jueves, mayo 31, 2007

Antonio Elorza, Cortina de cifras

viernes 1 de junio de 2007
Cortina de cifras
ANTONIO ELORZA /CATEDRÁTICO DE PENSAMIENTO POLÍTICO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

La complejidad de los resultados electorales en comunidades como Baleares, Navarra y Euskadi abre la posibilidad para hacer incluso apuestas sobre cuál será la sopa de siglas que va a presidir este o aquel gobierno local o comunitario. Muy bien situado, el Partido Socialista tiene en los tres casos citados la opción de desalojar del poder a los populares, a pesar de ser éstos el primer partido. En Canarias, el candidato del PSOE, allí primero en votos, reivindica la «legitimidad» de acceder él a la presidencia por esa razón, pero el mismo criterio no es aplicado por los socialistas en otros lugares. Es más, nadie espera que lo respeten, e incluso el líder del PSN, después de haber quedado tercero y vencido en sólo doce ayuntamientos del ex reino, un auténtico varapalo, se cree con derecho a exigir la presidencia de la comunidad. Ahí está el precedente catalán.En principio, parece perfectamente legal, pero no muy razonable, que de modo sistemático el partido que alcanza el primer puesto con una mayoría amplia se vea condenado luego a pasar a la oposición por efecto de una alianza en la que pueden intervenir, como sucedió en Baleares, auténticos enanos políticos. La solución de este problema es, no obstante, legal, y nadie puede privar a los distintos grupos de aliarse para arrebatarle la primacía al Partido Popular. Las cifras mandan a la hora de formar gobiernos en una democracia representativa. Ahora bien, no cabe ignorar los efectos perversos del recurso sistemático a este predominio absoluto de los números, que puede desempeñar el papel de una cortina de humo que impide apreciar la puesta en marcha de procesos de degradación del orden democrático.Uno de ellos es la potenciación de un grupo muy minoritario, el cual, a la vista de la pugna entre las dos grandes organizaciones nacionales, fuerza el chantaje hasta exigir la presidencia de la comunidad, para desde allí hacerse literalmente partido, incrementando de forma considerable sus votos y escaños. El mapa político natural resulta afectado, a favor de estrategias particularistas. Así ha sucedido con los regionalistas cántabros, en el poder desde 2003 cuando no lo merecían por la proporción de votos recibidos. Es muy importante, al parecer, que no gobierne el PP, pero peor es que sigan multiplicándose partidos de gobierno como el PRC, no por sus méritos propios, sino por estar los demás encerrados en la discusión sobre los galgos y los podencos.Más grave es la situación cuando por causa de ese enfrentamiento bipolar son olvidadas las consideraciones de política general del Estado. Todo vale con tal de dejar fuera al adversario y maximizar la propia cuota de poder. No faltan ejemplos en Europa de esas actitudes agresivas hacia el otro y de atrapalotodo a la hora de formar las alianzas. Berlusconi es un buen ejemplo: no importa que un grupo sea fascista, con tal de que aporte votos al llamado Polo de las Libertades. Hasta ahora Francia es ejemplo de lo contrario. No sin momentos difíciles, un partido antisistema como el Frente Nacional ha quedado fuera de las combinaciones de poder, incluso en medios conservadores. Habría resultado inconcebible en Francia que un partido socialista, como aquí el PSC, formase gobierno regional con un partido del tipo Esquerra, que hace del independentismo su seña de identidad. Lo ocurrido en la gestación del Estatut vino a probar que tal operación no puede efectuarse sin graves costes. Pero no importa. Es inútil pedirle a Zapatero una reflexión crítica. 'Ladran, luego cabalgamos', dirá para sí y para su círculo de íntimos.Todo indica que en Navarra va a repetirse. Buen número de dirigentes socialistas piensan en los votos que van a perderse en las elecciones generales con la alianza PSN-Nafarroa Bai, y Zapatero hará todo tipo de gestos para aparentar que la solución, con toda la pinta de estar ya prácticamente acordada, no es de su gusto. En realidad lo es, y la apoyará si logra enmascararla suficientemente. No va a desperdiciar la jugada a tres bandas: echar al PP, prioridad, formar gobierno después de una derrota electoral y aliarse con un grupo nacionalista que puede allanar el camino del 'proceso' (lo de la 'autonomía de transición' encantaría a Na-Bai). Si la opinión pública ha acabado tragando que siga 'el proceso de paz', eso sí bien escondido, después del atentado de la T-4, ¿por qué no se va a aprovechar la ocasión de compartir gobierno con una coalición como Nafarroa Bai, tan mesurada en sus últimas manifestaciones? Que el PP pida perdón, o nos entregamos a esta saludable labor de redimir democráticamente a abertzales que no son filoterroristas. Y si lo pide, ya buscaremos otra salida, tal vez la autonomía propia del PSN, coartada que ya funcionó para el PSC. Más gobierno para mí y los míos, sin que importe agudizar las fracturas en la configuración del Estado: tal es la fórmula. A modo de Esaú, el plato de lentejas para mañana es lo que cuenta.La política de Zapatero viene triunfando una y otra vez en las maniobras a corto plazo. Ha funcionado a la perfección el acuerdo tácito o encubierto de dejar pasar a ANV, permitirle a Batasuna reconquistar sus feudos, sin una autorización global de las candidaturas, a cambio de que ETA se limite a lanzar por las calles a sus alevines con la kale borroka, pero no hace atentados, que es lo que necesitaba ZP. En la misma noche electoral, en el local de ANV, quien celebra la victoria es Otegi, para mayor vergüenza del fiscal general del Estado, cuyo sentido del derecho en lo que concierne a la Ley de Partidos debe de encontrarse, lo mismo que para el Gobierno, en lugar desconocido. Una farsa bien hecha, y tal vez de utilidad pública, habrán pensado muchos ciudadanos, hartos de vivir bajo el terror. El resultado electoral lo prueba, pero conviene recordar que nada ha sido resuelto, y que de momento la imagen del Estado de Derecho queda hecha trizas, con una Ley de Partidos que se cumple o incumple a gusto del consumidor.De momento, la política vasco-navarra de ZP ha tenido un resultado estupendo: convertir en protagonista de los medios y en eje simbólico de la política vasca a un partido ilegalizado por pertenecer a una organización terrorista. A fuerza de satanizar al PP y de insistir en 'el proceso de paz', tal vez Patxi López sea un día lehendakari de papel con los votos de Otegi, y entretanto Nafarroa Bai, dentro del gobierno Puras y con Cultura en sus manos, empujará con toda discreción y con todas sus fuerzas hacia la vinculación con Euskadi y hacia la autodeterminación a plazo, sin olvidar la euskaldunización a ultranza (euskara, idioma oficial, Patxi dixit). Nafarroa Euskal Herria da, por fin. Y 'last but not least', de paso queda arrinconado Imaz. El PSOE a favor, no de ETA, pero sí del nacionalismo radical. Una novedad histórica, cuyos frutos difícilmente dejarán de ser amargos.

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