jueves 31 de mayo de 2007
La política y sus extraños cambalaches
Félix Arbolí
T ERMINARON las elecciones y empezaron las decepciones. Los líderes y comentaristas de los partidos intervinientes se han mostrado felices con el resultado obtenido, según les oímos en la tarde-noche informativa más larga del año. Todos habían ganado al contrario. Algo difícil, por no decir imposible, de entender y asimilar. Hasta el mismo Presidente resaltaba esta ambigua manera de comentar el resultado en las elecciones los distintos partidos. La prensa más representativa, convocada al foro televisivo sobre la jornada electoral, ofrecía criterios muy distintos unos de otros y no podían disimular en rostros y palabras la satisfacción, imparcialidad o rabia contenida ante los resultados, según la afinidad política del medio al que pertenecían y la lealtad que debían demostrar a su involucrado e interesado “patrón”. Decepcionante espectáculo que iba en detrimento del concepto de honestidad e imparcialidad que debe inspirar el profesional de la información al crédulo televidente. Sabemos que el hombre es un animal político (zoon politikon), según Aristóteles, pero aunque todos tengamos nuestro corazoncito escorado a la izquierda, derecha o centro, los que nos dedicamos a la labor de informar honestamente al ciudadano debemos ceñirnos a la verdad de la noticia, sin guiños a torcidas interpretaciones, aunque nos pese tener que hacerlo, o en el caso de que nuestro impulso a deformar la verdad fuera difícil de contener, debiéramos abstenernos de esa misión informativa por ética, justicia y respeto al lector. Esta ha sido mi tónica en los años periodísticos y gracias a ella me he evitado dolores de cabeza, posteriores lamentaciones que ya eran inútiles y sobre todo, remordimientos de conciencia. La prensa en los días posteriores no aclara nada tampoco, en la medida debida y precisa al ciudadano normal y no muy versado en estos asuntos, sobre ese extraño galimatías y criterio electoral que hacen al ganador en votos y por lo tanto en voluntades populares, perdedor en instituciones y mandos municipales. Un taxista me decía al respecto: “Yo tengo mil euros, pero usted con sus setecientos distribuidos en montoncitos, me gana en el mando y las decisiones. ¿Cómo es posible eso?”. Un ejemplo tan infantil y absurdo como esa extraña ley D´Hont, que sólo convence al que tras las elecciones sale indebidamente favorecido, cuando la realidad le dice y proclama que ha sido el perdedor. ¿De qué le sirve a don Ignacio, olvidar sus achaques, coger el bastón e ir despacio a votar, mirando detenidamente para no tropezar con esa losa levantada o ese bache, si su esfuerzo y papeleta aunque otorgue la mayoría a su partido no le dará opción a gobernar esa Comunidad o ayuntamiento, ya que por extrañas y complicadas componendas postelectorales lo hará otro menos votado?. Muchos se preguntan qué sentido y utilidad tienen nuestros votos, si luego el segundo y tercero unen sus resultados y desbancan al que se ha ganado limpiamente el gobierno de esa institución, de acuerdo con la voluntad popular. Según Pepiño Blanco el ”búho” del PSOE, por su físico y su difícil y sibilina misión, (sin intenciones ofensivas por mi parte), su partido ha salido beneficiado en las urnas. Nos lo intenta demostrar con una serie de operaciones y datos más difíciles y complicados de conocer y entender que el “Himno Nacional Español”, del que por lo visto existen más versiones que del “Quijote”, pero nadie las conoce ni ha logrado oírlas. Habla en su comparecencia ante la prensa y partidarios de que ha perdido el PP en unas Comunidades y Ayuntamientos, donde antes “partía el bacalao” con la mayoría absoluta. Lo comunicaba con aires triunfalistas y engañosa interpretación nada más conocerse el escrutinio, anunciando una serie de comunidades y municipios, donde el PSOE gobernaría tras las consabidas alianzas. “Con la ayuda del vecino, mata mi padre a un cochino”. Lo que ocultaba sabiamente como político avezado es que el Partido Popular, aunque sin la mayoría absoluta de las veces anteriores, era la opción más votada. Una afirmación por lo tanto errónea de este político socialista ya que quedar segundo o tercero en una lista no es ganar. Citaba el caso de Navarra y las Baleares a los que ellos solo pueden aspirar a gobernar con los votos de otros partidos y previo el pago de concesiones y carteras o consejerías. Incluso en la primera, Navarra, ese apoyo que necesitan para desbancar al UPN mayoritariamente votado, lo tienen que buscar en “Nafarroa bai”, donde ha encontrado hueco toda esa izquierda abertzale que no ha podido presentarse a cara descubierta por decisión judicial. Esta ayuda exigirá la correspondiente compensación de los socialistas navarros, que mucho me temo tendrán que ceder a unas pretensiones nada beneficiosas para el conjunto y unidad de España. Todos sabemos el fin que persiguen los que se escudan en esa sigla, cuya traducción al castellano sería “Navarra Sí”, pero que se refieren exclusivamente a un partido de izquierda, vinculado al nacionalismo y separatismo vasco. Nada favorable a los navarros que han votado en mayoría la opción de una Navarra independiente de Euskadi y unida a España. La otra opción de Puras, el candidato socialista, para alcanzar el poder que tanto ambiciona, aunque haya quedado esquilmado electoralmente, es la unión con el UPN, pero imponiendo la condición de que sea el presidente del ejecutivo navarro. Es decir que el furgón de cola, pretende ser considerado el más destacado y con mayores atribuciones que la máquina que tira del conjunto. Resulta que UPN ha sacado 22 diputados en la Comunidad, contra los 12 de “Nafarroa bai” y otros 12 del PSN. Le ha faltado a los primeros un solo diputado para alcanzar la mayoría absoluta y a pesar de ello, según el amigo Pepiño han perdido y no deben gobernar en esa comunidad. Respecto a las municipales, el UPN ha conseguido 13 concejales en Pamplona frente a los 8 de Nafarroa y los 4 del PSN, amén de otros 2 para un sector de la ANV que iba separado de Nafarroa. Una clara y casi doblada mayoría que tampoco le va a permitir regir la corporación. Con estos resultados claramente definitorios de la voluntad popular, el tercero en votos obtenidos, (nuestro llamado furgón de cola), se quiere erigir en cabeza del león, cuando solo debería aspirar como mucho a ser la cabeza del ratón. Respecto a Baleares, idem de lo mismo, ya que solo podrán gobernar si se alían con otras opciones, pero no como consecuencia de los votos libremente depositados en las urnas por los ciudadanos, que es tanto como decir contra la voluntad popular libremente expresada. Los del PP, salen al balcón eufóricos, se abrazan felices, hacen gestos de victoria, se miran embelesados la Presidenta y el Alcalde, camuflando viejos resabios, mientras oyen pletóricos a su líder que los alaba ante la multitud y al que en su fuero interno desearían desplazar y suplantar en las aspiraciones presidenciales, etc. etc. Todo maravilloso, banderas españolas, estandartes anaranjados y blancos y gritos entusiastas de una multitud que ya ve a su líder en la Moncloa, como si el triunfo de Madrid supusiera el de toda España y sin darse cuenta que lo ocurrido ayer puede ser lo contrario a lo que sucederá mañana. Nada más voluble y menos fiable que las alabanzas y aclamaciones de la masa. Han ganado por aplastante mayoría, indudable y categórico, en un Madrid que Zapatero creía le iba a caer tan fácilmente a su hombre, Sebastián, como le cayó la manzana del árbol a Newton. Pero este candidato desconocido y anodino, impuesto por decisión personal del presidente del gobierno, al parecer contra la voluntad y criterio de la federación madrileña del partido que era la indicada en el caso, no ha sido capaz ni de acaparar los votos socialistas acostumbrados, huidos a otras opciones. Una elección a mi entender, como ciudadano de a pié y sin meterme en profundidades que en política suelen resultar nefastas, que le supuso un tremendo patinazo al señor Zapatero, ya que su incauto y bien cargado de malas intenciones candidato confundió la política con los programas del corazón, aunque ambos sean iguales de torciteros, y lo han dejado solitario, aburrido y desconcertado esperando inútilmente al autobús o ese tranvía que nos iba a regalar si salía elegido. De nada le han valido sus besos y abrazos a diestro y a siniestro, visitas a mercado, chotis en la Ermita del Santo, visitas rapidísimas a túneles recién inaugurados con algunas deficiencias para hacerse la foto denuncia con casco incluido y tantas otras martingalas y zarandajas a las que nos tienen acostumbrados los políticos en vísperas de elecciones. Me figuro que el presidente habrá aprendido la lección. A veces es conveniente olvidar amistades en asuntos en los que debe primar la responsabilidad y proponer al candidato idóneo y con mayor carisma para ese puesto que tanto deseamos obtener para nuestro partido. El pueblo aunque muchos crean que es similar a un rebaño de lanudos, no siempre es fácil de manipular para convencerlo de que esa opción es la correcta y más conveniente, aunque en ello se empeñe el propio “manda más”, como decía el inolvidable Gila en sus chistes telefónicos. Tampoco es correcto pensar que ganar de forma tan abrumadora en Madrid, en ambas opciones, supone un trampolín seguro y firme al señor Rajoy para que entre en la Moncloa como inquilino. No ha sido este seísmo de iguales proporciones en la escala de Richter en otras latitudes de nuestra geografía, como para confiar sin recelos en profundas y futuras alteraciones en el mapa político. Por lo que esos gritos entusiastas de sus seguidores, concentrados ante la sede del PP madrileño, de “!Presidente!”, ¡”Presidente!”, a mi corto entender, también, resultan algo fuera de órbita. Ganar la Comunidad y el municipio madrileño, es una baza muy importante y digna de tenerse en cuenta, lo comprendo, pero aunque haya sido por excesiva diferencia sobre el resto de los adversarios litigantes, no quiere decir que toda España sea feudo y partidaria del PP. Ni tampoco que obedezca a una excelente campaña y al acierto en la gestión de los interesados en el pasado cuatrienio, aunque para muchos haya podido ser el detonante de esta alarmante subida. Hay que tener en cuenta y seriamente otros factores determinantes, como la falta de carisma y escaso poder de convicción de los adversarios y la poca fiabilidad de sus ilimitadas promesas que nadie se tragaba, detalles que tienen considerable influencia a la hora de dar nuestro voto. El candidato socialista a la Comunidad, por mucho que se ha esforzado en sus diversos intentos no ha llegado a conectar con el pueblo y dar la talla para ocupar el puesto al que aspiraba. Nada reprocho a su honradez, honestidad y decencia, que para mi resultan intocables. Respecto al propuesto por la Moncloa para el municipio, resultaba a todas luces pobre de espíritu, inexperto en política, nada avezado en lidias electorales y con un bagaje e imagen desconocidos totalmente por la inmensa mayoría de los ciudadanos que debían votarle. Un patinazo tremendo de ese Presidente que no hace caso al refrán de “Zapatero, a tus zapatos” y se empeña en no dejar la elección del candidato para la política municipal a los organismos adecuados. ¿Le habrá servido de advertencia?. Pues ya que demuestra tener tanta memoria para recordar hechos del pasado, que él no vivió, debería tenerla para no tropezar otra vez con el mismo peñasco al entrar en cuestiones donde no le corresponde decidir. El Partido Popular, tiene sus muelles algo faltos de lubricante. Deben cambiar de careta y procedimientos sus líderes a destacar, si quiere aumentar la movilización de favores y sensibilidades. Rajoy da la impresión de ser una marioneta en manos de Zaplana y Acebes, que mueven resortes no siempre acertadamente, avivan tensiones que a veces crispan a la ciudadanía y agudizan rencores que, al igual que censuramos a los otros, deben desaparecer por completo en el panorama político español. Poco programa y mucha soflama. A mi entender, tampoco tienen carisma, ni inspiran ya excesiva confianza estos dos puntales de un partido que podría aglutinar voluntades y entusiasmos de una gran mayoría de españoles y solo consigue despertar el favor de una serie de adeptos que votan a unas siglas, porque borran de su mente las facciones y tropiezos de sus más significados representantes. “Renovarse o morir”. Estamos un poco hartos de ver a unos señores que son incapaces de ganar unas elecciones, porque ni los que se mueven en su onda emocional e idealista, se arriesgan a otorgarles su confianza y lealtad. ¿No hay nuevos y más prometedores valores dentro del partido?. Jóvenes o maduros, pero con carisma, inspiradores de confianza en un futuro mejor, con evidentes dotes políticas y una biografía prometedora y limpia, capaz de enganchar al ciudadano y obtener su confianza tan remisa para muchos actualmente. Con la artillería que tenemos actualmente, tanto en un bando como en otro, no hay posibilidad de holgada victoria para nadie. Todo ha de quedar al azar de última hora, a la costumbre de elegir siempre el mismo camino, aunque se nos presente otro más prometedor pero menos conocido y a la indiferencia por calentarnos el magín buscando nuevas alternativas a las que ya nos hemos acostumbrados. Y ya sabemos el resultado, decepciones, cambalaches, trucado de la voluntad popular y otras muchas circunstancias que nos hacen ver la política y el gobierno de nuestras instituciones como un tremendo enredo del que huimos y desertamos como si se tratara de algo diabólico y falso. Y a lo mejor, hasta puede que sea cierto.
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