martes, marzo 31, 2009

Las lagunas del pacto

31-III-2009
Las lagunas del pacto
EDITORIAL
Celebrar el pacto no significa que no sea preciso vigilar su cumplimiento y, naturalmente, que se recuerden sus carencias de origen, que las hay.
Otros artículos del autor(2009-03-30) La quiebra de una caja y de la enésima mentira del PSOE

No podemos sino felicitarnos de que el Partido Socialista y el Popular hayan alcanzado un acuerdo que permita, por primera vez en la historia de la autonomía, arrancar el poder de las manos del PNV, enquistado en Ajuria Enea desde 1979. Era necesario que, al menos en esa región, los dos grandes partidos nacionales unieran sus fuerzas para reencuadrar la política vasca desde un ángulo constitucionalista. Afortunadamente, ambos han estado a la altura de las circunstancias y la próxima legislatura marcará el fin de una hegemonía nacionalista que dura ya treinta años.

Con todo, celebrar el pacto no significa que no sea preciso vigilar su cumplimiento y, naturalmente, que se recuerden sus carencias de origen, que las hay. Sería bueno que el PSOE dejase claro cuál va a ser el cometido de Jesús Eguiguren en el nuevo Gobierno de semicoalición. El parlamentario guipuzcoano ha sido por dos veces el encargado de encabezar las negociaciones entre la ETA y su partido. La primera de ellas en 2002 cuando aún gobernaba Aznar. En aquel entonces Eguiguren inició una serie de contactos con la extinta Batasuna que, por fortuna, no llegaron a cuajar. La segunda fue con motivo de la tregua-trampa de 2006. Eguiguren capitaneó la ronda de conversaciones con la banda terrorista amparado bajo el paraguas de Zapatero, a la sazón metido hasta la cejas en un "diálogo" que terminó abruptamente con el atentado de Barajas. Eguiguren, que ha sido uno de los artífices del acuerdo con el PP, debe comprometerse personalmente a no reincidir en ciertas tentaciones que han marcado su biografía política.

Otra de las lagunas que quedan al margen del acuerdo López-Basagoiti es la reedición efectiva del difunto Pacto Antiterrorista. Si populares y socialistas han declarado su intención de batallar firmemente contra la ETA y todo su entorno sociopolítico, ¿qué impide reactivar esa vieja herramienta que tan buenos resultados dio en el pasado en la lucha contra el terrorismo? Saber si podremos contar en el futuro con un Pacto Antiterrorista puesto al día es una de las prioridades, ya que este tema excede con mucho el ámbito de lo puramente vasco. Evitaría, por ejemplo, nuevos ridículos como el que hizo Zapatero durante su primera legislatura poniendo el Estado de Derecho a la altura del betún mientras los asesinos planificaban un atentado mortal.

Por último, hay un asunto no tratado en el acuerdo que, sin embargo, reviste una importancia capital para la convivencia democrática en el País Vasco: los ayuntamientos gobernados por ANV. ¿Cuál es la postura oficial de los ahora coaligados? ¿Harán cumplir la ley o, por el contrario, harán la vista gorda en estos municipios de la comunidad autónoma que viven desafiando el espíritu y la letra de la Constitución? Urge que Patxi López o Antonio Basagoiti se aclaren al respecto y formulen una línea de actuación clara, contundente y única para acabar con esta anormalidad. La Justicia está de su lado; la razón, también.

http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/las-lagunas-del-pacto-48468/

Santiago Abascal, Contra la interrupcion voluntaria de la lengua

martes 31 de marzo de 2009
Contra la ‘interrupción voluntaria’ de la lengua
Santiago Abascal (Elsemanaldigital.com)

RESULTA llamativo que la riqueza de la lengua española se emplee desde los poderes mediáticos y políticos para encubrir hechos tan definitivos, tan absolutos, como la muerte.

Este domingo se celebró, con un notabilísimo éxito de participación, una marcha por la vida, convocada por las organizaciones civiles defensoras del derecho a nacer, entre las que destacan las lideradas por Ignacio Arsuaga y Gádor Joya. Es obvio que no circularían medio millón de personas por el centro de Madrid si alguien no impidiera ese derecho del nasciturus. Y es también obvio que el gobierno radical de España trata de legislar contra los derechos, mucho más que positivos, de los niños mientras permanecen en el vientre materno.

Que el gobierno pretenda convertirse en el dueño y señor de la vida y de la muerte, jugando a ser Dios, o que pretenda otorgar a los padres títulos de propiedad sobre las vidas de sus hijos es una osadía propia de quienes no creen absolutamente en nada, de quienes lo relativizan absolutamente todo.

Este gobierno celestial que España padece cual plaga de Egipto debe creer que el índice que mide el progreso social viene dado por el número de monstruosos y malignos fetos que desdichadas y poseídas madres consiguen arrancar de su vientre antes de que los diabólicos malnacidos les compliquen la vida, pongan en riesgo su trabajo, o se entrometan en el mundo antes de tiempo.

Pero en este proceso dramático impulsado por el nihilistas ZP y por la miembra Aído (que en China no sería ministra, porque la habrían interrumpido), lleva aparejado también el aborto de la lengua española.

El eufemismo con el que el gobierno nos quiere colar esta nueva conquista social es la "interrupción voluntaria del embarazo". Protestan con razón muchas personas y organizaciones ante esta definición-trampa del drama de la muerte. Pero no caemos en la cuenta de que los eufemismos en esta materia tienen ya demasiada tradición.

Porque el concepto "aborto" es exactamente igual que el de "interrupción". Y porque cuando decimos "no al aborto", olvidamos involuntariamente señalar qué es eso que se aborta, que se interrumpe, que se trunca, que se rompe, que se evita. Y eso, señores, es la vida. Nada más y nada menos. Sin embargo, llevamos décadas aceptando gato por liebre y hablando del aborto que, no lo olvidemos, es una palabra que a veces se utiliza como desafortunado insulto, para definir a una persona de la que se quiere resaltar su malignidad o fealdad. Por eso creo que el eufemismo aborto tampoco es inocente, porque pretende sibilinamente dotar al feto de una carácter monstruoso, carente de toda humanidad, y castrador de las expectativas vitales de la madre.

Ciertamente la lengua española es extraordinaria, y algunos la utilizan para revestir, camuflar y esconder con términos como aborto, o interrupción, lo que solo se puede definir de una manera veraz: dar muerte al que va a nacer.

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp

viernes, marzo 27, 2009

Felix Arbolí, Los puntos sobre las íes

viernes 27 de marzo de 20009
Los puntos sobre las íes

Félix Arbolí

N UNCA me figuraba que un comentario sobre el Papa actual y el uso del preservativo iba a levantar tanta marejada. Por lo que veo, amigo Miguel, tienes el don de levantar ampollas en más de uno y de recibir las más fervientes alabanzas por parte de otros. Es lo que se espera de todo artículo que refleja una opinión en asuntos que al parecer conciernen o interesan a gran número de personas. Te felicito por ser capaz de movilizar a tanto lector y compañero en defensa o crítica de tu articulo. Mi intervención, que como sabes no obedece a motivos personales ni negativos hacia tu persona a la que aprecio y admiro, ha servido para que me suban al carro de los intolerantes y me tachen de meapilas de sacristías. Lo que más me ha dolido, ha sido el comentario de personas con las que jamás quisiera enfrentarme. Me he visto como un ser arcaico y desfasado, sin que me hayan dejado el menor resquicio una duda razonable sobre mi manera de pensar, ni ofrecer un posible respeto a mi “equivocada” posición. No esperaba que intervenir en tu foro me trajera tantos calentamientos de cabeza y decepciones. Es bueno tenerlo en cuenta para abstenerme en lo sucesivo de opinar sobre determinados asuntos que por lo visto tanto ofenden a algunos y enmudecen a los que puedan identificarse conmigo. ¿O es que me encuentro solo en esta cuestión?.

La culpa la tengo yo por hacer ese comentario dirigido al amigo y compañero sin ánimos de disputas. Les puedo asegurar que de ahora en adelante y en estas páginas pueden opinar sobre Papas, iglesias, santos y demás, que pasaré olímpicamente del tema. A mí no me cogen otra vez como cabeza de turco y ejemplo de intransigencia y evitaré esa espiral de críticas e incomprensiones que me están lanzando desde todos los ángulos como si yo fuera el guardián del Vaticano, al que sólo he ido en visita turística. Hasta han intentando conocer y controlar las veces que he realizado el amor con y sin esa funda de la discordia. Como si ese detalle fuera necesario para juzgarme y conocerme. Es realmente impresionante la fobia que despierta el Papa entre nuestros lectores y más aún comprobar que no leído una sola línea intentando defenderlo, no por quien es, sino por lo que representa. Tengo que ser yo el idiota que lo haga, aunque no sea asiduo a misas y sacramentos y menos ahora que me han decepcionado con tanta hipocresía y cinismo, porque los que blasonan de católicos practicantes y hacen galas de su religiosidad se han mantenidos callados por miedo a verse zarandeados públicamente. Claro, como no se hablaba a favor o en contra de Zapatero, que es su Anticristo particular, no merecía la pena intervenir. La acostumbrada cobardía de los que se dan golpes de pecho en los oscuros rincones del templo, para evitar que los vean y reconozcan, porque se acobardan de su cristianismo. Puede ser también que hayan querido demostrar que tenemos un Papa nefasto y por ello se han mantenido al margen de la polémica.

Cada día estoy más convencido de que los valores morales y religiosos son vestigios del pasado que ya no se llevan, ni se tienen en cuenta. Para mi han dejado de tener importancia. No merece la pena exponerse al ridículo y a la sátira por intentar defender lo que resulta indefendible. Y no lo digo por el artículo de mi compañero sobre el señor Joseph Ratziger, (ya no le llamo Papa para no sentirme zarandeado de nuevo), que está en su perfecto derecho de opinar de esa manera, ya que son sus puntos de vista y creencias que deben respetarse, sino por los que llevan la cruz sobre sus pechos, más como adorno y en oro, que en su mente y en su corazón como símbolo de su fe.. Son los que yo llamo católicos de pacotillas y Jesús llamaba sepulcros blanqueados, que sólo alzan su voz en los coros de las misas donde no se sienten amenazados o criticados, pero callan fuera del templo por el miedo a ser descubiertos y acusados como le pasó a Pedro la noche en que condenaron a su Maestro. Hacen bien en mantener su silencio, pero que luego no vengan refregando sus cruces y medallas como si fueran lo más importante de sus vidas, porque a la hora de la verdad solo han tenido el valor de confesar sus sentimientos y defenderlos, los que no se consideran cristianos y defienden su ateísmo sin el menor resquemor. Valientemente. He llegado a la conclusión de que estos asuntos no vuelvan a preocuparme, ni me quiten el sueño viendo a lo que me expongo.

Por defecto o virtud, ya que a estas alturas no sé si ha sido positivo o negativo, fui educado “según las enseñanzas de la Iglesia Católica”, porque tuve una madre que no pasaba una en este terreno tan íntimo y personal. Nunca he presumido de beato, porque entre otras cosas nunca lo he sido, ni de católico ejemplar, por las mismas circunstancias. Sin que ello suponga mérito o error por mi parte. Simplemente he sido una persona que instintivamente respetaba a una serie de personas y figuras, porque me lo hicieron mamar desde que tomé la primera papilla, aunque la realidad me haya demostrado en incontables ocasiones que no era correcta mi postura adoptaba, ya que las personas que había tomado como ejemplo, dejaban bastante que desear. No soy un robot y para algo me ha de valer mi facultad de razonar. Ni que decir tiene que los que rigieron la Iglesia en aquellos años de oscurantismos, inquisiciones y corrupciones, donde más que Papa eran guerreros ávidos de poder y manchados de sangre, me han merecido el desprecio hacia sus personas y actitudes, pero jamás he llegado a pensar que ése era el mandato y la voluntad de Cristo. Juzgar a esas personas, no debe significar el menosprecio a su simbolismo y representación. Creo yo o puede que esté equivocado viendo el panorama. Éste era mi controvertido punto de vista, que ya considero como agua pasada y empeño fallido. .

Siempre me había fascinado esa imagen de Jesús, que nos presentaban sus contemporáneos y seguidores. Me entusiasmaban sus enseñanzas y admiraba sus ejemplos y virtudes. Lo consideraba como un ser excepcional digno de ser respetado y admirado por todos aquellos que juzgan a las personas por sus hechos, aunque ya no esté tan seguro que obedezca a una realidad, viendo como anda el patio y a lo que nos exponemos los que creíamos y respetábamos esas cosas. Somos los cavernícolas del presente y cada vez con menos voces y energías. También he sentido un enorme respeto y veneración por la imagen y el ideal que representa María. No me avergüenza decir que en los momentos más graves, importantes y tristes de mi existencia he acudido a Ella, sin saber a ciencia cierta si me escuchaba o no e incluso si era tal cual la veía con los ojos imaginativos del alma o se trataba de un simple pero bonito espejismo que nos permitían disfrutar para hacernos más llevadero nuestro paseo terrenal. Mi fortuna o problema, ( a estas alturas y con tanto lío he llegado a la conclusión que no sé, ni entiendo nada), fue que tuve una educación y crianza de mucha necesidad económica, pero excesiva dosis religiosa. Y esto cuando se abre uno a la vida y empiezan las nuevas sensaciones y experiencias es muy duro de soportar y comprender. Mi madre fue más religiosa que maternal, aunque no signifique ni mucho menos que fuera mala madre, todo lo contrario, sino que estaba demasiado influida por la religión y esto hizo que en cuanto acabara mi dependencia de ella, cesaran las obligadas misas, confesiones y comuniones, aunque permaneciera fiel a Cristo, sin necesitar intermediario alguno para comunicarme con Él y hacerle mis confidencias. Hoy siento que hasta me están haciendo salir de ese camino.

Nunca he pretendido influir en las ideas religiosas y políticas de mis hijos, aunque no siempre hayan sido coincidentes con las mías. Estas diferencias, sin embargo, nunca han supuesto un escollo en nuestras relaciones y afectos familiares. Quiero a mis hijos más que a nada del mundo y ellos, estoy seguro que también me quieren. Y esto es realmente lo que me importa y enorgullece y deseo que quede como huella de mi paso por la vida. Creo que con esto queda demostrada mi tolerancia hacia las ideologías, tanto políticas como religiosas, que algunos pretenden poner en duda. Deseo que ellos me recuerden con cariño, me echen de menos y nunca me asocien a la idea del miedo y la intransigencia, con la que a veces asocio a mi infancia. Posiblemente con una madre menos comprometida religiosamente y más comprensiva para perdonar mis errores, yo no hubiera desertado de las estrictas normas eclesiásticas de las que quedé ampliamente saturado. Nada que ver con las emanadas de Dios y nuestros criterios y deberes naturales. Quizás hubiera podido ser un buen cristiano si me hubiesen dejado decidir y obrar libremente, cuando el momento era oportuno, sin imposiciones ni exigencias. . . .

Toda religión tiene enormes “agujeros negros”, insondables y llenos de inquietantes incógnitas, porque son creencias que van ligadas a la intimidad y esencia del hombre y tratan temas que escapan a las limitaciones terrenas, ya que tienen como objetivo el encuentro del Hombre con el Más Allá, del que nadie sabe nada a ciencia cierta, ni ha regresado para contarnos su realidad. De todas formas pienso y creo que toda persona ha nacido con una inclinación natural a forjarse un mundo sobrenatural que debe inspirar su vida y darle esperanzas en un futuro extracorpóreo. Si no, la bondad, el sacrificio, la resignación y el permitir que otros vivan subyugándonos impunemente no tendrían razón de ser y nuestras vidas serían un continuo toma y daca en la que no se respetaría otra cosa que la ley de la fuerza. Aunque, desgraciadamente, esto ocurra hoy en muchos lugares donde prevalecen las tiranías y sufren los más débiles, bajo la protección de un falso sentimiento religioso que lo tolera y en algunos sitios incluso lo fomenta. No siempre las ideas religiosas han marchado al unísono con la verdad, la justicia y la equidad. Incluso se ha matado en incontables ocasiones y aún se continúa matando en nombre de un Dios al que han invocado y hecho responsable de las barbaridades del hombre fanatizado.

Yo pude ver durante mi gravedad y desahucio hospitalario de hace nueve años la luminosidad que nos atrae cuando dejamos el armazón corpóreo y nuestro espíritu, llámenle alma, esencia, soplo vital o como quieran, se levanta y levita y se dirige hacia esa masa incandescente y llena de amor que nos espera tras la muerte. Es algo realmente maravilloso, único, inédito y distinto a todo lo que podamos imaginar. No existe el menor miedo en avanzar hacia esa luz. Se lo garantizo. Por eso he perdido el temor a la muerte, porque sé lo que me espera. No vi. pasar toda mi vida en segundos, ni me acordé de rezar o encomendar el alma, cuando aún tenía lucidez, sabiendo que estaba en los umbrales del más allá. Nada de eso ocurre cuando llegan esos momentos decisivos. Sólo se siente una paz indescriptible y ningún pesar o dolor de lo que uno deja, porque es más fuerte la poderosa llamada de esa luminosidad que todos los sentimientos. Es una visión que se me presentó y recuerdo con toda precisión. He sido pues afortunado testigo de ese luminoso final de nuestra vida. Ignoro si dentro de esa fuerza luminosa hacia donde me dirigía pacífico y feliz, había ángeles, espíritus, Ser Supremo o cualesquiera otros de los que nos han hablado y continúan hablándonos. No ví huríes, ni me encontré con arcángeles. Todo se refería a la visión de ese fuego, del que emanaban y al que se dirigían multitud de chispas de las que yo formaba parte, que se introducían y desprendían de la masa en un continuo ir y venir, como si al término de nuestro periplo terrenal regresáramos a nuestro origen y de él salieran otras chispas para iniciar su recorrido vital. Ignoro todo lo demás.

Yo quiero seguir venerando a Cristo, porque ha supuesto una gran influencia en mi vida, pero no me gusta realizar mis prácticas religiosas como una impuesta obligación, sin que sienta íntimamente esa necesidad. Prefiero a veces entrar en una pequeña capilla de mi calle y allí en la soledad de un rincón charlar amigablemente con ese Ser que pienso debe estar rigiendo todo este tinglado terráqueo y astronómico. Le hablo de mis cosas, cuento mis problemas y le pido soluciones. Directamente, sin necesidad de intermediarios, ni bajo el influjo de una fe poderosa y firme que no es mi caso. No puedo sustraerme, aunque lo intento, a las dudas que todo humano siente sobre el Más Allá y menos tras ese efímero paseo hacia la nada o la eternidad donde me encontré con un escenario totalmente inédito a todo cuanto me han estado contando. A veces, cuando me acuesto y rezo dudo que mis oraciones sean escuchadas o sirvan para algo. Otras, lo hago plenamente convencido de que servirán para preparar mi retorno a esa Paz de la que salí y a la que he de regresar. Cada día me hacen dudar más de todo.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5120

Villacañas, Apuntaciones en la muerte de Eduardo Navarro

viernes 27 de marzo de 2009
Apuntaciones en la muerte de Eduardo Navarro

Antonio Castro Villacañas

Q UERIDO Eduardo: hace siete días me preguntó Soco si tenía noticias tuyas. Le dije que no había hablado directamente contigo desde hacía un año, más o menos, cuando me llamaste para decirme que ibas a ingresar en una clínica con la esperanza de encontrar en ella el remedio a tus trastornos mentales, cada día más evidentes a la hora de mantener nuestra habitual conversación telefónica... No estabas seguro de que ese remedio se produjera y por ello, sin decirlo de modo expreso, querías despedirte de mí. Hice cuanto pude para que los dos nos convenciéramos de que pronto volveríamos a hablarnos, y cuando colgaste tu teléfono tras enviarme un fuerte abrazo sentí caer sobre mí el peso de los más de sesenta años que éramos amigos y camaradas... Se me llenaron los ojos de lágrimas. Como ahora, cuando escribo estas líneas en tu honor; y como hace siete días, cuando al leer tu esquela en ABC comprendí por qué mi mujer preguntaba si sabía cómo estabas...

Basta con leer una síntesis de tu biografía para darse cuenta de que eras una gran persona aunque no fueras alto y fuerte. Superaste -"gracias a mis tías", afirmabas siempre- tu temprana doble orfandad. El recuerdo de tu padre, fusilado en Almería cuando tenías nueve años por haberse sublevado con sus compañeros de armas en pro de una España mejor y más justa, te acompañó siempre, pero no en busca de venganza, represalia o simple nota diferencial (como usa a uno de sus abuelos el singular Zapatero que por desgracia de Dios nos gobierna), sino como humana polar indicativa de tu norte político y espuela imposibilitadora de conformidades y descansos... El ensueño de tu madre, muerta antes de que realmente pudieras conocerla, fue siempre contigo. Quizás por ello nunca pudiste compartirlo con otros sueños de amor. Sin duda la presencia de su fugaz y entrañable realidad, constantemente revisada y mejorada por dicho ensueño, fue lo que motivó tu continua preocupación por los desamparados o carentes de amor y de justicia.

Tu expediente académico -fuiste premio extraordinario en la Facultad de Derecho- te abría de par en par las puertas de todas las profesiones que dan prestigio y dinero, pero tú no quisiste traspasar ninguna de ellas. La vocación política se apoderó de tí antes de ingresar en la Universidad, y una vez en sus aulas la ejerciste con tanta limpieza como serenidad e intensidad. Ello te acreditó como persona y como "animal político", pero te apartó de las listas de "pretendientes" o "utilizables" que se hacían en el franquismo con los nombres de los elegidos por el aparato dirigente de cada grupo de presión operante en el sistema. Los motivos por los que tales aparatos elegían a sus pupilos i patrocinados no tenían mucho que ver con su formación política, su cultura, su dimensión social o su saber moverse en este o aquel extracto sociológico, ni en su capacidad para la dirección de personas o grupos, pero sí con el modo de interpretar el pasado, el presente y el futuro de España y del régimen vigente. Tú, por desgracia, habías elegido un "modo de ser y actuar" en política que no coincidía siempre ni en todo con el pensamiento y la acción de quien en cada caso te mandaba o estaba por encima de tí en la línea de mando. Por eso fueron alcaldes, procuradores en Cortes, consejeros nacionales, gobernadores civiles, mandos sindicales, etc., muchas personas inferiores a tí en multitud de aspectos, y que por regla general solo te superaban en su capacidad de asentimiento a cuanto desde arriba se les ordenaba. Por ello no se tuvo en cuenta -o se estimó demasiado- lo mucho y bueno que hiciste en el SEU, en la centuria "Alejandro Salazar", en el Colegio Mayor "Francisco Franco" y en los demás puestos de servicios administrativos y políticos que ocupaste hasta 1981 con tanta discreción como eficacia.

Tú, querido Eduardo, entendiste la política -desde muy joven- como una especie de "servicio social" voluntariamente aceptado por quienes se adscribieran a unas "milicias" encargadas de realizar en tiempos de paz una labor análoga -pero muy diferente- a la que en beneficio del Estado y del pueblo llevan a cabo los "ejércitos" en tiempos de guerra. En esa especie de "milicia política" cabían -tú y yo estábamos de acuerdo- tanto la discusión interna como las diferencias ideológicas no sustanciales o esenciales. Ello nos diferenciaba de cuantos mandones y sirvientes decían que siempre hay que hacer lo ordenado por quien nos paga directamente de su bolsillo o a través de un presupuesto público, hablar lo menos posible o incluso no decir nada la mayor parte del tiempo, y limitarse a apretar el botón que te indique tu jefe cuando este lo mande.

Por este modo de entender las cosas no ascendiste todo lo que pudiste y debiste ascender en el franquismo, y por la misma razón te apartaste del aparato postfranquista en cuanto te diste cuenta de que en él casi nadie buscaba una España mejor, sino una España en la que se pudieran hacer mejores y más rentables carreras. Tú colaboraste directamente con Adolfo Suárez y otros muchos "franquistas" en la tarea de que el Rey designado por Franco se asentara en el trono y desde él abriera puertas y ventanas a todas las posibles corrientes de aire, incluso a las más ponzoñosas. El sistema establecido a partir de la reinstauración borbónica no permitió que la débil y apenas tolerada "izquierda del régimen" estuviera presente en el recién abierto proceso constitucional, porque ya antes había pactado bajo el manto protector de Estados Unidos e Inglaterra que en la monarquía democrática ese papel le correspondería a un socialismo heredero del que perdió nuestra guerra, paulatinamente alejado tras ella de su anterior fobia anticapitalista y de su proximidad al comunismo. La nueva izquierda socialdemócrata y la nueva derecha democrática -nacida, desarrollada, crecida y engordada en el franquismo- permitirían la existencia de algunos partidos marginales -nacionalistas, separatistas, marxistas, etc.- pero serían las únicas verdaderas piernas sustentatorias del cuerpo político borbónico. Todo ello se fue aclarando poco a poco en el proceso seguido, más que impulsado, por Adolfo Suárez: elecciones de muy escogidos diputados y senadores del reino, cuidada selección de los redactores del nuevo texto constitucional, y mangoneo cuidadoso del texto definitivo. El resultado está a la vista: es la España de hoy. Tú te diste cuenta de que eso, esto, no era ni lo deseado ni lo prometido. También se dieron cuenta de ello los militantes y los votantes de UCD. De ahí vino su desasosiego interno, su descomposición posterior, la dimisión de Adolfo Suárez, el 23F el fracasado intento de Leopoldo Calvo-Sotelo y el rechazo democrático de los españoles a la UCD y a su sucedáneo CDS... Tú ya estabas fuera de la política en esos momentos, aunque permanecieras junto a Adolfo por simple lealtad personal.

De entonces para acá, ¿qué puedo decirte que tú no sepas? Los partidos constitucionales, especialmente los dos más grandes y representativos, se han convertido en una peculiar versión de las grandes empresas mercantiles y en ellos se ingresa y permanece, en vez de para realizar un servicio público, para prosperar socialmente y ganar dinero. La mayor parte de sus militantes entran en las nóminas públicas desde jovencitos -para eso hay unas Juventudes Socialistas y unas Nuevas Generaciones Populares, etc.-, y a partir de ellas van trepando por el frondoso árbol de la democrática política sin tener que destacar en ninguna profesión o carrera, sin saber escribir dos líneas, sin ser capaces de hablar en público, sin hacer nada de nada si previamente no se les dota de las convenientes chuletas o muletas... La política se ha transformado, querido Eduardo, en una fácil profesión: el oficio se tiene y se mantiene, y con ello se obtienen y se mantienen sustanciosos beneficios, siempre que se sigan al pie de la letra las instrucciones y los gestos de los principales dirigentes de la empresa-partido a que se pertenezca. De ahí que la práctica totalidad de nuestros actuales políticos, desde el número uno hacia abajo, no merezcan mejor calificación que la de mediocres adinerados.

En tu propio solar quedaste fuera. Del orbe de tus sueños hicieron criba. Tu única ventaja es que siempre fuiste creyente en cuanto valía la pena. Por eso estoy seguro de que en el puesto que Dios te haya asignado, allí donde todo el tiempo es primavera, harás cuanto esté a tu alcance para que España salga de su actual estanque y vuelva a ser el cauce alegre y claro de las aguas jóvenes que nacen y discurren a cada momento. A esas horas de aliento y esperanza te requiero, porque aún tenemos que hablar y hacer juntos muchas cosas, compañero del alma, compañero...

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5125

Miguel Martinez, Mossos: A por ellos, oeeee, a por ellos, oeeee…

viernes 27 de marzo de 2009


Miguel Martínez

L LEVAMOS una semanita caliente con el tema del desalojo de la Universidad de Barcelona, y al cuerpo de la policía autonómica catalana les están dando como para encerar todos los baños de la Preysler, pero bastante más cera de la que arde, más incluso de la que ardía años ha, cuando nos referíamos a otros tiempos o a otras porras y, especialmente, a otros manifestantes, que ni estaban organizados en grupos, ni coordinaban sus movimientos por Internet, ni variaban sus planes sobre la marcha empleando tecnologías al uso como el SMS; porque, como muchos de mis queridos reincidentes sabrán, hubo un tiempo en que la policía podía impedir cualquier concentración, de hecho las impedía, y en los que el imperio de la ley, por llamarlo de alguna manera, prevalecía en cualquier caso sobre los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Puestos a echar la vista atrás y a contar batallitas, podría narrarles cómo dos energúmenos con chapa de policía abofetearon al adolescente que caminaba junto a quien les escribe, cuando requerido para que se identificase en una céntrica calle por haber cometido el tremendo error de pasear una sospechosísima funda de guitarra -con una guitarra dentro, por supuesto- y expresarse éste en catalán cuando le preguntaron dónde iba y qué llevaba allí dentro, le salió la broma tal que así.

- Una guitarra, què hi vol que porti? (Una guitarra. ¿Qué quiere que lleve?)
- ¡Plaf - plaf! -respuesta en lenguaje mímico- A mí me hablas en cristiano, melenudo maricón y trae el carné que te voy a empapelar.

Huelga decir que mi compañero se quedó con las dos tortas y este servidor de ustedes dando gracias a Dios por haber dejado ese día la guitarra en casa y agradeciendo al cielo que no se dirigiesen a él en ningún momento, porque con el susto de la situación no sabe quien les escribe si le hubiese salido castellano, catalán, latín o sánscrito. Y allí acabó la historia porque, en aquellos años, ir a la comisaría a pedir explicaciones sobre un bofetón era hacer oposiciones a otro más gordo. Y eso lo sabía hasta el tonto del pueblo.

Ahora resulta que se puede ocupar una Facultad durante varios meses, y cuando se decide –de una puta vez, y perdonen el taco, pero un servidor pagó la matrícula universitaria de su niña para que le dieran clase, y no para tenerla de la biblioteca del campus al bar de la facultad y viceversa, esperando a ver si cuatro niñatos que dicen ser estudiantes la dejan o no entrar en clase- desalojarlos, se lía la de Dios es Cristo por la violencia empleada en la disolución de la manifestación. Cómo es posible que a ningún mosso, en vez de emprenderla a porrazos con los congregados, se le ocurriera sencillamente decirles: “Buenas tardes, queridos conciudadanos, les ruego que abandonen su actitud hostil y regresen a sus casitas ordenadamente”, porque a buen seguro que empleando ese tono todos los manifestantes, especialmente los de la cara tapada, hubiesen colaborado y se hubiesen disuelto pacíficamente, empatizando con el mosso y reconociendo cuán complicada es su tarea.

Ahora que nadie piense que estoy defendiendo la violencia policial gratuita o que considere que en la disolución de una manifestación todo vale. Permítanme sólo que les apunte un par de consideraciones.

Cuando se disuelve una manifestación no suelen funcionar los ruegos a los manifestantes para que sean buenos chicos, y, para hacerlo, hay que utilizar las porras. Igual que los cámaras de las películas pornográficas, en su afán de obtener primeros planos, corren el riesgo de ser salpicados, un reportero que se quiera situar en el centro de la revuelta, justo al ladito de los que van con la cara tapada, corre el riesgo de recibir un golpe de rebote, máxime si no se identifica adecuadamente con algún distintivo lo suficientemente llamativo. Ser reportero entraña sus riesgos como los entraña ser policía, la diferencia está en que el policía no suele tener la opción de decidir dónde se coloca para realizar bien su trabajo.

Cuando un estudiante de los que sí entiende la etimología de esa palabra ve que a su lado se coloca un grupito, con la cara tapada, equipados con sprays de gas mostaza y pertrechado de pancartas acolchadas y de banderas sujetas con palos de dos metros y medio de largo, se queda allí a su lado ejerciendo su derecho, hay para darle dos medallas. Una por tonto, y otra por si la pierde.

Cuando uno es un padre de un niño de 10 años y ve que se está disolviendo una manifestación, lo inteligente –y lo responsable- es quitar a su hijo de en medio de inmediato, y no porque deba temer que un policía le vaya a arrear al niño con la porra, que no me creo yo ni harto de pentotal sódico que un policía sea capaz en este país de hacer esto, sino porque una pelota de goma rebotada puede andar dando tumbos decenas de metros, o porque las carreras de la masa desbocada son capaces de llevarse por delante al niño, a la madre y a la abuela con silla de ruedas si se tercia, porque en toda manifestación existen unos personajes que aparecen irremediablemente, ya sea ésta de estudiantes, ya sea de trabajadores de la SEAT , ya sean del CUSCUS (colectivo de usuarios de condones usados –el reciclaje llevado a su máxima expresión), que se dedican a la inocente tarea de liarla, ora improvisando lanzacohetes con tuberías –imaginen la precisión del artilugio- para lanzarlos contra los policías, ora incendiando y atravesando contenedores y un sinfín de circunstancias que llevan a la irremediable conclusión de que si al estudiante de antes le concedíamos dos medallas, el padre que no quita a un niño de inmediato ante tal mogollón se merece, por lo menos, siete u ocho.

Dando por sentado que sí pueden existir, de forma esporádica, actitudes puntuales en las que algún policía quizás no se haya ahorrado algún gomazo, hecho que sí debiera aclararse, explicarse y, en su caso, corregirse, sacar de contexto imágenes, obviando la agresión previa a la respuesta policial, huele raro; por ese motivo, y ante todo el revuelo originado, a un servidor se le plantean una serie de dudas.

¿Cómo es posible que apareciendo en la prensa la detención de varios altos mandos de otro cuerpo policial acusados de delitos graves en relación con redes de prostitución y falsificación ese mismo día, esta noticia quede relegada a discretos recuadros en páginas interiores mientras que la imagen del mosso con la porra aparece en portada, en la página uno, en la dos, en la tres, en la cuatro… Que un servidor ya esperaba encontrarse un desplegable central con los mossos dando estopa.

¿No tienen mis queridos reincidentes la sensación de que alguien, con sabe Dios qué intenciones, muestra gran interés en erosionar -cuando no directamente desprestigiar- al cuerpo autonómico catalán? Sí es así –que no les quepa duda que lo es- resulta poco inteligente, porque cuando se quiere desprestigiar a la policía en democracia lo que se está desprestigiando es el propio sistema democrático.

Decimos en mi tierra que qui no vulgui pols que no vagi a l’era, o, lo que es lo mismo, que quien no quiera polvo, que no vaya a la era. Y que nadie interprete que siquiera insinúo que aquel que desee ejercer su derecho constitucional a manifestarse PACÍFICAMENTE deba dejar de hacerlo, de hecho un servidor ha ejercido su derecho a manifestarse pacíficamente cada vez que lo ha creído oportuno, y puedo asegurarles que jamás ha recibido no ya un porrazo, sino ni un mero empujón. Eso sí, ha sabido alejarse de aquellos que no acudían a la manifestación persiguiendo los mismos fines que el resto.

Cuando la policía reprime a los que no cumplen con sus obligaciones está protegiendo los derechos de los que sí lo hacemos. Quizás el problema consista en que en esta ocasión, como en otras muchas, quienes tenían como obligación la dirección del mantenimiento de la normalidad –y no me refiero a la policía- se hallaban en los mundos de Yupi oliendo florecillas silvestres, y a los niños malos se les dejó ser tan malos, y durante tanto tiempo, que finalmente se lo creyeron.

Ahora corramos todos a ponerles el micrófono delante a los niños malos para que rajen de la poli, que eso sí que vende.

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Miguel Angel Loma, De Herodes a Pilatos

viernes 27 de marzo de 2009
De Herodes a Pilatos

Miguel Ángel Loma

N O hay un aborto bueno y un aborto malo, como tampoco hay un infanticidio bueno y otro malo. El aborto no era menos grave cuando se multiplicaban sus ejecuciones fraudulentas bajo los Gobiernos de Felipe y de Aznar, que cuando se han seguido multiplicando bajo el Gobierno de Zapatero. Tan inocentes víctimas eran los seres humanos abortados entonces, como ahora.

Por eso, cuando los muy nacidos y creciditos parlamentaros del PSOE, ayunos de otras propuestas más saludables, nos amenazan con una reforma del aborto, resulta casi sarcástico que quienes permanecieron hasta hace tres días mirando hacia otro lado cuando «los suyos» eran los silentes cómplices en la sangría abortista, se muestren ahora alarmados y centren toda su oposición a la reforma en que ésta incluya que una joven de 16 años pueda abortar sin el consentimiento de sus padres. Si únicamente esto es lo que les escandaliza, muy fácil se lo ponen a la progresista Bibiana: sólo con suprimirlo, quedará como la heroína del talante tolerante, y tanto unos como otros podrán aparecer como vencedores de sus respectivas posiciones.

Donde radica el meollo de la reforma es en la introducción de una ley de plazos, porque significa transformar un delito en un «derecho a la salud reproductiva de la mujer». Cierto es que para este salto mortal del aborto-delito a la IVE-derecho, se requiere de alguna que otra pirueta jurídica por el Tribunal Constitucional que modifique su propia doctrina al respecto, pero de piruetas jurídicas por parte del TC algo sabemos ya los españoles desde el asuntillo de Rumasa...

El aborto es un crimen que erosiona los cimientos de la sociedad donde se legaliza. Todo lo que no sea erradicarlo, combatiendo las causas que lo producen, significa contribuir a la deshumanización de nuestro mundo. Pero quienes se rasgan hoy las vestiduras y callaban ayer, no son seguidores del Fary, por más que lo parezca el adjetivo que los califica
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Juan Urrutia, Feliz matrimonio

viernes 27 de marzo de 2009
Feliz matrimonio

Juan Urrutia

E L “tema vasco” parece ser un asunto que atañe a un reducido número de personas, a una pequeña porción de España. Sin embargo, afecta a todas y cada una de nuestras comunidades autónomas. Cuando ETA aprieta el gatillo, lo hace contra todo aquel que se interpone en su camino, proceda de donde proceda.

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Por los motivos arriba expuestos, creo que toda España, salvo un grupúsculo de estalinistas, está de enhorabuena, o lo estará si se cumple lo pactado por los dos grandes partidos, PP y PSE, respecto a la nueva política del no menos nuevo Gobierno vasco que, con total probabilidad, será regentado por Patxi López con el apoyo de Basagoiti. Parece ser, por primera vez en muchos años, que alguien ha visto lo evidente: las subvenciones para que los familiares de etarras vayan a visitarlos sin coste económico alguno, así como las destinadas a grupos declaradamente pro-terroristas, han de ser eliminadas para acercarnos al final de ETA. Tal cosa declaran socialistas y populares, prometen que así se hará, albricias y zapatetas. Significa, en pocas palabras, que los vascos dejaremos de costear las armas que apuntan a nuestras cabezas, que los terroristas tendrán que atentar desde un seiscientos con un tirachinas a modo de arma ofensiva y que poco a poco irán mermando como cuando se llevó a cabo el Pacto por las libertades. También dicen nuestros políticos, cuánto tiempo sin oírles exponer algo razonable, que se terminará eso de tener una Policía Autonómica Vasca que no detiene a terroristas. Gran verdad, con mis propios ojos vi en innumerables ocasiones cómo esperaban pasivos, a gran distancia, a que los “borrikos” sacasen de las herriko tabernas todo su material ofensivo (lanzacohetes, piedras, cócteles molotov y otros trastos malignos), permitiéndoles colocarse estratégicamente con toda tranquilidad. Tras la pantomima de batalla campal, autobuses quemados, transeúntes magullados, medio Bilbao sin cajeros automáticos y los terroristas callejeros tomando copas en las citadas herriko tabernas como si nada hubiera pasado. Tampoco se esforzaban en exceso con los asesinos de más edad, eran la Guardia Civil y la Policía Nacional las que realizaban controles, seguimientos y detenciones. Para rizar el rizo, los terroristas fueron escoltados por la Ertzaintza en sus siniestras manifestaciones incluso tras su ilegalización. Calles oficialmente cortadas y policías velando por la buena marcha de un evento protagonizado por una organización asesina. Pero, si se cumplen las palabras de los constitucionalistas vascos, eso pasará a la vergonzosa historia de esta tierra.

A lo largo de treinta años de hegemonía nacionalista, el Gobierno vasco ha promovido la segregación racista contra los no puros de raza y sangre, ha contribuido a la financiación del terrorismo, al adoctrinamiento ideológico en las escuelas y, en resumidas cuentas, ha regido Vasconia como si fuera de su propiedad. Si las cosas cambian, si por fin socialistas y populares se preocupan por sus conciudadanos, en lugar de por los votos que éstos puedan proporcionarles, y convierten el País Vasco en un lugar donde las personas no tengan que ocultar su ideología por miedo a sus vecinos, les felicitaré sincera, pública y efusivamente. Espero que así sea, les deseo desde estas líneas un feliz matrimonio.


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Ladron de Guevara, Una planta crece entre el estiércol

viernes 27 de marzo de 2009
Una planta crece entre el estiércol

Ernesto Ladrón de Guevara

T ODOS los que hemos nacido en medios rurales sabemos que el estiércol es el mejor abono para la tierra. Y que tras el mal olor y el desagrado que produce su dispersión sobre la superficie surcada para el sembrado el tiempo traduce lo que es materia orgánica en vida vegetal, en flores y frutos. Tras el invierno cenagoso siempre viene el verdor primaveral.

Una planta surge en el montón de basura maloliente. No sabemos si dará flores como la margarita o las amapolas o si surgirá un árbol frutal o simplemente una zarza espinosa.

La gestión del Gobierno zapaterista no puede ser más deprimente y escandalosa. A la ineficaz gestión que nos hunde en la miseria de todos los déficits nombrables e innombrables, a la irresolución de los problemas ya endémicos de la economía con graves problemas para el empleo, o a la búsqueda de soluciones para el endeudamiento de los españoles, se une la sucesión de disparates de todo tipo que ya suponen el vademécum de como hacer el ridículo de puertas adentro y lo que es peor hacia fuera. Son tantas las lamentables decisiones del Gobierno que no sabe uno como iniciar una relación de ellas. Desde la barbaridad de promover el aborto en adolescentes de dieciséis años sin supervisión familiar, lo cual debería estar penado en el Código correspondiente, hasta el anuncio del repliegue de las fuerzas militares en Kosovo sin el más mínimo decoro internacional. Bajo la razón de que Kosovo no tiene derecho a la independencia, se deja a la minoría servia a la intemperie. Para qué abundar en lo ya sabido. Esto no tiene remedio y ya es una necesidad higiénica que termine este suplicio de una panda de inútiles que nos está llevando a la ruina.

Quien crea que este desprestigio internacional y dar la espalda a los organismos en los que estamos ubicados por decisión de los españoles no tiene consecuencias se equivoca. La caída de nuestra imagen internacional a niveles comparables con Venezuela o Cuba sólo puede agudizar un deterioro económico acentuado por la nefasta gestión de un gobierno que se equivoca más que habla, que ya es decir. Sólo cabe rezar si se es creyente para que se acabe este periplo del esperpento y se sanee la situación política por el bien no solo de los españoles sino también de una Europa que nos mira con preocupación porque nos hemos convertido en el primo macarra; y ya no saben bien qué hacer con nosotros. A más de uno en el concierto europeo se le habrá ocurrido establecer fórmulas de exclusión de aquellos miembros que son un lastre para el crecimiento comunitario.

Pero esa planta nacida entre el estiércol se llama proceso político para constituir un gobierno vascongado no pringado por la mancha nacionalista. Parece ser que me equivoqué cuando predije que los socialistas reproducirían errores del pasado, y todo apunta a que las negociaciones con el Partido Popular van bien. Hasta el punto de que Ibarretxe ya se ha hecho cargo de su nueva situación de líder de la oposición. Brindaré, como prometí, con champán si las cosas salen bien, y pediré perdón a través de estas líneas que me proporciona Vistazo a la Prensa por haberme equivocado.

Hay una cuestión de indudable interés que suscita a todas luces la expectativa ilusionada de quienes estamos preocupados por la formación totalitaria del espíritu nacional en ese tinglado que se llama Escuela Vasca. En este punto debemos agradecer la contumacia del Partido Popular en la exigencia inexcusable de que se garantice la libertad de elección lingüística para formar gobierno. El partido socialista no reconoce el derecho a la educación en lengua materna, pero tendrá que firmar el requisito de garantizar el derecho de los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos. Ya que no lo hacen por exigencia moral, porque así lo ordenan los cánones internacionales en materia de derechos humanos, al menos lo harán para asegurarse el apoyo de los populares, lo que es una cuestión meramente utilitaria por acceder al poder, pero que abre nuevos cauces de libertades y de subsanación de la vulneración sistemática de los derechos de muchos alumnos a los que se ha condenado a perpetuidad por la marginación que supone la exclusión educativa. Ya sabemos que la Constitución ya no sirve para casi nada pues la han dejado en un mero papel sin ningún efecto práctico, pero tendremos un respiro, por un tiempo. Lo que dure solo Dios lo sabe.

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Jose Melendez, Kosovo, un ejemplo de mala gestión gubernamental

viernes 27 de marzo de 2009
Kosovo, un ejemplo de mala gestión gubernamental

José Meléndez

L A decisión de retirar de Kosovo el contingente de tropas españolas que, integrado en la KFOR, la fuerza con que la OTAN vela por la paz y la seguridad en ese país de nuevo cuño, es coherente con la línea política del gobierno español, que no reconoce como Estado a la antigua provincia serbia a raíz de la independencia unilateral que declararon
los kosovares. El gobierno tenía sus razones para ello, porque no podía admitir que en Europa nazca una nueva nación de forma unilateral mediante un referéndum que en España se considera ilegal como muy bien saben los nacionalistas vascos.

Esta postura diplomática chirriaba con el hecho de mantener un contingente de 621 militares –las fuerzas de la OTAN llevan en Kosovo mas de diez años y realizan allí una importante labor- para defender lo que se considera ilegítimo. A esto hay que añadir que las condiciones en ese país no son ya las mismas en cuestión de seguridad que hace una década y por eso Gran Bretaña y algún que otro país han anunciado ya una retirada gradual de sus efectivos, pero sin plazos por ahora y mediante negociación con sus aliados. Por tanto, la decisión española está básicamente justificada. Pero en la diplomacia global las formas tienen tanta importancia como el fondo y es en ese capítulo donde ha fallado una vez mas el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

El abrupto anuncio de la retirada de las tropas españolas, hecho por sorpresa por la ministra de Defensa Carme Chacón en una visita a la Base España en territorio kosovar, solo 24 horas después de comunicarlo a la OTAN, ha causado una honda conmoción tanto en la Alianza Atlántica como en las cancillerías europeas y en Estados Unidos, El secretario general de la Alianza, Japp de Hoop Scheffer recordó la máxima que rige en la organización que dirige: “Todos dentro y todos fuera” y el secretario general de la Presidencia del Gobierno, Bernardino León, tuvo que dar explicaciones apresuradas al Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, James L. Jones para tratar de paliar el enfado de la administración de Obama.

Desde el pasado sábado hasta ahora, hemos asistido atónitos a una serie de desautorizaciones, desmentidos y afirmaciones de que ha sido una decisión del gobierno de España. Primero se pretendió que había sido una decisión de la ministra que no había comunicado al ministerio de Asuntos Exteriores. En ese ministerio dijeron al principio no saber nada, para después asegurar el ministro Moratinos que sí había sido informado; Carme Chacón reiteró que la decisión se había tomado con el conocimiento de todo el gobierno y ahora se sabe que el asunto no fue tratado en el Consejo de ministros; el presidente Zapatero sigue sin decir nada y los votos de CiU y ERC le han salvado de dar explicaciones en el Parlamento y el líder de la oposición, Y cuando el martes pasado fue interpelado al respecto en el Senado, se salió una vez por la tangente y olvió a sacar a relucir el manido tema de la guerra de Irak, qie ya huele a podrido, pero sin dar ninguna explicación sobre Kosovo. Mariano Rajoy ha resumido el polémico tema diciendo que, una vez mas, el gobierno de España hace el ridículo ante el mundo. Cuando la ministra de Defensa anunció la retirada afirmó que esta se realizaría en un plazo de seis meses, estando terminada para finales del próximo verano. El secretario general Bernardino León rectificó en su apresurada explicación a Estados Unidos y anunció que esa retirada se haría de acuerdo con la Alianza Atlántica, sin poner fecha a su terminación, pero Carme Chacón, que ha reconocido su error al realizar públicamente el anuncio sin informar previamente y con el debido tiempo a nuestros aliados ha vuelto a ratificar lo que dijo en un principio, asegurando de nuevo que ha sido un acuerdo de todo el gobierno. Como verán, un carrusel de contradicciones que muestra de forma patente la ineptitud de este gobierno para enfrentar los problemas. La descoordinación entre los distintos departamentos ministeriales es evidente y la opinión pública no sabe quien dio realmente la orden ni quien es el padre –o la madre- de la criatura. Lo que sí se sabe es que este es un ejemplo patente de cómo no se debe gobernar, sobre todo cuando la ineficacia salta las fronteras y perjudica el crédito de España en el mundo. Resulta que la súbita retirada de los soldados españoles en Irak produjo una enemistad con la administración de George Bush que ha durado casi cinco años y cuando Zapatero tiene todas sus esperanzas puestas en el nuevo presidente estadounidense, llega otro patinazo para estropear el posible cambio de panorama.

El primer error de Zapatero, por ese afán suyo de las cuotas sexuales y su inclinación a los inesperados golpes de efecto, fue nombrar ministra de Defensa a Carme Chacón. No quiere esto decir que Carme Chacón no tenga méritos suficientes para ser ministra. Tiene un currículo universitario y político brillante, pero está también significada desde su primera juventud de ser antimilitarista. El antimilitarista es un ser, generalmente de izquierdas que, por principio, no cree necesaria la existencia del Ejército nada mas que para tareas puramente defensivas, confinado en sus cuarteles y con los soldados dedicados al tópico popular de conquistar niñeras en los parques públicos (y en este menester lo tienen crudo ahora, porque cada vez hay menos niñeras y no es cosa de ponerse a conquistar abuelas que son las que pasean a los niños). Y el segundo error en este caso ha sido ignorar las reglas diplomáticas y obrar una vez mas por su cuenta y riesgo. Esa es su forma de gobernar y esa es la que ha sumido a España en el caos en el que se encuentra ahora.

En los cinco años que lleva en la Moncloa Zapatero no ha dado una a derechas, quizá porque la derecha para él es un anatema. Gestionó mal la negociación con ETA; gestionó mal la negociación de los estatutos autonómicos; está gestionando mal la crisis económica que nos asfixia cada vez mas y ahora se encuentra con el problema de que ha irritado a la OTAN, a Estados Unidos y a nuestros aliados europeos, especialmente Alemania, Italia, Rumanía y Grecia, por cierto que estos dos últimos países tampoco reconocen al Estado kosovar, pero no retiran sus tropas. Por tanto, Kosovo es un ejemplo más de la mala gestión de un gobierno quemado, inepto y preocupado solamente por los golpes de efecto que puedan ayudar a su supervivencia. Un triste bagaje para arrogarse el título de gobierno de España.

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Ismael Medina, La Fuerzas Armadas en desguace y España indefensa

viernes 27 de marzo de 2009
La Fuerzas Armadas en desguace y España indefensa

Ismael Medina

D ECÏAN de Adolfo Suárez, algunos de sus colaboradores, que era incapaz de tener más de dos asuntos sobre la mesa. Cubrió esta carencia un equipo de colaboradores con experiencia política durante el franquismo en su mayoría, varios de los cuales le abandonaron cuando el monarca decidió llegada la hora de que los socialistas accedieran al poder para apuntalar la corona. Rodríguez ni tan siquiera está dotado para almacenar y digerir más de una idea, casi siempre contrahecha, y dispararla como inoportuno eructo según pinten los acontecimientos. Tampoco dispone de un equipo político experimentado, salvo en una demagogia de baja estofa con la que suple un oscuro complejo de inferioridad. Negados psicológica y funcionalmente para enhebrar una política de Estado a medio y largo plazo, el acontecer de cada día les pilla siempre desarbolados y apenas si disponen de otro asidero para salir del paso que la aplicación marrullera del diseño desvertebrador insuflado desde las logias.

LA RETIRADA DE IRAK LA ESTÁ PAGANDO ESPAÑA A MUY ALTO PRECIO

CREYÓ Rodríguez que con la abrupta retirada de Irak pagaba la deuda contraída con Chirac y Mohamed VI que tanto contribuyeron a su acceso al poder. Político de corto alcance y del montón, no cayó Rodríguez en la cuenta de que la vergonzante retirada de Irak, añadida al anterior desplante a la bandera de los Estados Unidos de Norteamérica, implicaba para España la pérdida de confianza de la primera potencia mundial. Y de buena parte de las cancillerías europeas, de rechazo. El agit-prop rodriguezco mantuvo una campaña desaforada para hacernos creer que el cierre en banda de Washington era una cuestión personal de Bush, pese a que cualquier persona medianamente informada era consciente de que la doble ofensa la sentían como propia republicanos y demócratas. Y la mayoría del pueblo norteamericano.

No pasó inadvertida en Washington la estúpida de una sonriente fotografía de Rodríguez con Mohamed VI, teniendo como fondo un mapa en el que Ceuta, Melilla, Canarias y Andalucía aparecían como marroquíes. Tampoco el progresivo deterioro reduccionista de nuestras Fuerzas Armadas, la deriva hacia un disgregador e incontrolado confederalismo de impredecibles consecuencias ni la campaña orquesta por la izquierda para amenazar con la derogación de los acuerdos bilaterales hispano-norteamericanos. Sucedió, asimismo, que Alemania y Francia iniciaron su retorno hacia el fortalecimiento del atlantismo, dejando a Rodríguez con el culo al aire. Los nocivos efectos para España no se hicieron esperar. Washington decidió desplazar a Marruecos el centro de gravedad estratégico para el control del acceso occidental al Mediterráneo y el consecuente espacio atlántico. La base británica de Gibraltar cobraba así nueva dimensión y reforzaba la reluctancia de Londres a cualquier tipo de concesiones. No paró ahí, sin embargo, la reacción norteamericana. Washington llegó luego a un acuerdo con Rabat para construir una gran base aeronaval en las proximidades de Tánger que suplirá a la de Rota.

ESPAÑA CONVERTIDA EN DÓCIL INSTRUMENTO DE LA POLÍTICA DISGREGADORA DEL MUNDIALISMO

CREYERON Rodríguez, sus ministros de aluvión y su enorme pandilla de asesores que podían contrarrestar el despego de la primera potencia mundial convirtiendo a España en una dócil delegación de la Secretaría General de las Naciones Unidas. Su refugio progresista y plataforma para que la mofeta política que nos preside paseara por el mundo, ufano, su sonrisa de cómico de vodevil y su insondable vaciedad. Cambió el teléfono rojo con el Despacho Oval por el teléfono triangular con el secretario general onunista y políticamente onanista.

Cada vez que la ONU decide enviar cascos azules a una zona conflictiva del mundo para que disparen bengalas multicolores en forma de palomas de la paz, Rodríguez responde con presteza y allá van nuestros soldados con orden terminante de componer la figura de Don Tancredo frente a las balas enemigas. Que para eso el ministerio de Defensa lo han convertido estos socialistas de pacotilla y ADN pabloiglesista en astracanada castrense. En misioneros uniformados del relativismo iluminista, condenados a morir por la ONU con la paloma picassiana entre los dientes y a que sus cadáveres retornen, casi de tapadillo, como muertos en accidente fortuito. Como los del Cougar en tiempos de Bono, el pastelero manchego, maestro en la confección de mazapanes encubridores con relleno excrementicio. Fue esa la causa de que el general Vicente Díaz de Villegas, al mando de 17.000 cascos azules en el Congo, bañado en sangre, dimitiera a las siete semanas de tomar posesión. Consideró que sus tropas no estaban allí para contemplar impávidas las matanzas entre facciones y de tantos miles de civiles indefensos, sino para imponer la paz por la fuerza de las armas. Pero la doctrina militar correcta no cuenta para los siervos del iluminismo.

Pocos columnistas han entrado en el fondo del problema planteado por nuestras “misiones de paz” en lejanos escenarios conflictivos. Tampoco, por lo general, sobre las causas de las feroces guerras intestinas que asolan amplias regiones africanas, ricas en materias primas estratégicas que poderosas multinacionales mantienen como reservas de futuro, a costa de la miseria de aquellos pueblos y de un continuo guerrear entre grupos tribales. También sacan suculenta tajada las empresas de las naciones que les suministran armamento, al tiempo que se les llena la boca con apelaciones al pacifismo y nutren de efectivos las mesnadas de cascos azules que despliega la ONU para enmascarar su complicidad con la estrategia del poder mundialista. Un juego criminal y protervo del que el gobierno Rodríguez participa con servil entusiasmo.

Está casi todo dicho o insinuado respecto de la espantada de Kosovo. La participación en los conflictos que desmembraron la unidad yugoslava fue iniciativa europea , canalizada a través de la OTAN y amparada en sus diversas fases por la ONU. Salvo en la declaración unilateral de independencia de Kosovo, si bien cuando la cuestión se explora a fondo comparece una calculada ambigüedad. La mayor parte de la población de Kosovo es musulmana, aunque no aborigen, sino consecuencia de una prolongada y forzada inmigración desde Albania y con Turquía como parte interesada. Está en el intríngulis de la Alianza de Civilizaciones promovida por la Secretaría General de la ONU y la que Rodríguez se apuntó de inmediato en connivencia con Turquía, cada vez más musulmana.

ALCANCE ESTRATÉGICO DEL ACOSO A SERBIA Y LA SEGREGACIÓN DE KOSOVO

SERBIA ha sido desde antiguo el nostálgico eslabón eslavo de Rusia. Y viene a cuento recordar lo que escribí en una anterior crónica sobre Barak Obama y su equipo preferentemente clintoniano. Me refiero a que el diseño estratégico de los USA, obra de Brzezinski, hombre de la máxima confianza de Rockefeller, pivotaba de manera obsesiva sobre el aislamiento de Rusia. De ahí que Washington alimentara la rebelión y resistencia de los afganos contra la ocupación militar y política por la URSS, hasta expulsarlos. Pero con la consecuencia no prevista de que ahora son los USA y sus aliados quienes hacen frente a esa misma situación. Y de que Rusia pretenda vengarse de la afrenta. Resulta, además, que el cartel mundialista del petróleo perseguía tender oleoductos por Afganistán para sustraer a Europa de la dependencia del petróleo y el gas rusos.

Quebrar el potencial nucleador de Serbia en el avispero balcánico y su vinculación eslavista formaba parte de la estrategia diseñada por Brzezinski y llevada adelante por los sucesivos presidentes norteamericanos, desde Carter, fueran demócratas o republicanos. Y no es casual que el Tribunal Penal Internacional se haya cebado con los dirigentes políticos y militares serbios mientras hace caso omiso de comportamientos nada diversos en otras de las repúblicas emergidas de la voladura del Estado yugoslavo. Tampoco de los terribles bombardeos de la aviación otanista sobre Kosovo ni de otros brutales excesos, incluidos los kosovares, respecto de los cuales la ONU guardó cómplice silencio.

La ONU, es cierto, no amparó la proclamación de independencia de Kosovo. Pero fue notorio su consentimiento desde que se produjo, hace poco más de un año. Si Rodríguez no retiró entonces nuestras fuerzas en Kosovo, pese a que se lo pidió el Partido Popular, se debió en buena medida a su vinculación instrumental con el secretario general de la ONU. También a que habría aparecido como una debilidad ante sus seguidores la aceptación de una propuesta del PP, partido enemigo a batir.

EL ORIGEN DE UNA DECISIÓN TARDÍA Y ESPERPÉNTICA

¿Y por qué Rodríguez decide un año más tarde de la independencia de Kosovo el golpe estrafalario de la espantada, valiéndose de Carmen Chacón, a espaldas del resto del gobierno y sin cumplir los requisitos obligados con la OTAN, con los gobiernos que también tienen tropas desplegadas junto a las españolas ni el gobierno norteamericano de cuyo nuevo presidente mendiga una fotografía?

La explicación más plausible reside en que Rodríguez necesitaba un golpe de efecto similar a la retirada de Irak, atemorizado como está por el revés electoral en Galicia, el desenlace indeseado de las elecciones en Vascongadas y el creciente descrédito derivado del hundimiento de nuestra economía y sus letales efectos sociales. Le ha sucedido lo que a un encantador de serpientes amaestradas a quien se le mueren. O al prestidigitador al que le roban la chistera. Parece confirmarlo su temeraria insistencia en sacar a relucir la retirada Irak frente a las certeras andanadas de Rajoy en la sesión parlamentaria del pasado miércoles.

Otras incitaciones, añadidas a las expuestas, motivaron o aceleraron la consumación de la espantada. Lorenzo Contreras sugería en La Estrella Digital una de ellas: la reciente entrevista de Rodríguez con Medvedev. No es descabellado suponer que el presidente ruso pudo advertir a Rodríguez de los riesgos que para las relaciones económicas entre ambos países y el difícil equilibrio interno español podrían derivarse de la permanencia de soldados españoles en Kosovo, equivalente al reconocimiento tácito de la declaración unilateral de independencia de una parte del territorio serbio. Pero si Mevdevev fue discreto de puertas afuera de la Moncloa, Boris Tadic, presidente de Serbia, no se recató durante su visita oficial a Madrid en advertir del efecto emulación que supondría para otros movimientos secesionistas la aceptación la independencia unilateral de Kosovo como realidad política irreversible. Llamada serbia de atención que subrayé en mi anterior crónica.

Se ha escrito, asimismo, que Rodríguez había decidido, para congraciarse con Obama, asumir la petición norteamericana a sus aliados, en particular los europeos, de aumentar sus efectivos desplegados en Afganistán, aunque no para una beatífica “misión de paz”. Rodríguez aceptó ese precio por futuras fotografías con el presidente norteamericano. Lo prueba la velada campaña mediática emprendida para justificarlo ante la opinión pública. Y ante sus seguidores, en particular. Pero la escasez de efectivos militares desplazables y la estrechez de los recursos financieros destinados a nuestras Fuerzas Armadas exigían retirar alguno de nuestros contingentes desplegado en otros escenarios geográficos.

Si lo anteriores ingredientes se mezclan en una coctelera moncloaca y se les añade una rociada de arbitrismo, incompetencia e ignorancia de las claves actuales de las relaciones internacionales, se entenderá mejor la naturaleza del bodrio que montaron Rodríguez y la Chacón para anunciar por sorpresa la espantada de Kosovo. El pasmo interior y exterior fue generalizado. Y también el derrumbe del ya escaso crédito internacional a que Rodríguez y compaña han conducido a España. A una España en fase iluminista de eutanasia y aquejada de una debilidad extrema frente a eventuales insurgencias internas o agresiones islámicas. Una indefensión política y militar que no es casual, sino resultado de un proceso desintegrador que ya puso sus huevos en el texto constitucional.

DESGUACE DE LAS FUERZAS ARMADAS PARA AEGURAR LA DEINTEGRACIÓN DE ESPAÑA

EL desmoche de la Fuerzas Armadas lo inició Gutiérrez Mellado, movido por resentimientos propios y acuciado por la exigencia partitocrática de erradicar cualesquiera afecciones franquistas en los cuadros de mando. Los continuos atentados de ETA, de los que eran objetivo preferente militares y guardias civiles, que también lo son todavía, hacían temer una perturbadora reacción castrense. Se puso entonces en práctica un peculiar remedo de la lejana “Ley Azaña”, encaminado a eliminar de los cuadros de mando a los considerados de dudoso “espíritu democrático” y sustituirlos por afines y predispuestos a la obediencia. Un mecanismo que se extremó tras la acción institucional del 23 de febrero de 1981, merced a la cual se lograron tres de los objetivos perseguidos por sus escondidos promotores: depuración y asfixia militar; acceso al poder del partido socialista y consolidación del monarca como salvador de la democracia. Se olvidó que las Fuerzas Armadas, fieles al mandato contenido en el testamento político de Franco, fueron las garantes de la transición hacia el sistema parlamentario de partidos promovido por la Cortes franquistas mediante la Ley de Reforma Política y asumida por la extensa y nueva clase media que creo el régimen constitucionalmente subvertido.

No es el momento de explayar un relato minucioso de lo acontecido a partir de entonces. Si acaso, señalar que bajo los gobiernos de González se siguió el camino iniciado por Gutiérrez Mellado de depuración subrepticia de los cuadros de mando, al tiempo que desde el gobierno se amparaban y excitaban los movimientos de objeción de conciencia al cumplimiento del servicio militar y de otros mecanismos antimilitaristas, paso previo a la inexorabilidad de derogación del servicio militar obligatorio y de creación de unas Fuerzas Armadas profesionales, o mercenarias, difícilmente sostenibles en forma acorde con las necesidades objetivas de la defensa nacional a causa de las limitaciones de nuestra economía. El objetivo fue satisfecho bajo el gobierno de Aznar. Queda en el aire la pregunta de si, a tenor de la herencia recibida, no le restaba otra alternativa y de si pudo evitarlo de habérselo propuesto.

El acceso al poder de Rodríguez, mediante un criminal “accidente”, sin duda calculado en sus efectos políticos por quienes lo diseñaron en la sombra, aceleró hasta el paroxismo el proceso que he descrito. Lo emprendió Bono desde el ministerio de Defensa con su habitual doblez y ha alcanzado cotas esperpénticas con el nombramiento de Carmen Chacón para ese departamento crucial. Además de la sumisión de Rodríguez as los dictados disolventes de la Secretaría General de las Naciones Unidas y del Nuevo Orden Mundial, no puede desconocerse el empeño rodriguezco en romper la unidad de España a través de un cenagosos confederalismo que vulnera frontalmente el concepto unitario de España definido por la Constitución y cuya defensa a ultranza atribuye a las Fuerzas Armadas el Art. 8º.

LA ANTIESPAÑOLA CHACÓN SE AFANA EN EL DESGUACE DE LAS FUERZAS ARMADAS

EL nombramiento de Carmen Chacón para sustituir a Bono no respondió al cumplimiento de la monserga de paridad en el gobierno entre el número de varones y de hembras, sino a la estrategia disolvente de convertir en “naciones” a las taifas secesionistas. Si algo distingue a Carmen Chacón es su pertenencia a un expeditivo nacionalismo catatalanista, adobado con un enfermizo resentimiento hacia España y sus Fuerzas Armadas, amén de su anclaje en un mostrenco feminismo y en un gaseoso pacifismo a ultranza. Son anecdóticos, aunque significativos, su reluctancia a usar el preceptivo “¡Viva España! en las visitas mediáticas a unidades desplegadas en el extranjero u otro tipo de revanchismo antiespañoles. Lo que importan son las decisiones que afectan a un efectivo diseño estratégico de la defensa nacional. Lo confirman unos mínimos datos sobre las medidas adoptadas durante sus pocos meses de mandato.

* Los efectivos militares en Vascongadas, ya perniciosamente disminuidos en tiempos de Bono, se han reducido hasta el extremo de convertirlos en presencia simbólica y carente de una mínima capacidad operativa. Y a despecho de que, tal y como la concibió Garicoechea, la policía autónoma vascongada responde a criterios de ejército profesional “gudari”. Se ha debilitado al propio tiempo el despliegue de unidades operativas y logísticas en el entorno de Vascongadas. Decisión nada casual que condiciona una pronta y eficaz respuesta en caso, nada improbable, de subversión separatista. También ha proseguido silenciosamente el debilitamiento del despliegue militar en Cataluña.

* Persiste la supresión de regimientos de arraigada tradición histórica bajo el pretexto de una reordenación y modernización del diseño estratégico de defensa.

* También hemos asistido al desmantelamiento de unidades de la Legión de gran solera, a despecho de que se trata de unidades de reconocida capacidad operativa, una de cuyas misiones prioritarias era la defensa de Ceuta y Melilla.

* La calculada inclinación a desfondar la estructura institucional de las Fuerzas Armadas ha alcanzado también a la Infantería de Marina, innovación española que data de 1537 y que todos los ejércitos modernos, y no sólo el norteamericano, han reproducido y potencian año tras año. Carmen Chacón la ha rebajado de Fuerza con entidad propia en el ámbito de la Marina de Guerra, a Cuerpo deshuesado y manipulable. Pierde así la Infantería de Marina “su carácter orgánico dentro de la Armada y queda desprovista de su entidad institucional”. Lo denunciaba Florentino Portero en un esclarecedor artículo publicado en “ABC” (07.03.2009) cuya búsqueda y lectura aconsejo a quienes lo desconozcan.

* La Academia General Militar, ya destripada en buena medida por Bono, trata de convertirla Carmen Chacón en una suerte de escuela de ingenieros militarizada. Y al frente de la Escuela Naval de la Armada tiene decidido colocar a un civil.

* La dotación en armamento de nuestros Ejércitos es casi tercermundista. El presupuesto de mantenimiento de la aviación militar, por ejemplo, condiciona brutalmente su operatividad y el entrenamiento de sus efectivos de vuelo y tierra. Lo absorbe en gran proporción el de la flota destinada al transporte de los miembros de la Casa Real, del presidente del gobierno, de sus ministros, de otros políticos de pacotilla y del nutrido acompañamiento de adláteres y tropa mediática. Condicionamiento que también afecta a la Marina de Guerra. Si se envían unidades a un escenario de conflicto más o menos alejado, apenas si hay disponibilidad económica para que se haban a la mar otras unidades.

* Se ha politizado al máximo la selección de los altos mandos militares e incluso de escalas inferiores al generalato. Priman para los ascensos la docilidad, las primas económicas, la afección ideológica y también la pertenencia a la masonería. No ha sido casual en este aspecto la iniciativa de equiparación generalizada entre oficialidad procedente de la escala de suboficiales y la oficialidad de carrera.


* El pacifismo de vodevil iluminista que hizo decir al pastelero Bono de nuestros soldados que prefieren morir a matar, lo ha institucionalizo Rodríguez mediante la degradación de la fuerza militar a ONGs uniformadas, en vez de en unidades de combate preparadas para vencer al enemigos y subsidiariamente para proteger a las ONGs civiles en el cumplimiento de misiones de paz y ayuda humanitaria que le son específicas.

* Pese a la escasez de fuertes unidades operativas, se mantiene el despropósito de sustraer a las Fuerzas Armadas los 4.000 efectivos humanos de la Unión Militar de Emergencia, en realidad una guardias pretoriana para Rodríguez y su gobierno. Y cuya capacidad para intervenir frente a situaciones de catástrofes localizadas se ve condicionada por el consentimiento que para su actuación otorguen las Administraciones taifales afectadas.

ACUSADORAS PLUMAS BLANCAS PARA LOS ALTOS MANDOS QUE BAILAN EL AGUA AL GOBIERNO

ASISTIMOS, en definitiva, al desguace sistemático de nuestra capacidad militar de reacción frente cualquier tipo de insurgencias interiores o de agresiones exteriores.
Una conspiración desmanteladota de las Fuerzas Armadas que, repito, forma parte de la encaminada a destruir la unidad de España. Rodríguez, que se declaró “rojo” sin que nadie se lo pidiera y alardeó de que el concepto de nación es “discutido y discutible”, no se apea del burro aunque ocasionalmente trate de disimularlo mediante declamaciones o decisiones coyunturales carentes de efectos prácticos. La mentira y el engaño son componentes inseparables de una enfermiza irracionalidad.

El malestar comienza a bullir y a manifestarse de nuevo en las escalas militares de mando directo sobre la tropa. No circulan todavía manifiestos como los que menudearon en tiempos de Gutiérrez Mellado. Pero emergen otro tipo de protestas al amparo de la informática y de las posibilidades que ofrece Internet. Los altos mandos que hacen servilmente el juego a la política disgregadora del gobierno están recibiendo mensajes consistentes en el dibujo de una pluma blanca. Su fuente de inspiración, obvio es recordarlo, reside en aquella lejana versión cinematográfica de “Las cuatro plumas”, cada una de las cuales, remitida por tres de los compañeros de regimiento que Harry dejó y por la novia que le abandona, contiene una acusación simbólica de cobardía. Harry reaccionó ante la afrenta y marchó a Sudán para rescatar a los antiguos compañeros y a sus soldados cercados en Jartún

La cuestión que propone este envío simbólico de plumas blancas a los altos mandos militares de nuestras Fuerzas Armadas es si contribuirán, como sucedió con Harry, a que reaccionen, redescubran las exigencias del cuadro castrense de valores y cumplan con su deber que no es el de sumisión complaciente a los caprichos devastadores del poder político. Los más dudan de esa eventual recapacitación.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5126

miércoles, marzo 25, 2009

Chacón: error, ¿qué error?

25-III-2009
Chacón: error, ¿qué error?
EDITORIAL
Negándose a admitir sus errores, Chacón deja a nuestros airados aliados como unos olvidadizos que no recuerdan que el Gobierno español les ha informado en todo momento de manera diligente. Vamos que, además de machistas, les falla la memoria.

El Gobierno de Zapatero ya ha dado innumerables muestras de su afición por el sostenella y no enmendalla, es decir, por mantenerse en el error aún a sabiendas de que los hechos lo demuestran. Esto es, precisamente, lo que ha hecho la ministra de Defensa, Carmen Chacón, tanto en su rueda de prensa del pasado lunes –la primera que ha celebrado desde su nombramiento hace un año–, como en su comparecencia de este martes en el Senado para responder, a instancias del PP, de la decisión unilateral, tardía y al tiempo repentina, de retirar nuestras tropas de Kosovo que tanto malestar ha causado entre nuestros sorprendidos aliados. En ambas ocasiones, la ministra se ha negado a admitir el más mínimo error, alegando que la retirada de nuestras tropas es una decisión "inamovible", que comparte "todo el Gobierno" y que se producirá de forma "escalonada y coordinada". Naturalmente, lo que la ministra oculta con estas declaraciones es el hecho de que su anuncio a nuestros soldados del pasado jueves se produjo sin el menor conocimiento previo ni del resto de ministros, ni de los embajadores españoles, ni de las autoridades de la OTAN, ni de los países aliados, ni de nuestros altos mandos militares.

Si no fuera ya suficientemente elocuente la "profunda decepción" y el malestar expresado por nuestros aliados –empezando por los representantes de la Administración estadounidense–, o las correcciones que el secretario general de la Presidencia del Gobierno, Bernardino León, se vio obligado a dirigir a la ministra, ahí estan las filtraciones de la reunión de urgencia que Chacón tuvo el pasado domingo con los principales altos cargos ministeriales y con el JEMAD, en la que, según confirmaron a Europa Press fuentes gubernamentales, sí se reconocieron graves "errores de interlocución".

Lo peor es que negándose a admitir públicamente esos errores y haciendo luz de gas sobre informaciones contrastadas que ha reflejado hasta la prensa internacional, Chacón deja a nuestro airados aliados y a esos medios de comunicación como unos olvidadizos que no recuerdan que el Gobierno español les ha informado en todo momento de manera diligente. Vamos que, además de machistas, les falla la memoria.

Claro que, todavía ha sido más patética la intervención de Zapatero, máximo responsable de este gravísimo embrollo diplomático, a quien el grupo socialista le ha evitado tener que comparecer en el Congreso. En su breve intervención a una pregunta en el Senado, Zapatero se ha limitado exclusivamente a sacar a colación a Irak y a acusar al PP de haber enviado tropas a aquel país "contra la legalidad internacional y contra Naciones Unidas". Al margen de la falsedad de esa acusación –las únicas resoluciones de la ONU tras el derrocamiento del dictador Hussein pedían expresamente ayuda militar internacional a la pacificación y transición a la democracia de aquel país–, lo que ha hecho Zapatero ha sido "mentar la soga en casa del ahorcado". Y es que si ha habido un incidente diplomático más grave al que hoy nos ocupa, ha sido precisamente el que protagonizó Zapatero con su espantada de tropas en aquel país y con sus llamamientos a los aliados a hacer lo mismo. Todo ello en un momento en que el terrorismo islámico todavía no daba por perdida esa "plaza" y chantajeaba a los gobiernos occidentales para que siguieran el ejemplo del español.

Aunque en el caso de Kosovo lo único que se le ha reprochado al Ejecutivo sean las formas, las formas lo son casi todo en diplomacia. En cualquier caso, está por ver que Zapatero le saque a este desaire al Gobierno de Obama y a nuestros aliados el mismo rédito electoral que los causados en la etapa de Bush.

http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/chacon-error-que-error-48383/

martes, marzo 24, 2009

Carlos Semprun Maura, un hombre libre, descansa en paz Maestro

24-III-2009
Carlos Semprún Maura, un hombre libre
EDITORIAL
Con Carlos Semprún se nos va un bravo, un referente moral, literario e intelectual, un español valiente, un liberal de tronío, con Carlos Semprún se nos va, en suma, uno de los nuestros. Descansa en paz, maestro.

La inexorable ley de la vida se ha impuesto una vez más arrebatándonos a Carlos Semprún Maura, periodista, dramaturgo y decano de la sección de Opinión de Libertad Digital. Tenía 82 años y formaba parte de la nómina de columnistas de esta casa desde su fundación hace casi una década. A los lectores de este diario ha dedicado la última etapa de una vida consagrada a defender con la palabra su abanico de principios, que fueron evolucionando desde el comunismo de posguerra en el PCE hasta el liberalismo de este convulso principio de siglo.

A lo largo de su dilatada y provechosa vida Semprún Maura destacó en todo lo que se propuso. Fue un brioso antifranquista que, en los peores años de la dictadura, entraba en España desde el exilio exterior para rearmar moralmente a los del exilio interior, los disidentes de un régimen que, allá por los años cuarenta era todopoderoso y asfixiante. A esta primera fase de su vida intelectual le sucedió la del desencanto. Se dio de baja en las filas del Partido Comunista, entonces el único, y siguió por libre desplegando a su alrededor una proverbial actividad cultural caracterizada por el inconformismo. Como dramaturgo cosechó numerosos éxitos en Francia y revisó a fondo sus antiguas creencias políticas, transmitidas casi de un modo sanguíneo por su hermano Jorge.

Para la década de los años 60 Carlos Semprún era ya un intelectual reconocido en el agitado París de Sartre y la revuelta estudiantil. De ambos daría buena cuenta, pero no para comulgar con las ruedas de molino del pensamiento único, sino para someter a crítica lo que a él le parecía una moda irresistiblemente servil y reaccionaria. Porque Semprún Maura siempre fue un librepensador. Desconfió de todos y de todo, y nunca se creyó lo que los demás daban por sentado a la primera. Esa desconfianza innata y un talento poco común le convirtieron en el mejor de toda su generación; la de los niños de la guerra exiliados que, mientras se abrían un camino en el extranjero, trataban de comprender qué había pasado en el país de sus padres.

Semprún nunca volvió a residir en España, pero llegó a entenderla tanto o mejor que los españoles que estaban dentro. Su patria perdida terminó por recuperarle a él cuando ya frisaba la setentena. Su individualismo ácrata sumado a una insobornable lucidez, dieron forma al efectivo cóctel de alta gradación literaria e intelectual que se ha venido sirviendo en estas páginas los últimos nueve años. Su Carta de París es su legado más inmediato, pero no el único. Varios libros, entre los que destacan El exilio fue una fiesta y A orillas del Sena, un español, ambos autobiográficos, quedan para la posteridad como memoria viva de un hombre que siempre quiso ser libre y que, a fuerza de quererlo, lo consiguió.

Con Carlos Semprún se nos va un bravo, un referente moral, literario e intelectual, un español valiente, un liberal de tronío, con Carlos Semprún se nos va, en suma, uno de los nuestros. Descansa en paz, maestro.

http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/carlos-semprun-maura-un-hombre-libre-48370/

lunes, marzo 23, 2009

Paulo Coelho, El votriolo o la amargura

lunes 23 de marzo de 2009
El votriolo o la amargura

En mi libro Veronika decide morir, cuya historia transcurre en un hospital psiquiátrico, el director elabora una tesis acerca de un veneno indetectable que va contaminando el organismo con el paso de los años: el vitriolo.

Al igual que el organismo segrega la libido (el líquido sexual que el doctor Freud identificó, pero que ningún laboratorio consiguió aislar jamás), el vitriolo se genera cuando un ser humano está bajo los efectos del miedo. La mayoría de las personas afectadas logra identificar su sabor, que no es ni dulce ni salado, sino amargo, de donde viene que las depresiones se asocien indisolublemente con la palabra `amargura´.

Todos los seres humanos tienen amargura en su organismo –en mayor o menor proporción–, así como casi todos tenemos el bacilo de la tuberculosis. Pero estas dos enfermedades sólo atacan cuando el paciente está debilitado y, en el caso concreto de la amargura, el terreno para el desarrollo de la enfermedad está abonado cuando previamente ha germinado el miedo a lo que se conoce como `realidad´.

Ciertas personas, movidas por el afán de construir un mundo en el que no pueda penetrar ninguna amenaza externa, fortifican exageradamente sus defensas contra el exterior (gente desconocida, lugares nuevos, experiencias diferentes) y dejan el interior desguarnecido. Partiendo de esta situación, la amargura comienza a causar daños irreversibles.

El principal objetivo de la amargura (o vitriolo, que diría el médico de mi libro) es contaminar la voluntad. Las personas que sufren este mal van abandonando sus deseos, y al cabo de pocos años ya no consiguen salir de su mundo, pues gastaron enormes reservas de energía construyendo unas murallas altísimas con la intención de que la realidad fuese como habían deseado.

Al evitar los ataques desde el exterior, están limitando también el crecimiento interno. Siguen yendo a sus trabajos, viendo televisión, quejándose de los atascos y teniendo hijos, pero todo eso ocurre de manera automática, sin llegar a entender bien por qué actúan de esta manera –al fin y al cabo, todo está bajo control–.

El gran problema del envenenamiento por amargura consiste en que todas las pasiones (odio, amor, desesperación, entusiasmo, curiosidad) dejan también de manifestarse. Transcurrido algún tiempo, ya no le queda al amargo ningún deseo. No tiene ganas de vivir ni de morir. Éste es el problema.

Por eso, para los amargos, los héroes y los locos resultan siempre fascinantes: porque no tienen miedo de vivir ni de morir. Tanto los héroes como los locos son indiferentes ante el peligro y siguen adelante, aunque todo el mundo les diga que no deben hacer determinada cosa. El loco se suicida, el héroe se ofrece al martirio en nombre de una causa, pero ambos mueren, y los amargos se pasan muchos días y muchas noches comentando lo absurdo y lo glorioso de ambas acciones. Ése es el único momento en que el amargo tiene fuerzas para encaramarse a su muralla de defensa y mirar un poquito hacia el exterior, aunque muy pronto se le cansan las manos y las piernas, y regresa a su vida cotidiana.

El amargo crónico sólo nota su enfermedad una vez por semana: las tardes de domingo. Entonces, al no estar trabajando o inmerso en la rutina que alivia los síntomas, se da cuenta de que algo no va bien. Nada bien.

http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=4007&id_firma=8493

Carlos Herrera, La medalla peligrosa

lunes 23 de marzo de 2009
La medalla peligrosa

Desde que santa Catalina Labouré interpretó una señal de la Virgen María en la que Nuestra Señora le encomendaba crear una medalla en la que la representara tal y como se le había aparecido, pocas medallas han tenido la repercusión mediática que ha conseguido la que el Ministerio de Cultura ha concedido al diestro Francisco Rivera Ordóñez. Nada menos que la Medalla a las Bellas Artes. Sea dicho de entrada que cada cual puede valorar como considere oportuno la idoneidad de este galardón: los habrá que estén de acuerdo y los habrá que piensen que otros toreros eran más idóneos para el galardón. Hasta ahí, normal. Unos, muchos, creen que el arte no es la principal característica del hijo mayor de Paquirri y que, probablemente, toreros de distinta factura eran más merecedores de colgarse del pecho la dichosa medalla. No se trata más que de la sanísima y provechosa diferencia de criterios que permite que el arte de torear genere contraste de opiniones y elementos permanentes de tertulia. Igual que se discute una oreja o una vuelta al ruedo, se puede discutir una medalla; igual que se abronca a un matador por una faena deslabazada, se puede abroncar al Ministerio; igual que se aplaude un esfuerzo en la lidia, se puede aplaudir la ejecutoria de un torero a lo largo de los años. Todo cabe. Lo que no cabe es la exageración y el amaneramiento. La medalla concedida a Rivera Ordóñez no es una medalla a un mozalbete ligón y superficial sin más: es la medalla a un torero que ha matado unos dos mil toros aproximadamente, que no es poca cosa. Los ha matado con más o menos gracia, con más o menos rigor, después de faenas más o menos completas, pero ha estado ahí delante durante algo más de doce años. A partir de ahí sería aconsejable guiarnos con un mínimo de respeto. La reacción de toreros como Morante, Tomás o el retirado Paco Camino ha sido extemporánea y desabrida. Innecesaria, añadiría yo. Donde los toreros deben polemizar y enfrentarse es en el ruedo, en la arena, donde la verdad del toro pone a cada uno en su sitio. Hacerlo en las páginas de los periódicos transmite la imagen de un colectivo cascarrabias y envidioso. La tauromaquia consagra valores intocables como el respeto, el honor, el valor, el pundonor y la vergüenza; no la envidia, el rencor o la arrogancia. A José Tomás –decía el inolvidable Joaquín Vidal–, le han dicho tantas veces que es de otra galaxia que él se lo ha creído. En virtud de ello ha considerado de poco valor que se lo equiparara a un mortal y ha procedido a devolver la medalla que en su día recibió exhibiendo una arrogancia absolutamente insufrible. Y ha convencido a seguir ese camino al que así se apellida, Paco Camino, máxima figura del toreo de su tiempo que no tiene ninguna necesidad de hacer el ridículo enviando medallas por correo a nadie. Morante de la Puebla, torero de empaque y no poca mística escénica, Embajador del Habano, ha dejado correr una reacción primaria e indebida que lo único que ha conseguido es reflejarlo como un torero cabreado. No creo que sea de recibo desbarrar violentamente como lo hizo al poco de saber que se le había concedido la medalla a Rivera. No le aporta nada. Y no le pega: siempre ha sido un buen aficionado que ha sabido comprender las tardes desafortunadas de sus compañeros, igual que sus compañeros han aplaudido sus tardes gloriosas. Tiene, indudablemente, una plástica más ‘artística’ que la del nieto de Ordóñez, pero también es víctima de la irregularidad que sufren toreros de su extraordinario corte. Ángel Luis Bienvenida, poseedor de la misma medalla, tuvo un corto recorrido en el mundo del toro, pero en su persona también se reconocía a una dinastía inconmensurable. Y ése puede ser un argumento manejado por quien ha distinguido a F. R. O. Levantar una polémica de desunión, en los tiempos que corren, en el seno del taurinismo no es la mejor receta para consolidar el apoyo de diversos sectores sociales, incluidos los contrarios a la fiesta de los toros. Déjense de polémicas, que de poco sirven porque ya están saliendo los toros por los chiqueros de España y ésos sí que necesitan atención. Y que Dios reparta suerte.

http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=4007&id_firma=8492

Manuel de Prada, La adoracion del hombre

lunes 23 de marzo de 2009
La adoración del hombre

Decía Leon Bloy que, cuando quería enterarse de lo que sucedía, leía el Apocalipsis. Y como hoy nadie quiere enterarse de lo que está sucediendo, se lee cualquier cosa menos el Apocalipsis. Pero hasta evitando leer lo que nos permitiría enterarnos de lo que está sucediendo, la verdad sale a nuestro paso, aunque sea disfrazada de palabras melifluas. Obama acaba de afirmar, después de autorizar la experimentación con células embrionarias: «Como persona de fe, creo que debemos ayudarnos los unos a los otros y evitar el sufrimiento humano. Creo que tenemos la capacidad y la voluntad de llevar a cabo esta investigación, y la humanidad y la conciencia para hacerlo de forma responsable». Y Zapatero, en una larga entrevista que editaron a modo de libro turiferario, describía así sus creencias religiosas: «En la medida en que he ido evolucionando y madurando creo que la religión más auténtica es el hombre. Es el ser humano el que merece adoración, es el vértice claro del mundo tal como se nos ha mostrado, tal como lo hemos llegado a comprender».

Ambas declaraciones coinciden en adoptar una fraseología religiosa: Obama –más sibilino o farisaico– comienza declarándose «hombre de fe» y enmascara su discurso con la coartada filantrópica; Zapatero, más expeditivo, nos habla sin ambages de la «adoración del hombre». Ambas declaraciones hacen profesión de una fe ilimitada en las posibilidades humanas, en la grandeza del hombre, en la capacidad del hombre para instaurar un paraíso en la Tierra, evitando el sufrimiento y erigiéndose en juez omnímodo, investido de voluntad y conciencia moral, para determinar el bien común. Ambas declaraciones, en fin, exaltan la grandeza infinita del hombre, pero disfrazándola con los ropajes y aspavientos de la religiosidad. No se trata, pues, de aquel ateísmo antañón, que negaba la existencia de Dios y vaciaba el templo, arrojando al hombre a una orfandad cósmica; se trata de una nueva forma de ateísmo, que sienta al hombre en el templo de Dios y lo adora como si fuera Dios él mismo. Esta suplantación ya la prevenía San Pablo en su Epístola a los romanos, cuando auguraba que los hombres, «entontecidos en sus razonamientos» y «alardeando de sabios», acabarían «sirviendo a la criatura y no al Creador».

Y en eso estamos. La adoración del hombre es la religión universal de nuestra época; la proclaman sus sacerdotes y corifeos –falsos mesías y falsos profetas «que vienen a nosotros con vestiduras de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces»– y la celebran las multitudes crédulas y ofuscadas. La acompañan «multitud de milagros, señales y prodigios engañosos y seducciones de iniquidad», como predijo el mismo San Pablo (II Tes 2, 9): nos aseguran que dejaremos de sufrir, que nuestras enfermedades serán sanadas, que seremos el «vértice claro del mundo tal como se nos ha mostrado». Por supuesto, el «mundo tal como se nos ha mostrado» –como nos lo han mostrado los falsos mesías y los falsos profetas– no es sino un espejismo o utopía ilusoria, donde la idolatría de la Ciencia, la esperanza en el Progreso y la adhesión a la Ideología prometen al hombre la implantación de un nuevo paraíso en la Tierra. Un paraíso, por supuesto, con un trasfondo infernal, donde la deificación del hombre se logra a costa de su deshumanización, donde la liberación de la Humanidad se logra sobre su suicidio futuro, donde la experimentación con células embrionarias o el aborto a mansalva se nos venden como logros humanitarios (¡y hasta como conquistas de derechos!) que instaurarán un nuevo Reino de las Delicias Universales.

A algunos les sorprende que este mesianismo secularizado o adoración del hombre se desmelene precisamente ahora, cuando las multitudes crédulas y ofuscadas se debaten en la tribulación, acuciadas por la sombra de una crisis económica que no hace sino extenderse como plaga de langosta. E, incapaces de penetrar en la sustancia de estos misterios de iniquidad, los despachan afirmando que son «cortinas de humo» que se lanzan para mantener distraída a la gente. No aciertan a entender que tales «cortinas de humo» son en realidad signos de un drama que se nos cuenta con pelos y señales en ese libro que Leon Bloy aconsejaba leer, para enterarse de lo que estaba sucediendo. Pero ¿cómo va a ponerse la gente a seguir el consejo de Leon Bloy si ni siquiera sabe quién es ese fulano? Y, además, ¿quién es ese fulano para decirles lo que tienen que leer a los hombres deificados a quienes se debe adoración?

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Perez Reverte, Era pacifico y peligroso

lunes 23 de marzo de 2009
Era pacífico y peligroso

No pretendo compartir mi dolor, ni nada de eso. Le habría parecido un ejercicio cursi. Una mariconada. Sólo aprovecho esta página para dedicarle el homenaje que merecía. Que le habría gustado tener cuando palmara. Murió hace unos días, a los cincuenta y nueve tacos, tras un derrame cerebral que lo tuvo un mes con el pie en el estribo. Pepe Perona, maestro de Gramática. No firmaba de otro modo. También era catedrático de Gramática Histórica de la Universidad de Murcia, pero eso le importaba menos. Era un maldito esnob. A algunos de ustedes les suena, supongo, porque durante quince años asomó en estos artículos, de vez en cuando, en su calidad de miembro de la selecta hermandad de arponeros de Nantucket, entre humo de tabaco y ginebra azul. También fue personaje de una novela mía: Néstor Perona, maestro cartógrafo. Hasta en el cine salió un pavo haciendo de él. Bastante bien, por cierto. Ahora se ha muerto, el muy cabrón, dejándome aullando como un lobo triste. Buscando alguien en quien vengarlo, y vengarme.

Café, tabaco y silencio, hoy prohibidos, decía. Y libros. Miles de ellos. Sabía griego, latín. Su tesis doctoral se tituló Influencia de Nietszche y Schopenhauer en la generación del 98. Lo sabía todo sobre Nebrija, sobre quien publicó una importante edición crítica. También tuvo la sangre fría de sacar In silentium, libro con todas las hojas en blanco. Lo tengo en mi biblioteca. «No leáis, que no merece la pena –decía–. Así, al menos, habrá menos chicles pegados en el suelo de los museos y las bibliotecas.» Le encantaba dar por saco a tontos, mediocres y canallas con ese desprecio refinado e inteligente, desprovisto de piedad, que era su marca del Zorro. «El peor cáncer de este tiempo es que las masas hayan aprendido a leer», escribía. «Así, la inteligencia se ha puesto a su servicio y se ha degradado.» Poseía una perspicacia apocalíptica y una cultura extraordinaria, que ponía a disposición de sus amigos como quien pone sobre la mesa un paquete de cigarrillos, un buen vino y unos cuantos vasos. Misántropo, malhumorado, gruñón, nunca tuvo el menor respeto por el género humano. Sólo por su familia y sus pocos amigos, a los que escogía deliberadamente. E infeliz quien no pasara el examen. A veces, en alguna cena, yo tenía que saltar casi por encima de la mesa para trincarlo por el cuello cuando le daba por escupir dialécticamente a alguien. Despreciando era letal. Implacable. La mejor definición que conozco es del periodista Antonio Arco, que lo conocía bien: «Era pacífico y peligroso».

Me hizo feliz a menudo, acompañándome en momentos importantes de mi vida como escritor. Venía con el resto de la peña y se sumaba a comidas, a cenas, a copas hasta las tantas. Leal como un arponero intrépido. Yo lo admiraba, como todos, sin condiciones ni límites. Pertenecía a una casta superior. El día que consiguió su cátedra, el profesor Belmonte y yo cerramos una discoteca y le organizamos una fiesta invitando a todos los jóvenes de su facultad. Y quemamos Murcia. Entre mis mejores recuerdos se cuenta una noche en la que él y Alberto Montaner –otro monstruo extraordinario–, catedrático de la Universidad de Zaragoza, discutieron en el café Gijón de Madrid, adoptando uno el punto de vista dominico y otro el jesuita –podían haber intercambiado papeles sin despeinarse–, en un duelo irónico, brillantísimo, que nos tuvo a los amigos fascinados durante horas. Y es legendaria la anécdota de cuando una alumna fue a pedirle a Pepe Perona que dirigiera su tesis de licenciatura, y él dijo: «De acuerdo. Empezará usted yendo a la biblioteca del Vaticano, a Florencia y a Bolonia para prepararse. Le procuraré el modo de hacerlo». Ella respondió: «No creo que mi novio me deje». Y entonces el maestro de Gramática, indicándole la puerta, zanjó: «Pues que le dirija la tesis su novio, señorita».

La ausencia de su sonrisa divertida y fatigada, sin esperanza, deja en mi vida un agujero del tamaño de un disparo de postas. Nunca olvidaré su mueca escéptica de sabio educado en la altivez del suicidio, que sabe cómo y dónde termina todo. «La cultura se ha ido a la mierda –solía decir–. Occidente ha desaparecido.» Adivinaba la venganza cíclica de la Historia en este cochambroso mundo viejo, impotente, ya sólo capaz de parodiarse a sí mismo, estrangulado por políticos iletrados y masas de turismo analfabeto. «Es un error promover la lectura del Quijote en las escuelas –escribió una vez–. ¿Quién librará a los alumnos de las depresiones promovidas por la lectura y su meditación?» Lo peor de todo es que, muriéndose a destiempo, el maestro de Gramática revienta nuestro plan de asistir juntos a las últimas horas de esta caduca y moribunda Europa: acodados en la ventana de una biblioteca, copa de vino y cigarrillo a mano, viendo a la gente correr aterrada por las calles mientras los bárbaros violan a respetables matronas, saquean la ciudad y arde Roma.

http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=4007&id_firma=8490