jueves, junio 28, 2007

Jose Javaloyes, Cruce de caminos entre Chavez y Putin

viernes 29 de junio de 2007
Cruce de caminos en Moscú entre Hugo Chávez y Putin José Javaloyes

De compras en Moscú, el presidente de Venezuela inicia una visita oficial, de tres días, que es exponente de una más que notable temperatura de relación. El petróleo aparece en medio de la agenda para este nuevo encuentro entre el presidente ruso y el caudillo bolivariano. No sólo está presente el petróleo en la negociación energética entre estas dos potencias exportadoras de barriles de crudo; lo está también, y acaso primordialmente, en el hecho de que son sus actuales altos precios la causa última de que Hugo Chávez tenga en estos momentos su especial relación con la industria militar rusa.
El golpista golpeado ha pagado a Rusia, hasta el momento, facturas del orden de los cuatro mil millones de dólares por la adquisición de armamento, que incluye desde aviación militar a miles de fusiles de asalto, y que puede incluir también submarinos de propulsión convencional, además de sistemas de defensa antiaérea si, como parece, los rusos aceptan la demanda del orate.
En todo caso, estas compras de material militar definen, por su escala y desproporción cierta con el armamento de los países de la región, un principio de desestabilización regional en lo militar que corre pareja con la desestabilización iniciada ya, en lo político, por la “revolución bolivariana”.
Eso que es algo más que una simple sintonía ideológica existente entre Caracas y los Gobiernos de Nicaragua, Bolivia y Ecuador, además de la especialísima relación de Venezuela con el castrocomunismo de La Habana, se configura, al menos en términos de pizarra, como un posible bloque diríamos que político-militar capaz de incordiar en la región. Aunque, en términos finales, infinitamente menos de lo que pudo hacerlo en el pasado el guerrillerismo castrista. Algo que generó, como respuesta reactiva, las dictaduras militares de toda una larga época en el mundo iberoamericano.
Los tiempos de la Guerra Fría ya pasaron y resulta difícil admitir que el dinero obtenido con todo el petróleo de Venezuela, fuera capaz de reproducir de forma aproximada un síndrome como aquel. La prudente proyección regional que cabría hacer del populismo izquierdista impulsado por el chavismo, podría establecerse —siempre que los precios del petróleo permanecieran en sus niveles actuales— en una deriva totalitaria como la ya iniciada en la misma Venezuela. Nada más. El agotamiento biológico del castrismo corre parejo con el del propio mensaje revolucionario.
A mayor abundamiento, la deriva totalitaria del demagogo de Venezuela parece haberse cruzado en Moscú con una estela política de sentido opuesto, abiertamente post-comunista pero manifiestamente poco liberal. Quizá debiera hablarse, en la Rusia de Putin, de una autocracia ideológicamente agnóstica pero, conforme sus constantes históricas, de ribetes nacionalistas.
Comparten Putin y Chávez, una especial relación con el Irán de los ayatolás, y también comparten, hasta términos aun no precisados, la idea de doblar la OPEP, integrando en ella a los exportadores de gas. Sólo la observación de que en la práctica son los mismos unos que otros, parece haber deshinchado esa idea que aun no es un proyecto; pero que, en todo caso, contribuirá a que el mundo industrializado, igual que ocurrió en los años 70 con las crisis del petróleo encarecido por restringido, apueste de manera significativa por la energía nuclear. Si tal cosa ocurriera, los sueños de Chávez, como los de los demás orates de chequera, se esfumaría en lo económico y en lo político como el sueño de una noche de verano.
jose@javaloyes.net

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