Sobre la crispación
Luis Miguez Macho
28 de marzo de 2007. Un ex presidente del Gobierno ha declarado en el extranjero que parece que estamos en un debate político pre-bélico y los que siguen la actualidad política en Madrid hablan de que nunca el ambiente entre el Ejecutivo y la oposición había estado tan deteriorado como en el momento presente. No son pocas las reformas legislativas importantes que han quedado varadas a causa de esta situación y muchas de las leyes que salen adelante son las puramente ideológicas, por no decir sectarias y prescindibles.Pero los enfrentamientos no se circunscriben al ámbito parlamentario y partidista. Dentro de las altas instituciones del Estado y, muy especialmente, de los órganos del Poder judicial la tensión es palpable. El reciente enfrentamiento entre la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y la Fiscalía por el caso Otegi ha alcanzado niveles sin precedentes, y la posición del Consejo General del Poder Judicial, cada vez más asediado, se vuelve insostenible.Tampoco es fácil recordar un grado de confrontación como el que hoy se da entre los medios de comunicación. Fuera del caso de las televisiones generalistas, que viven felices en su nube de inmundicia, la batalla mediática en la prensa y en la radio ya no se plantea simplemente entre tendencias ideológicas, sino entre el viejo y el nuevo periodismo, el acomodado con el poder y el más inconformista. No es extraño que Jesús Polanco se confesase preocupado, porque está claro quién lleva las de perder en esto.El magnate de los medios de comunicación también ha agitado el coco de la guerra civil, como el ex presidente del que hablaba al principio. Y es hora de preguntarse si de verdad este ambiente de crispación tiene algo de pre-bélico.La respuesta más sencilla es decir que no, que es un disparate, porque la crispación afecta a los políticos, a determinados altos funcionarios y a los periodistas, pero no a la gente de la calle. Es más, aquí en provincias hasta nos podemos tranquilizar pensando que es cosa de Madrid que no se irradia al resto del país.Sin embargo, eso sería cerrar los ojos a la realidad. El país, de arriba abajo y del centro a la periferia, está dividido como nunca en la actual etapa democrática. Que los ciudadanos normales como usted y como yo no nos insultemos ni nos peguemos por la calle no significa que la política del actual Gobierno no haya conseguido provocar una impresionante fractura en la sociedad española.Es un autoengaño pensar, al estilo nacionalista, que Madrid es una cosa y el resto del país es otra. Madrid es el verdadero centro geográfico y espiritual de España y concentra y expresa lo que siente toda la nación.Así y todo, yo no veo peligro alguno de guerra civil. El peligro es que una parte de la sociedad española, cruel, cainita, violenta, por la que el espíritu de la Transición ha resbalado sin penetrarle, recurra a lo que mejor sabe hacer si percibe un peligro real e inminente de ser desalojada de las instituciones y de sus posiciones de privilegio: ETA, Terra Lliure, EGPGC, GRAPO, GAL, la huelgas a la fuerza, la violencia del no a la guerra, las patadas... Todos pacifistas, todos progresistas, todos de izquierda y/o nacionalistas.
miércoles, marzo 28, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario