jueves, mayo 31, 2007

Horacio Vazquez-Rial, El privilegio de estar alli

viernes 1 de junio de 2007
LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA
El privilegio de estar allí
Por Horacio Vázquez-Rial
Estar allí, en medio de los acontecimientos, los de la Revolución Francesa o, como es el caso, la Revolución Rusa de 1917 y la guerra civil inmediatamente posterior, con sus diez millones de muertos, es un privilegio que marca todo el periodismo moderno, al menos desde que Albert Londres empezó a enviar crónicas del frente en la Gran Guerra y la figura del corresponsal se impuso.
En su prólogo a El maestro Juan Martínez que estaba allí, Andrés Trapiello define a su autor, Manuel Chaves Nogales, como "el mejor periodista español junto con Larra", opinión que comparto plenamente. Hace muchos años, alrededor de cuarenta, tal vez más, cuando apareció la colección Alianza Bolsillo, descubrí la biografía de Juan Belmonte escrita por Chaves Nogales, felizmente reeditada hace poco en el mismo sello, y me quedé profundamente impresionado. Era una prosa viva, absolutamente contemporánea, capaz de resucitar al torero para el lector deslumbrado. Ahora quien se encarna ante nosotros es el maestro Juan Martínez, bailaor flamenco y testigo de la revolución y la guerra.

No sabemos si Juan Martínez y su compañera, Sole, existieron, ni si realmente Chaves Nogales los conoció y recogió sus memorias en el París de los primeros años 30 (el libro fue publicado inicialmente en 1934). Pero si non è vero, è ben trovato. La literatura está llena de relatos de testigos, de Herodoto a Chateaubriand y de Tucídides a Malraux, pero todos ellos fueron intelectuales y tendieron a novelar desde la inteligencia y la cultura. En cambio, escasean, al menos en Europa, los testimonios de gente modesta y modestamente ilustrada (pero abundan en América, donde decenas de soldados, por ejemplo, registraron en diarios y cartas los sucesos de la independencia de los Estados Unidos con considerable rigor y una mirada ingenua). Aunque tengamos sobradamente demostrado que nadie sabe exactamente en qué recodo de la historia se encuentra en cada momento, hasta mucho más tarde.

El ejemplo clásico de Fabrizio del Dongo, protagonista de La cartuja de Parma de Stendhal, que regresa de Waterloo sin saber dónde ha estado ni qué ha pasado allí, podría extenderse a los mismos protagonistas de la batalla: ni siquiera Bonaparte, ni siquiera Wellington, ni siquiera Von Blücher habían sido conscientes del sentido último de aquellos combates en los tres días que duraron. Únicamente cuando los hechos se convierten en relato resultan inteligibles: no se sabe lo que pasa mientras pasa, sólo se sabe lo que pasó.

La elección de Chaves Nogales, sea verdadera o imaginaria, hayan vivido o no en este mundo Juan Martínez y Sole, es la elección de esa mirada ingenua, la de la mayoría, la que constituye la historia en el gran proyecto de Braudel, "la historia oscura de todo el mundo". Nada sabe el maestro flamenco de política, y menos aún de historia, y tampoco conoce el ruso, la lengua en que se desarrolla todo aquello que le ha tocado presenciar: va aprendiendo lo imprescindible sobre la marcha, para sobrevivir en medio de un caos del que no puede escapar. Naturalmente, como todo el mundo, trata de entender lo que ocurre con su propio bagaje intelectual.

El saber del maestro Juan Martínez es limitado, pese a toda su experiencia, porque no es hombre que haya salido de su pueblo ayer, sino que ya ha actuado en varias capitales europeas y hasta en Turquía, de donde llega contratado a Moscú. Y es más limitado aún en materia de revoluciones. Además, está cargado de prejuicios que le permiten interpretaciones fáciles de algunos aspectos de la complejísima realidad en que ha caído.

Por ejemplo, vale la pena seguir sus menciones de "los judíos", un grupo magramente definido, que pasa de ser el culpable del desabastecimiento en Moscú a ser el salvador de varios acorralados en Kiev, con constantes oscilaciones a lo largo del texto: de figura del mal a figura del bien en unas pocas páginas, sin que el narrador rectifique ni reflexione sobre lo que ha dicho hace poco. Finalmente, será su íntimo sentido de la justicia, ante las barbaridades de las tropas del atamán Petliura y de los bolcheviques en Kiev, lo que prime en el alma del bailaor.

Es curioso comprobar cómo un hombre corriente anuncia sin ambages lo que será el estalinismo: la violencia, la oscuridad, el control de la intimidad, la acción sin explicación, los fusilamientos arbitrarios, el poder totalitario quintaesenciado, ya están ahí desde los primeros días. Y llama todavía más la atención constatar cómo ese hombre, un hombre como todos, ve lo que los intelectuales se niegan a ver. Por supuesto, esa visión es respaldada, por ser asumida como relato auténtico, por Chaves Nogales en 1934, tres años antes de la Gran Purga y los juicios de Moscú. Es probable que el periodista haya comprendido que la expulsión masiva de miembros del Partido en 1933 abría una corriente imparable, igual que comprendió el significado del ascenso del nacionalsocialismo.

Fue el primer español en entrevistar a Goebbels y hablar de la existencia de campos de trabajo –en los años 30, mucho antes de que en Europa se mencionara la cuestión, después de la Segunda Guerra Mundial–, y escribió reportajes cuyos títulos lo dicen todo: "La vuelta al mundo en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja", "Lo que ha quedado del imperio de los zares". No en vano murió en Londres en 1944, sin ver la caída del nazismo. Entre todos los políticos de la época, sólo Winston Churchill tenía claro lo que venía ocurriendo en la URSS desde el principio.

Chaves Nogales permaneció en España durante la Guerra Civil, en territorio republicano. Director de Ahora –periódico azañista– desde 1931, publicó en Chile y en 1937 A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, un libro de relatos sobre la guerra que no tuvo la suerte de ser editado en España. Era un hombre de bien.


MANUEL CHAVES NOGALES: EL MAESTRO JUAN MARTÍNEZ QUE ESTABA ALLÍ. Libros del Asteroide (Barcelona), 2007, 287 páginas. Prólogo de ANDRÉS TRAPIELLO.

Pinche aquí para acceder a la página web de HORACIO VÁZQUEZ-RIAL.

vazquez-rial@telefonica.net

No hay comentarios: