Refundación
28.06.2007 -
KEPA AULESTIA
El resultado electoral del 27 de mayo desplazó el eje de la gobernabilidad en Euskadi del PNV a ninguna parte. Ni el partido de Imaz puede jugar el papel que ha desempeñado durante casi treinta años, ni ha sido sustituido en esa función por otra formación, ni parece probable que una misma alianza acabe gobernando el conjunto de las instituciones de Euskadi. Si nos atenemos a la representatividad lograda por el PNV, las cosas no le fueron tan mal en los últimos comicios, con un 34,77% del voto en el conjunto de Euskadi, semejante al obtenido en 2003 y 1999. El problema es que el enfrentamiento entre sus dos almas anula su superioridad. Cuando cumplió los cien años, en 1995, el PNV evitó 'refundarse' formalmente para eludir todo riesgo de división interna. Ahora aquella comprensible negativa a repensar su ideario se ha vuelto contra el PNV en forma de una necesidad imposible de afrontar por culpa precisamente de la división interna.El nacionalismo vasco no cabe en un solo partido. Hoy se reparte entre cuatro formaciones. Pero ninguna de ellas parece dueña de su propio destino. En el de Batasuna porque opera al dictado de ETA. En el caso de PNV y EA debido a disensiones internas. En el de Aralar, porque ha precisado la compañía de EB para romper tímidamente su techo fuera de Navarra. Es más, cabe concluir que desde que el PNV sufriera la escisión de 1986 el nacionalismo no se había mostrado tan dependiente como ahora. Entonces el EBB se enfrentó a todo un lehendakari. Veinte años después el lehendakari se atreve a comprometer a su partido con la continuidad del tripartito porque el EBB no está en condiciones de llevarle la contraria.Ciento doce años de historia no aseguran el futuro. Es probable que la renuencia jeltzale a revisar explícitamente su estrategia política constituya un rasgo de inteligencia. Pero también esa característica tan instintiva en el partido fundado por Sabino Arana puede tener sus años contados. El tránsito protagonizado por los jeltzales de la democracia cristiana y el atlantismo a la socialdemocracia e incluso al ecopacifismo ha permitido que el péndulo patriótico continuara oscilando entre si tomarse en serio el Plan Ibarretxe o ni mentarlo. También porque cada afiliado al PNV posee las dos almas que se le suponen al partido. Si aun contando con un tercio del voto vasco el PNV se retrae políticamente, sus dirigentes no tienen otra opción que mirárselo. En condiciones normales no les quedaría otro remedio que 'refundarse'; arriesgarse a perder votos para dotarse de una mayor cohesión y capacidad de maniobra. Pero si están atenazados es porque se juegan una escisión letal.k.aulestia@diario-elcorreo.com
miércoles, junio 27, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario