viernes 29 de junio de 2007
Cuánto vale la vida de un soldado
Juan Urrutia
A LREDEDOR de la tragedia acaecida en el Líbano, donde perdieron la vida seis soldados del Ejército Español víctimas de un coche bomba, existen tres puntos que la convierten, si cabe, en más dolorosa y sangrante. Al igual que en el caso de Idoia Rodríguez, a estos seis jóvenes de entre dieciocho y veintiún años se les ha concedido la cruz al mérito militar con distintivo amarillo en lugar de rojo. Esta condecoración no implica que la muerte se produzca en acción de guerra al contrario que la segunda. ¿Qué significa esto?, pues simplemente que es tal el afán del Gobierno por ocultar que envía tropas a morir en la guerra —por lo cual espera conseguir beneficios petrolíferos—, que va a negar a las familias de los seis asesinados por el terrorismo islámico la pensión que corresponde al distintivo rojo. En un país donde las escaramuzas son cosa habitual y reinan los terroristas, éstos hacen estallar un coche bomba al paso de un convoy militar. Si eso no es un acto de guerra ya me contarán ustedes qué puñetas lo es. El segundo detalle, verdaderamente atroz, es que el vehículo en que viajaban los jóvenes soldados carecía de inhibidor de frecuencia. Dicho artefacto, que evita que pueda activarse por medio de un mando a distancia o similar un artefacto explosivo, está presente en los coches oficiales de muchos políticos. Da la impresión de que hay vidas que valen más que otras y eso es abominable. ¿Cuánto vale la vida de seis soldados? Menos de veinte mil euros para el Ejecutivo de Zapatero, que es lo que cuesta el aparato en cuestión. Por último, las penosas justificaciones del Ministro de Defensa, arguyendo que les habían dicho que el peligro estaba en otra zona. Envían tropas a la guerra sin el equipamiento adecuado, despojan a las familias de los muertos de las pensiones que les correspondían por derecho legítimo y obtienen rédito de otros gobiernos por poner en riesgo las vidas de muchas personas, porque además de soldados, no lo olvidemos, son personas, y lo único que se les ocurre decir es semejante majadería. Enhorabuena al Ejecutivo, ha llegado desde la nada a las más altas cotas de la miseria. Sólo me queda expresar mis sinceras condolencias a las familias y allegados de Jeyson Alejandro castaño, Manuel David Portas, Yhon Edisson Posada, Jefferson Vargas Moya, Juan Carlos Víllora Díaz y Jonathan Galea García. Así como mi más enérgica repulsa hacia sus cobardes asesinos.
jueves, junio 28, 2007
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