jueves, mayo 31, 2007

Luis Pousa, Un movimiento profundo

viernes 1 de junio de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
Un movimiento profundo
Quienes tomaban a broma lo del cambio en Galicia deberían empezar a tomárselo muy en serio. Porque no es algo pasajero, de ciclo corto, para entendernos. Más bien se trata de un movimiento profundo, que previsiblemente va mucho más allá del plano político y se adentra en las redes intercomunicadas e interactivas de la sociología y la psicología de las gentes. También de la cultura en sus distintos estratos y manifestaciones, así como de las modificaciones que se corresponden con los avances y retrocesos que reactualizan la civilización, en un período determinado.
Porque ese cambio, que ahora se percibe políticamente con mucha mayor nitidez, viene de lejos. Está vinculado a la modernización iniciada en Galicia hace veinte años; a las nuevas pautas de comportamiento adoptadas por los gallegos a lo largo de ese período; a los efectos de la interactuación de las nuevas tecnologías en las conductas de los ciudadanos, especialmente las relacionadas con la llamada sociedad de la información. En fin, a muchas cosas.
Ese cambio se ha ido gestando poco a poco, tomando cuerpo a medida que iban variando las condiciones de vida de los ciudadanos, aumentado su grado de conocimiento y de discernimiento del mundo que los rodea. Y en ese magma en ebullición, que no en erupción, han comenzado a tomar cuerpo en la sociedad gallega dos fenómenos de gran peso en la evolución de las sociedades humanas, pero que nunca como hasta ahora han disfrutado del rango de imprescindibles: la innovación y el riesgo. Dos factores que si bien son consustanciales a la economía, no se quedan confinados en ese enorme torreón, sino que empiezan a impregnar otros ámbitos de expresión y reflexión.
Por todo ello, era previsible que el cambio político concretado en junio de 2005 en el campo del poder autonómico se haya extendido al del poder local, y con una tranquilidad que escapa a los ex abruptos de la campaña y a aquellas estratégicas que trabajan con las peores sensaciones para, al tiempo, presentarse como milagrosos curanderos de tantas y perversas aflicciones patrias.
Sin menoscabo de aquellos análisis que intentan penetrar en la logística partidaria de la campaña, es un hecho irrefutable que el respeto al territorio y al medioambiente ha calado en la mayoría de los gallegos. O dicho de otra manera, aciertan con el sentir de la mayoría social quienes desde la responsabilidad política asumen el compromiso firme de la defensa de la naturaleza y el paisaje, y toman medidas en esa dirección. Visto desde ese ángulo, el mal urbanismo es enormemente depredador porque está concebido desde el desafecto a la naturaleza y desde el reduccionismo de tratar al ciudadano como una unidad de consumo destructiva.
Frente a todo esto, otro urbanismo es posible y, además de posible, necesario. Esta es quizá una de las proposiciones que deberían aplicarse con mayor empeño en la legislatura municipal que dará comienzo el próximo 16 de junio. Pero para que el propósito se cumpla, los gobernantes locales necesitan del apoyo de la Administración autonómica y, por tanto, del desarrollo de herramientas y métodos adecuados para conseguirlo. En este caso, el tiempo es un factor de enorme importancia por la incidencia que tiene en la aplicación de la función y en el resultado.

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