viernes 1 de junio de 2007
Irán
Suma y sigue
GEES
Armar y adiestrar a los guerreros chiíes que siembran el terror en Irak y el obstinado afán iraní por ser nuclear forman parte de una misma estrategia. Si la diplomacia no funciona, la guerra es su continuación por otros medios.
Más reuniones, más promesas, más amenazas. En definitiva, más tiempo para Irán que no renunciará a su programa nuclear. Javier Solana se reúne nuevamente con Ali Lariyani, esta vez en Madrid. Desde su último encuentro, que tuvo lugar hace un par de meses en Ankara, ambos anunciaron nuevos avances y nuevas ideas para desbloquear el contencioso nuclear. Ha quedado claro de qué progresos estaban hablando: 21.000 centrifugadoras están en funcionamiento o en construcción en la planta de Natanz, más del triple que hace tres meses.
Es evidente que, a medida que aumenta el número de centrifugadoras, el tono negociador de Teherán se vuelve más desafiante. Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania, representados por Solana, no son capaces de alcanzar unos objetivos comunes con respecto a Irán, algo a lo que, por otro lado, se han comprometido en público. La diplomacia no es un simple ejercicio de oratoria. Los europeos, encabezados y representados por Solana, deberían estar dispuestos a actuar con decisión si no quieren verse aún más desbordados por las descabelladas amenazas del régimen de Teherán. Pero parece poco creíble que los europeos, el mayor socio comercial de Irán, adopte esa postura.
Ahmadineyad agita deliberadamente el espectro de un régimen capaz de llevar a cabo acciones irracionales. Mientras, la indecisión y los desacuerdos del grupo negociador occidental han convertido estas negociaciones en un largo y estéril proceso. Además, se comete el error de separar las negociaciones nucleares de una consideración global de las posturas, las acciones y las relaciones que Irán mantiene con el resto del mundo, desde la crisis de los rehenes hasta la captura de los marines británicos, pasando por la creación y la financiación de Hezbolá y otros grupos terroristas, la última guerra del Líbano, las amenazas de barrer a Israel del mapa y suma y sigue. Todo ello pone enormes trabas a la diplomacia. Todo ello forma parte del mismo problema. Teherán ambiciona extender su poder y su influencia en Oriente Medio y más allá. No se trata sólo de un problema de centrifugadoras.
Armar y adiestrar a los guerreros chiíes que siembran el terror en Irak y el obstinado afán de Teherán por ser nuclear forman parte de una misma estrategia elaborada por el régimen iraní. Si la diplomacia no funciona, la guerra es su continuación por otros medios.GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
jueves, mayo 31, 2007
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