viernes 1 de junio de 2007
Sarkozy con Zapatero
La primera visita del nuevo jefe de Estado francés a España permitió ayer que el presidente Rodríguez Zapatero y Nicolas Sarkozy abordasen tres de los asuntos prioritarios en la amplia agenda común: el futuro de la Unión Europea, las políticas ante la inmigración en el Mediterráneo sur y la lucha contra ETA. La coincidencia entre ambos mandatarios, 'conjurados' para alcanzar con los demás países un pacto que brinde a la UE un tratado básico que contenga los aspectos esenciales de la fallida Constitución Europea, es la noticia más destacada. Aunque el capítulo institucional que franceses y alemanes quieren resucitar con dicho pacto favorece a los cuatro países más poblados de la Unión, el presidente español optó por evitar la discrepancia en ese punto, sugiriendo que su intención sería dotar al nuevo texto de avances en asuntos como la inmigración, el espacio común de libertad, seguridad y justicia o el capítulo energético. Pero si esto último es relevante para dotar a la UE de la cohesión que precisa ante los propios ciudadanos europeos, no lo es menos alcanzar un equilibrio institucional que acomode al conjunto de los países en una definición aceptable de las 'mayorías cualificadas' con que se habrán de adoptar las decisiones en la Unión. En cualquier caso, la cumbre europea del 21 y 22 de junio confiere a la sintonía puesta de manifiesto ayer el carácter de un compromiso a plazo fijo.El propósito de animar la creación de una Unión Mediterránea concede a la colaboración entre Francia y España una nueva dimensión. El reconocimiento por parte de ambos presidentes de que las políticas de inmigración han de ser coincidentes para París y Madrid -mostrando Sarkozy una actitud comprensiva respecto a la regularización española, que en su día criticó tan duramente- permite idear estrategias que conviertan el área mediterránea en un espacio compartido por los países ribereños para el desarrollo, la cooperación y la seguridad. Pero obliga en lo inmediato a dar respuesta conjunta y solidaria a los problemas más acuciantes a que se enfrenta sobre todo España, tanto con la llegada masiva de inmigrantes desde el sur como con la afluencia de otros que convierten el territorio francés en la puerta de acceso al nuestro.El presidente Sarkozy reiteró el compromiso de Francia en la lucha contra ETA, señalando que se trata de un problema español, por lo que compete al Gobierno de España orientar los pasos a seguir. Una vez más quiso dejar claras dos cosas: que la estrategia antiterrorista no será nunca, en lo que a él respecta, motivo de controversia, y que ETA no conseguirá involucrar a París en la asunción del 'conflicto' como un problema propio de los franceses. Esta buena disposición no sólo merece la consideración del Ejecutivo español, requiere también que su actuación corresponda a la confianza depositada en nuestras instituciones evitando que la ingenuidad, la precipitación o el oportunismo se crucen en el camino de una política que, como ayer calificó Sarkozy, ha de volver a ser en España «política de Estado».
jueves, mayo 31, 2007
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