jueves, junio 28, 2007

Quiñonero, Guerra, muertos e inmigracion

jueves 28 de junio de 2007
Guerra, muertos e inmigración

POR JUAN PEDRO QUIÑONERO
LA debilidad interior del Gobierno de España acentúa las amenazas exteriores.
En Londres, Financial Times destaca un análisis de Stephen Fidler que concluye con una severa advertencia: España y Francia son los objetivos privilegiados de la «galaxia» Al Qaida, cuyas amenazas cubren un arco de crisis que va de Pakistán a Marruecos. A juicio de Fidler, las «filiales» de Al Qaida en el Magreb están estableciendo nuevos «puentes» entre el Líbano y el norte de África.
En el Líbano se multiplican las llamaradas de atención. L´Orient Le Jour habla de «señales de alarma» y de «terribles presiones contra el Ejército, símbolo de la unidad nacional». En un editorial titulado «Complicidad en el crimen», L´Orient insiste siempre en la complicidad de Siria en los más recientes atentados contra los soldados españoles. Naharnet va más lejos: a su modo de ver, Siria está detrás de Fatal al-Islam, el grupúsculo que está desafiando militarmente al Ejército: «Cada día que pasa pone al Ejército en una situación más delicada». Por su parte, Ya Libnan insiste: Siria, «país amigo» de la diplomacia española, está detrás de la marea negra terrorista que amenaza a la Finul y a los españoles, en particular.
En Colombia, la presencia de inmigrantes colombianos entre las primeras víctimas alimenta un amargo debate. El Tiempo destaca un comentario de Daniel Samper Pizano, que relaciona la inmigración, la guerra, los muertos, Colombia, España y el Líbano de este modo: «Conviene que no olvidemos los nombres de los caídos, Jeferson, John Edisson, Jeyson Alejandro; ellos podrán ser nuestros mejores embajadores ante España y Europa (...) Ojalá esos tres colombianos muertos con el uniforme español ayuden a derribar prejuicios y a callar demagogos. Ellos pueden corregir la idea de que la inmigración es un mal inevitable, para mostrar, por el contrario, que puede ser una saludable inyección de vida en sociedades envejecidas».
Juan Pedro Quiñonero

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