jueves, junio 28, 2007

El Gobierno, sin respuestas claras

viernes 29 de junio de 2007
El Gobierno, sin respuestas claras
LA respuesta del Gobierno al atentado terrorista que acabó con la vida de seis militares españoles en el Líbano está siendo un error tras otro. Es lamentable que ante una tragedia de esta magnitud, la única preocupación del Gobierno sea replicar a la oposición, lanzar balones fuera y mantener una actitud defensiva frente a la opinión pública. Esto es lo propio de un sentimiento de culpa que nadie ha imputado al Gobierno, pero éste se comporta como si lo tuviera. Zapatero respondió a Rajoy en el Congreso de manera que agravó los fallos de la gestión política del atentado y sus consecuencias internas. En un país lacerado por el terrorismo, nuevamente amenazado por ETA y conmocionado aún por el 11-M, resulta incomprensible que el presidente del Gobierno no haya hecho una declaración institucional de duelo y homenaje a los militares caídos. Sólo ha hablado a la fuerza, en el escenario menos conveniente -una sesión de control al Ejecutivo- y para decir obviedades que sólo consiguen remarcar la vacuidad del discurso presidencial en materias tan graves como la lucha antiterrorista y la política exterior de seguridad. Han reaccionado con más diligencia y se han mostrado más contundentes el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y el Gobierno libanés -cuyo presidente visitó ayer La Moncloa- que el propio Ejecutivo español. La tragedia sufrida por el Ejército español exigía una comparecencia pública, específica, de Zapatero, como la que hizo un domingo por la tarde para anunciar la retirada de las tropas españolas desplegadas en Irak. Al no hacerlo, el presidente del Gobierno ha demostrado que no sabe o no quiere estar a la altura de las circunstancias, cuando éstas son trágicas, y sólo se muestra solícito cuando anuncia el advenimiento de la paz o la inauguración de la concordia mundial, gracias a lo que él juzga como una seductora política de diálogo sin límites.
Zapatero no llama a la guerra por su nombre y niega a los muertos la condecoración que les corresponde por la misión que realizaban y las causas criminales de su fallecimiento. Un soldado español en misión internacional ya sabe que tanto da morir en accidente de tráfico durante una patrulla que ser asesinado por un terrorista enemigo. Por supuesto, para la propaganda socialista también la culpa del terrorismo en el Líbano es de Irak y, por extensión, de la política de las Azores. Pero esta vez no hay foto a la que culpar de los seis asesinatos y por eso empiezan a verse preocupantes indicios de una intención de desviar hacia la cúpula militar la responsabilidad de la precariedad de medios de los soldados, en particular, la falta de dotación de inhibidores en los «BMR». Zapatero está enrocado en una soberbia fuera de lugar, pues cuando se acaba de enterrar a seis militares asesinados no se puede decir, como argumento de autoridad, que las tropas españolas están ahora más seguras que nunca. Si fuera así, no se entiende por qué el Gobierno va a enviar al Líbano vehículos blindados y dotados con inhibidores de frecuencia y por qué se suspende el traslado de más instructores españoles a Afganistán. Zapatero debe dejar de improvisar y asumir su cargo con mayor responsabilidad.

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