jueves, marzo 29, 2007

Valentin Puig, Menú de café y fideos

jueves 29 de marzo de 2007
Menú de café y fideos

POR VALENTÍ PUIG
EL presidente del Gobierno introdujo el café en el menú desde un plató de televisión y el ministro de Justicia añadió los fideos en la sesión de control de ayer. La imaginación y el ingenio del hombre de la calle gustan de estas oportunidades. De inmediato, la intricada panorámica de nuestros días ofrece la opción del chiste y la alusión de doble sentido. La hora del aperitivo se nutre de esas anécdotas. A los protagonistas eso les gustará más o menos, según se sientan más o menos patrimonio de Estado, pero han aligerado por un breve instante la gravedad en la dialéctica pública: Zapatero, de forma que claramente le resultó inesperada e incómoda, y el ministro de Justicia, con una incontenible premura, la de reducir al adversario político a los términos de la nada. Extraño dúo y muy diversa manera de hundir la daga política entre las bancadas de la oposición. El ministro tiene traza goyesca, quiere que se vea que va a por todas en cada envite que se faja y ataca de frente.
Así como a los mejores jugadores de póquer a veces se les puede distinguir el farol en un leve parpadeo, al ministro Fernández Bermejo se le nota el impulso de apisonadora «kamikaze» cuando cambia de gafas y se le advierte una desabrida manera de perdonar la vida al plegar el micrófono de su escaño con la desilusión de no haber podido decir todo lo que le pedía el cuerpo. Ayer abrió la faena parlamentaria con una cucharada de fideos. Eso tuvo mucho éxito en las bancadas socialistas. No abundan en el PSOE quienes sumen tanto arrojo y tanta suficiencia castiza en el agarrón parlamentario. Se fue de la escena dejando en el arrobo a los diputados del PSOE. Decir, no dijo casi nada. Es que no está ahí para eso, sino para apabullar al PP.
Zapatero no gusta del olor de la sangre. Tampoco son de su agrado las preguntas sobre lo que cuesta un café. Todo eso -el precio del café, los garbanzos, el billete de autobús o de metro, el litro de gasolina- lleva tiempo formando parte del juego al escondite entre representantes y representados. Que Zapatero crea que un café cuesta ochenta céntimos, cuando al ciudadano le sale algo más caro, tiene el valor político que se le quiera dar. Es mejor saberlo, por supuesto, pero en estas celadas populistas han caído grandes líderes de la derecha y de la izquierda. En el caso de Zapatero lo agrava un poco su adscripción a los modos de la democracia deliberativa, pero no le invalida directamente como gobernante. Las cosas, como son. Lo que le atañe en sus responsabilidades como gobernante es que a un miembro del Foro de Ermua le peguen una patada en la entrepierna, que una organización ilegal como Herri Batasuna crea disponer de un visado para el edén, que la política exterior de España sea una figuración de la oquedad o que se intente disimular que hay tropas españolas en Afganistán y en el Líbano. Ante la envergadura de tales cosas, el precio del café es una nimiedad. A lo más, sabemos ahora que el talante del buenismo valora las cosas de la vida casi a mitad de precio. Era inevitable que con pasmosa celeridad comenzasen a circular chistes sobre el café y los fideos, por SMS o internet, con el gracejo hispánico de las mejores ocasiones.
Ni en términos políticos ni gastronómicos, no parecen Rodríguez Zapatero ni Fernández Bermejo personalidades de una originalidad suprema. Están saliéndose del paso como pueden, improvisando sin alardes de inventiva político-institucional, sin giros imaginativos, con un precario sentido histórico, viviendo políticamente al minuto. Uno blande el estoque, el otro quisiera saber manejar el bisturí. Uno toma café a ochenta céntimos y el otro lanza fideos dejando lamparones de salsa de tomate en el pasado del PP. En el fondo, si Zapatero es hombre de mucho café o cómo prefiere Fernández Bermejo que le sirvan los fideos es una curiosidad política como tantas otras. Aquí lo insostenible y maléfico es que a De Juana Chaos le gusten tanto el champán y los langostinos.
vpuig@abc.es

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