lunes, marzo 05, 2007

Rebajar la tension en el Magreb

martes 6 de marzo de 2007
Rebajar la tensión en el Magreb
EL norte de África es un área geográfica vital para España, tanto por razones de proximidad territorial como por vínculos históricos y culturales. Contribuir a su estabilidad y mantener un clima de buena vecindad con los países de la región, especialmente con Marruecos y Argelia, ha sido a lo largo de nuestra democracia una constante que han sabido atender con razonable éxito los sucesivos gobiernos de España. En este sentido, resulta oportuna la intensa agenda diplomática que desplegará nuestro país en la zona durante esta semana y la próxima: primero, con la VIII Reunión de Alto Nivel hispano-marroquí iniciada ayer en Rabat y, después, con la visita que cursarán Sus Majestades los Reyes a Argel. Con estas iniciativas, España trata de dar solución a dos problemas de especial trascendencia para nuestros intereses: de un lado, la cada vez más compleja gestión del problema de la inmigración y, de otro, el aseguramiento de nuestras vías de abastecimiento energético, en este caso a través del aporte de gas natural que nos suministra nuestro vecino argelino.
Con la presencia de Rodríguez Zapatero y ocho ministros españoles en Rabat, nuestro país quiere dar una especial trascendencia a la cumbre hispano-marroquí. No hay que olvidar que si España quiere desactivar los flujos migratorios que operan desde Mauritania y Senegal en dirección a la península y Canarias, la colaboración de Marruecos resulta fundamental por su influencia sobre estos países. De ahí la importancia de intensificar los acuerdos de cooperación en esta materia, máxime si, como empiezan a revelar las cifras, el Reino aluí ha dejado de ser un país principalmente de tránsito para convertirse también en otro de acogida. Pero si la inmigración es importante, quizá sea aún más relevante encontrar una solución al eterno problema del Sahara occidental. No sólo por el drama que sufre el pueblo saharaui, sino porque el conflicto sitúa a nuestro país en una incómoda posición al ser el garante -como antigua potencia colonial- de la continuidad del derecho a la autodeterminación que reclaman los saharauis. Cogida en medio de las tensiones políticas que el Sahara genera entre Marruecos y Argelia, España tiene que contribuir decididamente a despejar el problema saharaui, máxime cuando esas tensiones repercuten en nuestros intereses políticos y económicos, tal y como se vio durante la pasada cumbre hispano-argelina, cuando un molesto presidente Buteflika censuró a Zapatero la indiferencia con la que hasta el momento nuestro país aborda el conflicto. Esperemos que ahora se puedan dar por fin pasos relevantes al respecto. De este modo, se contribuiría a que el foro comercial hispano-argelino, que inauguran los Reyes y que organiza el Instituto Español de Comercio Exterior, tenga el éxito esperado.

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