miércoles, junio 27, 2007

Blanca Alvarez, El bueno, el malo y el otro

El bueno, el malo y el otro
28.06.2007 -
BLANCA ÁLVAREZ b.alvarez@diario-elcorreo.com

Aseguran los científicos de la genética que los gemelos, en realidad, no son dos, sino tres. Como si al crearse en el vientre materno, para ganar dos individualidades partiendo de una unidad, se inventaran a un tercero, el de la discordia, a quien responsabilizar, tolerar o asesinar, para quedar ambos libres de toda responsabilidad y sentirse fuertes ante un enemigo en sombras. Cuando son niños, cogidos en falta de trastada, tienden a poner cara de pasmo para ver si los adultos, ante la duda en la identidad, se aburren y castigan a un tercero, invisible para todos excepto para ellos. La literatura ya se explayó sobre gemelos inquietantes, también el cine, el cómic, la pintura e incluso en la realista fotografía más de uno ha visto, tras el dúo de carne y hueso, asomar un aura temblorosa: el tercero.La realidad, como siempre, supera a la más tenebrosa ficción. Por eso, en estos últimos tiempos, dudo que la gran escritora húngara Agota Kristof escribiera la trilogía sobre los gemelos Claus y Lucas sin haber conocido la existencia de los gemelos Kaczynski. Salvo que, como los mejores escritores, los presintiera. En 'El Gran Cuaderno', el lector nunca llega a la conclusión de si existieron dos hermanos gemelos, si uno murió y el otro adoptó la perversión del primero, si murió el bueno a manos del maléfico, o si, en realidad, existió un tercero en discordia capaz de jugar con dos infelices hermanos, bastante trastornados por el convulso mundo de la Segunda Guerra Mundial. Con los gemelos polacos, a una servidora la corroen dudas similares.Dudo si son dos, para empezar, aun cuando aparezcan, panza contra panza, mostrando un doble perfil de papada o un frente de rubicundas mejillas. Dudo de su juego cuando uno se coloca los cuernos diabólicos a fin de permitir el revoloteo angelical del otro. Dudo, incluso, que existan, porque sus ocurrencias más bien son propias de personajes virtuales. Ya saben, esos seres inventados en un ordenador, sin pasado y sin otro futuro que las ondas, porque son capaces de ver pornografía en los 'teletubbies' o asistir a cumbres de alto nivel con propuestas de niño autista en periodo de ego henchido.No me extraña que sean necesarios los esfuerzos de veintiséis ministros para enfrentar sus chiquilladas lloronas: no es que sean más fuertes, es que son dos jugando el papel de uno. Además, pueden incluso turnarse en las funciones fisiológicas sin que nadie sienta el alivio de su ausencia porque uno permanece siempre presente. De guardia. ¿Son dos cerebros pensando al unísono? ¿Un solo cerebro divirtiéndose con el contrario en plan esquizofrénico total? De cualquier modo, los guionistas de los 'teletubbies' deberían ir pensando en añadir un par de gemelos, así, gorditos, bajitos, polacos, intransigentes, victimistas, verdugos en horas libres. Irreales pero capaces, como los fantasmas, de agotar a veintiséis ministros.

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