El cambio llega a Galicia
Luis Miguez Macho
31 de mayo de 2007. El comentario de los resultados de estas elecciones municipales en Galicia (donde no se elegía el Parlamento autonómico) es más complicado de lo que podría parecer a primera vista. Un análisis superficial, como el que se suele encontrar en los medios de comunicación centrados en la actualidad del día a día, se limitaría a constatar la fuerte pérdida de poder local que ha experimentado el PP gallego: no gobernará ninguna de las siete grandes ciudades de Galicia, en las villas de tamaño medio ha perdido también muchas alcaldías, y hasta ha cedido la Diputación provincial de Lugo, uno de sus feudos históricos desde los tiempos de AP.El fin de la excepción gallegaSin embargo, estos resultados electorales tienen otras implicaciones que hay que destacar. El PP ha crecido en número de concejales en varias de las grandes ciudades, a costa del PSdeG y en algún caso del Bloque, y si no ocupará la alcaldía de ninguna es porque se ha quedado a las puertas de la mayoría absoluta en Vigo y Pontevedra, donde estaba lejos de ella, y en Orense, donde en cambio la tenía. En La Coruña casi ha alcanzado al PSdeG, después de décadas de mayorías absolutas socialistas, y en Santiago, sencillamente, lo ha sobrepasado. En las otras dos ciudades, Lugo y Ferrol, al menos se ha mantenido.Por el contrario, los dos partidos que hoy dirigen la Xunta se han fortalecido en las villas de tamaño medio, haciendo buena la correlación, que ellos siempre denunciaron como caciquil, entre la titularidad del poder autonómico y la del poder local fuera de las grandes ciudades. En definitiva, a un PP en la oposición y en proceso de renovación le han crecido los enanos en forma de candidaturas independientes, y los del bipartito se han beneficiado del aura que otorga el controlar la Xunta con todos sus recursos.Esto supone para Galicia un cambio político y sociológico cuya importancia no se puede silenciar: el PP camina hacia su transformación en un partido con fuertes apoyos urbanos, sin perder del todo los que tenía en los medios rurales más tradicionales, pero se ve desplazado en las villas de tamaño medio donde más influencia electoral puede ejercer el hecho de disponer del poder autonómico.En otras palabras, retirado Manuel Fraga, la excepción que suponían Galicia y el PP gallego se termina, y ya somos, electoral y sociológicamente, como el resto de los españoles. A partir de ahora, serán los socialistas y los nacionalistas los más interesados en que nuestra Comunidad autónoma sea "sitio distinto", como decía aquella campaña de publicidad turística que parecía querer imitar el Spain is different, y el PP, necesariamente, tendrá que luchar por que esto no sea así, es decir, por que la renovación que ha dado sus primeros frutos en las grandes ciudades se extienda al resto de Galicia.Los pactos post-electoralesFalta por hablar de los pactos post-electorales. El PSdeG y el Bloque intentarán, como es lógico, extender el pacto de gobierno que tienen en la Xunta a los Ayuntamientos y las Diputaciones provinciales. La gran cuestión es si ante esto al PP no le queda otra alternativa que ser el convidado de piedra.Reclamar que gobierne la lista más votada está muy bien, pero no resuelve nada. En los pequeños y medianos Ayuntamientos donde hay grupos de independientes con concejales, en muchas ocasiones salidos del PP, éste tiene una oportunidad para el pacto. Pero no se deberían desprovechar las ocasiones que surjan de romper el bipartito pactando en sitios concretos con alguno de los dos partidos que lo forman.¿También con el Bloque? Sí, también con el Bloque. Evidentemente, no se trata de transaccionar con los nacionalistas en materia de principios ideológicos; vista la nula influencia electoral que ha tenido el fiasco de la reforma estatutaria, ha quedo muy claro que los gallegos en general y los votantes del PP en particular no somos demasiado proclives a comulgar con las ruedas de molino nacionalistas, pseudo-nacionalistas o cripto-nacionalistas. Ahora bien, formar un gobierno municipal con el Bloque sobre bases estrictamente técnicas donde esté dirigido por gente razonable no me parece ni un imposible ni una herejía.
miércoles, mayo 30, 2007
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