos y otros no son esencialmente distintas, y las diferencias son más de relevancia de algunas preferencias que de categoría. Ambos creen en la primacía de la sociedad y en su desarrollo autónomo. Y los dos son adversarios de la izquierda, en cuanto ésta quiere someter la sociedad a un conjunto de postulados basados (aunque menos de lo que pueda ella misma pensar) en la razón.

miércoles, diciembre 07, 2011

Carlos Alberto Montaner, La indignacion y la ingratitud

miercoles 7 de diciembre de 2011 ESOS JÓVENES QUE SE QUEJAN La indignación y la ingratitud Por Carlos Alberto Montaner
Los estudiantes universitarios chilenos protestan porque el Estado se resiste a pagar a todos los estudios. No quieren invertir recursos en su propio futuro. Quieren que otros lo hagan por ellos. En Colombia sucede más o menos lo mismo. Se les ha dicho, desde hace muchas décadas, que estudiar es un derecho, y han interpretado que, por lo tanto, debe ser gratis. Creen que el no proporcionarles esos estudios es una suerte de desposeimiento, lo que implicaría que les han quitado algo que les pertenece. En realidad, el derecho a estudiar no implica la gratuidad, sino el acceso. Quién paga la factura depende de factores culturales –la historia, la mentalidad social– y, sobre todo, de la riqueza disponible. Durante siglos los esclavos, las mujeres y los judíos no tuvieron derecho a estudiar. En algunas naciones islámicas todavía las mujeres no han conquistado ese derecho. En Cuba, un lema oficial advierte de que la universidad es "para los revolucionarios". En ese país, durante décadas los católicos, los homosexuales y otras peligrosas criaturas no podían ingresar en las Aulas Magnas, y si lo hacían y eran descubiertos eran expulsados mediante escandalosos juicios públicos. No hay duda de que gana enteros entre muchos jóvenes la certeza de que el Estado los ha traicionado. Esa convicción se palpa en cualquier manifestación de indignados, estén acampados en la madrileña Puerta del Sol o en Wall Street. La sociedad les da menos de lo que creen merecer, incluido un puesto de trabajo decente, un techo digno o estudios de calidad.
Es curioso que estos jóvenes furiosos sean capaces de ver lo que la sociedad no les da, acaso porque no puede, pero ignoren lo mucho que les entrega. Esos españolitos o chilenitos rabiosos no advierten la sangre, el sudor y las lágrimas que les costó a sus antepasados, desde los más remotos hasta sus padres, crear y mantener las infraestructuras que ellos ahora disfrutan: puentes y carreteras, calles asfaltadas, hospitales, escuelas, parques, edificios, acueductos, puertos marítimos y aéreos o vías férreas. Ellos son los herederos privilegiados, pues se sirven de esas infraestructuras pagadas con el trabajo de muchas generaciones que vivieron miserablemente. Estos jóvenes, empeñados en sentirse ofendidos, son incapaces de valorar el capital intangible que reciben de sus mayores cuando abren los ojos: las instituciones de derecho que armonizan la vida en común y dirimen los conflictos, las redes comerciales y financieras, los lazos de colaboración espontánea, el conocimiento vivo en las cátedras universitarias o en los medios de comunicación, las sofisticadas normas de convivencia... No se imaginan cuánto dolor y sacrificio ha costado esa obra admirable que les han legado y a la que nada o muy poco han contribuido. En el 2006 el Banco Mundial se atrevió a medir la riqueza de más de un centenar de naciones. Sus mejores expertos sumaron lo que valían las riquezas naturales de cada una de ellas –tierras de pastoreo, minerales, maderas, etc.–, agregaron la riqueza producida –infraestructuras, artefactos, cosechas, etc.–, añadieron el capital intangible y dividieron la cifra resultante entre el número de habitantes. Ese era el capital per cápita que disfrutaba cada individuo; capital aportado por la sociedad en que vivía. Los diez más ricos, con su intenso trabajo, habían logrado acumular entre 650.000 y 450.000 dólares per cápita. Suiza, a la cabeza del ranking, ponía a la disposición de sus moradores un capital calculado en 648.241 dólares. Es importante señalar que el factor más importante en esta fabulosa acumulación de riqueza es el capital intangible: más del ochenta por ciento. Nueve de los diez países más pobres eran africanos sub-saharianos. El más desdichado era Etiopía: apenas valía 1.965 dólares per cápita. Chile, por cierto, con 77.726 dólares, estaba en el cuarto lugar de América Latina, tras Argentina, Uruguay y Brasil. Los españoles alcanzaban la nada desdeñable suma de 261.205 dólares. Sería interesante averiguar si esos jóvenes que tanto piden son capaces de reconocer lo que les han dado. www.elblogdemontaner.com http://revista.libertaddigital.com/la-indignacion-y-la-ingratitud-1276239653.html

Eduardo Goligorsky, Coqueteando con el enemigo

miercoles 7 de diciembre de 2011 GALEANO COMO PARADIGMA DE INTELECTUAL TÓXICO Coquetearon con el enemigo (los dos articulos a los que se refiere Eduardo Goligorsky, estan a continuacion del este articulo) Por Eduardo Goligorsky
Entre los candidatos al premio Cervantes de este año, que concede el Ministerio de Cultura, se encontraban el uruguayo Eduardo Galeano y el nicaragüense Ernesto Cardenal, dos notorios enemigos de la sociedad abierta y democrática. Afortunadamente, el galardonado fue el poeta chileno Nicanor Parra, pero la sola noticia de que se coqueteó con esos apologistas de la dictadura castrista y de sus ramificaciones terroristas y guerrilleras desenmascara, una vez más, el talante fóbico y frívolo de nuestra agonizante nomenklatura, talante que ya exhibió al conceder ese mismo premio al meritorio poeta y jactancioso montonero Juan Gelman. Dejaré para otra oportunidad al alucinado Cardenal y me ocuparé de Galeano, cuyo ensayo Las venas abiertas de América Latina (Siglo XXI, 1973) fue el libro de cabecera de miles de jóvenes que empuñaron las armas y murieron con la convicción de estar luchando por un mundo mejor, libre de injusticias, cuando en realidad eran los títeres de un tenebroso proyecto totalitario. Galeano sobrevivió a sus discípulos y sigue empeñado en aumentar, con nuevas cruzadas antisistema, el recuento de cadáveres. Cornudo y apaleado Si el Ministerio de Cultura lo hubiera premiado, sus responsables habrían hecho el proverbial papel del cornudo apaleado, porque el punto de partida de la diatriba de Galeano se encuentra en la conquista de América por los españoles. Después de recordar que Moctezuma creía que el dios Quetzalcoatl volvería para vengar a otros pueblos masacrados (detalle éste, el de las masacres entre aborígenes, sobre el que no se explaya), pontifica: Los conquistadores practicaban, también, con refinamiento y sabiduría, la técnica de la traición y la intriga. Supieron aliarse contra los tlaxcaltecas contra Moctezuma y explotar con provecho la división del imperio incaico entre Huáscar y Atahualpa, los hermanos enemigos. Supieron ganar cómplices entre las castas dominantes intermedias, sacerdotes, funcionarios, militares, una vez abatidas, por el crimen, las jefaturas indígenas más altas. Pero además usaron otras armas o, si se prefiere, otros factores trabajaron objetivamente por la victoria de los invasores. Los caballos y las bacterias, por ejemplo. ¿Y todo esto para qué? Galeano cita un texto náhuatl: Como si fueran monos [los españoles] levantaban el oro, como que se sentaban en ademán de gusto, como que se les renovaba y se les iluminaba el corazón. Como que cierto es que eso anhelan con gran sed. Se les ensancha el cuerpo por eso, tienen hambre furiosa de eso. Como unos puercos hambrientos ansían el oro. En aquellos tiempos –que, todo hay que decirlo, los nacionalistas identitarios idealizan–, los españoles no trataban mejor a los flamencos, los católicos a los hugonotes, o los almogávares de Roger de Flor a los griegos. Eran las costumbres y los valores de aquella época. Pero Galeano no utiliza los argumentos maniqueístas sólo contra los españoles. ¡Qué va! Los otros europeos y, sobre todo, los abominados "yanquis" no reciben mejor trato. Hasta ayer mismo. Los indios colaboraron Hugh Thomas, autor de La guerra civil española, escribió también Quién es quién de los conquistadores (Salvat, 2001), donde aborda el tema con su habitual distanciamiento británico. En conversación con Víctor-M. Amela (La Vanguardia, 27/5/2001), afirmó que Hernán Cortés, familiarizado con la cultura indígena por su relación con la india mexica Malintzin –o Malinche, o Marina–, pretendió llevar a cabo una conquista pacífica y convertir a Moctezuma en un rey títere, vasallo de Carlos V. Pero durante una ausencia suya, su lugarteniente Pedro de Alvarado perpetró una matanza que degeneró en una guerra total. Thomas se explaya sobre la rápida victoria de Cortés, en respuesta a las preguntas de Amela: La viruela colaboró, y, sobre todo, los indios de Tlaxcala colaboraron. Hubo muchos pueblos que, hartos del yugo de los mexicas, se unieron a los españoles (...) Por eso se ha dicho que "la conquista de México fue hecha por sus indígenas... y su independencia por los españoles". El conquistador Montaño declaró que "si no fuera por el socorro de los indios tlaxcaltecas todos los españoles murieran" (...) Hubo represión contra los mexicas, pero no eliminación: colaboraron luego en construir la ciudad de México, y hubo muchos matrimonios mixtos. Sobre todo, entre españoles y mujeres tlaxcaltecas. Cuando Amela comenta que no le extraña que Cortés tenga mala fama entre los mexicanos, Thomas responde: Pero eso tiene su paradoja: los criollos, que son los descendientes de aquellos españoles, han mantenido el control de México explotando el mito anti-Cortés, ¡y diciendo que ellos son descendientes de los indígenas, ja, ja! Creo que fue Fernando Savater quien, cuando el pintor comunista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín le reprochó que los españoles hubieran cometido un "genocidio" en América, contestó: "Mis antepasados se quedaron en España. Los que conquistaron América fueron los de tus compatriotas". Segura residencia en España En el capítulo final del libro de Galeano aparece la convocatoria que movilizó a sus compatriotas tupamaros y a otros protagonistas de la subversión continental, que el convocante aplaudió desde su segura residencia en España: La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social. Para que América Latina pueda nacer de nuevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Dato significativo: el mismo libro se abre con una embestida contra los planes de los países desarrollados para divulgar, entre las familias pobres de los subdesarrollados, los métodos de control de la natalidad que son de uso corriente en la clase social a la que pertenecen los Galeano y muchos otros intelectuales progres habituados a experimentar en cuerpo ajeno. Para ellos, la explosión demográfica, con sus secuelas de miseria y hambre, es el medio apropiado para engrosar la guerrilla con nuevos contingentes de milicianos. Los tortuosos mecanismos mentales de Galeano quedan al descubierto cuando escribe: Los dispositivos intrauterinos compiten con las bombas y la metralla, en el sudeste asiático, en el esfuerzo por detener el crecimiento de la población de Vietnam. En América Latina resulta más higiénico y eficaz matar a los guerrilleros en los úteros que en las sierras o en las calles. Certidumbres de hierro Galeano estaba obviamente obsesionado por la exhortación que formuló el Che Guevara en el que sería su testamento político, el "Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental": "¡Crear dos, tres muchos Vietnam más! ¡Esa es la consigna!". Para exhibir, a continuación, las heces de su pensamiento sádico y necrófilo: El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de los límites naturales del ser humano y lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar (...) En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ese nuestro grito de guerra haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria. (Pierre Kalfon, Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, Plaza & Janés, 1998). Eduardo Galeano publicó en El País (8/10/1987) un extenso artículo hagiográfico sobre su admirado psicópata, en el que cita la opinión de la madre de éste, Celia de la Serna: Celia, que tanto se le parecía, le tomaba el pelo por intolerante y fanático. Ella me dijo que él actuaba movido por una tremenda necesidad de totalidad y pureza. Así se convirtió en el más puritano de los dirigentes revolucionarios occidentales. En Cuba era el jacobino de la revolución. "Cuidado, que viene el Che", advertían los cubanos, bromeando pero en serio. Todo o nada: agotadoras batallas ha de haber librado este refinado intelectual contra su propia conciencia tentada por la duda: con rigor de monje o de guerrero iba conquistando certidumbres de hierro. La adulación servil La veneración por la figura del Che es acompañada por la adulación servil del totalitarismo castrista. Yo estuve en Cuba como periodista y escritor, fui jurado del Premio Casa de las Américas. Tuve la suerte de ver la revolución en diferentes etapas. El largo viaje de la euforia a la responsabilidad. No comparto en absoluto la actitud de quienes se sienten ahora estafados por la revolución, la cual ha dejado de ser una aventura romántica para convertirse en una cotidiana aventura de desafío a la realidad (...) Para mí, la revolución cubana sigue siendo lo que era: un proceso de cambio, de transformación permanente. La revolución es siempre diferente a sí misma. En el curso de muy pocos años pienso que ha mostrado que la lucha contra la humillación y la pobreza es posible, y que aun en las condiciones más adversas es posible también el milagro de echarse a andar con las propias piernas. (El País, entrevista, 20/2/1983). *** Y por lamentables que hayan sido los fusilamientos en Cuba, al fin y al cabo, ¿deja por ello de ser admirable la porfiada valentía de esta isla minúscula, condenada a la soledad, en un mundo donde el servilismo es alta virtud o prueba de talento? ¿Un mundo donde quien no se vende se alquila? ("A pesar de los pesares", El País, 31/3/1992). Radicales de salón Felizmente insertado en su mundo de privilegiados revolucionarios, que disfrutan de cátedras y de imperios multimedia desde donde pueden divulgar sus soflamas, con la recompensa extra de algún premio de postín, Eduardo Galeano es un típico representante de la fauna de fóbicos y frívolos que siembran el mundo de cadáveres al grito de: "¡Armémonos y vayan a luchar!". Octavio Paz dejó un retrato implacablemente veraz de estos personajes nefastos cuando, después de recordar que Friedrich Engels había repudiado el proyecto de Luis Blanqui, que consistía en la dictadura de una minoría revolucionaria encaramada en el poder tras un golpe de Estado, se refirió, en El ogro filantrópico (Seix Barral, 1979), al ascenso publicitario, entre 1960 y 1970, de una suerte de blanquismo para gente acomodada y con remordimientos por su desahogo económico. Esta gente, víctima no de la crisis económica del capitalismo sino del nihilismo de la abundancia, encontró paradójicamente sus arquetipos en personalidades y movimientos tan disímiles como Che Guevara, los Panteras Negras y Danny el Rojo. Entre estas buenas almas afligidas por sentimientos de culpa imaginarios y reales había, como es natural, muchos intelectuales. La mayoría no encontró mejor manera de librarse de sus obsesiones que proyectar sus sueños en las actividades de los jóvenes estudiantes rebeldes. Pero no se contentaron con aprobar la legítima rebelión juvenil sino que se convirtieron en los apologistas y en los teóricos de la alianza contra natura entre las prácticas fascistas de los extremistas y la ideología del socialismo. Todavía hace unos pocos años el autor de estas líneas provocó la irritación de varios notables de la izquierda mexicana porque, durante una comida, se atrevió a criticar a los tupamaros. Al cabo de unos meses, como todos sabemos, pese a la virtuosa indignación de los doctores del extremismo académico, las actividades de aquellos "jóvenes héroes" –como llamó uno de los comensales a los tupamaros– abrieron la puerta a los militares uruguayos. También fueron coreadas con entusiasmo por nuestros radicales de salón las bravatas del MIR chileno, que prometió a corto plazo el asalto al poder y que, a la hora de la verdad, fue incapaz de ofrecer una resistencia seria a Pinochet y sus jenízaros. Hoy, son los imitadores de aquellos "doctores del extremismo académico" y de aquellos "radicales de salón" quienes coquetean con el enemigo, amenazando con manchar, por elevación, la memoria de Cervantes, al convertir a dos iconos de ese enemigo en candidatos a recibir un premio con su nombre. http://revista.libertaddigital.com/coquetearon-con-el-enemigo-1276239652.html TRIBUNA: EDUARDO GALEANO Ernesto 'Che' Guevara EDUARDO GALEANO, El alucinante viaje del yo al nosotros EDUARDO GALEANO 08/10/1987 Vota Resultado 3 votos . ."Traidor", le dije. "Usted es un traidor". Le mostré el recorte de un diario cubano: él aparecía vestido de pitcher, jugando béisbol.Recuerdo que se rió, nos reímos; si me contestó algo, no sé. La conversación saltaba, como una pelotita de pimpón, de un tema al otro, de un país al otro, de uno a otro recuerdo, añoranza, de su lejana comarca y experiencias de su vida muy vivida. Ernesto 'Che' Guevara La noticia en otros webs webs en español en otros idiomas -¿Qué pasa con mi mano? -Está maldita. -¿Maldita? -Saludó a Frondizi y Frondizi cayó. Saludó a Janio Quadras y Janio Quadros cayó. Suerte que no tengo de dónde caer comentaba yo, poniendo cara de preocupado, y él se reía, fruncía el ceño, se sentaba, se paraba, caminaba por la sala, dejaba caer la ceniza de su habana cazador y me apuntaba con él al pecho. Con ánimo discutidor, no magisterial, recurría a veces a un pizarrón para explicar una idea compleja, y a golpes de tiza dibujaba la polémica en torno del cálculo económico y de la vigencia o caducidad de la ley del valor en la sociedad socialista, o con signos y nuneritos bosquejaba el sistema de retribución por normas de producción. Era cáustico como buen argentino, fervoroso como buen cubano: generoso con su verdad, pero en guardia, dispuesto a mostrar los dientes po - ella. Una fuerza profunda y hermosa le nacía, sin cesar, de adentro. Se delataba, como todo; por los ojos. Tenía, recuerdo una mirada limpia, como recién amanecida: esa manera de mirar de los hombres que creen. Más allá del egoísmo Creía, sí, en la revolución de América Latina, en su doloroso proceso, en su destino, y tenía fe en una nueva condición humana, nacida de una sociedad centrada en la solidaridad y no en la codicia. Han pasado ya 23 años desde aquella entrevista en Cuba y han pasado 20 desde que él fue atrapado vivo y asesinado en Bolivia. Y no viene mal recordar ahora su mensaje esencial: ahora que la moda venera los espejismos de la tecnocracia y los desencantos de los intelectuales, ahora que la buena educación manda identificar la libertad de los negocios con la libertad de las personas y algún prestigioso novelista confunde a los usureros con ángeles custodios de la democracia. No viene mal recordar, digo, que el Che Guevara fue presidente de un banco, el Banco Central de Cuba, no dedicado a la especulación sino al socialismo, y que en tal carácter firmaba los billetes: no los firmaba Ernesto Guevara, sino Che, así nomás, para burlarse del dinero. Porque él no creía que el desarrollo económico fuera un fin en sí: el desarrollo de una sociedad tiene sentido si sirve para transformar al hombre, si le multiplica la capacidad creadora, si lo lanza más allá del egoísmo. El tránsito desde el reino de la necesidad hasta el reino de la libertad es un alucinante viaje del yo al nosotros. Y este viaje no puede realizarlo el capitalismo, porque sacrifica al derecho de propiedad los demás derechos y organiza la vida como una carrera de lobos. Contra el veneno de la codicia, el más mortal, el que mata por dentro, el Che dijo cuanto dijo y escribió cuanto escribió, y vivió como vivió y murió como murió. Y éste es el sapo vivo que la civilización del consumo no puede tragarse, aunque ella reduzca la historia latinoamericana a un western de colores y convierta a este héroe de nuestro tiempo en un mero tiratiros de gatillo alegre, cuya imagen puede venderse impunemente en los supermercados. Era agosto de 1964 y estábamos con Reina Reyes y Julio Villegas en su despacho del Ministerio de Industria. El Che hablaba y uno tenía la impresión de que le subía la temperatura de la sangre, pero manejaba a rienda corta su entusiasmo no bien yo me ponía a tomar anotaciones de lo que decía. Entonces, los ojos fijos en la lapicera que bailaba sobre el papel, prefería el comentario pícaro y cortante, que dejaba escapar después de echar, sonriendo, dos o tres densas bocanadas de humo azul entre los espesos bigotes y la barba raleada. Ser periodista era una lástima: no porque uno se hubiera puesto a trabajar después de tantos días y noches de vértigo sin sueño ni razón ni por lo nervioso que eso lo ponía a uno, sino porque la fluida comunicación que espontáneamente nacía se cortaba a cada rato por culpa de mi oficio. "Estamos conversando entre cubanos y uruguayos", mentía entonces el Che para eludir alguna pregunta indiscreta. Todo hacía evidente, sin embargo, que aquella pasión que en él vibraba tan a flor de piel había roto las fronteras que otros habían inventado para América Latina. Escuchándolo, no podía uno olvidar que aquel hombre había llegado a Cuba después de una larga peregrinación latinoamericana: que había estado, y no como turista, en el torbellino de la naciente revolución boliviana y en la convulsiva agonía de la revolución guatemalteca; que había cargado bananas en Centroamérica y que había sacado fotos y vendido estampitas en las plazas de México para ganarse la vida, y que, para jugársela, se había lanzado a la aventura del Granma. Un hombre de todo o nada Celia de la Serna me dijo hace años, en Montevideo, que su hijo había vivido siempre demostrándose a sí mismo que podía hacer todo lo que no podía hacer, y que así había ido puliendo su asombrosa voluntad. Los continuos ataques de asma le habían interrumpido la escuela en cuarto año, pero siguió dando exámenes por su cuenta, y luego fue brillante estudiante de Medicina. A los 17 años se ganaba la vida trabajando, escribía poemas (bastante malos) y practicaba, a su manera, el álgebra y la arqueología. Entonces empezó a redactar un diccionario filosófico. A los 18 años, el Ejército argentino lo declaró absolutamente inepto para la vida militar. Celia, que tanto se le parecía, le tomaba el pelo por intolerante y fanático. Ella me dijo que él actuaba movido por una tremenda necesidad de totalidad y pureza. Así se convirtió en el más puritano de los dirigentes revolucionarios occidentales. En Cuba era el jacobino de la revolución. "Cuidado, que viene el Che", advertían los cubanos, bromeando pero en serio. Todo o nada: agotadoras batallas ha de haber librado este refinado intelectual contra su propia conciencia tentada por la duda: con rigor de monje o de guerrero iba conquistando certidumbres de hierro. Con la capacidad de sacrificio de un cristiano de las catacumbas, el Che había elegido un puesto en la primera línea de fuego, y lo había elegido para siempre, sin concederse a sí mismo el beneficio de la duda ni el derecho al cansancio: éste es el insólito caso de un hombre que abandona una revolución ya hecha por el y un puñado de locos para lanzarse, con otro puñado de locos, a empezar otra. Porque no vivió para el triunfo, sino para la pelea, la pelea de nunca acabar contra la indignidad y el hambre, y ni siquiera se hizo el obsequio de volver la cabeza hacia atrás para mirar el hermoso fuego que levantaban sus propias naves quemadas. El Che no era hombre de escritorio: era un creador de revoluciones, y se le notaba; no era, o era a pesar suyo, un administrador. Tenía que estallar de alguna manera aquella tensión de león enjaulado que su calma aparente delataba. Le faltaba la sierra. Y con eso no quiere, decir que no se haya entregado entero, en cuerpo y alma y sombrero, a las tareas de alta responsabilidad que cumplió en el Gobierno de Cuba. Se sospechaba que no dormía nunca., y los domingos cortaba caña como obrero voluntario. Nadie sabe de dónde sacaba tiempo para leer, escribir, polemizar. Y para pelear con su asma, implacable, que ya había llevado a cuestas en los tiempos de la guerrilla ("La orden de partida -me contó llegó de golpe, y todos tuvimos que salir de México tal como estábamos., en grupos de a dos o tres. Teníamos un traidor entre nosotros, y Fidel había ordenado la salida súbita para evitar que el traidor pudiera avisar a la policía. Aquel traidor... todavía no sabemos quién era.. Y así fue que me tuve que ir sin el inhalador, y durante la travesía me vino un ataque de asma tan espantoso que no sé cómo hice para llegar"). Los tres caballos El Che hacía lo que decía, decía lo que pensaba y pensaba. como vivía. Todos los cubanos lo sabían, todos lo veían. Candela, el chófer que nos acompañó a todo lo largo de Cuba, al volante de un lujoso Cadillac recién expropiado, solía. llamarlo caballo. Este supremo elogio a la cubana sólo se aplicaba, en su boca, a tres personas: Fidel, el Che y Shakespeare. La divulgación popular del teatro estaba dando frutos de esta manera más bien imprevista: cada dos por tres, Candela entraba en trance y se ponía a hablar torrencialmente del dramaturgo isabelino ("Se pronuncia de varias maneras; los yanquis le dicen Chéspir") y de sus obras, que bien conocía: "Qué va. Ése sí que era un caballo, chico. Un caballo: muy filósofo en la escritura, y muy didáctico, sí señó". El Che tenía varias obsesiones, y una obsesión en el centro de todas las demás: la mística del socialismo en marcha, la fe del pueblo en el mundo nuevo que nace, debe ser el motor del desarrollo. Él desconfiaba de los estímulos materiales, y en la entrevista me lo dijo así, con todas las letras: -Hay, sistemas de retríbución que pueden darle a. cada cual la esperanza de llegar a ser Rockefeller. También renegó del sistma de cálculo económico y negó la vigencia de la ley del valor en el trIánsito al socialismo: -Éste es un período decisivo para Cuba -me dijo- Y no podemos, no debemos olvidar que existe un peligro de retorno Pasa a la página siguiente Ernesto 'Che' Guevara Viene de la página anterioral capitalismo. Otros casos lo demuestran. Este tema lo indignaba. Durante nuestra conversación no llamó "compañeros", sino "señores", a quienes querían llevar adelante una línea opuesta a la suya en el proceso económico de la revolución. Con el mismo estilo, filoso, peleón, atacaba sus propios errores: -Fue un disparate apurarse tanto con la industrialización. Quisimos sustituir todas las importaciones de golpe, por la vía de la fabricación de productos terminados. Queríamos acabar de una vez con la dictadura del azúcar. Y sí, es verdad que el monocultivo es subdesarrollo, pero no vimos las complicaciones enormes que trae la importación de los productos intermedios. Sobre la coca-cola fabricada en Cuba me repitió lo que poco antes había dicho por televisión. -Sabe a jarabe de pecho. La irreverencia del Che no perdonaba a nadie. A los dirigentes comunistas que acudían a Cuba en incesante peregrinación solía recordarles que las revoluciones se hacen y no se dicen, que la misión de los partidos comunistas es estar a la vanguardia de la revolución (sonrisas satisfechas)... pero que lamentablemente ocurre que en casi toda América Latina están a la retaguardia (silencios rencorosos). Pero, quizá por nostalgia, por defenderse de los tirones del terruño perdido, mitad venganza, mitad homenaje, los argentinos eran el blanco predilecto de sus más ácidos comentarios. Suya era la malvada iniciativa de financiar la revolución latinoamericana comprando a ciertos argentinos de Buenos Aires por lo que valen y vendiéndolos por lo que creen que valen. -El destino de Cuba parece íntimamente ligado al destino de la revolución latinoamericana -le comenté- Cuba no puede ser coagulada dentro de fronteras. Funciona como motor de la revolución continental. ¿O no? -Podría haber -me dijo- posibilidades de que no. Pero nosotros hemos eliminado esas posibilidades. La posibilidad de que los movimientos revolucionarios latinoamericanos no estuvieran directamente ligados a Cuba hubiera podido concretarse si Cuba accediera a dejar de ser ejemplo para la revolución latinoamericana. Por el solo y simple hecho de estar viva, no es ejemplo. ¿De qué modo es ejemplo? Del modo como la revolución cubana encara las relaciones con Estados Unidos, y de nuestro espíritu de lucha contra el imperialismo. Cuba se podría limitar a ser un ejemplo puramente económico, digamos. -Una especie de vitrina del socialismo... -Una vitrina. Ésa sería una fórmula que hasta cierto punto garantizaría a Cuba, pero que la divorciaría de la revolución latinoamericana. No somos vitrina. Un automóvil y un tren -En el supuesto caso de que nuevas revoluciones estallaran en América Latina, ¿no se produciría un cambio de calidad en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos? Se habla de la posibilidad de un acuerdo de coexistencia sobre determinadas bases. Pero, si el incendio se propaga y el imperialismo se ve obligado a echar agua al fuego, ¿cuál sería entonces la situación de Cuba, es decir, de la chispa? -Nosotros definimos la relación entre Cuba y Estados Unidos en la época actual como un automóvil y un tren que van corriendo más o menos a la misma velocidad, y el automóvil tiene que cruzar el paso a nivel. A medida que se acerca al paso a nivel se acerca la posibilidad de confrontación y de choque. Si el automóvil -que sería Cuba- cruza antes que el tren, es decir, si la revolución latinoamericana adquiere cierto grado de profundización, ya se ha pasado al otro lado, ya se ha atravesado el paso a nivel: ya Cuba no tiene significación. Porque a Cuba no se la ataca por despecho del imperialismo, sino que se la ataca por la significación que tiene. Nosotros vamos agravando nuestras confrontaciones con Estados Unidos día a día, objetiva y fatalmente, a medida que se agrava la situación en América Latina -y lo mejor que tiene es lo mal que está- Y si la situación se agrava tan convulsivamente que obliga al imperialismo a emplearse en gran escala, ya el problema fundamental deja de ser Cuba como catalizadora porque se ha producido la reacción química. La incógnita es: si cruzaremos, o no, antes que el tren. Podríamos frenar. Es difícil que frenemos. -Pero, entonces, ¿hasta qué punto es posible la coexistencia? -No se trata de Cuba, sino de Estados Unidos. No interesa Cuba a Estados Unidos si la revolución no cuaja en América Latina. Si Estados Unidos dominara la situación, qué les importaría Cuba. -Y en el supuesto caso de que la revolución latinoamericana no estallara, ¿es posible que Cuba siga adelante? -Claro que es posible. -¿A largo plazo? -A largo plazo. Ya pasó el período peor del bloqueo. -Quiero decir: si el aislamiento de Cuba de sus fuentes nutricias latinoamericanas no podría producir deformaciones internas, rigidez ideológica y lazos de dependencia cada vez más agobiantes. -Me parece un poco idealista la cosa. Uno no puede hablar de fuentes nutricias. Las fuentes nutricias son la realidad cubana, cualquiera que ella sea, y la aplicación correcta del marxismo-leninismo a las condiciones de este país y al modo de ser del pueblo cubano. El aislamiento puede provocar muchas cosas. Por ejemplo, que nos equivoquemos en la forma de apreciar la situación política en Brasil. Pero distorsiones en la marcha de la revolución, no. Ya era entrada la noche cuando alguien, un enemigo, irrumpió en la habitación para recordar al Che que su rival le aguardaba desde hacía media hora, ante el tablero de ajedrez, en el piso de abajo. -Lo siento -me dijo el Che-, pero el deber me llama. http://www.elpais.com/articulo/opinion/GUEVARA/_ERNESTO_/26apos/CHE/26apos/Ernesto/Che/Guevara/elpepiopi/19871008elpepiopi_5/Tes TRIBUNA: EDUARDO GALEANO A pesar de los pesares EDUARDO GALEANO 31/03/1992 Vota Resultado 7 votos . .América Latina ya no es una amenaza. Por tanto, ha dejado de existir. Rara vez las fábricas universales de opinión pública se dignan echarnos alguna ojeada. Y sin embargo Cuba, que tampoco amenaza a nadie, es todavía una obsesión universal.No le perdonan que siga estando, que maltrecha y todo siga siendo. Esa islita sometida a feroz estado de sitio, condenada al exterminio por hambre, se niega a dar el brazo a torcer. ¿Por dignidad nacional? No, no, nos explican los entendidos: por vocación suicida. Con la pala en alto, los enterradores esperan. Tanta demora los irrita. Al este de Europa han hecho un trabajo rápido y total, contratados por los propios cadáveres, y ahora están ansiosos por arrojar tierra sin flores sobre esta porfiada dictadura roja que se niega a aceptar su destino. Los enterradores ya tienen preparada la maldición fúnebre. No para decir que la revolución cubana ha muerto de muerte matada: para decir que ha muerto porque morir quería. Entre los más impacientes, entre los más furiosos, están los arrepentidos. Ayer han confundido al estalinismo con el socialismo y hoy tienen huellas que borrar, un pasado que expiar: las mentiras que dijeron, las verdades que callaron. En el nuevo orden mundial, los burócratas se hacen empresarios y los censores se vuelven campeones de la libertad de expresión. Nunca he confundido a Cuba con el paraíso. ¿Por qué voy a confundirla, ahora, con el infierno? Yo soy uno más entre los que creemos que se puede quererla sin mentir ni callar. El bloqueo de Haití, anunciado con bombos y platillos en nombre de la democracia herida, fue un fugaz espectáculo. No duró nada. Terminó mucho antes del regreso de Aristide. No podía durar: en democracia o en dictadura, hay 50 empresas norteamericanas que sacan el jugo a esa mano de obra baratísima. En cambio, el bloqueo contra Cuba se ha multiplicado con los años. ¿Un asunto bilateral? Así dicen; pero nadie ignora que el bloqueo norteamericano implica, hoy por hoy, el bloqueo universal. A Cuba se le niega el pan y la sal y todo lo demás. Y también implica, aun que lo ignoren muchos, la negación del derecho a la autodeterminación. El cerco asfixiante tendido en torno a Cuba es una forma de intervención, la más feroz, la más eficaz, en sus asuntos internos. Genera desesperación, estimula la represión, desalienta la libertad. Bien lo saben los bloqueadores. Ya no hay Unión Soviética. Ya no se puede cambiar, a precios justos azúcar por petróleo. Cuba queda condenada al desamparo. El bloqueo multiplica el canibalismo de un mercado internacional que paga nada y cobra todo. Acorralada, Cuba apuesta al turismo. Y se corre el peligro de que resulte peor el remedio que la enfermedad. Cotidiana contradicción: los turistas extranjeros disfrutan de una isla dentro de la isla, donde para ellos hay lo que para los cubanos falta. Se reabren viejas heridas de la memoria. Hay bronca popular, bronca justa, en esta patria que había sido colonia, y había sido putero, y había sido garito. Penosa situación, sin duda; que por ser cubana, se mira con lupa. Pero ¿quién puede tirar la primera piedra? ¿No se consideran normales, en toda América Latina, los privilegios del turismo extranjero? Y, peor, ¿no se considera normal la sistemática guerra contra los pobres, desde el mortal muro que separa a los que tienen hambre de los que tienen miedo? ¿En Cuba hay privilegios? ¿Privilegios del turismo y también, en cierta medida, privilegios del poder? Sin duda. Pero el hecho es que no existe sociedad más igualitaria en América. Se reparte la pobreza: no hay leche, es verdad, pero la leche no falta a los niños ni a los viejos. La comida es poca, y no hay jabones, y el bloqueo no explica por arte de magia todas las escaseces; pero en plena crisis sigue habiendo escuelas y hospitales para todos, lo que no resulta fácil de imaginar en un continente donde tantísima gente no tiene otro maestro que la calle, ni más médico que la muerte. La pobreza se reparte, digo, y se comparte: Cuba sigue siendo el país más solidario del mundo. Recientemente, por poner un ejemplo, Cuba fue el único país que abrió las puertas a los haitianos fugitivos del hambre y de la dictadura militar, que en cambio fueron expulsados de Estados Unidos. Tiempo de derrumbamiento y perplejidad; tiempo de grandes dudas y certezas chiquitas. Pero quizá no sea tan chiquita esta certeza: cuando nacen desde adentro, cuando crecen desde abajo, los grandes procesos de cambio no terminan en su lado jodido. Nicaragua, pongamos por caso, que viene de una década de asombrosa grandeza, ¿podrá olvidar lo que aprendió en materia de dignidad y justicia y democracia? ¿Termina el sandinismo en algunos dirigentes que no han sabido estar a la altura de su propia gesta, y se han quedado con autos y casas y otros bienes públicos? Seguramente el sandinismo es bastante más que esos sandinistas que habían sido capaces de perder la vida en la guerra y en la paz no han sido capaces de perder las cosas. La revolución cubana vive una creciente tensión entre las energías de cambio que ella contiene y sus petrificadas estructuras de poder. Los jóvenes, y no sólo los jóvenes, exigen más democracia. No un modelo impuesto desde afuera, prefabricado por quienes desprestigian a la democracia usándola como coartada de la injusticia social y la humillación nacional. La expresión real, no formal, de la voluntad popular, quiere encontrar su propio camino. A la cubana. Desde adentro, desde abajo. Pero la liberación plena de esas energías de cambio no parece posible mientras Cuba continúe sometida a estado de sitio. El acoso exterior alimenta las peores tendencias del poder: las que interpretan toda contradicción como un posible acto de conspiración, y no como la simple prueba de que está viva la vida. Se juzga a Cuba como si no estuviera padeciendo, desde hace más de 30 años, una continua situación de emergencia. Astuto enemigo, sin duda, que condena las consecuencias de sus propios actos. Yo estoy contra la pena de muerte. En cualquier lugar. En Cuba, también. Pero ¿se pueden repudiar los fusilamientos en Cuba sin repudiar, a la vez, el cerco que niega a Cuba la libertad de elegir y la obliga a vivir en vilo? Sí, se puede. Al fin y al cabo, a Cuba le dictan cursos de derechos humanos quienes silban y miran para otro lado cuando la pena de muerte se aplica en otros lugares de América. Y no se aplica de vez en cuando, sino de manera sistemática: achicharrando negros en las sillas eléctricas de Estados Unidos, masacrando indios en las sierras de Guatemala, acribillando niños en las calles de Brasil. Y por lamentables que hayan sido los fusilamientos en Cuba, al fin y al cabo, ¿deja por ellos de ser admirable la porfiada valentía de esta isla minúscula, condenada a la soledad, en un mundo donde el servilismo es alta virtud o prueba de talento? ¿Un mundo. donde quien no se vende se alquila? Eduardo Galeano es escritor uruguayo. http://www.elpais.com/articulo/opinion/LATINOAMERICA/CUBA/ESTADOS_UNIDOS/CUBA/LEY_HELMS-BURTON/pesar/pesares/elpepiopi/19920331elpepiopi_4/Tes

Juan Ramon Rallo, No al banco malo

miercoles 7 de diciembre de 2011 ECONOMÍA No al 'banco malo' Por Juan Ramón Rallo
Del programa económico de Rajoy sabemos poco o nada, salvo, según se ha filtrado, que pretende crear un banco malo. Es decir, otro banco malo, pues al parecer el sistema financiero español debe de estar plagado de ellos. ¿Y qué es eso del banco malo? Básicamente, el Gobierno de España emite deuda pública y compra a nuestras entidades todas sus malas inversiones, que pasan a ser acumuladas en un vehículo de inversión denominado banco malo. Presuntamente, y según se nos cuenta, la adquisición se efectuaría con un importante descuento con respecto al valor real, de manera que a largo plazo los contribuyentes podrían incluso salir ganando. Por ejemplo: si unos promotores deben a una caja 100 millones de euros y el Estado adquiere ese préstamo a cambio de 70 millones, el Gobierno podría terminar embolsándose al cabo de unos años unos beneficios de 30 millones. Fantástico, ¿no? Pues no tanto. Pregúntese por qué, si estamos ante una indudable ganga, la caja de marras está deseosa de desprenderse del préstamo incluso con un descuento del 30% y, sobre todo, por qué ningún inversor, salvo el Estado, está dispuesto a comprar. ¿Tal vez sea, no sé, porque en realidad no se trata de ninguna ganga? Suponga que, como no sería de extrañar, los promotores impagan sus deudas y la caja sólo puede cobrar con el suelo que adquirieron esos promotores y que hoy, vaya por dónde, sólo tiene un valor de 10 millones. Resultado final de la operación: el Estado ha pagado 70 millones por un cubo de basura que sólo vale 10. ¿Y quién se ha agenciado la diferencia de 60 millones? Claramente, la caja que invirtió donde no tenía que invertir y que ha sido capaz de convencer a los políticos para que compren a precios inflados sus activos tóxicos. Al final, pues, el banco malo sólo es un mecanismo para redistribuir la riqueza del país desde los contribuyentes hacia los accionistas, directivos, trabajadores y acreedores de las entidades financieras. En Irlanda, los contribuyentes han tenido que aportar 50.000 millones de euros (más del 30% de su PIB) y, de momento, el vehículo acumula unas pérdidas superiores a los 1.100 millones; es decir, ganancias... más bien pocas. Es de pura lógica: si el único dispuesto a comprar esos activos a precios tan desorbitados es el Estado, será que los activos no valen lo que el Gobierno va a pagar por ellos; será que todo es un opaco artilugio montado para transferir dinero desde el bolsillo del contribuyente a las cuentas de resultados del sector financiero. Los habrá que, con algo de razón, argumenten que en estos momentos el mercado se encuentra demasiado revuelto como para asignar valoraciones realistas a los activos de los bancos; no es que muchas entidades no quieran sanear sus balances vendiendo sus préstamos basura a un importante descuento, sino que, si lo hicieran ahora, el precio al que podrían colocar sus activos sería tan injustificadamente bajo que quebrarían de inmediato. Dicho de otro modo, el único agente capaz de mantener la cabeza fría en estos momentos de tribulación es el Gobierno, quien, lejos de dejarse llevar por un precio de los activos irracional, es capaz de calcular su auténtico valor a largo plazo y sanear nuestro sistema financiero. El razonamiento, como todos los realmente tramposos, tiene su pizca de verdad. En efecto, en momentos como los actuales muchos inversores, salvo aquellos con una visión más largoplacista, no tienen demasiadas ganas de seguir cargando sus balances de activos arriesgados a largo plazo, sino que, dada la incertidumbre, prefieren mantenerse tan líquidos como les sea posible. Con todo, me limitaré a efectuar dos preguntas: ¿cuánto tiempo ha pasado desde que comenzó la crisis financiera? Si bien es una cuestión controvertida, todos coincidiremos en que, en octubre de 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers, la crisis ya había estallado, de modo que, como mínimo, han transcurrido tres años. Segunda pregunta: en estos tres años, ¿los bancos y cajas españoles no han disfrutado de un solo momento de calma para enajenar sus activos a precios realistas? Es evidente que sí, de forma que sólo cabe colegir que si no lo han hecho ha sido por no reconocer su auténtico valor sobre sus balances; y si no quieren contarnos la verdad es porque, en tal caso, quebrarían. Es obvio que el banco malo que planea Rajoy no comprará los activos de bancos y cajas a unos precios tan bajos como para provocar la bancarrota de los mismos, por lo que el Gobierno del PP, si es que sigue adelante con este bárbaro proyecto, necesariamente pagará unos precios artificialmente altos. Es decir, el Gobierno del PP esquilmará todavía más al contribuyente para dejar limpios de polvo y paja los balances de unas cajas y unos bancos contaminados por su propio proceder.
¿Existe alternativa a este despropósito? Sí, y no me refiero a dejar quebrar sin más a las entidades financieras, ya que, por desgracia, y como consecuencia del abandono del patrón oro, los medios de pago de nuestras sociedades son en su práctica totalidad depósitos bancarios, de modo que su bancarrota ocasionaría un colapso total del sistema. La alternativa justa y pragmática pasa por no rescatar a las entidades con el dinero de los contribuyentes, sino con el de los acreedores. Una empresa está quebrada cuando el valor de sus activos es menor al de sus pasivos. En tal caso, los acreedores no pueden recuperar todo lo que han prestado por la simple realización de sus activos. Pero, como es lógico, esa misma empresa puede salir de la situación concursal convirtiendo en acciones parte del dinero que adeuda a sus acreedores. Por ejemplo, si una empresa tiene activos valorados en 95 euros y deudas por 100 euros, podría pagar 10 euros de los que debe a sus acreedores entregándoles acciones con un valor nominal de 5: la compañía estaría así inmediatamente recapitalizada (debería 90 euros y tendría 5 euros de patrimonio neto). La operación está a la orden del día en el mundo mercantil y se conoce como capitalización de deuda. Según se ha filtrado, el PP pretende inyectar hasta 150.000 millones de euros de los contribuyentes en el sistema financiero mediante la argucia del banco malo. Pues bien, bastaría con que convirtiéramos en acciones la deuda basura de nuestras entidades financieras, un 20% de su deuda garantizada y un 5% de las imposiciones a plazo fijo (a saber, que los pagos de intereses de uno o de dos años no se efectuaran en dinero, sino en acciones), para que el sistema financiero español se recapitalizara en cerca de 200.000 millones. Todo sin meter un solo euro del contribuyente y redistribuyendo los derechos de propiedad sobre los activos bancarios de una manera absolutamente justa: no han de hacerse cargo los contribuyentes, que como contribuyentes nada tienen que ver con las entidades, sino los acreedores (aquellas personas que confiaron lo suficiente en la entidad como para prestarle su dinero). Por supuesto, estamos hablando de valores medios para el conjunto del sistema financiero, de modo que, para las entidades más insolventes, la conversión sería mayor, pero tiene todo el sentido del mundo que la penalización (el intercambio de deuda en acciones con un valor fluctuante) sea creciente según el tamaño del pufo. Con lo cual, ¿por qué no utilizar este esquema para el sector financiero español? ¿Por qué incrementar todavía más la deuda de nuestro sector público en unos momentos en que deberíamos estar reduciéndola? ¿Por qué cargar sobre las espaldas de unos contribuyentes que tienen sus propios problemas de deuda privada el coste de los errores ajenos? Es difícil de decir, probablemente sea una mezcla de miopía política, escaso respeto a la propiedad privada y pusilanimidad a la hora de enfrentarse a ciertas oligarquías económicas. Sin embargo, en mi opinión existe otra poderosa razón para que los populares ni siquiera estén considerando esta opción: Alemania. Los españoles debemos casi 200.000 millones de euros a los bancos alemanes, en gran medida por los préstamos que nos hicieron para financiar la burbuja inmobiliaria. Si parte de la deuda de bancos y cajas se convirtiera en acciones, los bancos alemanes, en lugar de cobrar religiosamente cada euro adeudado, pasarían a ser propietarios de unas entidades financieras que probablemente no tengan ningún interés en poseer. Tres cuartos de lo mismo sucedió con Irlanda, cuyos ciudadanos y empresas debían 140.000 millones a los bancos alemanes: como es sabido, su Gobierno fue conminado a crear un banco malo. En general, soy del todo comprensivo con las quejas y reivindicaciones de los alemanes. Nos prestaron un dinero que quieren recuperar y nosotros, si es que somos responsables, deberíamos hacer todo lo que esté en nuestras manos para devolvérselo. Pero Alemania también debería ser consciente de que no será posible que le repaguemos todo cuanto le adeudamos a menos que nos lo refinancie durante bastante tiempo o –y esta es su opción preferida– que socialicemos las pérdidas. El primer camino queda a su discreción (la capitalización de deudas sería una manera de refinanciarnos); el segundo queda a la nuestra... y deberíamos negarnos en rotundo. No se trata de argentinizarnos y mandarles orgullosos a hacer gárgaras, sino de que asuman su responsabilidad a la hora de comerse parte del agujero que contribuyeron a crear: si es injusto y contraproducente que el contribuyente alemán cubra los despilfarros de los políticos españoles –motivo por el cual los políticos españoles deberían ajustar de inmediato ingresos y gastos–, también lo es que el contribuyente español cubra los errores de los banqueros españoles... y alemanes. Dicen que Rajoy concederá casi tanta importancia a la política exterior como a la económica a la hora de lograr la recuperación. La ocurrencia me parece disparatada, pues no se trata de que vengan a salvarnos desde fuera, sino de que volvamos a generar riqueza desde dentro. Pero el gallego sí tiene algo muy importante que negociar, o, al menos, algo muy importante por lo que plantarse: el banco malo sería una pésima idea, por mucho que interesadamente la defiendan parte de los banqueros de aquí y los políticos de allí. juanramonrallo.com http://revista.libertaddigital.com/no-al-banco-malo-1276239654.html

Monica Mullor, En defensa del copago

miercoles 7 de diciembre de 2011 En defensa del copago Por Mónica Mullor
El sistema sanitario español es financieramente insostenible. Se nos hace creer que aquí no pasa nada, a pesar de la crisis, y que podemos ir al médico las veces que queramos y por lo que sea sin que nos suponga el menor coste directo. Los partidos mayoritarios y los sindicatos combaten al unísono el copago, como si fuera una perfidia atroz, pero se cuidan de decir a la gente que nuestro sistema no obtiene buenos resultados justamente porque conduce a un mal uso de unos recursos cada vez más escasos. La escasez de recursos y la cada vez mayor demanda son algunos de los retos que tiene que afrontar el sistema sanitario. A este respecto, la sanidad –al igual que la educación– es y debe ser un objetivo nacional y concitar acuerdos básicos, que involucren a la población. El sistema se encuentra en estado crítico debido a que en los años de crecimiento económico el gasto sanitario aumentaba más rápidamente que el PIB; gasto que luego no ha podido ser contenido porque nadie se atreve a pinchar la burbuja de ilusiones creadas en torno a una amplia oferta de acceso ilimitado. En 2002, ese gasto era del 5,2% del PIB, mientras que en 2008 alcanzó el 6,5%. Ante la caída de los ingresos públicos como consecuencia de la crisis, el gasto se ha hecho insostenible y ha tendido a generar déficits en todas las administraciones públicas. Por ello, concienciar a los pacientes sobre los costes de la sanidad ha sido una acertada iniciativa de la Comunidad de Madrid, que comprende la entrega de una factura informativa en la que consta el costo de –según los casos– una consulta médica, una visita a Urgencias, una intervención quirúrgica, etc. Se trata de una iniciativa muy útil pero claramente insuficiente. Cuando menos menos, se debería haber introducido alguna medida de castigo a la utilización irresponsable de los servicios sanitarios. Por ejemplo, la imposición de una multa a quien no acuda a una cita médica sin previo aviso. Cancelar una operación de manera injustificada no sólo representa un coste elevadísimo, sino que impide atender a otro paciente igualmente necesitado. A pesar de que una parte importante de nuestros impuestos se utiliza para pagar la sanidad, lo cierto es que, cuando se tiene la impresión de que se está recibiendo algo a coste cero, la atención no se valora.
Según la OCDE, los españoles son los ciudadanos europeos que más van al médico (8,1 veces frente a las 5,8 veces de media en la UE). Y según el informe del Euro-Canada Health Consumer para 2010, no es España sino Suecia el país que obtiene la más alta puntuación (300) en resultados médicos (outcomes); le siguen Holanda, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Alemania, Italia, Francia... Al final de la tabla se encuentran el Reino Unido y España (214 puntos), los dos países que no tienen copago alguno, y Portugal. El sistema español no resiste el despilfarro. Nos gusta porque podemos, sin costo directo alguno, ir cuantas veces queramos al médico; pero esto no nos hace estar más sanos, ¡todo lo contrario! La aplicación de medidas de copago y de multas por uso irresponsable provoca escándalo. Ahora bien, es justamente lo que se estila en los países más eficientes; y no porque sus gestores sean malos, despiadados o neoliberales, sino porque no son demagogos ni populistas, porque consideran que hay que ser responsables con el buen uso de los recursos. Los modelos son muy diversos; aquí nos centraremos en el de un país conocido por su gran Estado del Bienestar y su altísima eficiencia sanitaria, Suecia, que encabeza el ranking arriba mencionado. En Suecia el copago en la atención primaria ha existido siempre. Una cita al médico de familia cuesta unos 15 euros; al especialista, unos 32 euros; una mamografía, 14 euros; recurrir a los servicios de urgencia, unos 40 euros; pasar un día en un hospital, unos 9 euros. En cuanto a los que no anulan una cita médica con la debida antelación, han de pagar una multa de unos 32 euros. En Suecia, sociedad racional pero altamente solidaria, tratan de que el coste de la atención médica no resulte insoportable a gente como los enfermos crónicos. De ahí que tengan unas tarjetas de gasto máximo anual (frikort) que posibilitan a sus usuarios seguir siendo atendidos luego de haber superado dicho gasto. Aunque las cantidades varían según las regiones, la frikort se suele obtener una vez se han superado los 100 euros en visitas médicas o los 180 en compra de medicamentos. De esta manera se logra el doble objetivo de corresponsabilizar al ciudadano y de proteger solidariamente a los más necesitados. El resultado es un mejor uso de los recursos, que al no ser sobredemandados en la atención primaria pueden dedicarse en mayor medida a la especializada, lo que permite que el conjunto del sistema obtenga mejores resultados. Por otro lado, con el copago se refuerza la financiación del sistema, si bien éste es más un efecto secundario (cubre no más de un 10% del costo del sistema sueco), ya que lo importante es el uso racional y responsable de los recursos existentes. Uno de los resultados más notables de este tipo de medidas, por cierto, es que se contiene el gasto sanitario sin que la calidad del sistema se resienta. Así se protege el Estado del Bienestar, en vez de reventarlo, que es lo que estamos haciendo en España. http://revista.libertaddigital.com/en-defensa-del-copago-1276239656.html ideasyanalisis.wordpress.com

Agapito Maestre, Adios a Bono

Que le vaya bonito 2011-12-06 Adiós a Bono Agapito Maestre No es sin embargo audacia lo que revela su discursito, sino la vulgar coherencia de una vida al servicio de sí mismo. Su discursito fue coherente con su vida y su política. Ayer estuve leyendo toda la mañana al gran Maquiavelo. Releí con gusto algunos capítulos de su Istorie Fiorentine. Luego, cuando llegó la hora de la siesta, leí el discursito de Bono para celebrar el día de la Constitución. Estuvo aseado el socialista de Albacete. Hizo un llamamiento al entendimiento entre los partidos políticos y, al final, dijo que no tenía otra pasión política que su amor a España. Bono estuvo, como diría algún aprendiz de brujo, en Bono. ¿Qué tiene que ver este hombre con Maquiavelo? Todo y nada. Todo, porque Bono, como Maquiavelo, sabe que la política sin fuerza es palabrería; nada, porque el político Bono parece no haber aprendido la principal lección de Maquiavelo: él se queda sin fuerza al abandonar el Congreso de los Diputados. Quizá la vida judicial de Bono ya no será tan fácil como hasta ahora ha sido. En todo caso, ojalá le vaya bonito en el futuro a este jubilado político, sin otra pasión que su inmensa querencia por España. Lo cierto es que yo no pude dejar de comparar el discurso de Bono, esa llamada a la unidad de la clase política, con unas palabras que había leído un poco antes en un libro de Maquiavelo. Bono, en un ambiente políticamente distendido, apeló al acuerdo entre los políticos para sacar a España del atolladero político, económico y social, mientras que Maquiavelo, en uno de los tratados políticos más importantes que se han escrito en todos los tiempos, hace un canto al socorro mutuo entre quienes pueden verse acosados por la justicia por no haber sabido defender a su ciudad. El pasaje de Maquiavelo es quizá uno de los fragmentos más duros de su Historia de Florencia, tanto que el filósofo italiano no los suscribe de modo directo, sino que lo pone en boca de un hombre de la plebe, durante la guerra de Florencia, ayudada por Venecia y Génova, contra el papa Gregorio XI, entre 1375 y 1378. Se trata de unos hombres que llenos de rencor, y muertos de miedo por los incendios y robos que habían cometido, se reunieron para cambiar impresiones sobre el peligro en que se encontraban. Con este motivo, sigue narrando Maquiavelo, uno de los más decididos y experimentados les habló para infundirles ánimo. Entre otras cosas extraigo aquí la siguiente que puede servirnos para el presente político de España: "Ya que se han cometido muchos desmanes no debemos abandonar y cómo podemos hallar defensa para los males que se han cometido (...). La necesidad dicta que sigamos unidos. Debemos por tanto de obtener dos cosas y proponernos dos fines de nuestras deliberaciones. El primero es que no se nos pueda castigar por lo que hemos hecho en los días pasados; y el segundo, que podamos en adelante vivir con más libertad y con más satisfacción que en el pasado. Nos conviene por tanto, según mi parecer, si queremos que nos perdonen los anteriores desmanes, cometer otros nuevos, redoblando los daños y multiplicando los incendios y los saqueos, y apañándonos para tener muchos más cómplices, porque, cuando son muchos los que pecan, a nadie se castiga; y a las faltas pequeñas se le impone una sanción, mientras que a las grandes y graves se le da premios." En fin, como diría Bono imitando a Maquiavelo, cuando la necesidad aprieta, la audacia se considera prudencia. No es sin embargo audacia lo que revela su discursito, sino la vulgar coherencia de una vida al servicio de sí mismo. Su discursito fue coherente con su vida y su política. Del partido de Tierno al de González, de parlamentario nacional a presidente de la región castellano-manchega, de ahí a ministro de Zapatero y, al final, presidente de las Cortes. De la tensión a la normalidad, del estamos al borde del abismo al aquí no pasa nada, del conflicto al consenso, media una intervención como la de Bono en el Congreso. Basura institucional. Retórica sin sustancia. Nada. http://www.libertaddigital.com/opinion/agapito-maestre/adios-a-bono-62290/

Pio Moa, El mas nefasto de la historia de España

Partido Socialista 2011-12-06 El más nefasto de la historia de España Pío Moa
Pocas cosas hay en España más desconocidas que el pasado del PSOE, un partido surgido en una Restauración que le permitía vivir, mientras que él decidió desde el principio no dejar vivir a la Restauración, precisamente por ser esta liberal. Al llegar la transición, el chalaneo oportunista de Suárez se empeñó en fomentar al PSOE y los separatismos: ¡todos eran demócratas, más aún, puntales de la democracia! Se pretendía utilizarlos de barrera frente a los comunistas y la ETA (los verdaderos antifranquistas, por otra parte). Y solo pudo hacerse a base de borrar la historia, confirmando el dicho de que pueblo que la ignora se condena a repetir lo peor de ella. Pocas cosas hay en España más desconocidas que el pasado del PSOE, un partido surgido en una Restauración que le permitía vivir (organizarse, ganar diputados, alcaldías y cargos diversos), mientras que él decidió desde el principio no dejar vivir a la Restauración, precisamente por ser esta liberal. Así, se compinchó con el pistolerismo anarquista, justificó el atentado contra líderes de la derecha, organizó la llamada huelga revolucionaria de 1917, mezclada con terrorismo. Su demagogia y violencias fueron una causa mayor del derrumbe de la Restauración y de la dictadura de Primo de Rivera. Después, en la república, socavó sin tregua y, nuevamente con terrorismo, la legalidad y organizó directa y textualmente la guerra civil. Una leyenda urbana derechista culpa de la guerra al PCE, cuando fue realmente el PSOE el factor principal. Luego, tras robar a mansalva a todo el país y ser derrotado por Franco, quedó como un grupillo inane. Puede decirse que lo único bueno que hizo el PSOE en su historia fue colaborar activamente con Primo de Rivera y pasivamente con Franco, a quien no hizo oposición real: con dos dictaduras infinitamente mejores que la que siempre quisieron imponer los socialistas y que tanto contribuyeron estos a provocar como último remedio. En la transición, lo he recordado en mi libro, al olvido de la historia se sumó un derroche de promoción y dinero a favor de aquel grupúsculo, hasta convertirlo en un partido de masas. Y desde entonces hemos tenido un par de experiencias de tales "demócratas". La primera, bajo el lema fraudulento de los "cien años de honradez", dio paso a oleadas de corrupción, ataques a la independencia judicial, mezcla de colaboración y terrorismo gubernamental con respecto a la ETA, y a 3 millones de parados (del franquismo había salido el país con un paro insignificante). La segunda experiencia agravó aún más el balance, rescatando a la ETA de una situación comatosa, creando una crisis institucional de separatismo, de la justicia y de todo el estado de derecho, junto a cinco millones de parados (esto, el partido "obrero"). No obstante, muchos insisten en el cuento ridículo de un PSOE "demócrata y necesario". Pero, ya lo dijo, Schiller, contra la estupidez los mismos dioses luchan en vano, y la estupidez es una de las fuerzas rectoras del mundo, con magnífica representación en España. Obviamente, los socialistas son personas como las demás. ¿Por qué, entonces, su balance histórico es tan trágico en unos casos y calamitoso en todos? Porque sus concepciones ideológicas llevan necesariamente a eso. El PSOE nació como partido de "lucha de clases", una teoría no solo falsa, sino directamente guerracivilista, lo cual se refleja en su programa máximo y en toda su actuación. En 1979 no renunció al marxismo, la doctrina más totalitaria del siglo XX, sino que, debo recordar, lo mantuvo como "instrumento crítico y método de análisis". Se dirá que su marxismo fue siempre pedestre y que ni ellos mismos sabían qué era eso de la crítica y el análisis. Cierto, pero queda la motivación e intencionalidad esenciales: socavar de un modo u otro la sociedad actual: la familia, las libertades, la raíz cultural cristiana, el espíritu de empresa y la nación española. Su balance histórico no es casual, corresponde a tales premisas, que en la mayoría de los socialistas se han vuelto inconscientes. http://www.libertaddigital.com/opinion/pio-moa/el-mas-nefasto-de-la-historia-de-espana-62289/

martes, noviembre 22, 2011

Pascual Tamburri, España, país de descerebrados

martes 22 de noviembre de 2011

España, país de descerebrados

Pascual Tamburri (Elsemanaldigital.com)

L OS españoles exhiben borreguismo en estos tiempos de cuitas y crisis. El país ya no es respetado ni temido, ni tampoco lo son sus ciudadanos. Ya ni tratamos de maquillarlo.

España lleva una tendencia a la baja desde hace mucho tiempo. La carencia de liderazgo dentro de nuestra frontera que ha demostrado el Gobierno durante estos últimos años no se ha podido disimular con sus intentos externos de controlar situaciones.

Hace unos siglos éramos la potencia más temida y respetada del mundo, ahora gracias a nuestros dirigentes somos el hazmerreír. Esta situación era de esperar debido a que el resto del mundo elige a sus líderes con un mínimo de cultura y sensatez mientras que nosotros seguimos decantándonos por paletos que adoran la política del populacho.

En otro país el que un líder maquille su currículo es motivo de una sanción y un cese de su cargo público, aquí sin embargo no sólo le reímos la gracia, también le subimos el sueldo por pícaro. Hace poco pusimos a prueba nuestra estupidez colectiva cuando se dio el mismo caso prácticamente a la vez de que una diputada alemana y otra catalana hubiesen maquillado sus estudios, se imagina lo que paso ¿no?

Una similitud se da día a día demostrando la calidad humana de nuestro país observando que hay gente que no solo ve, si no que sigue fervientemente cadenas con una parrilla como Telecinco. En dichos programas se etiquetan los que trabajan como periodistas cuando lejos de la verdad, son desechos humanos, se valora la zorrería, lo tonto y analfabeto que puedas llegar a ser.

Lo triste es que en los últimos años ese declive cultural que tanto intentan demostrar se ve desmoronado cuando la imagen de los españoles es de un cateto con cara de humorista que no ha sido capaz de dominar más lengua que la nativa.

Analfabetismo inyectado durante muchas décadas intentando que las personas sean borregas y así poder manipularlas más fácilmente, experimento de borreguísimo que se ha visto incentivado estas últimas legislaturas por la ansiedad de voto inconsciente del PSOE. Votos a cualquier precio.

Es mejor tener un pueblo que no sepa diferenciar una manzana de una pera pero que vote a tu partido en vez de tener a personas lo suficientemente cuerdas para pensar por sí mismas y diferenciar así que es cada cosa.

Defendiendo la cultura española, de ahí el ministerio de cultura, pero ¿y si ya se ha destruido toda cultura posible que no sea la del borreguísimo? España por desgracia se ha convertido ya en un país de descerebrados donde la inteligencia no es una virtud, sino algo por lo que ser rechazado.

Llega el 20N y ahora la gran mayoría en su desesperación por mejorar su situación inducida directamente por su borreguísimo empieza a comprarse la indumentaria del otro equipo de este partido, ya que lamentablemente la política de España es como un partido de fútbol. De esto ya hablaremos otro rato.

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=2846

Khaled Abu Toameh, Y el Ganador es:… ¡Hamas!

martes 22 de noviembre de 2011

Y el Ganador es:… ¡Hamas!

Khaled Abu Toameh

http://www.hudson-ny.org/2595/hamas-palestinian-unity-government


El Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y el líder de Hamas, Khaled Mashaal, se reunirán en El Cairo, la próxima semana, para discutir formas de poner fin a la lucha de poder entre sus dos partidos y formar un gobierno de unidad palestino.

Las conversaciones entre los dos hombres se centrarán en el establecimiento de un gobierno de unidad que estaría dominado por figuras "independientes" y cuya tarea sería preparar las nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias.

El encuentro entre Abbas y Mashaal se produce más de seis meses después de que las dos partes anunciaron que habían llegado, con la ayuda de los egipcios, a un acuerdo de "reconciliación" que pondría fin a la continua brecha entre Hamas y Fatah.

Pero desde que el acuerdo fuera anunciado, el 4 de mayo, en El Cairo, Hamas y Fatah no han logrado implementarlo en el terreno.

La razón principal por la que el acuerdo nunca se implementó, fue la fuerte oposición de Hamas a la designación del Primer Ministro, Salam Fayyad, como jefe del propuesto gobierno de unidad nacional.

Hamas dice que nunca aceptará a Fayyad, debido a su responsabilidad en la ofensiva de seguridad contra los partidarios de Hamas en la Margen Occidental y por sus estrechos vínculos con Israel y EE.UU. Muchos palestinos tampoco aceptan a Fayyad porque nunca fue parte de la "revolución": no pasó ni siquiera un día en una prisión israelí.

Pero ahora, Abbas y Fatah parecen haber cambiado su opinión acerca de Fayyad. En una serie de reuniones secretas, durante los últimos días, en la capital egipcia, los funcionarios de Fatah informaron a sus contrapartes de Hamas que Abbas ya no insiste más en el nombramiento de Fayyad.

En otras palabras, Abbas decidió arrojar a Fayyad bajo el autobús, en bien de la "unidad" con Hamas.

No puede ignorarse la importancia de la oportunidad de la decisión de Abbas de reanudar sus esfuerzos para buscar la unidad con Hamas. La decisión de Abbas se produjo poco después de darse cuenta de que la Autoridad Palestina no había logrado reunir el apoyo suficiente en la comunidad internacional para su solicitud de membrecía en la ONU.

Al expresar su disposición a deshacerse de Fayyad, en favor de una nueva alianza con Hamas, Abbas está tratando de tomar represalias contra EE.UU., Israel y algunos países europeos que no apoyaron su candidatura para la condición de estado.

El mensaje de Abbas a los líderes de estos países es: Debido a que frustrasteis mi plan para buscar la membrecía de un estado palestino en la ONU, os castigaré uniendo fuerzas con Hamas.

El mayor ganador será Hamas - no Abbas. Cualquier acuerdo de unidad sólo reforzaría la posición de Hamas, en gran parte porque le daría legitimidad al movimiento islamista.

Irónicamente, el acercamiento de Abbas hacia Hamas, en última instancia, lo socava a él y a su autoridad en la Margen Occidental. Al establecer acuerdos con Hamas e invitar a sus representantes a integrar el gobierno de unidad propuesto, Abbas está actuando de acuerdo con la frase: "Si no puedes vencerlos, únete a ellos".

Desde el año 2006, Abbas y Fatah han estado haciendo todo lo posible para deshacerse de Hamas, pero sin éxito. Incluso las masivas ofensivas de seguridad contra los partidarios de Hamas en la Margen Occidental, por parte de las fuerzas de seguridad de Abbas, no han logrado debilitar al movimiento.

Abbas ha escogido el camino de unidad con Hamas, no sólo porque quiere fastidiar a los estadounidenses, israelíes y europeos, sino también porque quiere encubrir el fracaso de su campaña para internacionalizar el conflicto a través de la ONU, con la esperanza de imponer una solución sobre Israel.

Básicamente, tiene la esperanza de que, en lugar de ser denunciado y ridiculizado por los palestinos por el fracaso del pedido de condición de estado, ahora será elogiado por haber "reunificado" a los palestinos.

Al unir fuerzas con Hamas, sin embargo, Fatah está, una vez más, cavando su tumba con sus propias manos. ¿Fatah, o cualquier otra persona, tiene garantías de que Hamas no obtendrá otra victoria en las nuevas elecciones que Abbas espera ahora celebrar en los territorios palestinos, en algún momento a principios del año que viene?

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Difusión: www.porisrael.org

http://www.porisrael.org/porisrael/index.php?option=com_content&view=article&id=2464:y-el-ganador-es-ihamas&catid=115:medio-oriente&Itemid=560

Luis Miguez Macho, Algo más que una victoria electoral, un cambio histórico

martes 22 de noviembre de 2011

Algo más que una victoria electoral: un cambio histórico

Luis Míguez Macho (Elsemanaldigital.com)

L OS resultados electorales que acaba de obtener el PP con Mariano Rajoy frente al PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba y de José Luis Rodríguez Zapatero suponen algo más que una victoria electoral. Por la amplitud de la mayoría absoluta obtenida y el retroceso socialista, son equiparables a los que consiguió Felipe González hace casi treinta años. No es casualidad que en ambos casos haya sido el "cambio" la palabra clave a la que han apelado los vencedores para movilizar a los españoles.

Si la victoria socialista de 1982 supuso el fin de la Transición a la Democracia, después de que el intento de golpe de Estado del año anterior liquidase el papel político de las Fuerzas Armadas, esta victoria del centroderecha llega después de dos mandatos sin mayoría absoluta de un PSOE en el que, paradójicamente, el acceso al poder de una generación más joven ha hecho aflorar lo peor de su tradición sectaria y guerracivilista. Aun así, sólo una crisis económica brutal ha podido desbancarlo de un poder que no ha sabido ejercer con ecuanimidad y al servicio de los intereses generales de España.

José María Aznar llegó a la presidencia del Gobierno de 1996 sin mayoría absoluta. Su sucesor Mariano Rajoy lo hace tras un paréntesis de ocho años en la oposición con una mayoría absoluta más amplia que la que Aznar logró en su segundo mandato.

Nadie puede dudar de que la gran mayoría de los españoles que han depositado su confianza en el PP en esta hora lo han hecho con la esperanza de que, como en 1996, será capaz de sacar al país de la desastrosa situación económica en la que se encuentra. Sin embargo, la responsabilidad histórica que recae sobre Mariano Rajoy es todavía mayor: le hemos entregado el poder suficiente para retomar el proyecto democrático de regeneración nacional que se interrumpió trágicamente en 2004.

Rajoy gobernará sin hipotecas. No hay minorías con capacidad de condicionar su mayoría parlamentaria. El mandato recibido de las urnas es claro e inapelable. Por consiguiente, tiene las manos libres para sepultar, punto por punto, las políticas de división emprendidas por el PSOE de Rodríguez Zapatero en estos últimos ocho años y sustituirlas por un proyecto moderado de carácter patriótico e inclusivo.

Lo más urgente es frenar la crisis de confianza en el país y eso no le sería difícil a un Gobierno con un líder creíble y ministros competentes. Pero a partir de ahí hay que reconstruir (o muchas veces construir desde el principio) la vida pública española como un espacio donde el espíritu sectario y disgregador, el clientelismo y la prevalencia de los intereses particulares sobre los generales, se vean sustituidos por la colaboración en un proyecto nacional común.

Esperemos que Mariano Rajoy sea capaz de convocar a participar a ese proyecto a todas las personas de buena voluntad que estén dispuestas a hacerlo y a apartar a quienes, por sectarismo o por falta de patriotismo, lo rechazan. Peor no se lo podía haber dejado José Luis Rodríguez Zapatero; los frentes abiertos son incontables, pero eso también hará mayores sus méritos si logra triunfar en el empeño.

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp

Francisco Rubiales, Mas que una "gran victoria" del PP fue un "gran derrota" del PSOE

martes 22 de noviembre de 2011

Mas que una "gran victoria" del PP fue un "gran derrota" del PSOE

El PP debe administrar con prudencia y sin euforia lo que se ha vendido a la opinión pública como una "gran victoria" porque en realidad sólo fue una gran derrota del socialismo. Ha sido una gran victoria, pero sólo si se cuentan los escaños, que fueron 186 contra 110. Pero, si se


contabilizan los votos y se comparan con los obtenidos en las pasadas generales de 2008, se descubre con sorpresa que solo 552.683 ciudadanos han incrementado las papeletas a favor del PP, una subida menor que las obtenidas por Izquierda Unida y UPyD. El dato aclara la situación y permite descubrir que mas que una gran victoria del PP, el 20 de noviembre se produjo un profundo hundimiento del PSOE, que perdió casi 4.5 millones de votos..

Rajoy y su partido deberían analizar con detenimiento y realismo por qué su partido ha recibido tan poco incremento de votos, a pesar de que casi cinco millones de ciudadanos abandonaron al PSOE. Algo sigue sin funcionar en la relación entre el PP y la sociedad española, a pesar de la victoria obtenida. La enorme mayoría de 186 escaños contra 110 se debe a los números que se derivan de la ley de Hontd, que reparte los escaños beneficiando al partido mas votado.

Un análisis científico de los resultados del pasado domingo lleva a la conclusión de que responden a un "gran castigo" a los "verdugos de España", no a una confianza masiva de los ciudadanos en el PP.

Tras el recuento, las primeras reacciones de los dos grandes partidos han sido decepcionantes. Rubalcababa y Zapatero siguen empeñados en mantener la ceguera y atribuyen su humillante derrota "a la crisis", sin reconocer los enormes errores y daños que el mal gobierno socialista ha causado a España, por los que no parecen dispuestos a pedir perdón. Por su parte, Rajoy y su partido parecen sentirse mas apoyados de lo que debieran, a juzgar por los votos obtenidos, y, lamentablemente, se han olvidado en sus primeros discursos de problemas tan apremiantes como la corrupción y la inmoralidad de la vida política española, más graves, si cabe, que la crisis económica, una crisis que nunca se habría producido sin la corrupción pública que corroe la política española. Para desgracia de los españoles, los dirigentes del PP parecen haber olvidado también otro fenómeno gravísimo ocurrido el 20 de noviembre: el ascenso del nacionalismo independentista, tanto en Vascongadas como en Cataluña, un monstruo alimentado estúpidamente por el incompetente Zapatero y su partido.

La verdad cruda del 20 de noviembre es que, gracias a la ley de Hontd, no a los votos recibidos, el nuevo gobierno del PP disfruta de una mayoría absoluta, aunque irreal, con base de barro y con unos nacionalismos disgregadores llenos de euforia y pisando más fuerte que nunca, dispuestos, junto con los socialistas recalcitrantes derrotados, los sindicalistas que dejarán de cobrar sus regalías del Estado, los fanáticos y los cientos de miles que ordeñaban al Estado cada día, a seguir adelante con la tarea de destruir España.

El mayor reto de Rajoy no es, como él dice, combatir contra la crisis, la deuda y el paro, objetivos que son realmente importantes, sino eliminar la corrupción, el desequilibrio en la vida política española y la sucia impunidad de los políticos, que pueden acumular privilegios, enriquecerse ilegalmente y destruir la nación sin que visiten la cárcel, problemas y carencias sangrantes y antidemocráticos que están en la base de todas las desgracias españolas, sin olvidar la misión de hacer frente a un nacionalismo excluyente y radical que odia a España y que está dispuesto a destruirla con todas sus fuerzas, incluyendo ahora su presencia en el Congreso y el Senado..

Haber olvidado la corrupción en sus primeros discursos y análisis no es un buen síntoma y es lógico pensar que ese olvido anticipa que nada va a cambiar en ese sentido.

El PP está obligado a considerar y asumir que su victoria se debe a la debacle del PSOE, debida, a su vez, a la pésima gestión socialista, inundada de numerosos casos de corrupción, de despilfarro y de saqueo de las arcas públicas, con el lógico descalabro de nuestro sistema financiero, sobre todo en las Cajas de Ahorro, que también han sido arruinadas, y en algunos casos esquilmadas, por los políticos que las han dirigido.

Por último, en el país que tiene, probablemente, uno de los mayores déficits democráticos de toda Europa, los vencedores no hablan de regeneración y de la necesidad de avanzar hacia una democracia verdadera, en la que la ley sea igual para todos, todos tengan idénticas oportunidades, los diputados y senadores elegidos respondan ante los ciudadanos, no ante sus partidos, en la que los grandes poderes del Estado sean independientes y libres, donde se castigue duramente a los corruptos y donde los ciudadanos nunca sean engañados y manipulados por los poderosos.

Para desgracia y desasosiego de muchos demócratas españoles, nadie ha dicho tampoco la gran verdad del 20 de noviembre: que no fue una fiesta de la democracia, sino un aquelarre de la partitocracia en el que los españoles cambiaron de amos.


http://www.votoenblanco.com/Mas-que-una-gran-victoria-del-PP-fue-un-gran-derrota-del-PSOE_a4526.html