jueves, junio 28, 2007

Lorenzo Contreras, La politica tiene mala memoria

viernes 29 de junio de 2007
La política tiene mala memoria Lorenzo Contreras

Como suele ocurrir, los acontecimientos muy gruesos alejan de la actualidad a otros de no menor importancia objetiva, pero no tan llamativos para despertar con preferencia el acuciante interés público y periodístico. Es lo que viene ocurriendo con la muerte de los soldados del contingente español en el Líbano cuando se está produciendo algo tan serio como la basculación del PSOE hacia las izquierdas nacionalistas, tanto en Navarra como en las Islas Baleares. Y es que la pérdida de vidas, especialmente cuando esa tragedia va ligada a errores de las autoridades, tanto militares como civiles, desborda por su dramatismo las valoraciones en orden de importancia inmediata. Dentro de algún tiempo, no mucho, ya se habrá olvidado la tragedia del Líbano o se habrá reducido su impacto en los medios de comunicación y en la órbita política, del mismo modo que casi nadie se acordaba a estas alturas, salvo sus familiares y amigos, de la muerte de Idoia Rodríguez en Afganistán, lo cual no deja de ser una ley dolorosa de la condición humana. La soldado constituyó una baja “emblemática”, como suele decirse, y sólo hechos paralelos o cualitativamente graves son capaces de devolver la memoria al necesario recuento de todos los dramas que afectan nada menos que a la vida de las personas.
En este “revolutum” de hechos que se van sucediendo, desaparecen y quedan refugiados en el anecdotario mínimo estampas muy ilustrativas del devenir político. El día a día, con sus imperativos de actualidad, aleja de la consideración inmediata algo tan importante como la consolidación de ANV, la llamada “otra máscara de ETA”, en el País Vasco y en Navarra, tras los comicios locales. Una consolidación en la que han participado, bajo las encubiertas o no tan encubiertas órdenes del Gobierno, la Fiscalía General del Estado y algún que otro juez de la Audiencia Nacional, como ha sido el caso de Baltasar Garzón, que hace tres días rechazó una vez más suspender las actividades de Acción Nacionalista Vasca (ANV), según pedían la Asociación de Víctimas del Terrorismo, el Foro de Ermua o el grupo de Dignidad y Justicia. Para Garzón, lo que era de aplicación “indiciaria” a Batasuna no podía ser adaptado, a base de “interpretaciones extensivas”, al caso de la sucursal electoral de ETA. Antes, el Tribunal Supremo negó identidad entre la izquierda abertzale y Batasuna-ETA, facilitando la posterior argumentación garzoniana.
Por cierto que al famoso “juez estrella”, que en su día acertó con el cierre de “Egin” en cuanto órgano directo de la banda terrorista, le han dado en Venezuela, país que acaba de visitar para cumplir con determinados “compromisos”, un soberano rapapolvo de signo bolivariano. El juez había criticado y censurado la no renovación de licencia a un canal de televisión hostil al Gobierno de Chávez. Garzón pronunciaba una conferencia ante la Confederación de Industriales venezolanos, en Caracas. La respuesta del Gobierno venezolano consistió primeramente en recriminar al juez por haber cerrado “Egin” en 1998, según sus críticos de ultramar “por el mero hecho de ser de izquierdas”, y en esa crítica iba incluida la referencia a que Garzón “no está para dar lecciones de democracia a nadie”.
Calificado de “payaso” y de “mercenario” (en palabras de la presidenta del Tribunal Supremo venezolano), la paliza verbal contra Garzón no acabó en esto, sino que se prolongó con la denuncia del ministro de Relaciones Exteriores, según el cual “Garzón ha sido un cobarde”, capaz de equiparar a Chávez con un totalitario por estar luchando con dignidad y valentía contra la visión del mundo de Aznar y de Bush. De manera que, según el canciller venezolano, el juez “es un mercenario de la palabra”. En este sentido le recordaba que ha visitado Venezuela “pagado y tarifado para decir lo que quiere escuchar la oligarquía venezolana”. Como cabe apreciar, ya han olvidado el episodio de Pinochet.

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