jueves 31 de mayo de 2007
Amigos, al margen de toda militancia y sectarismo
Joan Pla
N O suelo asociar el nombre de mis amigos, aunque sean militantes o prebostes de algún partido, con sus actos o testimonios políticos, sino con los sentimientos de igualdad, libertad y fraternidad – ¡Viva la Revolución francesa! - con que marcaron nuestra convivencia y, naturalmente, mi vida. Así, nunca me viene a la memoria Raúl del Pozo como miembro lujoso del partido comunista o echando humo por las orejas en intensas soflamas contra Franco y contra los capitalistas explotadores. Más bien, sigue entrando y saliendo en mi corazón como entra y sale la brisa del mar en mi casa de Mallorca. Recuerdo a Raúl montado en aquel rocín que se nos desbocó en la ruta de La Mancha, cuando éramos reporteros de calle, en la puta calle, no columnistas por e-mail, y recorríamos la ruta del Quijote, según el libro inmortal de Cervantes, él montado en un caballo y yo en un burro, que era burra, grandota y machorra, pero que nunca se dijo. Pío Azcona Romano fue otro de mis amigos de juventud que militaba en el PCE y que siempre fue fiel y generoso. Tampoco recuerdo de él ningún sermón político, sino su afición a la Literatura. Era un vasco-madrileño que emigró a Chile en el mismo barco que yo, hace ya cuarenta años, y recuerdo que leía a bordo y en pleno Atlántico aquellos primeros poemas que publicó, en castellano, en la revista "Rumbos", otro amigo mío, ya fallecido, Miquel Àngel Riera. Presumí entonces - vanidad irreprimible de los años mozos - y dije, ante los ojos asombrados de Azcona, que Riera y yo, amén de paisanos, éramos como hermanos y que habíamos nacido en la misma isla, a escasos metros - no dije kilómetros - de distancia. Pío Azcona Romano ( ¿ Qué habrá sido de aquel mozarrón que iba para poeta y acabó siendo millonario en América, en Chile concretamente, adivinando el sexo de los pollitos recién nacidos ? ) nunca me replicó el dato de la distancia que hay entre Manacor, que es el pueblo de Riera y Felanitx, que es el mío, pero lo cierto es que, sin que nos hubiésemos visto nunca, yo presumí, con grandeza oceánica, de ser paisano, amigo y casi hermano del ilustre escritor desaparecido. No recuerdo ni un sólo verso de aquellos que, según dije, le había visto escribir. Lo cierto es que Miquel Àngel Riera nos acompañó hasta Chile, cuando yo quería ser artista, como mi padre, y me fui con él a Chile en busca de libertad. Mi padre era un buen pintor y un buen republicano, anticlerical y humanista, valenciano de alegría y profesor en Felanitx, antes de que los falangistas de Porreras se lo llevasen a las cárceles del 36, con Andreu Crespí y otros honrados socialistas de antaño, pero acabó de repente, bajo la bendición del cura Fluxà, primo de los empresarios turísticos y zapateros Fluxà, de Inca. Testifico la emoción que me embarga al relacionar estos datos históricos, absolutamente inéditos y absolutamente íntimos. Hoy puedo hablar con toda sinceridad diciendo que también tengo amigos falangistas, no como los que se llevaron preso a mi padre por el único delito de pensar de diferente manera. Recuerdo a Rodrigo Royo y a Francisco Javier Jiménez, a Eliseo Feijoo y a los Castro Villacañas, entre otros colegas ilustres, pero tampoco asocio su nombre al "partido único" en que militaron con alegría y absoluta dignidad juvenil. Los recuerdo por sus gestos de amistad, por su sincero y generoso afecto. Las camisas, los correajes, las marchas y los himnos son pura anécdota o, como dicen los viejos de mi tierra, neu torrada, nieve asada, pura nada. Acaba de mandarme mi hermana, por correo electrónico, unos recortes de Prensa de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, donde las instrucciones y consignas para la mujer falangista son un dechado de machismo y dictadura aberrante. Me consta, por sus hechos e intenciones sociales, que los auténticos falangistas siempre estuvieron más cerca del socialismo que del fascismo ultramontano. Por lo que se ha podido comprobar en archivos y hemerotecas, más del sesenta por ciento de los periodistas que han destacado en los medios durante los mandatos de Felipe González y de Zapatero, provienen de la derecha y son hijos de la Falange joseantoniana. Ahora, a mediados de junio, mi amigo Santiso, gallego y fotógrafo, con el que compartí grandes y estupendas aventuras periodísticas en el diario SP y en el diario Pueblo, nos ofrece una exposición de cien fotografías de la transición. Santiso es otro de mis grandes amigos del que, al recordar su amistad y los sentimientos compartidos en infinitas noches de juerga y trabajo, nunca me fijo en que tiene carnet del PCE y que hubo un tiempo en que temí que la disciplina de su partido lo apartase del inmenso cariño que mi mujer, mis hijos y yo le profesamos desde hace cuarenta años. Hablo de mí, más que por vanidad y egoísmo, por salir un poco del rollo electoral que nos ha comido el coco durante las últimas semanas. Por contraposición, debo hablar también de esa helada y dolorosa sensación de soledad que ahora me embarga, al evocar a mis muertos. Nunca supe de qué partido era Miquel Ángel Riera, pero su poema está inscrito en mi obra: Siempre que escribo o pinto, tengo presente uno de sus versos: "tota la fam de bellesa que em travessa la biografia". Así es. Toda el hambre de belleza que atraviesa mi biografía procede de la lectura. En mis lecturas cotidianas, antes y después de pintar, están siempre los poemas de mis amigos o, mejor dicho, de mis clásicos. No hay duda de que Blai Bonet, igual que Riera y Santandreu, entre los mallorquines, como Pablo Neruda, Rafael Alberti o Vicente Aleixandre sobrevuelan mis lienzos y alientan mis pinceles. Es curioso, pero la religión que rezuman sus novelas y sus poemas, el problema y el clamor existencial del ser humano que se refleja en sus libros dan sentido al vuelo de mis angelotes cotidianos, al color con que interpreto nuestros paisajes, el mar, la roca, los pinos, la tierra, el cielo, pero echaré el freno aquí mismo, porque este artículo no era, ni es, para hablar de mi, sino de mis amigos, al margen de toda militancia y sectarismo. Otro día, hablaré despacio de los nuevos y viejos amigos que he encontrado aquí: Navas, Ismael, Ancasvil, Félix, Nieves, Jesús, MM, Carmen Planchuelo, Blanca, Espina, Meléndez, Wenceslao, las dos Yolandas, los dos Urrutia, Amilibia, Amestoy, Lopezarias ( q.e.p.d.),Ernesto, Ignacio, Enrique, sin olvidar a entrañables foristas como El Negro, Paz, Paloma, Judex, Nacho, Carmen, Ángel Alda, Petra Hernández desde Ginebra y tantos otros cuya filiación política me tiene sin cuidado, porque lo que me atrapa es su calidad humana y su probada capacidad de tolerancia y amistad.
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