viernes 30 de marzo de 2007
Aberración jeltzale
Juan Urrutia
U NOS ‘pocos’ cientos de valientes gudaris, en defensa de la patria vasca y de su líder, se enfrentaron el pasado día 26 de marzo a diez feroces fascistas que, no contentos de provocar con su presencia, mancillando el aire al respirar, pretendían --qué osadía-- asistir al juicio en que Ibarretxe, dios de todos los vascos y vascas, iba a ser juzgado como un mortal común y corriente, cuando todos sabemos que su alma celestial es pura y libre de pecado desde su creación por el mismísimo Sabino Arana en los albores cuasiprotohistóricos. En un momento dado, un cofrade del PNV se lanzó contra Antonio Aguirre, miembro de la junta directiva del Foro Ermua, agrediéndole brutalmente. Éste cayó al suelo y, durante varios minutos, permaneció inconsciente. El video y las fotografías que recogen estos hechos son impresionantes. Aguirre yacía en el suelo con el rostro desencajado por el dolor, la multitud gritaba “¡que se muera, que se muera!” e Iñaki Ezquerra, al tiempo que le atendía, espetó “¿Ésta es la libertad que queréis?” Juana de Bengoetxea Estrade lo vivió en persona y así lo contó en el blog de Santiago González: [...]De repente, espachurrada entre los ertzainas, miro para atrás y veo a Antonio caído en el suelo, en posición fetal, y con convulsiones en las piernas. Ha sido un momento horrible, porque durante 3 ó 4 minutos no respondía. Lo que había pasado es que uno de los energúmenos se había colado entre los cámaras de televisión y le había alcanzado con tremendo patadón en la entrepierna; uno de los escoltas le ha sujetado y le ha dicho al ertzaina más cercano (bueno, es un decir, estábamos todos amontonados): "identifíquelo" mientras lo retenía; pero no ha podido ser: el mando del Ertzaintza le ha dicho: "suéltalo, que se vaya", y el energúmeno se ha escabullido no sin antes darle tremenda bofetada a una de nosotros. [...] Esta es la esencia del nacionalismo vasco, todos son uno. Desde el político hasta el policía pasando por el acólito fiel. El vínculo entre ellos es tal que los derechos y libertades de quienes piensan diferente quedan relegados a unas líneas escritas en el papel mojado que son las leyes para el PNV y Cía. Salvo las que pueden beneficiarles, claro. El fanatismo de los nacionalistas queda patente en la absoluta seguridad de tener en sus manos una verdad suprema y única, en su odio visceral y xenófobo y en su forma de responder a las palabras con brutalidad criminal. Cuando un partido político convoca a sus discípulos para que con su actitud amenazadora presionen a los jueces... ¿Con qué fuerza moral van a hablar de democracia después? Especialmente si tenemos en cuenta que desde el mismo Gobierno Vasco se ha amenazado a la judicatura de forma explícita. Véase lo bien que amenaza su portavoz, Miren Azkarate: “Estas actuaciones no pueden salir gratis”, en referencia al TSJPV. Sí, los jueces deben pagar, no se sabe cómo, el haber procesado a una persona, porque en pelotas somos todos iguales y, al margen de su cargo, Ibarretxe no es más que un ser humano sujeto a las mismas normas que todo el mundo, dentro de las cuales se halla la prohibición de conspirar con terroristas. Antonio Aguirre ha recibido una patada en los genitales que puede dejarle secuelas. La ha recibido por cometer el atrevimiento de luchar por un País Vasco donde pensar con libertad no sea delito. Ha sufrido el odio de unos exaltados que, presa de irracional hidrofobia causada por múltiples inseguridades y delirios, le hubieran linchado junto a otros nueve demócratas, de no ser por la presencia de los periodistas, pues ya se ve que la Ertzaintza no sirve de excesiva protección. Los nacionalistas “buenos” o sea el PNV, han mostrado su verdadero rostro y, siguiendo el ejemplo de sus hermanos “abertzales”, se han dejado llevar por sentimientos recónditos, han desarrollado abiertamente esa faceta que trataban de edulcorar ante la opinión pública pronunciando palabras como democracia, paz o diálogo. Palabras que, al igual que la historia, han pervertido en su propio beneficio hasta dejarlas irreconocibles. Su aliento a ETA por medio de subvenciones a organizaciones anejas y utilizando eufemismos para quitar hierro a las acciones criminales de la banda, han sido sistemáticamente ignorados por los sucesivos gobiernos. El resultado de legitimar las peticiones de los adalides del tiro en la nuca, (nótese que no distingo entre unos u otros nazis) no se ha hecho esperar. Se han envalentonado y esto solamente es el principio. Si de las leyes han hecho una pantomima, de la educación un sistema sectario y adoctrinador y de SU tierra un gueto de Varsovia, ¿no va siendo hora ya de que les sean retiradas las excesivas competencias de que disponen? De hacerlo, ¿a qué debemos temer? ¿A que nos maten? ¿A que nos agredan? ¿A que nos segreguen? ¿A ser insultados, vejados, torturados, obligados a caminar con escolta para evitar nuestro asesinato? Cuantas más prebendas y poder posean, menos libertad habrá en el País Vasco. Perdonen, había olvidado que la libertad desapareció hace mucho tiempo de esta convulsa tierra. Estando así de feas las cosas hemos soportado las palabras que desde el Gobierno socialista nos hablaban de soluciones, de paz (mal entendida), de reconciliación... Ahora el ejecutivo calla: se dedica a confundir, a enterrar la miserable situación de tantas personas amenazadas, bajo cafés de ochenta céntimos.
viernes, marzo 30, 2007
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