jueves 31 de mayo de 2007
Grietas
KEPA AULESTIA
Las reticencias a clarificar las preferencias de alianzas con anterioridad a las elecciones dio paso, a partir del 27, a una extraña excitación por la que cada dirigente de cada partido vasco se siente autorizado para airear sus propios deseos. Nunca antes, después de una noche electoral, se había asistido a la proyección pública de una galaxia tan extensa de posibilidades. A una ceremonia tan engañosa que pretende dar a entender que todo es posible y, además, a la vez. El PP invita o emplaza al PSE-EE. Lo mismo hace EA de Guipúzcoa; mientras que su presidenta Begoña Errazti parece coincidir con Ibarretxe y Azkarate apostando por la coalición que gobierna Euskadi. Urkullu anuncia que dicha coalición servirá allá donde sirva, lo que viene a recordar otros tiempos -1991- en los que el PNV pudo y quiso gobernar en cada institución con una fórmula diferente. Mientras tanto, ANV no tiene razones para temer que alguna de esas combinaciones le arrebate alcaldías en localidades como Mondragón. Y de Navarra sólo podemos tener claro un detalle, aunque de suma importancia: antes se elegirá la Alcaldía de Pamplona que la presidencia de la comunidad.La explicación inmediata es que los resultados propician y hasta obligan a esa multiplicación de querencias. Pero en realidad lo que ocurre es que todos los partidos han salido demasiado debilitados de las elecciones. No sólo incapaces de optar por una determinada coalición para el conjunto de las instituciones. También impotentes para contener, por el momento, a quienes en su seno creen tenerlo claro o, sencillamente, quieren algo en concreto. Y por ello imposibilitados para administrar en una misma dirección, y preservando la cohesión, el sinfín de posibilidades que se apuntan. La decisión del PNV de dar inicio este mismo viernes al proceso de elección interna del EBB contribuirá sin duda a escenificar las alianzas como un problema antes que nada interno. Pero es más que probable que lo mismo ocurra en EA, en la coalición EB-Aralar -deshecha tras la colecta de votos-, e incluso en un PSE-EE sometido además a la tensión que pueden generarle los designios de Moncloa. El anuncio coral de que «deberá estudiarse cada caso» permite pensar que las negociaciones se prolongarán hasta el último minuto. Pero éstas no se cerrarán sin que en cada uno de los partidos se abran nuevas grietas o se agranden las existentes.k.aulestia@diario-elcorreo.com
miércoles, mayo 30, 2007
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