Zapatero ya tiene receta para Navarra: "Difícil, pero no imposible"
Pascual Tamburri
NAVARRA ES NAVARRA
Navarra está llena de... navarros. Regionalistas o nacionalistas, españolistas o socialistas, las cosas se ven de otra manera desde el lugar de los hechos. El PSN es profundamente navarro en su electorado y en su militancia.
EXAMEN DE CONCIENCIA
UPN ha ganado y debería gobernar, pero es el momento de examinar las razones del desánimo y del peligro que se está corriendo.
Zapatero se inclina por la apuesta de alto riesgo con Nafarroa BaiUPN aún tiene esperanzas de que ZP acepte pactar con Sanz en NavarraEl grito de Ulayar: "Zabaleta tiene a sueldo al asesino de mi padre"Patxi Zabaleta, presidente de Navarra: ¿se rompe España?
31 de mayo de 2007. Sacar algo de su contexto es a veces casi tan malo como olvidarlo. Ir y venir entre los dos extremos, oscilar entre dramatismo y euforia y no mantener una postura firme es buena receta para que una opción política vaya mal. Bastante de eso está pasando estos días en Navarra: aunque ayer algo empezó a enderezarse en el Congreso de los Diputados. UPN ha vencido las elecciones. El equipo de Miguel Sanz eligió para la larga campaña una síntesis de políticas de perfil bajo (más gestión que principios) con tonos alarmistas sobre el futuro de la comunidad. La cosa funcionó gracias al presidente (138.031 votos), pero no lo bastante como para lograr –solos o con Juan Cruz Alli- una mayoría absoluta. Con las leyes en la mano, hacen falta pactos. El PSOE tiene la llave de cualquier pacto. Fernando Puras se mantiene en el suelo electoral del socialismo navarro, pero tanto Miguel Sanz como Patxi Zabaleta lo necesitarían para mandar establemente. UPN y PSN han gobernado con acuerdos básicos, aunque no en coalición, desde 1983 a 1991 y desde la crisis de Javier Otano hasta el advenimiento de Juan José Lizarbe. Por otro lado el PSOE tiene una amplia experiencia en pactos con nacionalistas, aunque en sitios que no son Navarra. El PSN no ha decidido qué hará. Puras y Zapatero, derrotados de modo claro, se han colocado en situación de elegir pareja, pero realmente no se ha tomado aún una decisión sobre qué hacer. Así que queda por valorar ventajas e inconvenientes de cada opción, y ver si decide Ferraz o Pamplona. Porque el momento ya está claro: cuando se constituya el Parlamento y haya que elegir su presidente, sucesor de Rafael Gurrea; a partir de ahí, y sólo entonces, todo estará claro. Si Puras opta por un "pacto de progreso" con Nafarroa Bai y con IU Mariano Rajoy tendrá una gran baza electoral en el resto de España, y también UPN dentro de Navarra; a cambio, los socios tocarán poder y el "proceso de paz" podrá seguir. Si Zapatero consiente un pacto con UPN y vuelve la espalda a Zabaleta el PP y UPN deberán cambiar su argumentario, el PSOE pisará igualmente moqueta en Pamplona y además sus intereses electorales estarán mejor defendidos. Pero no habría, de momento, "proceso", y sí tal vez más muertos. ¿Y si deciden no elegir? Hay en camino unas elecciones generales. ¿Y si Zapatero elige no decidir hasta entonces? Así, llegaría a las urnas sembrando la confusión entre sus adversarios, y al mismo tiempo dejándose todas las puertas abiertas. Al fin y al cabo es cosa de meses, y nada más grato que tener a Miguel Sanz a su merced en minoría, con el Parlamento en contra, pendiente de un hilo. Si teniendo mayoría las políticas de UPN han sido pacatas y poco seductoras para sus electores -pueden pensar en el paseo de Valencia-, ¿qué mejor que acorralar al rival y ganar tiempo hacia 2008? Que viene el lobo. Hace ya unos años se me llamó alarmista por anunciar el progresivo reforzamiento, no sólo político, del independentismo vasco en Navarra, así como sus causas. Ahora mi amigo Jaime Ignacio del Burgo habla de su incremento "significativo" y de la importancia de la cultura y la educación. Bien. En este escenario, en el que contrariamente a la costumbre española actual hay que hacer política de verdad, creo que UPN (sigue siendo el partido mayoritario y el centro de la política navarra), debe hacer suyas las palabras de Alberto Ruiz-Gallardón tras su triunfal reelección, y decir que "no es el momento de mirar atrás, de hacer reproches o de rencores, sino de convocar a todos".Tengo para mí que las "horas buenas del reino" están aún por venir, y que todo lloriqueo nostálgico –sea cual sea su referente, está muerto y enterrado- sólo puede derivar en un integrismo marginal y estéril. A desafíos políticos hay que dar respuestas políticas. Replicar con formas estridentes asusta a la gente, lleva al desánimo y la debilidad, y renunciar a políticas ambiciosas en los valores y mediocremente limitadas a la gestión de la opulencia traslada la ilusión a otras latitudes. Zapatero y Puras están gestionando bien un capital político pequeño y frágil: sería lamentable dejarles saltar la banca con tan poca cosa.
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