domingo, noviembre 30, 2008

Ladron de Guevara, Cuando la politica se hace repugnante

lunes 1 de diciembre de 2008
Cuando la política se hace repugnante

Ernesto Ladrón de Guevara

D ESDE que Zapatero alcanzó la Secretaría General del PSOE, con la excusa de la renovación, el espíritu de la Transición ha sido sustituido por el del 11-M en lo que se refiere a la falta de respeto a unas reglas mínimas de convivencia política y de una dignidad elemental en el juego democrático.

Probablemente la actuación del PP con respecto a la guerra sucia del GAL supuso un punto y aparte en la actuación del PSOE con su principal rival electoral. Las razones de Estado, incluidas las que se refieren al respeto mínimo a las reglas democráticas y a una elegancia esencial en la pugna política, fueron sustituidas por las razones de poder. Y la conquista o sostenimiento del mismo nos ha traído un nuevo estilo cuya expresión más significativa fue aquella frase que un día fue captada por un micrófono del “sea como sea” que pronunció Zapatero.

Lo ocurrido estos días atrás en Bombay nos deja al descubierto la cara más mezquina y perversa que tiene la ausencia del respeto humano.

Nada más aterrizar la presidenta de la Comunidad de Madrid en Barajas se han sucedido dos críticas a la forma de actuar de ésta. La primera de un eurodiputado de CIU hechas al calor de las circunstancias que después no ha sido reiterada ni corregida, probablemente por haber llegado a la conclusión de la injusticia de la misma al tener más conocimiento del desarrollo de los acontecimientos. Quizá esta crítica, en la que se vertían acusaciones a Esperanza Aguirre de haber abandonado a la delegación desplazada a Bombay y de haberse puesto a salvo sin pensar en los demás, fuera realizada de forma un tanto precipitada y su autor, al haberse dado cuenta de su error, simplemente ha optado por el silencio posterior respecto a este juicio hecho de forma apresurada e irresponsable. La segunda crítica procede de José Blanco, Secretario General del PSOE, quien entre otras cosas ha comentado que "se marchó corriendo de India sin importarle la gente que quedaba allí en situación de dificultad". Evidentemente esta acusación debería ser objeto de una querella criminal por la gravedad contenida en dichas palabras.

Es suficiente mal trago haber estado al borde de la muerte, y haber tenido que huir de una situación en la que lo primero que le viene a uno a la cabeza es cómo salir de ella sin daños físicos. La presidenta de la Comunidad de Madrid, en cualquier otro país de nuestro entorno occidental habría sido agasajada y todo el mundo estaría pendiente de su estado de salud y de su conmoción emocional. Todo el arco parlamentario se volcaría en interesarse por su estado anímico, como el de cualquier otro ciudadano o ciudadana que pasara por esa atribulada circunstancia, sólo que Esperanza Aguirre no es una persona corriente, sino una mandataria de una de las más importantes comunidades españolas. Pero en España no. En España los políticos se comportan de forma cainita con sus propios compañeros de representación, sin atisbo de piedad ni de compasión. Y eso es una desgracia, pues nos deja al descubierto que la España fraticida no ha sido enterrada, sigue latente y auspiciada por quienes están en el interés permanente de abrir las fosas y resucitar los odios pasados.

La revelación por la Jefe de Gabinete de la Presidencia de la Comunidad de Madrid de los hechos sucedidos por el asalto terrorista a Bombay es estremecedora y, por otra parte, clarificadora de la realidad de lo ocurrido y del comportamiento de Esperanza Aguirre. Cualquier ciudadano o ciudadana habría procurado salvar el tipo de la forma que hubiera podido, como es normal en circunstancias como las sucedidas en la ciudad financiera de India, pero Esperanza Aguirre actuó de forma solidaria con el grupo que le acompañaba.

"Una vez que la delegación logró agruparse y salir del hotel en pleno bombardeo, yo permanecí en la entrada preguntando a la Policía dónde estaban la presidenta y el resto de la delegación y pidiendo que los sacaran de allí, pero la Policía sólo me decía que abandonara las inmediaciones del hotel, que me marchara inmediatamente, y salí corriendo, crucé la carretera y huí con mis compañeros hacia el malecón". "Entonces, llamé a la presidenta al móvil pero no contestaba. Insistí e insistí y finalmente lo cogió. Presidenta, sal de ahí como puedas, el hotel está ardiendo. Esto es horroroso, hay explosiones, tiros..., no sabemos qué pasa pero salid de ahí". "Ella me preguntó dónde estábamos. Le dije que en el malecón y me preguntó que a qué altura estaba, que iban a buscarnos. Estamos a unos 200 metros, le dije, pero no nos dejan movernos. De todas formas, estamos bien. Ella insistió en esperarnos. Vale, espera a ver si podemos escaquearnos de aquí. Corred, venga, decía ella. Pero al llegar al cordón policial, nos impidieron avanzar más y entonces le insistí: presidenta, largaos de aquí, nosotros estamos protegidos" Es lo que relata Isabel Gallego, Jefe de Gabinete de Esperanza Aguirre, mientras que califica las declaraciones de representantes del Partido Socialista como “despreciables”.

Ciertamente, es miserable, ruin y lamentable, intentar descalificar al adversario en unas circunstancias como las referidas, mientras don José Blanco estaba cómodamente en un despacho cálido y enmoquetado. Es vomitivo y deja al descubierto la verdadera cara humana del interfecto y de sus compañeros de filas. Esta forma de hacer política repugna a cualquier sensibilidad, independientemente de la ideología o forma de pensar. Pero a don José Blanco no le remuerde la conciencia por su mal proceder y la maldad de esta insidia. Sus acompañantes en esa estrategia mezquina tampoco levantan la voz no sea que pierdan las prebendas.

Las dos Españas siguen vigentes para la desgracia de los ciudadanos. Y eso traerá muy malas consecuencias más pronto que tarde.

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp

Tomas Cuesta, ¡Visca Guardans! ¡Mori Cambó!

¡Visca Guardans! ¡Mori Cambó!

TOMÁS CUESTA

Lunes, 01-12-08
QUE un nieto de Cambó se entrometa en política, no sólo es comprensible, es casi inevitable. Que le haga justicia a su memoria ya es otra «cançó». Monótona, vulgar, desafinada. Dicho con elegancia y caridad cristiana, Ignasi Guardans -representante en Estrasburgo del catalanismo áspero- no le llega a la suela del zapato a su ilustre antepasado. «Sic transit gloria mundi». Así, «de mica en mica», se agostan los linajes. ¿Es Ignasi Guardans un ejemplo notorio de lo que los franceses denominan «fin de race»? Averígüelo Vargas, exclamaban antaño en las Castillas cuando se planteaba un peliagudo interrogante. Y a fe que éste lo es, puesto que los asuntos de familia siempre son delicados. Es obvio, de entrada, que el tribuno de CiU no ha heredado la elocuencia del abuelo, ni la «finezza» expositiva, ni la capacidad de liderazgo. Como tampoco -¡ay- su distinción de caballero y su espléndida facha. «Sobre el crepúsculo de sangre coagulada de la tapicería del Congreso -escribía Josep Pla en uno de sus dietarios- la silueta de Francesc Cambó (impoluto chaqué, pantalones gris plomo, melón claro) componía una estampa inolvidable». Evidentemente, Pla, a sueldo de la Lliga, no escatimaba en adjetivos a la hora de alhajar al amo. Pero no es menos cierto que Cambó elegía con tino a sus turiferarios. Ignasi Guardans, por el contrario, sólo recibe elogios del «Avui» y de Pepiño Blanco. En ese aspecto, al menos, la degeneración es innegable.
¿Qué es lo que queda, entonces, de la vieja prosapia? Queda lo sustancial, queda la pasta. El «net» del «senyor» Cambó ha sido moldeado en la inmensa fortuna que amasó «el seu avi». O sea, que, en el fondo -en el fondo bancario-, Ignasi Guardans es de muy buena pasta. Y visto así, desde la perspectiva euromillonaria, el eurodiputado lenguaraz perpetúa la saga. «Tenir y no tenir: en el mundo no existen más que esos dos linajes», afirma la sentencia lapidaria que Miguel de Cervantes (recuerdos a Marsé) atribuyó a la agüela del Ingenioso Hidalgo. ¡Caramba con la agüela y con el manco de Lepanto! Si llegan a darle hilo a la cometa habrían dejado a Lenin sin trabajo. Total, que, en lo que toca a los tenires, Guardans no ha renegado de su casa y de su casta. En cuanto a los sentires, sin embargo, se ha pateado alegremente el apellido y, lo que aún es peor, lo ha puesto a barato. Que uno de los descendientes de Francesc Cambó tenga que hacerse un hueco en los papeles a base de «pixar fora de test» (reconozcamos que Guardans es un maestro de la retórica prostática) y de ciscarse sin pudor en todo aquello que represente a España es el «rien ne va plus» de las desternillantes paradojas que el circo de la Historia exhibe de tanto en tanto.
Si Guardans se tendiera en el diván de Sigmund Freud saldría a la luz que su problema es matar al abuelo en vez de al padre. La tiranía de la penitencia sobre la que nos ilustró Pascal Bruckner le trae a mal traer o, lo que viene a ser lo mismo, hace que se le lleven los diablos. «¡Visca Macià! ¡Mori Cambó!», brama la muchedumbre infatigable en el chaflán de la conciencia desvelada. «¡Visca Guardans! ¡Mori Cambó!», responde, en su interior un eco balsámico. ¿No fue Cambó, a la postre, quién defendió los intereses de los grandes propietarios? ¿No fue, también, el que, por mantener «pax» burguesa, estableció pacto tras pacto con la cochambre mesetaria? ¿Acaso no se gastó una millonada en promover a los facciosos ante la opinión pública de Inglaterra y de Francia? ¿No compró plumas -algunas muy notables- y las puso al servicio de Franco y La Cruzada? «¡Visca Guardans! ¡Mori Cambó!» ¿Cómo aliviar, en lo posible, semejante desgarro? Elemental, querido Watson. Teniendo un chivo expiatorio a mano. Ahora le ha tocado a doña Esperanza Aguirre cargar con el mochuelo de que Ignasi Guardans, en el infierno de Bombay, no haya conseguido pillar ni un constipado. La presidenta madrileña (madrileña, qué asco) huyó despavorida y él interpretó el papel de capitán de barco. ¿De barco? «No fotem». Lo suyo son los yates.

http://www.abc.es/20081201/opinion-firmas/visca-guardans-mori-cambo-20081201.html

Agapito Maestre, Bombay y la alianza de civilizaciones

lunes 1 de diciembre de 2008
Hegemonia islamista
Bombay y la Alianza de Civilizaciones
Hay que cuestionar, criticar y desmontar a quienes defienden una Alianza de Civilizaciones, entre ellos Zapatero y los socialistas, para ocultar algo peor que una pretensión hegemonista mundial del islamismo.

Agapito Maestre

Reconozco que la mayoría de los analistas españoles del ataque terrorista a Bombay me han dejado frío. Los más "preclaros" no dejaban de insistir que era ésta una desgraciada oportunidad para "tomar conciencia" del peligro islamista. Otros, más toscos, insistían en que gracias a que allí estaba Esperanza Aguirre podemos hacernos cargo de la dureza de ese terror. Y, en fin, había otros que hablaban del ataque a Bombay, de los cientos de muertos por las balas de los islamistas, como si los españoles no hubiéramos probado la tragedia del Islam. Terrible. ¿Cómo puede haber tanto descerebrado que escriba sobre el terrorismo contra la ciudad de Bombay olvidando la tragedia del 11-M, de 2004, o el más lejano en el tiempo de las Torres Gemelas del 11-S? Pues, desgraciadamente, abundan por todas partes.

Así las cosas, sólo nos queda seguir haciendo nuestra vida cotidiana, como si el terrorismo no hubiera conseguido su objetivo, o sea, aterrorizarnos. Y, segundo, combatir a quienes creen que se puede acabar con el terrorismo islamista con una Alianza de Civilizaciones "a lo Zapatero". Mis tareas inmediatas son, pues, sencillas. En primer lugar, seguiré pregonando que nada me gustaría más que visitar Bombay. Alojarme en el hotel Taj Mahal fue siempre una de mis ilusiones. Este edificio sigue siendo el mayor símbolo de la cultura sincrética de la India. Su estilo morisco, oriental y florentino recuerda algo, aunque sólo sea por su rico y complejo mestizaje, el romántico conjunto arquitectónico del Taj Mahal de la ciudad de Adra, que es la joya arquitectónica de la India mogol, mezcla de arquitectura islámica, india, persa y turca durante la dinastía de mecenas Shah Jahan, en el siglo XVI.

El Taj Mahal del pasado es el lugar turístico por antonomasia de la India más universal y que, dicho sea para contextualizar estos crímenes de Bombay, es el monumento más odiado por el fundamentalismo islamista desde entonces. Por eso, precisamente, el Taj Mahal de hoy, el hotel diseñado por un arquitecto parisino que fue construido interpretando libremente esos planos, era el objetivo fundamental de los terroristas porque, naturalmente, sigue siendo el símbolo más occidental de la India más moderna. El primer hotel que recibe a los viajeros europeos y el último que los despide. The Gateway of India!

Pues eso, que intensificaré, ahora más que ayer, mis planes para visitar Bombay y el Taj Mahal de Adra. Es una manera moral, además de eficaz, de luchar contra el terrorismo islamista. Recomiendo que nadie descarte en los próximos meses hacer una visita a esta ciudad, entre otros motivos, porque es una forma de plantarle cara a una panda de criminales que pretende arruinar nuestras ilusiones y libertades.

Hay, insisto, una segunda forma de combatir el terrorismo islamista. Se trata de cuestionar, criticar y desmontar a quienes defienden una Alianza de Civilizaciones, entre ellos Zapatero y los socialistas, para ocultar algo peor que una pretensión hegemonista mundial del islamismo. Ya no se trata de una versión Moratinos de la Alianza de Civilizaciones, sí, de una operación de propaganda costosísima para todos los españoles, como demuestra la decoración pictórica de la cúpula y la sala de un edificio de la ONU, en Ginebra, sino de una infame manera de ocultar el crimen islamista. Parece que la actual llamada "Alianza de Civilizaciones" no sólo no quiere analizar las causas y los modos, el caso de Bombay es absolutamente nuevo, de los atentados terroristas, sino que descalifica y combate a quienes nos preguntamos por los fundamentos doctrinales, es decir, las tradiciones violentas del islamismo terrorista.

La "Alianza de Civilizaciones", sí, no sólo hay que descalificarla porque Zapatero la financia con el dinero de todos los españoles, sino porque es la principal tapadera para que no entremos a analizar el odio del Islam contra Occidente. En fin, quiero visitar la India entrando por Bombay y alojarme en su mayor símbolo democrático, el Taj Mahal, un hotel del renacimiento humanista indio del siglo XX. Seguro que allí me encuentro más seres libres que en cualquier reunión de expertos en "Alianza de Civilizaciones".

¡El Taj Mahal es más, mucho más, que el sueño inglés de la India! Es el símbolo de Occidente para Asia

http://www.libertaddigital.com/opinion/agapito-maestre/bombay-y-la-alianza-de-civilizaciones-46636/

Proetarras sin guion

Proetarras sin guión

Lunes, 01-12-08
Los golpes policiales a ETA, culminados con la detención de Garikoitz Aspiazu, alias «Txeroki», están forzando a la izquierda proetarra a buscar alternativas para recuperar protagonismo. La oferta de Eusko Alkartasuna de formar un frente soberanista con la izquierda abertzale podría ser la ocasión que buscan algunos dirigentes de la ilegalizada Batasuna. El problema de esta izquierda proetarra es que su misión es secundar las consignas de la dirección de ETA y acompasar su violencia terrorista con actividades de agitación política dentro y fuera de las instituciones. Cuando ETA tiene una dirección precaria o cuando la presión policial es constante y eficaz, la izquierda abertzale se desconcierta y pierde el guión que le marcan los pistoleros. No en vano ETA ha llamado al orden a sus presos. Es lamentable que el nacionalismo no violento se preste de nuevo a ser la vía de escape de la izquierda proetarra -y de ETA misma- en vez de participar en su necesaria deslegitimación.

http://www.abc.es/20081201/opinion-editorial/proetarras-guion-20081201.html

PER a la gallega

PER a la gallega

Lunes, 01-12-08
Galicia aborda la recta final ante unas elecciones autonómicas con trascendencia nacional. Emilio Pérez Touriño y sus socios radicales del BNG no las tienen todas consigo porque la ineficacia del bipartito y la crisis económica pueden pasar factura ante la sólida oferta del PP que encabeza Alberto Núñez Feijóo. Todo vale con tal de arañar un puñado de votos que, a la vista de los precedentes, pueden resultar decisivos, lo mismo que el discutido sufragio de los emigrantes. De ahí que el Ejecutivo gallego haya puesto en marcha un plan de empleo con evidentes resabios clientelistas, destinado a buscar apoyos en sectores de baja cualificación laboral. El objetivo de limpiar las cunetas y los márgenes de los ríos recuerda demasiado a la fórmula del PER que los socialistas utilizan sin pudor en su propio beneficio en determinadas comunidades autónomas. Las empresas que sirven de tapadera -alguna de ellas de infausto recuerdo en épocas recientes- actúan como agentes de los partidos para configurar ese voto cautivo que puede inclinar una balanza todavía incierta. La transparencia de los poderes públicos es un elemento sustancial en el Estado de Derecho y resulta particularmente exigible en una coyuntura preelectoral como la que ahora vive Galicia. Por razones elementales de limpieza democrática, es imprescindible que se retire de inmediato este PER a la gallega fiel reflejo de que la influencia del caciquismo tradicional sigue presente en pleno siglo XXI.

http://www.abc.es/20081201/opinion-editorial/gallega-20081201.html

Paulo Coelho, Jung y la cuatro mascaras

lunes 1 de diciembre de 2008
Jung y las cuatro máscaras

Carl Gustav Jung, uno de los fundadores del moderno psicoanálisis, solía decir que todos nosotros bebemos de una misma fuente. Lo explicaba mediante una teoría que se remontaba al trabajo de los antiguos alquimistas, que denominaban a esta fuente el `alma del mundo´ (anima mundi).

Según esta teoría, durante toda nuestra vida intentamos ser individuos únicos e independientes, pero una parte de nuestra memoria la compartimos con toda la humanidad. No importa a qué credo o a qué cultura se pertenezca: todos buscan el ideal de la belleza, de la danza, de la divinidad, de la música.

La sociedad, sin embargo, se encarga de concretar cómo estos ideales van a manifestarse en la realidad diaria. Por ejemplo, hoy en día el ideal de belleza consiste en estar delgada, mientras que hace miles de años las imágenes de las diosas eran gordas. Lo mismo ocurre con la felicidad: hay una serie de requisitos que, de no cumplirse, no nos permiten aceptar conscientemente el hecho de que tal vez ya somos felices. Tales requisitos no son absolutos y cambian de generación en generación.

Jung solía clasificar el progreso individual en cuatro etapas: la primera era la Persona, máscara que usamos todos los días, fingiendo lo que somos. Pensamos que el mundo depende de nosotros, que somos excelentes padres y que nuestros hijos no nos comprenden, que los jefes son injustos, que el sueño de todo ser humano es parar de trabajar para siempre y pasarse la vida entera viajando. Algunas personas procuran entender qué es lo que no encaja y acaban pasando a la siguiente fase: la Sombra.

La Sombra es nuestro lado negro, que dicta cómo debemos actuar y comportarnos. Cuando intentamos librarnos de la Persona, encendemos una luz dentro de nosotros y logramos ver las telas de araña, la cobardía, la mezquindad. La Sombra está allí para impedir nuestro progreso –y generalmente lo consigue, pues nos damos la vuelta y corremos a ser quienes éramos antes de empezar a dudar–. No obstante, algunos superan este enfrentamiento con sus telas de araña, diciéndose: «Es verdad que tengo algunos defectos, pero soy digno y quiero seguir adelante». En ese momento, la Sombra desaparece y entramos en contacto con el Alma.

Jung no entiende por Alma nada relacionado con la religión. Se refiere a un regreso al `alma del mundo´, la fuente del conocimiento. Los instintos comienzan a agudizarse, las emociones se tornan radicales, las señales que envía la vida son más importantes que la lógica, la percepción de la realidad se vuelve menos rígida. Comenzamos a entrar en contacto con realidades a las que no estábamos acostumbrados, empezamos a reaccionar de una manera que nos resulta inesperada a nosotros mismos.

Y descubrimos que, si conseguimos canalizar todo este chorro de energía continua, vamos a organizarlo en un centro muy sólido, al que Jung llama `el Viejo Sabio´ para los hombres, o `la Gran Madre´, en el caso de las mujeres.

Permitir esta manifestación es algo peligroso. Generalmente, quien llega a ese punto tiene tendencia a considerarse santo, domador de espíritus o profeta. No sólo las personas usan estas cuatro máscaras: también las sociedades. La sociedad occidental tiene una determinada Persona, ideas que nos guían y que parecen verdades absolutas.

Pero las cosas cambian. En su intento de adaptarse a los cambios, vemos las grandes manifestaciones de las masas, en las que la energía colectiva puede ser manipulada tanto para el bien como para el mal (Sombra). De repente, por alguna razón, la Persona o la Sombra ya no terminan de satisfacer, llega el momento de dar un salto y comienzan a surgir nuevos valores (inmersión en el Alma).

Y al final de este proceso, para que estos nuevos valores se afiancen, la raza humana entera comienza a captar de nuevo el lenguaje de las señales (el Viejo Sabio).

Es justamente eso lo que estamos viviendo ahora. Puede prolongarse cien o doscientos años, pero todo está cambiando… para bien.


http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=3687&id_firma=7770

Juan Carlos Girauta, Valientes zascandiles

lunes 1 de diciembre de 2008
Aguirre en Bombay
Valientes zascandiles
Ya que se pone así el PSOE, no hay más remedio que recordárselo: ustedes, cuando las cosas se ponen feas, se jiñan. Menos humos.

Juan Carlos Girauta

El editorial ya ha consignado el evidente disgusto de alguna morralla por la supervivencia de Esperanza Aguirre en Bombay. Pocas veces ha quedado tan patente el verdadero concepto de confrontación política que tienen el estratega del progrerío, algún engreído don nadie del nacionalismo resentido e, incluso, un mezquino pedacito del liberalismo simpático. Pedacito que resulta estar muy arriba, aunque por poco tiempo.

Constatada esta desgracia cainita, no todo es desconsuelo. Hay motivos para el despiporre, pues nadie prudente presume de valor. Eso del "yo en su lugar habría hecho..." y del "si llego a ser yo, les aseguro...", reproduce el cliché del bravucón de barra de bar, el valiente virtual, y da un alipori tremendo. Hay uno que se ve de capitán de barco, sin haber empatado a nadie, y aprovecha para colgarse una medalla en su trajecito de marinero de comunión a cuenta de la casualidad de haberse quedado atrapado en un restaurante. Otros querrían que Esperanza Aguirre se hubiera arrojado sobre los terroristas en un cuerpo a cuerpo sangriento, y cualquier otra opción les parece poco. En realidad acusan un profundo respeto hacia la presidenta, aunque no lo sepan.

Lo desternillante es que un voceras socialista con la mente, la hoja de servicios patrióticos y el expediente académico en blanco, quiera pintar de cobarde a la mujer que todos vimos salir de un accidente de helicóptero animando a un demudado Rajoy, preocupándose por el piloto y más fresca que una lechuga. Los socialistas deberían callarse la boquita en estos asuntos del valor y el miedo. Cuando el 23-F, la UCD salvó la dignidad con Suárez, el ejército con Gutiérrez Mellado, los comunistas con Carrillo y la derecha con Fraga. Ni un socialista se quedó sentado, ni mucho menos se levantó entre el tiroteo. De 350 diputados, 346 se echaron al suelo en confuso montón. Ya que se pone así el PSOE, no hay más remedio que recordárselo: ustedes, cuando las cosas se ponen feas, se jiñan. Menos humos.

Esperanza Aguirre, como José María Aznar, no tiene que inventar hipótesis de valentía como el nieto de Cambó, ni ha de dar prueba de nada al pobre Blanco. El helicóptero está ahí; la bomba del coche está ahí. Así que dejen de ponerse en ridículo con sus jactancias de matasietes. Si no tienen la entereza suficiente para reconocer virtudes en los adversarios, al menos no exhiban tan obscenamente sus ganas de verlos muertos.
Juan Carlos Girauta es uno de los autores del blog Heterodoxias.net.

http://www.libertaddigital.com/opinion/juan-carlos-girauta/valientes-zascandiles-46634/

Manuel de Prada, ¿Crisis economica?

lunes 1 de diciembre de 2008
¿Crisis económica?

Escribíamos en un artículo anterior que el hombre contemporáneo ha dejado de creer en el pasaje evangélico de la multiplicación de los panes y los peces; en cambio, a ese mismo hombre le dijeron que sus ahorros se multiplicarían por dos, o por veinte, o por doscientos, si los entregaba a un banco de inversiones, ¡y el tío se lo creyó! Lo cual nos obliga a aceptar que la credulidad del hombre contemporáneo ante los misterios de la economía es de una naturaleza cuasirreligiosa. Y, puesto que sabemos que no se puede servir al mismo tiempo a Dios y las riquezas, hemos de aceptar también que esta fe en los misterios de la economía es de naturaleza demoniaca. No en vano los antiguos situaban a Plutón, el dios de las riquezas, al lado de Hades, en el Averno, allá donde moran los dioses del inframundo; esto es, en el infierno.

La vocación del hombre hacia el misterio es irrefrenable, porque forma parte de su naturaleza; y cuando la naturaleza se reprime o amputa, esa vocación natural se expresa de forma enfermiza. Quitadle al hombre su fe en los misterios divinos y habrá de llenar ese hueco con una fe en los misterios demoniacos. Nuestra época ha ideado multitud de sucedáneos demoniacos –idolatrías– que alivian la amputación infligida al hombre contemporáneo; y entre tales sucedáneos se cuentan la obsesión ideológica y la obsesión económica. La primera es la idolatría propia de los hombres que se creen dioses capaces de organizar el mundo en ausencia de Dios e instaurar un Paraíso en la Tierra; la segunda es una idolatría aún más degenerada, propia de hombres que han aceptado que nunca serán dioses, que nunca podrán instaurar el Paraíso en la Tierra y a quienes, en definitiva, no les resta otra solución que entregarse al más bajo entre los bajos instintos, que es la avaricia, el afán inmoderado de posesión.

Las idolatrías son parodias de la religión; a veces parodias burdas y elementales, a veces sofisticadísimas. La idolatría plutoniana que corrompe nuestra época es de estas últimas; tan abstrusa que el hombre contemporáneo, una vez entregado a ella, constata con perplejidad que no puede entenderla, que su raciocinio no puede abarcar su misterio inextricable (misterio que no es tal, sino un mero timo), por lo que decide confiarse a los sacerdotes de la idolatría, en la confianza ciega de que ellos serán capaces de entenderla. Estos sacerdotes adquieren diversas fisonomías: en tiempos de bonanza, su ministerio lo desempeñan los banqueros y expertos bursátiles; en tiempos de crisis, los gobernantes, que aparecen ante los ojos de los adeptos como mesías o redentores que vienen a poner orden en el caos. Esa grotesca Cumbre Refundadora del Capitalismo que acaba de celebrarse en Washington, donde los mandatarios del mundo mundialque previamente habían creado el desaguisado se erigen en «salvadores del sistema financiero», ejemplifica a la perfección el grado de locura ciega al que la idolatría plutoniana puede arrastrar a sus adeptos; grado de locura que adquiere ribetes de desquiciamiento si consideramos que, hasta la fecha, la única ‘salvación’ que tales redentores han pergeñado consiste en seguir saqueando los bolsillos de los adeptos, mediante ‘planes de emergencia’ que ayuden a los banqueros, que eran los sacerdotes a cuyo ministerio nos incitaron a confiar nuestros ahorros, en tiempos de bonanza. Pero, como la idolatría plutoniana es una parodia de la religión, se exige a los adeptos que se mantengan firmes en la fe.

¿Fe en qué? En una fantasmagoría. Pues el ídolo que nuestra avaricia venera es el fantasma de un fantasma. El dinero es, por definición, un fantasma, un signo que representa las cosas reales, inventado por los hombres para agilizar el comercio. Si ya es discutible que ese fantasma represente el valor de las cosas reales, ¿cómo calificar nuestra creencia de que ese fantasma pueda ser, a su vez, ordeñado como si fuese una vaca, generando réditos que crezcan indefinidamente? Hasta un espiritista en plena resaca de anisete nos diría que los fantasmas no pueden procrear; pero los sacerdotes de esta idolatría plutoniana han hecho creer al hombre contemporáneo, azuzando su avaricia, que su dinero podía procrear como un conejo. Hoy toda esta fantasmagoría se derrumba; y deja al hombre contemporáneo huero como una nuez vana, a solas con el vacío que ocuparon los misterios demoniacos. No lo llaméis crisis económica; es la crisis de una idolatría.


http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=3687&id_firma=7811

Pio Moa, El duelo Falange-Juventudes Socialistas

El duelo Falange-Juventudes Socialistas

30 de Noviembre de 2008

Pío Moa

“Deformaciones propagandísticas divulgadas con extraordinaria insistencia jan conformado la opinión casi general de que fue la Falange la iniciadora del terrorismo (…) Cabe pensar que desvirtuaciones tan empeñadas broten de cierta necesidad de oscurecer los hechos. Los cuales fueron cabalmente los opuestos. Las Juventudes Socialistas se decantaban por la violencia de forma incuestionable y desde antes de nacer la Falange, y fueron ellas las que iniciaron la dialéctica de los puños y las pistolas, precisamente contra la libertad de expresión de sus contrarios. Así los testimonia Tagüeña, entonces líder juvenil implicado en estas acciones: “Las calles se ensangrentaron con motivo de la venta de FE, órgano de la Falange Española, ya que grupos armados socialistas estaban dispuestos a impedirla” (…) Ya durante la campaña electoral de noviembre del 33 un joven de las JONS murió acuchillado en Daimiel, en un mitin socialista, y un mitin de José Antonio fue tiroteado, dejando un muerto y una señora malherida.

En enero y febrero fueron asesinados un falangista en Villanueva de la Reina, otro en Zalamea y otro en Madrid , más el capataz de venta de FE. En febrero otro cayó en Éibar y uno más en Madrid , aparte de varios heridos El líder falangista trataba de frenar el ansia de venganza de sus seguidores: “Una represalia puede ser lo que desencadene en un momento dado (…) una serie inacabable de represalias y contragolpes. Antes de lanzar así sobre un pueblo el estado de guerra civil, deben los que tienen la responsabilidad del mando medir hasta dónde se puede sufrir y desde cuándo empieza a tener la cólera todas las excusas.


La respuesta de Falange se limitó a peleas a puñetazos, asaltos a locales de la FUE, colocación de banderas falangistas en sedes socialistas, etc. El 9 de febrero un militante del PSOE asesinaba a Matías Montero, jefe del sindicato universitario falangista. La crispación subió de tono, pero tampoco entonces estalló la represalia, a pesar de que los monárquicos ridiculizaban las siglas FE como Funeraria Española, y al líder falangista como Juan Simón (por una copla, hoy semiolvidada). Los monárquicos habían dejado caer sin resistencia a alfonso XIII pero poco después se habían puesto a conspirar –con reconocida ineptitud—contra el nuevo régimen. Su plan potencialmente más peligroso, emprendido en marzo de 1934 con fuerte apoyo de Mussolini, resultaría insignificante. Dada su escasa afición al riesgo, los alfonsinos apoyaban a otros movimientos desestabilizadores que surgiesen y Falange Española les venía muy a mano. Sin embargo, para su desencanto, José Antonio declaró oficialmente que su partido “no se parece en nada a una organización de delincuentes ni piensa copiar los métodos de tales organizaciones”.


Pero otros falangistas rechazaban aquella contención (Además, el poder público tampoco los protegía). En marzo y abril perdieron la vida más falangistas en diversos de España, cinco obreros de la imprenta que tiraba FE salían heridos por la explosión de una bomba, y el propio José Antonio escapó por los pelos de un atentado. Y la lista siguió alargándose. Entonces, ante la impunidad de los asesinos, tomó cuerpo en la Falange la voluntad de replicar con las armas, a la que finalmente hubo de plegarse su jefe”

(En Los orígenes de la guerra civil)



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La canción estaría mejor, a mi juicio, con algo más de sobriedad y menos flamenquismo. “La enterraron por la tarde” tiene un toque trivial, “La enterraron una tarde” quedaría mejor. Pero es una gran canción.


http://www.youtube.com/watch?v=3ordvLhRoM0

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Y aquí tienen de nuevo a Bofarull i Bofarull:



"Bueno, doña Aixa y don Prisciliano, no dejo de apreciar, créanme, sus buenas intenciones, y no dejo de reconocer que la necesidad de emplear un idioma tan infecto como el castellano perjudica inconscientemente nuestras relaciones, etc. etc. Sí, bien, todo eso es cierto, y hasta podría hacerse alguna tesis doctoral al respecto, estoy considerando la idea en mi universidad Pompeu Fabra, que, como saben, realiza una serie de tareas de alto nivel, aunque no voy a extenderme ahora al respecto.


No obstante, y aun reconociendo lo que de verdad pueda haber en su aserto, deben ustedes reconocer que no pasa de ser una ocurrencia, o si quieren, una intuición bien orientada, pero un tanto burda, primitiva, como de cuando suena la flauta por casualidad. La idea precisa, por tanto, una elaboración más profunda, definida y académica, que sólo personas de prosapia carolingia y formación auténticamente científica están en condiciones de elaborar. Insisto en ello, y no lo vean como un intento de minusvalorarles. Pues ustedes, las andaluzas y andaluces, doña Aixa, son de clara estirpe bereber, con sus defectos, pero también con sus virtudes, eso nunca lo negaré, y por tanto muy dadas y dados a bellas fantasías… pero, ¡ay!, poco aptas y aptos para las tareas científicas de alto nivel. Y ustedes, los gallegos, don Prisciliano, no les van a la zaga a los andaluces en cuanto a espíritu fantasioso, aun si éste cabe entroncarlo más bien con su raigambre céltica, sus gaitas y su caldo gallego (delicioso, por cierto).


Y una manifestación de esas llamémosle peculiaridades idiosincrásicas de los gallegos, mi querido don Prisciliano, he podido comprobarla en algunos de sus paisanos, el tal Brétemas y sobre todo el tal Carballeira, de la Universidad de Princeton (¡qué hará en esa universidad, Sant Jordi santo!) que han osado, sin prueba alguna, sin documentación y sin fuentes fiables, afirmar que nuestro héroe nacional, don Rafael Casanova, era en realidad un botifler, y que el verdadero héroe fue no sé qué gallego… Dejémoslo ahí. Qué fácil es ver la paja en ojo ajeno, y qué difícil ver en el propio la viga de hormigón armado como las que colocan en los puentes de las autopistas, como podría haber dicho nuestro añorado Carlomagno, si hoy viviera…


Porque debo insistir, por interés científico, en la inmensa barbaridad, totalmente injustificable, de haber hecho ustedes del día de Santiago el día de la patria gallega. Es decir, han hecho ustedes, y permítanme que se lo diga con el mejor ánimo de conciliación, fraternidad y unidad entre nuestros dos pueblos, han hecho ustedes coincidir su jornada patria con el símbolo por excelencia de la nación opresora. ¡De la nación que lleva oprimiendo a ustedes, los gallegos, desde hace siglos, desde tiempos del rey Miro o del rey Réquila o de quien ustedes quieran, no voy a entrar ahora en esas historias! Con esa insana, bárbara e indocumentada decisión santiagófila, ustedes se han identificado son sus opresores seculares, señores gallegos, se han identificado con los mismos que les han mantenido y les mantienen en la esclavitud, a sangre y fuego. No consigo imaginar una indignidad, una abyección, una sandez mayores que la identificarse con sus bestiales amos. Porque aun admitiendo su idiosincrasia céltica y su carencia de los que pudiéramos llamar, en cierto modo metafóricamente, genes carolingios, eso, francamente, me parece excesivo. Me permito recomendarles que se pasen por algún departamento de historia o sociología o filología de la Universidad Pompeu Fabra para que les aconsejen al respecto, siempre en el mejor espíritu de amistad y progreso.


Queda de ustedes afectísimo y seguro servidor

Francesc Bofarull i Bofarull, de la Universidad Pompeu Fabra y ex detective.


http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/el-duelo-falangejuventudes-socialistas-4143/

Pedro Gonzalez Trevijano, El discurso que me gustaria escuchar

El discurso que me gustaría escuchar

PEDRO GONZÁLEZ-TREVIJANO Rector de la Universidad Rey Juan Carlos

Lunes, 01-12-08
HE dejado transcurrir cierto tiempo antes de ocuparme de los comicios presidenciales norteamericanos, y al hacerlo ahora no voy a referirme al resultado electoral, a la alta participación registrada, a su influencia en las relaciones con España, ni siquiera al liderazgo de Barack Obama. Sirvan a tales efectos las consideraciones de Eugenio Trías en su Tercera, «Donde arrecia el peligro». Lo que deseo resaltar es otra cosa complementaria, pero diferente: la entidad, calidad y ética pública de los discursos de los dos contrincantes tras conocerse el escrutinio. Por supuesto, el del próximo presidente, pero también el de McCain. Una intervención, en el caso del candidato republicano, que fue mucho más allá del habitual reconocimiento caballeroso de la derrota. Un ejemplo de lo que la ciudadanía esperaría de dos servidores de la Res publica, dos hombres -por lo expresado en sus intervenciones- con pretensiones de estadistas. Tras escuchar un resumen de sus palabras, y leer después sus textos íntegros, creo que los apologetas del sistema americano tendrían razón para seguir considerándolo como paradigma de los regímenes constitucionales. «América y democracia -dijo W. Whitman en su libro Perspectivas democráticas- son términos recíprocos». O, como reseñaba ya Alexis de Tocqueville en la Introducción a su obra La democracia en América, «Ccnfieso que en América he visto algo más que América: allí he buscado una imagen de la democracia misma».
En esos discursos sobresalen los perfiles de una exposición conceptualmente bien construida, argumentalmente impecable, de fuerte carga ideológica y emocional, incluso lírica, mediáticamente impactante, socialmente seductora y externamente no exenta de retórica y hasta de épica. Unos discursos aglutinadores de los correlativos deseos de informar, explicar, justificar, persuadir, impulsar y animar. Y dirigidos no sólo a los suyos, sino a todos, pues, finalizada la contienda electoral, ya no hay unos ni otros. Los enfrentamientos, disputas, partidismos, facciones y banderías quedan aparcados. La llamada es, a partir de este instante, a la unidad, al agrupamiento, a la conciliación y a la coparticipación en el proyecto colectivo de una esperanzada Nación. Todos se sienten, y reclaman ser tratados, como americanos de idéntica condición y semejante consideración: «América no son ellos, somos nosotros». Unos discursos, tanto los del victory speech, como antes los del concesión speech, que rememoran, por su capacidad para galvanizar los ánimos, a los de Abraham Lincoln, Franklin D. Roosvelt, Harry Truman o John. F. Kennedy, y que se caracterizarían por los siguientes rasgos:
1) Honestos. Los discursos expresan, sin tapujos ni ambages, lo que se espera en tan compleja situación económica, pero también política. Disfrutan de conciencia moral. Se señalan las líneas de actuación para construir el futuro común. No se distrae a la ciudadanía con espúreas actuaciones nacidas al hilo de reprobables esquizofrenias de una clase política endogámica. Como apuntaba Ignacio Camuñas en su Tercera, «De la crisis económica a la crisis política», las crisis económicas pueden comportar el dramatismo de las peores crisis políticas. Así se entiende la admonición del nuevo presidente -«Los Estados Unidos deben curarse a sí mismos»- y el paralelo reconocimiento de su tarea: «Sabemos que los retos que nos traerá el día de mañana son los mayores de nuestras vidas: dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiera desde hace un siglo». Un texto que recuerda el mítico mensaje de Winston Churchill: «Quiero decir a la Cámara, lo que he dicho a este Gobierno. No tengo nada que ofrecer sino sangre, sudor y lágrimas».
2) Realistas. Una cualidad siempre exigible. El éxito de las venideras políticas depende del acertado diagnóstico de los problemas. De no ser así, la mejor de ellas está avocada a una desesperante inutilidad o al frustrante fracaso. La Política, afirmaba ya el clásico, «es el arte de hacer posible lo necesario».
3) Animosos. Pero, siendo realistas, rezuman, simultáneamente, en la tradición del Sueño Americano, una dosis de optimismo para afrontar las dificultades: «Si todavía queda alguien que aún duda de que EE.UU. es un lugar donde todo es posible, esta noche es la respuesta». En resumen, cambio y esperanza: Yes, we can. Como afirmaría antes De Gaulle, «debemos llevar a buen término, pese a las inmensas dificultades, una honda renovación que le dé a cada hombre y a cada mujer de nuestra patria mayor abundancia, mayor seguridad, mayor felicidad, y que nos haga más numerosos, más poderosos, más fraternales».
4) Aglutinadores. En ellos no hallamos mezquinas etiquetas. Ni buenos, ni malos. Ni dividir, ni enfrentar. No hay diferencias entre unos y otros. «Los estadounidenses -resaltaba Obama- hemos enviado un mensaje al mundo de que no somos una colección de Estados rojos (republicanos), y azules (demócratas)». Es el reinventado lema nacional del E pluribus unum («De muchos, uno»), que adelantara Benjamín Franklin: «Soy alguien que une, no que divide». Un colectivo unido, pero plural, donde todos encuentran cabida: «Jóvenes y ancianos, ricos y pobres, demócratas y republicanos, negros y blancos, hispanos, indígenas, homosexuales, heterosexuales, discapacitados y no discapacitados». No hay humillaciones hacia el perdedor. El rival político es un compatriota. Y una llamada al futuro, ojalá aplicable a estas tierras: «Resistamos la tentación de recaer en el partidismo y la mezquindad y la inmadurez que han intoxicado nuestra vida política».
Una magnética declaración de intenciones donde -adelantábamos- el candidato republicano no quedaba a la zaga: «Espero que Dios inspire a mi antiguo oponente y mi futuro presidente, porque, a pesar de que tengamos diferencias, somos conciudadanos norteamericanos... Sean las que sean nuestras diferencias, los dos somos estadounidenses. Y creedme por favor si os digo que ningún tipo de asociación significa para mí más que eso». ¿Recuerdan haber escuchado semejantes ideas por estos lares? Un discurso que transpira el Country first, esto es, el país lo primero: «Son tiempos difíciles para nuestro país y le he prometido al senador Obama esta noche que haré todo lo que esté en mi mano para ayudarle».
5) Comprometidos con los mejores valores cívicos. El inquilino de la Casa Blanca lo refirió certeramente: «Nuestra fortaleza radica en el poder de nuestras ideas: democracia, libertad, oportunidad y esperanza». Es decir, los valores y principios conformadores de los Estados democráticos y de Derecho. «Una joven Nación concebida -señalaba Abraham Lincoln- sobre la base de la libertad y obediente al principio de que todos los hombres son iguales».
6) Épicos. Para movilizar a la ciudadanía se requieren unas notas de épica. Una épica tan extraña, para nuestro infortunio, en la vieja Europa. Hoy es imposible escuchar por aquí, en estos descreídos pagos, expresiones como «Amanece América», «Estados Unidos es el país indispensable». Unas palabras que casan bien, desgranadas en el Parque Grant de Chicago, con las inolvidables consideraciones del que fuera general en tiempos de la Guerra de Secesión: «La Guerra ha terminado; los rebeldes vuelven a ser nuestros compañeros y la mejor expresión de regocijo después de la victoria será abstenerse de cualquier manifestación». O, de nuevo, también en el discurso del perdedor: «Los estadounidenses nunca nos retiramos. Nunca nos rendimos. Nunca nos escondemos de la historia. Hacemos historia».
Unos contenidos, y lo digo no sólo con pena, sino con abierta envidia, ausentes en esta España constitucional. Al margen de la escasa formación oratoria de nuestra clase política, estamos demasiado sometidos al regate corto, plegados a la satisfacción de rácanas ventajas inmediatas, en la habitual ausencia de valientes compromisos, obsesionados, sin desmayo ni parada, con el fagocitador rédito electoral diario. Pero España, que es asimismo un país grande, se merece discursos semejantes. Yo, no pierdo la esperanza de escucharlos algún día. ¡Y qué les diría yo si el partido ganador fuese de incluir en su equipo a personas del partido rival! Lean, finalmente, parte del mensaje conjunto de ambos: «Creemos que los estadounidenses de todos los partidos quieren y necesitan que sus líderes se junten». De momento, un sueño

http://www.abc.es/20081201/opinion-tercera/discurso-gustaria-escuchar-20081201.html

Perez Reverte, Sobre mochilas y supervivencia

lunes 1 de diciembre de 2008
Sobre mochilas y superviviencia

Dentro del plan general de protección civil, el ayuntamiento de Madrid recomienda tener preparada una mochila de supervivencia a la que recurrir en caso de catástrofe: una especie de equipo familiar con medicamentos, documentación, teléfono, radio, agua, botiquín y demás elementos que permitan tomar las de Villadiego. Y la idea parece razonable. Por lo general nos acordamos de Santa Bárbara sólo cuando truena; y entonces, con las prisas y la improvisación, salimos en los telediarios de cuerpo presente y con cara de panoli, como si el último pensamiento hubiera sido: «A mí no puede ocurrirme esto». Y la verdad es que nunca se sabe. Yo, por lo menos, no lo sé. La prueba es que a los cincuenta y siete tacos sigo yendo por la vida –aunque a veces sea con Javier Marías y de corbata, expuesto a la justa cólera antifascista– con el antiguo reflejo automático de mi mochililla colgada al hombro, y en ella lo imprescindible para instalarme en cualquier sitio: una caja de Actrón, cargador del móvil, libros, gafas para leer, kleenex, jabón líquido, una navajilla multiuso, lápices, una libreta de apuntes pequeña y cosas así.

Al hilo de esto, se me ocurre que tampoco estaría mal disponer de una mochila para evacuación rápida nacional, siendo español. Algo con lo que poder abrirse de aquí a toda leche, como el Correcaminos. Mic, mic. Zuaaaaas. A fin de cuentas, si de sobrevivir a emergencias se trata, los españoles vivimos en emergencia continua desde los tiempos de Indíbil y Mandonio. La mejor prueba de lo que digo es que algunos de los lectores potenciales de esta página no tienen ni puta idea de quiénes fueron Indíbil y Mandonio. Y no me vengan con que soy un cenizo y un cabrón, y que lo de la mochila es paranoia. Hagan memoria, queridos amigos del planeta azul. La historia de España está llena de momentos en que el personal tuvo que poner pies en polvorosa sin tiempo de hacer las maletas. Con lo puesto. Eso, los que tuvieron la suerte de poder salir, y no se vieron churrasqueados en autos de fe, picando piedra en algún Valle de los Caídos o abonando amapolas junto a la tapia del cementerio.

De manera que, inspirado por la iniciativa de Ruiz-Gallardón, convencido como estoy de que un pesimista sólo es un optimista razonablemente informado, he decidido aviarme un equipo de supervivencia español marca Acme, que valga tanto para salir de naja en línea recta hacia la frontera más próxima como para quedarme y soportar estoicamente lo que venga. Que viene suave. Para eso necesito una mochila grande, porque a mi edad hay ciertas necesidades. Pero más vale mochila grande que discurso de ministro, como dijo –si es que lo dijo, cosa que ignoro en absoluto– Francisco de Quevedo.

Cada cual, supongo, sobrevive como puede. Mi equipo de emergencia –Ad utrumque paratus, decía mi profesor don Antonio Gil– incluye un ejemplar del Quijote, que para cualquier español medianamente lúcido es consuelo analgésico imprescindible. También hay unas pastillas antináusea que impiden echar la pota cuando te cruzas en la calle con un político o un megalíder sindical, y una pomada antialérgica –buenísima, dice mi farmacéutica– para uso tópico en miembros y miembras cuando las estupideces de feminazis analfabetas producen picores y sarpullidos. También tengo un inhibidor de frecuencias japonés, cojonudo, que impide sintonizar cualquier clase de tertulia política radiofónica o televisiva, un cedé de Joaquín Sabina y media docena de chistes contados por Chiquito de la Calzada, una foto de Ava Gardner, otra de Kim Novak, los deuvedés de Río Bravo, Los duelistas, Perdición y El hombre tranquilo, la colección completa de Tintín, una resma de folios Galgo –o podenco, me da igual– y una máquina de escribir Olivetti de las de toda la vida, que siga funcionando cuando algún gángster amigo de Putin compre Endesa, o toda la red eléctrica, tan antinucleares nosotros, se vaya a tomar por saco. Por si la supervivencia incluye poner tierra de por medio, también tengo una lista de librerías de Lisboa, Roma, París, Londres, Florencia y Nueva York, el número de teléfono de Mónica Bellucci, un jamón ibérico de pata negra y una bota Las Tres Zetas llena hasta el pitorro, una bufanda para poder sentarme en las mesas de afuera de los cafés de París, los documentos de Waterloo de mi tatarabuelo bonapartista, su medalla de Santa Helena y las que me han dado a mí los gabachos, a ver si juntándolo todo consigo convencer a Sarkozy y me nacionalizo francés. De paso, con el pasaporte y la American Express, meteré en la mochila una escopeta de cañones recortados, un listín de direcciones de fulanos con coche oficial y una caja de tarjetas de visita hechas con posta lobera. Sería indecoroso irme tan lejos sin dar las gracias. Compréndanlo. Por los servicios prestados.

http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=3687&id_firma=7810

Chavez no se quiere ir

1-XII-2008
Chávez no se quiere ir
Sería muy positivo para la regeneración institucional y democrática de Venezuela que en 2013, cuando concluye su segundo mandato, Chávez se retirara de la escena política y, con él, las ansias por convertir al país en una autocracia.

La separación de poderes es un elemento clave para la estabilidad y el buen funcionamiento de cualquier democracia. En toda sociedad humana existe siempre un grupo de individuos que buscan dirigir al resto de una población que, obviamente, trata de resistirse. La democracia es un régimen bastante eficiente para canalizar tanto el deseo de dominación de unos como el de oposición de otros sin emplear la violencia: los que buscan el control pueden acceder a la presidencia de un país pero su actuación estará limitada por un Congreso, donde estará representada el resto de la población.

Es un sistema de checks and balances típicamente estadounidense que John Adams, el segundo presidente del país, justificaba con el siguiente ejemplo: "¿Cuál es la mejor forma de repartir un pastel entre dos niñas? Dándole a una el derecho a dividirlo y a la otra a decidir con qué porción quedarse".

Sin embargo, la parte orgánica de una Constitución (aquella donde queda recogido el diseño institucional) puede no ser suficiente para garantizar el régimen de libertades en una democracia. Abundan por todo el mundo ejemplos en los que el Ejecutivo logra imponerse sobre un legislativo poco representativo de la ciudadanía. En España, sin ir más lejos, el ciudadano elige de facto a un Ejecutivo que controla el Legislativo y, a través de él, al Judicial.

Otro ejemplo claro es Venezuela, donde el Gobierno de Chávez ha asumido en varias ocasiones poderes extraordinarios que deberían corresponder al Parlamento a través de las llamadas Leyes Habilitantes y ha puesto a la oposición bajo mordaza mediante el Reglamento Interno y de Debates. Todo ello gracias a la figura populista de Hugo Chávez que ha dinamitado casi todos los contrapesos de poder.

Sería muy positivo para la regeneración institucional y democrática de Venezuela que en 2013, cuando concluye su segundo mandato de seis años, el caudillo bolivariano se retirara de la escena política y, con él, buena parte de las ansias por terminar de convertir al país en una autocracia. El artículo 230 de la actual Constitución venezolana prescribe que el presidente sólo puede ser reelegido por un mandato, lo que obligaría a que Chávez dejara efectivamente el poder dentro de cuatro años.

Para evitarlo y consolidar su régimen, a lo largo de 2007 promovió una reforma constitucional en la que, entre otros cambios, se permitía la reelección indefinida del presidente. El 2 de diciembre, sin embargo, esa reforma fue sometida a referéndum y rechazada por el 50,7% de los votantes. En principio, Chávez decía adiós a su deseo de prorrogar sus años en el poder ya que el artículo 345 de la Constitución impide plantear dos reformas constitucionales durante el mismo mandato.

No obstante, los oficialistas nunca se han dado por vencidos. El propio Chávez matizó el día de su derrota que no se había podido sacar adelante la reforma "por ahora". Pocos días después, el diputado Carlos Escarrá avanzó que probablemente se intentaría reinterpretar el artículo 345 para que cupiera la posibilidad de que otros actores, distintos al presidente, (la Asamblea Nacional o un 15% de los electores) pudieran presentar otra reforma constitucional durante el mismo mandato. Señalando que, además, estos intentos se plantearían después de las elecciones de alcaldes y de gobernadores de Estado de finales de 2008.

Pues bien, como una profecía autocumplida, Chávez ha anunciado que autoriza a sus seguidores a que promuevan esa anticonstitucional reforma de la Constitución que le permitiría volver a presentarse en 2013 y completar su conversión dictatorial.

Por supuesto, no lo tendrá fácil. Primero deberá pasar el corte del Tribunal Superior de Justicia de Venezuela, que de momento sólo ha interpretado la parte del 345 que no afecta a la doble propuesta de reforma constitucional en un mismo mandato. Y, segundo, tendrá que someter la reforma a referéndum y obtener el favor del electorado, algo que no será fácil teniendo en cuenta la anterior derrota, los recientes malos resultados electorales y, sobre todo, unos bajos precios internacionales del petróleo que le impiden comprar a la ciudadanía.

Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por un falso optimismo. Chávez ya ha dado muestras de que está dispuesto a recurrir a las armas si fuera necesario. La bravuconada de las últimas elecciones en las que amenazaba con sacar los tanques a la calle tenía, en realidad, unos objetivos más a largo plazo de lo que en principio podía parecer: primero, ponía a sus seguidores sobre aviso sobre la necesidad de tomar el poder violentamente y, segundo, le permitía observar si los altos mandos del ejército mostraban resistencia o malestar ante sus proclamas golpistas.

Al final, la subversión de la separación de poderes que busca Chávez puede terminar quebrantando la paz social que la democracia y la alternancia en el poder pretenden perseguir. Esperemos que todos los grupos sociales del país tengan la suficiente sensatez como para evitarlo.

http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/chavez-no-se-quiere-ir-46642/

viernes, noviembre 28, 2008

Jorge Alcalde, El yo clonado

viernes 28 de noviembre de 2008
CIENCIA
El yo clonado
Por Jorge Alcalde
Nicholas Humphrey, científico romántico, se hacía en su ensayo El momento denso esta cascada de preguntas: ¿qué es lo que nos hace ser lo que somos?, ¿cómo puede el pedazo de materia que es el ser humano constituir la base de la experiencia que cada uno de nosotros reconoce como su propio ser?, ¿cómo pueden un cuerpo y un cerebro humanos ser, además, una mente humana?

Más de trece años después, todas esas preguntas siguen sin respuesta, siguen estimulando una nada desdeñable producción literaria, igual que ha venido haciéndolo desde hace siglos el impúdico deseo humano de preguntarse: "¿Qué soy?".

Con permiso de Eduardo Punset, el mejor candidato a Humphrey español es Francisco Mora. Este médico aporta la fisiología allá donde Punset ofrece la lógica. Y así, desde el conocimiento del sustrato material del ser humano, desde la minuciosa disección del tejido neuronal, pretende ofrecer una hoja de ruta para entender mejor por qué decimos de nosotros mismos que somos seres conscientes y dudamos de que lo sean los delfines y las lechugas. ¿O no?

En el largo camino inconcluso del pensamiento científico hacia la explicación del yo humano, no pocas tentaciones han atacado la mente objetiva del investigador. Está, por ejemplo, la tentación de la conciencia reflexiva: "Sólo podemos considerar a un ser consciente si demuestra un cierto conocimiento introspectivo de sus estados mentales". En otras palabras, sólo es consciente aquel ser que se puede preguntar si es consciente. Vistos de ese modo, los psicólogos naturales que somos los humanos gozamos de una condición de exclusividad: somos los únicos capaces de leer nuestra mente y la de los demás.

Aunque en un principio el argumento parecía pecar de cierta simplicidad retórica, la ciencia de laboratorio ha venido a darle relevancia empírica. El reciente descubrimiento de las neuronas espejo ha contribuido a ello. "Se trata de un grupo de células nerviosas que existen en el cerebro humano y que responden directamente con su actividad física a una situación vista, reviviendo o copiando en el sujeto que ve aquello que está sucediéndole al otro", nos explica Mora. Cuando torcemos el gesto al observar el dolor físico sufrido por otro, cuando sonreímos ante la imagen de un padre acurrucando a su bebé, cuando somos, en fin, capaces de ponernos en la piel del otro, lo hacemos gracias a este mecanismo fisiológico fieramente humano. ¿O no?

Porque he aquí que las neuronas espejo no parecen exclusivas del ser humano. Ciertos grupos neuronales similares se han descubierto también en otros primates superiores. Quizás en este caso muy limitados, especializados apenas en reproducir algunas conductas motoras relacionadas con la alimentación o la huida, pero dotados de cierta capacidad de empatía. El estudio de este racimo de neuronas está abriendo nuevas puertas para la explicación fisiológica de conceptos como el de intuición y, quizás, el de solidaridad. Pero desde una perspectiva más global podría conducir a toda una revolución en la fundamentación del yo, amén de arrojar luz sobre el origen de disfunciones, como el autismo, el síndrome Asperger o las psicopatías, en las que subyace una manifiesta incapacidad de empatizar.

A partir de ahí se puede dar vía libre a la especulación, y Mora, consciente de que la divulgación también puede ser espectáculo, no la embrida. ¿Puede el yo ser una entidad única localizada en alguna parte del cerebro? ¿Es la conciencia un fenómeno de sustrato fisiológico, un grupo de células y tejidos manifestándose electroquímicamente? De ser así, ¿podría ser algún día replicada, cercenada, clonada?

Este libro es el fruto de las muchas notas tomadas por Mora durante sus conferencias, en las que a menudo suscita este tipo de preguntas entre la audiencia. Quizás porque es sabio en el manejo de las neuronas espejo de quienes le escuchamos.

Pero lo que Mora puede contarnos es sólo lo que la ciencia ya sabe. Y eso, honestamente, es muy poco. Se limita a la comprensión de la conciencia a un nivel muy inferior, no reflexivo. Se queda en la experiencia primaria del ser en forma de sensaciones, en la constatación de que, en este momento determinado, soy la única entidad viva del planeta que experimenta este mismo calor, este mismo frío, esta misma cantidad de luz y de sonido llegados de mi entorno. Ese es el momento denso que proclamara Humphrey, y ese es el limitado pero fascinante entorno en el que la ciencia contada por Mora puede moverse.


FRANCISCO MORA: EL YO CLONADO. Alianza (Madrid), 2008, 159 páginas.

http://libros.libertaddigital.com/el-yo-clonado-1276235850.html

Alfonso Garcia Nuño, ¿Razon y religion se necesitan?

viernes 28 de noviembre de 2008
EN BUSCA DE LA VERDAD
¿Razón y religión se necesitan?
Por Alfonso García Nuño
Cuando relata los últimos momentos de Jerusalén antes de ser conquistada por el emperador Tito, Flavio Josefo dice en La guerra judía, refiriéndose al incendio del Templo: "Las llamas tuvieron su origen y su causa en los propios judíos". Frase que no es probablemente expresión de lo que sucedió, pero acaso sí pueda simbolizar lo que aconteció y lo que acontece con frecuencia en la Historia.

La forma de proceder de los hombres, no necesariamente por maldad, muchas veces simplemente por error, les lleva a menudo a la aniquilación de lo que más aprecian. Nuestro tiempo parece ser testigo de la "inminente autodestrucción de la Ilustración" (Spaemann), del "suicidio de la razón socrática" (Glucksmann).

La famosa lección magistral de Benedicto XVI en Ratisbona ha dado lugar a una amplia cascada de reacciones, comentarios y opiniones; desde las más salvajes, confirmadoras de las palabras del Pontífice sobre la violencia, hasta las más razonables, entrando así en el diálogo por él propuesto. Un fruto de aquella histórica visita a su Alemania natal es el libro Dios salve la razón. En él se reúnen, en torno a la Vorlesung citada ("Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones") y otras dos intervenciones suyas de aquellas fechas: "El mundo tiene necesidad de Dios" y "La fe es sencilla", un variopinto grupo de pensadores: G. Bueno, W. Farouq, A. Glucksmann, J. Juaristi, S. Nusseibeh, J. Prades, R. Spaemann y J. H. H. Weiler. Como se ve, un libro un tanto inusual, en estos tiempos en los que lo habitual es invitar a los cursos y publicaciones a los de la propia cuerda. Aquí tenemos católicos, judíos, musulmanes… y hasta un filósofo profeso del materialismo.

Esta combinación, ya de por sí, habla del problema que aborda el libro. Dialogan entre sí y con el lector, lo que es posible porque están dotados de un logos, razón, con el que ir más allá de uno mismo y buscar algo universal, la verdad. Cuando esto se da, la palabra –de nuevo aparece el logos– va más allá de uno y es pronunciada con la esperanza de que pueda ser escuchada. Y a la inversa, se lee o escucha aguardando algo significativo para uno mismo, pero precisamente porque lo es universalmente. Y aquí nos encontramos con un tercer significado de logos –no es de extrañar que J. Marías dijera que esta palabra no hay que traducirla–: para el griego también quería decir "sentido". El hombre vive en medio de la realidad, él es parte de ella, la puede conocer y comunicar, y esta realidad está inscrita en un para qué, tiene sentido. Sin embargo, esta convicción, heredada del genio heleno, se encuentra en una profunda crisis.

A lo largo de las páginas de esta publicación encontramos una sintomatología difícilmente negable e indudablemente alarmante. La posmodernidad no cree poder conocer la verdad, las preguntas sobre el sentido –las que más radicalmente importan al hombre– le parecen un sinsentido y piensa que la razón solamente puede aportar un conocimiento instrumental de la realidad. Gustavo Bueno habla de cuatro tipos de patologías de la razón: los trastornos de tipo supersticioso, que renacen con fuerza en nuestros días, adivinaciones, tarot, horóscopos, etc.; las explicaciones de la realidad de tipo mitológico o gnóstico, que también menudean; diferentes formas de dogmatismos y fundamentalismos: basta con abrir el periódico, y desviaciones de la razón como el escepticismo, el nihilismo, el relativismo, el subjetivismo psicologista, etc.

De todas estas patologías, la que más preocupa a André Glucksmann es la última: "Los síntomas más grandes de la crisis de Europa, convertida en crisis planetaria del espíritu, habían sido señalados en la Fides et ratio. El resultado más evidente y peligroso del desorden actual es el nihilismo". Para él, como quiera que la razón ha renunciado a buscar la verdad y enunciarla, como ha perdido la confianza en sí misma para conocer, no se atreve a denunciar lo falso como falso y lo malo como tal y cede ante la arbitrariedad, engendrando la cultura de la muerte:
El nihilismo prospera en las playas de la filosofía, proclamando no sólo la relatividad de los bienes y de los valores sino más radicalmente la relatividad del mal. (…) "Mata al prójimo como a ti mismo". El imperativo nihilista supera alegremente los confines geográficos y geopolíticos. Cubre ya todo el abanico de las violencias posibles y hace proliferar la masacre de los inocentes. (…) El nihilismo trasforma la fuerza de hacer en capacidad de deshacer y la voluntad de poder en voluntad de dañar.
Que, claro, no se limita a matar en el sentido biológico, sino que tiende a terminar con todo lo genuinamente humano. Certeramente, Javier Prades cita a Hannah Arendt:
La preparación [para el totalitarismo] ha tenido éxito cuando (…) los hombres pierden la capacidad tanto para la experiencia como para el pensamiento. El objeto ideal de la dominación totalitaria no es el nazi convencido o el comunista convencido, sino las personas para quienes ya no existe la distinción entre el hecho y la ficción, y la distinción entre lo verdadero y lo falso.
Así pues, al final el nihilismo se convierte en el mejor aliado de las patologías de corte dogmático o fanático. En esta línea, Weiler hace ver que en el pensamiento laicista, para el que la religión "es definida a priori, fuera del ámbito del respeto por la razón, después es expulsada de la esfera pública y en último lugar es confinada en la esfera privada", hay algo de totalitario, al ver el ámbito público no como algo que proteja y garantice el Estado, sino como algo que absorbe e identifica consigo mismo.

¿Cómo hemos podido llegar a estos extremos? El concepto débil de razón que tiene la posmodernidad es, en buena medida, consecuencia de un no infrecuente efecto péndulo en la Historia. La modernidad concibió la razón como una capacidad de conocer que no se tenía que subordinar a nada ni a nadie; así podría enseñorearse sobre todo. Pero, desligada de lo sensible y lo afectivo, en paralelo a la libertad y paulatinamente cada vez más de espaldas a Dios, la razón ha quedado encerrada en sí misma y ha ido perdiendo contacto con la realidad. Queriendo ser totalmente independiente de todo, ha resultado encerrada en sí misma; por sí sola no es capaz de darse sentido a sí misma, porque no es un fin en sí, ni de encontrárselo a una realidad que le aparece absurda y fragmentada:
Sin la existencia de Dios, hay sólo muchas perspectivas, pero no un "mundo verdadero". E incluso la reductio ad absurdum de la negación de la verdad no es ya la impugnación de ella, en cuanto que el mundo es absurdo, si Dios no existe. (…) Nietzsche veía otra cosa más. Veía que si Dios no existe y el hombre no es un ser capaz de verdad, entonces no puede ni siquiera ser lo que cree ser: una persona (Spaemann).
La razón moderna, queriéndose autodivinizar, se ha quedado encerrada en su templo y parece estar ahora ardiendo en el incendio de la sinrazón. El remedio está en que la razón vuelva a ser lo que es; para Robert Spaemann, "razón significa autotrascendencia, apertura hacia la realidad". Pero ¿hasta dónde ese salir de sí e ir hacia la realidad? La postura de los autores a este respecto es varia. La religión necesita a la razón, pero ¿necesita la razón, además de la totalidad de lo que es el hombre, de Dios y no simplemente como idea regulativa, sino como realidad?

Para Gustavo Bueno, excepción hecha de la minoría que puede vivir en la edad adulta y, por tanto, emancipada de Dios, el resto –analfabetos, semicultos e incluso quienes tienen una formación tecnológica especializada– necesita de un tutor.

El Dios trino del cristianismo tiene una estructura similar a la de las personas humanas que han desarrollado formas de racionalidad más potentes a través de sus instituciones históricas; de una racionalidad que no es solitaria ni autista, como lo es el Dios de Aristóteles o el de Mahoma; de un Dios que también es creador de un Mundo, que no es caprichoso o aleatorio, sino sometido a reglas que han sido contrastadas en el "Consejo Divino", y sólo ante las cuales las grandes masas populares pueden mantenerse dentro de unos límites capaces de defenderse del pánico, del delirio, de la superstición o del horror.

G. Bueno no acaba de emanciparse de la Ilustración, aunque ésta solamente sea algo reservado para unos pocos; pensar la universalización de una educación filosófica materialista es algo propio de "panfilismo humanista". Si yo no le he entendido mal, ¿no será acaso esto una antropología gnóstica invertida en la que los carnales, los verdaderamente materiales, sean la élite en vez de los pneumáticos de los viejos gnosticismos?

Spaemann es menos tímido y va a por todas. Para él, aunque no sólo, la razón, y con ella todo lo que se ha visto arrastrado en su derrumbamiento, necesita ser salvada por Dios y no por una idea tutorial, por buena que ésta sea, y para todos:
La razón es aquel step beyond ourselves [paso más allá de nosotros mismos] cuya posibilidad niega la modernidad. He intentado, refiriéndome a Nietzsche, mostrar que esta posibilidad depende de la existencia de Dios y justamente de un Dios que en su esencia es luz. La razón pues no es un instrumento de supervivencia del homo sapiens, sino participación en la luz divina y un ver el mundo con esta "luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (Jn 1,9). Esa luz, como dice Platón, hace ver el bien como el koinon, "lo que es común a todos" (cf. Platón, Fedón).
Éste no es un problema que delegar en los gabinetes filosóficos, por mucho que tengan éstos que hincarle el diente. En él, en que la razón nos dé o no acceso a la verdad, nos jugamos ésta, la libertad, el bien, el sentido, la sociedad, etc. Merece la pena leer este libro, al menos alguno de sus artículos, si falta el tiempo, y rumiarlo, aunque sea en el autobús al ir al trabajo. Buscar la verdad es un acto radicalmente más revolucionario que quemar neumáticos en una callejera algarada antisistema.


VVAA: DIOS SALVE LA RAZÓN. Encuentro (Madrid), 2008, 199 páginas.

http://libros.libertaddigital.com/razon-y-religion-se-necesitan-1276235848.html

Jose Maria Marco, Un panfleto casi reaccionario

viernes 28 de noviembre de 2008
LA TRAICIÓN DE LOS INTELECTUALES
Un panfleto casi reaccionario
Por José María Marco
Julien Benda (1867-1956) se pasó la vida escribiendo. A diferencia de lo que sucede con casi todos los grafómanos, le ha sobrevivido una obra, un panfleto que acaba de ser reeditado en español con el título de La traición de los intelectuales.

Ni que decir tiene que Julien Benda era un intelectual, un intelectual francés. De familia judía, empezó a destacar cuando el caso Dreyfus. Se empeñó entonces en defender al capitán calumniado sin entrar en consideraciones acerca de la situación social del acusado. La actitud preludiaba lo que iba a ser la tesis de su gran obra.

Polemizó luego con casi todos los intelectuales y con muchos de los artistas franceses de su tiempo, desde los nacionalistas de Action Française hasta los herederos del irracionalismo de Bergson. Asumió, casi profesionalmente, la defensa de la razón, del ejercicio desinteresado de la inteligencia, del idealismo frente al realismo pragmático, o utilitario, que había anegado la intelligentsia de su país, en otro tiempo tan grande.

Habiendo sacado las consecuencias de la quiebra de 1914, cuando el triunfo de los nacionalismos colocó a la cultura europea en el fondo de un abismo del que no se ha recuperado, disfrutó el desquite de ver cómo sus adversarios, los mismos que habían exaltado la Francia eterna y su inmortal espíritu, aplaudían al invasor alemán en los años cuarenta. Un cierto espíritu de revancha que nunca le fue del todo ajeno le llevó, probablemente, a aceptar el triste papel de compañero de viaje de los comunistas. Decía que al menos la del comunismo era una causa justa.

Esta deriva, que hace de Benda un personaje un poco antipático, va algo más allá del revanchismo. Está relacionado, me parece a mí, con cierta rigidez propia de su espíritu, con una sequedad propia de una parte del pensamiento francés, que confunde racionalismo con herencia jacobina y acepta la herencia revolucionaria como el triunfo de la Razón, de la diosa Razón.

El tono radical se trasluce también en esta Traición de los intelectuales. A cambio, la obra diagnosticó un mal moral e intelectual muy de su época, que por desgracia sigue siendo, en buena medida, la nuestra. Más aún, algunas de las lacras que describió Benda en 1929 no han hecho más que agravarse.

El título francés de esta obra es La trahison des clercs. La palabra francesa clercs quiere decir "clérigos" (en inglés, como antes también en francés, clerk quiere decir "dependiente", de una tienda o de cualquier otra empresa). Los clérigos, para Benda, son aquellos que se deben a la verdad, a la belleza, pasiones intelectuales intemporales e independientes de la circunstancia. En español se ha optado por traducir clercs por intelectuales para evitar la confusión que sin duda provocaría el término clérigos.

Lo que se gana de un lado se pierde de otro: lo propio del intelectual es precisamente su voluntad de intervenir en el debate público. Es difícil por tanto que un intelectual traicione su misión cuando se dedica a cumplirla. Otra cosa es que traicione al sentido común, que es lo que suele pasar. Se recordará al norteamericano William F. Buckley, que dijo que preferiría ser gobernado por los primeros nombres de la guía telefónica de Boston que por el equipo rector de la Universidad de Harvard. Benda, con su estilo sentencioso, que intenta poner al día de la gran prosa de los moralistas franceses del Gran Siglo, lo dice de otra manera:
Si a Racine o a La Bruyère se les hubiera pasado por la cabeza publicar consideraciones sobre lo oportuno de la guerra de Holanda o la legitimidad de las Cámaras, les habría parecido que sus compatriotas iban a reírse abiertamente de ellos (p. 221).
El mayor pecado que han cometido los ex clérigos de Julien Benda, ahora intelectuales, es haberse dejado llevar por la pasión predominante de su tiempo, que es la pasión política, y haber abandonado su misión de defensa del idealismo para instalarse en un realismo que permite justificar cualquier medio en función del fin. Lo primero que sucumbe en el trance es la razón pura, la verdad, la actitud desinteresada. Ganan, en cambio la relativización, lo que hoy se llama relativismo, y el particularismo, que hoy se traduciría por multiculturalismo.

En los años en que escribió Benda, los dos motores de la pasión política que conduce a tal degradación fueron la Patria y la Clase. Como Benda nunca logró quitarse de encima sus prejuicios de radical a la francesa, la insistencia en la Patria le lleva al cultivo de una pose peligrosa de universalista, siendo así que combate los efectos deletéreos del pacifismo. En cuanto a la Clase, le parece más amenazante la defensa de la burguesía que la ofensiva del proletariado. Se equivocaba.

Pero todo esto, que ancla a Benda en la primera mitad del siglo XX, no le quita actualidad a su panfleto. Al revés. Algunos de los males que aquí se describen se han intensificado con el tiempo. Así que se sigue leyendo con interés y aprovechamiento. Algunas veces recuerda al Ortega de La rebelión de las masas y El tema de nuestro tiempo, otras a los maestros de los neoconservadores americanos. En una edición reciente en inglés, se ha encargado del prólogo Roger Kimball, un brillante intelectual conservador. Se podía haber intentado algo parecido en español, y se nos hubieran evitado las trivialidades de Fernando Savater, que firma unas líneas previas.

El fondo del panfleto sigue vigente. Cambian, con el tiempo, las posiciones a las que conduce la reflexión apasionada de Julien Benda. ¿O no tanto? Un esfuerzo más, y Benda habría descubierto al gran reaccionario que llevaba dentro.


JULIEN BENDA: LA TRAICIÓN DE LOS INTELECTUALES. Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores (Madrid), 2008, 292 páginas.

Pinche aquí para acceder a la página de JOSÉ MARÍA MARCO.

http://libros.libertaddigital.com/un-panfleto-casi-reaccionario-1276235846.html

Despilfarros de Carod

Despilfarros de Carod

Viernes, 28-11-08
Las ambiciones de Carod Rovira más allá del ámbito autonómico que le corresponden salen muy caras a los contribuyentes. En efecto, la denominada «Agencia Catalana de Cooperación para el Desarrollo», una alternativa en toda regla a la «Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo» gastó hace poco 272.000 euros en una fiesta para presumir de ayudas al tercer mundo. En realidad, más que ayudas lo que se realizan son instalaciones efímeras para hacer propaganda de la acción exterior de la Generalitat. En la fiesta referida hubo de todo, desde una ginkana hasta cantantes afines a la causa, generando un gasto que -como se ha denunciado en sede parlamentaria- equivale en un sólo día a lo que emplea Intermón en un año para actos en toda Cataluña. El derroche continúa con partidas tan sustanciosas para 2009 como 170 millones de euros en la elaboración de informes adjudicados «a dedo», 74 millones en publicidad institucional o 67 millones en promoción exterior. José Montilla preside un tripartito ineficaz y heterogéneo en el que nadie pone freno a los dislates que promueven los sectores más radicales. En plena crisis económica, la opinión pública muestra su indignación ante gastos excesivos y perfectamente inútiles para atender a las necesidades reales de los ciudadanos. Entre la obsesión identitaria de unos y el oportunismo de muchos, el dinero público se despilfarra sin que nadie ponga remedio a tanto disparate.

http://www.abc.es/20081128/opinion-editorial/despilfarros-carod-20081128.html

Felix Arbolí, Ha muerto Franxo, ¿Se habia enterado ya ?

viernes 28 de noviembre de 2008
Ha muerto Franco. ¿Se había enterado ya?

Félix Arbolí

N O sé el por qué, este año se ha puesto de moda hablar de la muerte de Franco en estas fechas, sin tener en cuenta que el suceso luctuoso para unos y festivo para otros, tuvo lugar hace treinta y tres años, los mismos que tenía Jesús cuando los judíos o el pueblo de Israel de entonces, lo condenaron y crucificaron y José Antonio Primeo de Rivera cuando los antecesores de los que hoy gozan de certificados de buena conducta lo ejecutaron. Hasta este año el ambiente se removía algo en estas fechas concretas y los franquistas y detractores movilizaban a sus huestes para armar un poco de jaleo. Algaradas callejeras sin ninguna trascendencia. Desfogue juvenil y ganas de armas jaleo.

Pero este año entre la “desmemoria histórica” y las ansias del señor Garzón en abrir tumbas y remover restos humanos, el anti franquismo parece alcanzar cotas altísimas y sorprendentes. Ahora quieren hacernos creer que esa época que ahora juzgan y condenan con la “valentía y decisión” que entonces no tuvieron, -el miedo es libre y humano-, no ha existido nunca en España. Y se empeñan en destruir, derribar, omitir en textos y eliminar en monumentos y fachadas toda alusión a ese periodo de nuestra Historia, que quieran ellos o no, fue un hecho real. Como si el ayer y sus circunstancias pudieran cambiarse al libre albedrío de cualquier loco o visionario.

Y todos aquellos que se inclinaban servilmente ante el “odiado dictador” de ahora y “glorioso caudillo” de entonces, permanecen callados mientras lo insultan y ocultan su pertenencia y adhesión a ese régimen con la misma vehemencia y cobardía que Pedro negó tres veces su condición de discípulo de Cristo, aunque éste se arrepintió y rectificó al instante y los amnésicos actuales morirán con la vergüenza de su perdida dignidad, si es que alguna vez la tuvieron..Sus uniformes engalanados con tantas cruces, medallas, flechas y galones, la mayoría de ellas compradas en chamarilerías o conseguidas de mala manera, los tienen guardados en el arcón más escondido de la casa para que nadie pueda descubrirlos en un posible registro, pero conservándolos en alcanfor por si alguna vez cambiaran las cosas y fuera necesario desempolvarlos y lucirlos. Que las lealtades de los políticos y la gratitud de los enchufados son tan efímeras que no merecen la pena tenerlas en cuenta.

Me tocó vivir ese periodo de pleno. Mis ideas y juicios no son de oídas, ni asimilados, sino experiencias personales como funcionario secretario en el Juzgado Central de Marina, -entonces cada Ejército tenía su ministerio y sus ministros eran generales y almirantes, y la verdad todo funcionaba a las mil maravillas, lo cual no quiere decir que ahora con tantas faldas tenga que ir peor, simplemente que era distinto-. Era un destino bastante idóneo para estar al corriente de todo cuanto acontecía en la política y el gobierno. Los militares solían ser muy conversadores y a mi juzgado llegaban comentarios y noticias que no se oían en otras dependencias. Estábamos muy bien conectados y considerados, incluido el que suscribe, porque era una dependencia con la que todos pretendían llevarse amigablemente. Intervine entre otros casos y en la forma confidencial y documentada que se realizan las cuestiones judiciales, en lo relacionado con el 23 de febrero, con visitas y toma de declaraciones a la cárcel militar de Alcalá Meco. Allí se encontraban el general Armada, al que veía pasear solitario por el patio y jardines de la dependencia, -por lo visto no se reunía ni alternaba con ninguno de los otros implicados-; el comandante Pardo Zancada, que fue con una compañía a repeler el golpe y se unió a los amotinados, el capitán de navío don Camilo Menéndez, al que conocía del ministerio y fue el único de la Marina que se sumó y otros actores de ese evento, a los que tuvimos que tratar dada nuestra misión. Por cierto al figurar en mi DNI, la profesión de periodista, que entonces era obligatorio que constase en este documento, tuve algunos problemas para que me dejara pasar el control de la prisión. Hubo de bajar el director y convencerse a través de mi Juez, un Coronel Togado, que iba en calidad de miembro del Juzgado exclusivamente. Una vez dentro, estuvimos con los protagonistas de ese suceso y al intentar abonar las consumiciones en el bar de la prisión nos dijeron que todo estaba pagado, ya que todas las consumiciones corrían por cuenta del comandante Pardo. Por cierto, hablando del Juez Togado, esta mañana, casualidades de la vida, me lo he encontrado y hemos hablado largo y distendido sobre tiempos y hechos pasados. Aunque ya estaba en la reserva, había alcanzado el grado de general y Ministro Togado.

En aquellos tiempos y en ese destino donde estuve veinticinco años, tuve un material de primera mano sobre aquel caso y otros no tan famosos, pero bastante importantes también y jamás traicioné la confianza y lealtad del juez y mi lealtad a la Marina, en utilizar esos datos e informes secretos de primera mano y que tenía en exclusiva como periodista, ni siquiera bajo un seudónimo. Y eran asuntos que hubiesen alcanzado un enorme impacto para mi carrera y se hubiesen cotizado espléndidamente. Esta es la deontología profesional que yo comentaba en mi artículo sobre las confidencias de la Reina publicadas por Pilar Urbano.

También me cogió en este destino el asesinato de Carrerro Blanco, que fue una auténtica sorpresa para todos y causa de una gran confusión en las altas y menos altas esferas militares, que no sabían como reaccionar ante la gravedad del hecho. Estuvimos todo el día acuartelados esperando consignas y sin poder utilizar el teléfono para nada. Se oían algunas voces animando a coger las armas y acabar con los asesinos, los sospechosos y hasta sus allegados sin distinción. Hubo exaltados que hablaban de una solución militar y también los que pedían calma y esperaban instrucciones del mando. Yo creía que se iba a armar, pero al final de la tarde permitieron mi salida y la de todos los civiles y al día siguiente el agua había regresado a su cauce aunque se advertía que llevaba flotando numerosas muestras de la tormenta pasada.

Y también me cogió allí el seguimiento de la enfermedad y posterior muerte de Franco. Una auténtica bomba de relojería que nos tuvo con el alma en vilo sin saber cuando podría estallar y las consecuencias de su estallido. En aquella ocasión si tuve algo de miedo, ya que la Marina siempre ha sido, ahora lo ignoro, muy conservadora y monárquica y entonces muy franquista. Hubo un oficial amigo que había iniciado la guerra como cabo y terminó su vida militar como capitán, que se hizo tres turnos seguidos de guardia nocturna y con uniforme de gala ante el túmulo de Franco, por propia convicción y demostrada devoción. Se empeñó en estar ante su Caudillo muerto el máximo tiempo posible quieto y firme y así lo hizo esa noche tristísima y algo larga para él. ¡Cuantos de los que entonces se rasgaron las vestiduras y llevaron sus lutos hasta en las pestañas se vendieron posteriormente a los que habían entrado camuflado en un nuevo Caballo de Troya ocultando sus ansias de revancha y sus sentimientos llenos de rencores!. Si se publicaran los datos familiares y cargos ostentados por los antecesores de los actuales políticos, incluidos muchos de los gobernantes y algún comunista rezagado, nos llevaríamos una auténtica sorpresa al advertir y comprobar el camaleonismo y cambios de chaquetas que descubriríamos.

¿Dónde están esos millones de personas que esperaron largas colas para pasar ante el cadáver y hasta santiguarse en público?. ¿Es que hemos sufrido una epidemia o algún terremoto que los ha barrido de la faz de la tierra?. ¿Por qué son tan frágiles de memoria y tan contrarios a reconocer los méritos de una persona o a perdonar y olvidar sus desaciertos cuando se encuentra muerta e incapaz de defenderse?. ¿Y por qué han esperado para demostrar sus quejas e insultos a que el adversario haya desaparecido y estén seguros de que no podrá volver?. En mi tierra llamamos a esto cobardía.

Estamos viendo a los mismos perros o a sus cachorros, aunque con distinto collar. Antes lo llevaban azul, porque era el color de moda y las influencias y ahora lo lucen rojo porque es el que se ha impuesto para poder vivir apoltronados y bien servidos. Todo es cuestión de cambio, ese cambio del que tanto hablan los políticos para esconder sus fracasos y mantener “ilusionados a los ilusos”.

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1846

Ana Nuño, Las lagrimas de los blancos

viernes 28 de noviembre de 2008
RIGOBERTA MENCHÚ Y LA HISTORIA DE TODOS LOS GUATEMALTECOS POBRES

Las lágrimas de los blancos

Por Ana Nuño

En 1983 apareció en Francia un ensayo de Pascal Bruckner sobre el "gran complejo de culpa de los occidentales": en su afán por lavar retrospectivamente su conciencia de las injusticias y crímenes del colonialismo, la izquierda tercermundista de Occidente decidió cargar con todos los pecados universales, exculpando siempre de antemano a los no europeos y no blancos. Es decir, a los supuestos parias de la Tierra.

No hay, es imposible que haya seres de otras etnias, culturas y colores de piel capaces de asesinar, torturar, saquear o siquiera mentir, y en el excepcional supuesto de que pudiera probarse que sí los haya, esta anomalía ontológica siempre podrá explicarse por alguna opresión, pasada o presente, ejercida por esos otros seres, maléficos y destructores, que en todo tiempo y espacio son "los blancos".

El libro de Bruckner, Le sanglot de l’homme blanc, fue en su día denostado y rápidamente silenciado: hace 25 años su tesis era demasiado chirriante para los finos oídos de la intelectualidad de izquierdas, acostumbrada ya al canto llano de las misas deconstruccionistas y relativistas, uniforme y sedante. (En España, donde ni siquiera ha llegado a editarse el libro de Bruckner, ni eso: todos sordos como tapias). Con el tiempo, este ensayo ha adquirido la curiosa reputación de obra premonitoria, como si lo que aparece detallado en sus páginas fuera un diagnóstico precoz y no lo que realmente fue en su momento: la descripción fidedigna de una ideología, el izquierdismo tercermundista, que llevaba al menos dos décadas imponiendo urbi et orbi su catecismo (laico, cela va sans dire). Pero es que la tesis de Bruckner, desde luego, es hoy la misma que ayer, y quienes han cambiado de parecer son algunos de sus lectores. ¡Si hasta el diario Le Monde, Vaticano de la iglesia socialdemócrata y auténtico heredero de la ideología fustigada por Bruckner, considera ahora que su libro es uno de los ensayos más influyentes de los últimos cincuenta años!

El mismo año en que se publicó el ensayo de Bruckner: 1983, apareció en Guatemala y en La Habana la primera edición de Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, de Elizabeth Burgos. Un libro que recogía el estremecedor testimonio de una joven india maya quiché guatemalteca sobre las matanzas de las poblaciones indígenas que desde hacía años perpetraba impunemente el ejército de ese país centroamericano. Entre las muchas y detalladas denuncias de la joven Rigoberta destacaban los suplicios que padecieron su padre, su madre y su hermano. Recuerdo el horror y la indignación que sentí (leí el libro en 1987) ante la descripción de la muerte infligida al hermano menor de Rigoberta, Petrocinio, quemado vivo en la plaza mayor de Chajul junto a otros veintidós vecinos de este pueblo de El Quiché, que como él habían sido sometidos a horrendas torturas antes de ser supliciados de aquella espantosa manera.

Difícilmente podía concebirse, en 1983, mayor contraste que el ofrecido por la crítica razonada de Bruckner y el testimonio de Menchú recogido y presentado por Burgos. En el primer caso, una impugnación en regla del renovado credo de una izquierda que se valía de la compleja realidad del llamado Tercer Mundo para cambiar de piel y pasar página de sus muchas y contumaces complicidades con los regímenes comunistas de Europa del Este, China, el Sudeste asiático, Cuba y África; en el caso del libro de Burgos, el primer triunfo, el más sonado también, de los militantes oficiales de los derechos humanos, al amparo de sus múltiples oenegés y apoyos onusianos. De allí al Nobel de la Paz mediaban menos de diez años y la efeméride del Quinto Centenario del Descubrimiento de América. Y, por descontado, Rigoberta Menchú recibió el mentado premio, coronando así los esfuerzos de todos los lobbies izquierdistas del universo mundo.

Flashforward: en 1999, un antropólogo cultural con estudios en las universidades de Michigan y Stanford publica el fruto de diez años de investigación y trabajo de campo en El Quiché y aledaños: Rigoberta Menchú and the Story of All Poor Guatemalans. Y se arma la de Dios es Cristo. Bueno, la verdad es que ya su autor la había armado antes, y gorda, al publicar un trabajo de investigación sobre las raíces de los conflictos armados en otra comunidad del Quiché, la etnia ixil (Between Two Armies in the Ixil Towns of Guatemala, 1993). La tesis explorada por David Stoll, en aquella su primera contribución al estudio de la violencia en Guatemala, fue confirmada por su estudio de campo: muchos indígenas de la región declaraban que vivían y, sobre todo, morían asesinados "entre la espada y la pared". Es decir, entre el ejército y la guerrilla.

Cuando Stoll, nuestro aguerrido antropólogo, reincidió en este tema lo hizo movido por el testimonio de vecinos de Chajul que juraban no haber sido testigos de ninguna quema pública de indios en la plaza de su pueblo. Stoll hizo entonces lo que cualquier antropólogo sin orejeras ideológicas: averiguar por qué los habitantes de Chajul desmentían abiertamente el tremendo suplicio del hermano de Rigoberta Menchú, como ésta lo había contado. Diez años después, Rigoberta Menchú y la historia de todos los guatemaltecos pobres daba una respuesta razonable: si había discrepancias entre el testimonio de la Premio Nobel guatemalteca y otros testigos de los mismos sucesos que ella había descrito con tanto dramatismo, la razón última era que Menchú había dado de las masacres de indios mayas guatemaltecos en El Quiché una versión convenientemente maquillada a efectos útiles de la propaganda del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), el grupo armado en el que militaba a comienzos de los ochenta.

El libro y la tesis de Stoll han desatado una extraordinaria campaña de denigración, sobre todo en los campus de Estados Unidos, donde han prendido las ideas, por ponerles algún nombre, de los John Beverley y Doris Sommer. Es decir, en los departamentos universitarios más afectos a esos pequeños y nocivos dioses que ya fustigaba Bruckner en su ensayo de 1983: el multiculturalismo, el relativismo cultural, el izquierdismo autoinculpatorio. O sea, en esos paraísos que son las universidades estadounidenses (nada que ver con nuestros patéticos centros de estudios superiores europeos, donde nada funciona o sirve para algo útil, desde sus desactualizadas bibliotecas hasta sus titulaciones, que valen en el mercado laboral menos que dos años trabajando de portero en una discoteca), donde los privilegiados del único y auténtico Primer Mundo se permiten el lujo de escupirse en la cara al asomarse cada mañana al espejo. No wonder! Bien saben que después de su gratuita toilette matutina, mientras dan clases o investigan en sus cómodos cubículos, vendrá a limpiarles el escupitajo que dejaron en el espejo la mexicana o salvadoreña o nicaragüense… o guatemalteca de turno.

Aquel primer testimonio de Rigoberta Menchú recogido y editado por Burgos, ojo, no es cualquier cosa: ha sido infinitamente más efectivo que cien Vietnams (¡pobre Che Guevara, de haberlo sabido…!) para impulsar la causa del izquierdismo tercermundista. El mismo de cuyos deletéreos efectos ideológicos y políticos nos advirtió Bruckner. Precisamente porque, en buena medida, aquel libro lo fue de propaganda al servicio de una causa impulsada muy efectivamente desde Cuba, como explica Elizabeth Burgos en su prólogo a la edición española del libro de Stoll, y porque sirvió para normalizar una política de defensa de los derechos humanos cooptada e instrumentalizada por los militantes de la "lucha armada de los pueblos oprimidos", cobra especial relieve la publicación de la investigación de Stoll en España. No sólo por lo ya dicho de pasada: Burgos, impulsora del fenómeno Menchú, adjunta aquí un prólogo que, además de dar las claves del testimonio original de la guatemalteca, ofrece una crítica razonada de la recepción de aquel testimonio y del trabajo de Stoll. Pero también es importante este libro porque, a pesar de que desde hace tiempo puede consultarse íntegramente en la red, es al menos sano que, en el país que se negó a publicar el ensayo de Bruckner, un editor que cuenta con escasos recursos haya hecho el esfuerzo de acercar este trabajo indispensable aún más al público. Porque corrije las muchas dioptrías del testimonio de Rigoberta Menchú, desde luego, pero también porque, polémica Menchú aparte, el trabajo de Stoll es una fascinante descripción del complejo mundo de Uspantán, el pueblo natal de Rigoberta, y de los mayas quichés y los ladinos que son sus habitantes.

Quiero, por último, romper una lanza a favor de Elizabeth Burgos. En la violenta polémica académica y mediática desatada a raíz de la publicación del libro de Stoll, es ella quien ha recibido los golpes más duros e injustos. (Stoll se ha defendido bastante; ya era hora de que el público español conociera la postura de Burgos). Se ha dicho –y la misma Rigoberta Menchú se ha sumado a este coro de erínias– que Burgos manipuló el testimonio de la guatemalteca, movida por su fidelidad de entonces al régimen cubano, principal responsable de la estrategia maximalista de las guerrillas guatemaltecas. ¡Vivir para ver! Cuando Burgos entrevistó a Menchú en su casa, en París, a finales de 1982, la guatemalteca militante del EGP y la ex guerrillera procastrista venezolana sin duda sabían lo que querían hacer. Aceptar cualquier otra hipótesis es, como poco, despreciar la astucia política de ambas.

Es cierto que, a comienzos de los ochenta, Burgos seguía siendo una compañera de ruta del régimen cubano. Pero no son menos ciertas estas dos realidades: el examen por Stoll de las dieciocho horas de grabación del testimonio de Menchú, conservadas por Burgos, que sirvieron de base al libro de la venezolana y al Premio Nobel de la guatemalteca, confirman que Elizabeth no modificó un ápice las palabras de la militante del EGP; y en segunda pero no menos importante instancia, Burgos ha tenido el mérito añadido de haber renunciado pública y sonoramente, desde 1989, a impulsar la ideología y los métodos del régimen cubano, que en el pasado había defendido a capa y espada. En puridad, la experiencia y el testimonio de Elizabeth Burgos podrían figurar en el Por qué dejé de ser de izquierdas de Javier Somalo y Mario Noya. Salvo por el hecho, conociéndola, de que a esta mujer, que ha sido testigo y partícipe de algunos de los más importantes episodios de las izquierdas latinoamericanas, le importa hoy menos trasladar su militancia a otro bando que dedicarse a analizar y disipar los fantasmas que la obnubilaron en su juventud. Los mismos, por desgracia, que siguen nublando la conciencia de nuestros contemporáneos. Al menos, de los que no hayan leído Le Sanglot de l’homme blanc y el portentoso trabajo de Stoll.


DAVID STOLL: RIGOBERTA MENCHÚ Y LA HISTORIA DE TODOS LOS GUATEMALTECOS POBRES. Unión Editorial (Madrid), 2008, 509 páginas.

http://libros.libertaddigital.com/las-lagrimas-de-los-blancos-1276235844.html

Enesima improvisacion

Enésima improvisación

Viernes, 28-11-08
LA eficacia del nuevo plan de choque presentado por el Gobierno contra la crisis va a depender no sólo de su adecuación a las necesidades de la reactivación productiva, sino también del crédito político del Ejecutivo entre los agentes económicos y sociales. El presidente comprobó ayer en el Congreso, donde anunció el nuevo paquete de medidas, el nivel de desgaste político que ha sufrido no tanto por los efectos de la crisis, sino por su empeño en negarla primero y en minimizarla después, para, al final, aceptar que existe y es grave. La contundente réplica de Mariano Rajoy se aproxima más al diagnóstico del ciudadano que el optimismo impenitente de Rodríguez Zapatero. El líder popular tachó la política del Gobierno como un «desbarajuste», calificativo que resume la cadena de planes de choque que ha anunciado el Ejecutivo sin haber logrado inspirar confianza a los mercados, frenar la sangría de empleos ni reanimar la actividad crediticia. Rajoy acertó al prevenir al jefe del Ejecutivo de que ya no puede seguir cubriéndose con la internacionalización de la crisis, porque la que sufre España -desempleo, déficit, competitividad limitada- tiene causas propias.
La falta de una estrategia de reformas estructurales hace que las medidas anunciadas sólo puedan aspirar a un efecto paliativo, pero no curativo. Sin reformas del sistema fiscal, del mercado de trabajo y del orden financiero será difícil aprovechar esta crisis para relanzar la economía sobre bases más sólidas que resistan mejor futuros ciclos bajistas. Nada dijo Zapatero de esas reformas, y si es cierto que el margen para las rebajas fiscales es «estrecho», como dijo ayer mismo el vicepresidente económico, Pedro Solbes, el escenario de mayor déficit público e incremento de la presión fiscal descrito por Rajoy se convierte en la expectativa segura para la economía española. Lo que tiene que explicar el Gobierno es por qué una economía teóricamente tan saneada como la española ha perdido tan súbitamente su capacidad de maniobra fiscal. El Gobierno vuelve a apostar por un incremento de la inversión pública como única receta contra la destrucción de empleo. En sí mismo no es criticable, siempre que forme parte de un plan más ambicioso. Pero parece que es lo único que está dispuesto a ofrecer a la sociedad. La transferencia de 8.000 millones de euros a las Administraciones locales para que propicien 300.000 puestos de trabajo con obra pública es, además de una previsión voluntarista, perseverar en la idea de que el Estado se convierta en el empleador de quienes pierden su empleo, en vez de establecer condiciones para que esa enorme cantidad de dinero circule, con la supervisión del Estado, por los cauces de la financiación a las familias y empresas, que son las fuentes estables de empleo y producción. Bien puede estar que las Administraciones públicas actúen como impulsores de actividades económicas a corto plazo y en ámbito limitado, pero siempre en una estrategia general que acepte que los fundamentos de la recuperación de la economía están en manos de las empresas y de los ciudadanos.
Es cierto que Zapatero ha atendido la recomendación del G-20 de aplicar políticas internas a las crisis nacionales, pero además de hacer caso al foro de Washington, hay que acertar en las propuestas. Todo suena a improvisación y a falta de audacia para abordar reformas radicales que dinamicen la economía. El endeudamiento del Estado tiene un límite; el mercado laboral no puede mantener rigideces que aceleren el desempleo, con previsiones de hasta el 17 por ciento en 2009; los grandes sujetos económicos -banca, construcción, automóviles- deben recibir ayudas que reviertan en el ciudadano. Los empresarios sigue denunciando las restricciones al crédito a pesar de la política de avales del Gobierno a las operaciones bancarias. Y pese a la ausencia de resultados y a los fallos de las previsiones sobre las cifras macroeconómicas, el Gobierno es contumaz en el inexplicable mantenimiento de unos Presupuestos Generales para 2009 que está tan desbordado y desmentido por los datos de la crisis como el propio Ejecutivo.

http://www.abc.es/20081128/opinion-editorial/enesima-improvisacion-20081128.html