jueves, mayo 31, 2007

Sebastian aborchorna a Zapatero

Sebastián abochorna a Zapatero
Elsemanaldigital.com

1 de junio de 2007. El candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid en las elecciones del 27-M ha renunciado a su puesto de concejal electo. Miguel Sebastián, después de ser derrotado por Alberto Ruiz-Gallardón, no encabezará la oposición al PP en el consistorio de la capital, sino que se retirará de la actividad pública y se reincorporará a su puesto de profesor en la Universidad. Es poco habitual que un candidato rechace el cargo al que optaba en las urnas antes de tomar posesión del mismo. Pero todo en el caso Sebastián es poco común: su designación a dedo por José Luis Rodríguez Zapatero pasando por encima de los afiliados de la FSM, su polémica trayectoria previa en la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno y su intento de enfangar la campaña electoral contra Gallardón con insinuaciones impropias. Sebastián ha perdido, pero en democracia los vencidos pasan a ser la Oposición, una parte esencial del sistema político. Sebastián no ha querido, o no ha podido, dar ese paso, a pesar de que en ningún momento las encuestas hicieron entrever una victoria para él. Sabía que iba a ser derrotado, y la derrota no es la causa de su retirada. Sebastián unió su nombre a los proyectos socialistas para cambiar la presidencia del BBVA y a los intentos de sucesivas opas para hacerse con el control de Endesa; el cabeza de lista del PSOE, proveniente de Intermoney, ligado a algunos de los episodios más turbios de la política económica de Zapatero, recurrió en la fase final de la carrera hacia las urnas a sugerencias de corrupción dirigidas al alcalde de Madrid. Los ciudadanos han dicho la última palabra, pero precisamente por arriesgar tanto con un candidato semejante Zapatero se ha quedado sin líder para su partido en la villa y corte. Una nueva derrota entraba dentro de lo previsible, pero no una derrota así: Sebastián ha llevado sus siglas a su punto más bajo, y además su propio perfil, que se ha convertido en público, lo incapacita para liderar esa renovación. Mientras Sebastián vuelve a la vida privada, Zapatero deberá explicar a todos los ciudadanos, y especialmente a sus propios afiliados, por qué nuestra democracia ha corrido el riesgo de dar a un candidato semejante un poder público tan grande.

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