miércoles, marzo 14, 2007

Jaime Mañyor Oreja, España es una gran nacion

miercoles 14 de marzo de 2007
España es una gran nación

POR JAIME MAYOR OREJA
ESTE título podría resumir la extraordinaria movilización que muchos españoles protagonizamos el pasado sábado en las calles de Madrid: España no se merece la actual negociación política entre su Gobierno y ETA. Confío en que el sentido común de una gran mayoría de los españoles haga valer este título. Pero la peligrosa dinámica política en que nos encontramos y la perversidad de la estrategia que anima a este Gobierno me mueven a escribir unas líneas para unir mi voz a la de tantas gentes de bien que quieren defender la autenticidad de España, de una España consecuente con los valores que han hecho de ella una gran nación, y de una España fuerte, que es su más sólida opción política en un mundo globalizado.
Ya sabemos que la estrategia actual del Gobierno de Rodríguez Zapatero y de su ministro del Interior consiste en negarlo todo. Si se les escucha con cierto detenimiento no hay riesgos, no hay proceso de paz; ni mucho menos una negociación política entre ETA y el Gobierno, ni ha habido chantaje en el caso de De Juana Chaos, ni Navarra tiene riesgo alguno de ser gobernada por los nacionalistas, ni la legalización de hecho en estos meses de ETA-Batasuna y, de la que de modo efectivo -con las siglas que fueran- se va a producir en los ayuntamientos vascos... Nada tiene que ver con este proceso.
No hay nada, nada existe: todo es un invento de una derecha radical, por lo que cabe preguntarse: ¿es que hemos enloquecido al mismo tiempo millones de españoles por nada, para pasar un sábado por la tarde en una manifestación? Si no existe nada, entonces ¿por qué el «mal llamado proceso de paz»? ¿Por qué el alto el fuego permanente en España o la tregua en Cataluña? ¿Es que el Partido Popular y algunos medios tienen ahora una capacidad casi infinita de movilización y comunicación, basado en la nada? Aunque sólo sea por reducción a lo absurdo, sabemos que estamos viviendo una gran mentira protagonizada por el Gobierno.
No creo faltar a la verdad, ni incurrir en exageración, al considerar extremadamente radical, incluso, si se quiere, de extrema izquierda, algunos aspectos claves del proyecto político del señor Rodríguez Zapatero, que quiere disimular anticipándose a calificar de extrema derecha las ideas que defiende el Partido Popular, pues esta conclusión puede perfectamente extraerse de la acumulación de hechos ya constatados:
-Su personal venganza histórica, realimentando todos los viejos resentimientos que creíamos superados en la Transición.
-Su progresiva aceptación de las crecientes exigencias nacionalistas, en detrimento de la fortaleza del Estado.
-Su significativa política exterior, que le lleva a mantener relaciones preferentes con dictadores hispanoamericanos.
-Su agresividad respecto a los valores tradicionales, religiosos y del propio concepto de familia.
-Su negación del derecho de los padres a elegir libremente la educación de sus hijos.
En definitiva, toda una revolución desde el poder con un gran objetivo: construir y dibujar una España irreconocible respecto de nuestra España constitucional.
Por lo que se refiere a los nacionalismos, resulta evidente su radicalización, la insaciabilidad de su ambición y el impulso que han recibido de la organización terrorista ETA, que tiene dos momentos determinantes: Estella y Perpiñán. En este caso, el objetivo es distinto; el diseño es lisa y llanamente para la ruptura.
El Pacto de Estella supuso la incorporación de todo el nacionalismo vasco al proyecto de construcción nacional de Euskal Herria, propugnado por ETA desde su nacimiento como su razón de ser y que a partir de este momento se ha constituido en el objetivo común de todos los nacionalistas.
Lo vamos a ver en las próximas elecciones municipales y forales, en las que el nacionalismo vasco va a librar la primera de sus dos grandes batallas políticas, intentando la anexión de Navarra para pasar, después, a la segunda y definitiva, que será la reivindicación del derecho de autodeterminación.
Las conversaciones mantenidas en Perpiñán entre los representantes de la organización terrorista y Esquerra Republicana de Cataluña, que dieron lugar a una tregua en esta comunidad, sirvieron para sumar a los radicales y nacionalistas catalanes a un proceso de debilitamiento del Estado, que ETA necesitaba para conseguir unos objetivos imposibles contra un Estado fuerte.
Y así asistimos hoy a un intento de conjunción de estos dos proyectos: el de la España irreconocible del señor Rodríguez Zapatero y el de la ruptura desde la organización terrorista ETA, que el presidente del Gobierno español ha prologado y alimentado mediante la apertura de un disparatado proceso de reformas estatutarias, la legalización de hecho de Batasuna y los favores a De Juana Chaos.
Rodríguez Zapatero, empeñado en devolver la esperanza a ETA y en provocar el desasosiego al Partido Popular, debe saber que, en mi opinión, esta conjunción está condenada al fracaso, pues la autodeterminación, la esencia para ETA de esta negociación, es un obstáculo insalvable desde cualquier punto de vista, pero que, eso sí, permite al Gobierno seguir manteniendo una mayoría parlamentaria, aislando simultáneamente al PP, y a la organización terrorista avanzar y alimentar su proyecto de ruptura.
Frente a tanta quimera, anacronismo, totalitarismo e injusticia, estoy convencido de que hay una gran mayoría de españoles que creen que España es nuestra auténtica realidad política y nuestra realidad nacional; que España es una gran nación y la única garantía de un futuro en libertad y bienestar para todos los españoles, o, lo que es lo mismo, la única garantía del bien común, que debe ser el único objetivo de la acción política.
Sin pretender ser exhaustivo, creo que puede decirse que España es una potencia histórica, con importantes hitos que culminan en la modélica transición a la democracia, una potencia cultural y económica y, sobre todo, una sociedad con iniciativa, con ilusión, con un empuje que nunca habíamos tenido, componentes de una gran nación cuya condición nos lleva a pensar que la acción política en todas las áreas de gobierno debe ser precisamente de signo contrario al que le imprime el señor Rodríguez Zapatero.
Muchos millones de españoles se han manifestado ya en la calle por la defensa de estos valores, pero el señor Rodríguez Zapatero sigue empeñado en dirigir su acción política en sentido contrario, y no hay señal más evidente de ello que su indigna actitud ante la organización terrorista ETA, que como miembros de una gran nación no podemos aceptar. Al parecer, solamente el PP parece dispuesto a representar a esta gran mayoría de españoles y los valores que con tanta dignidad están defendiendo.
Solamente tenemos que exigirnos la mayor decisión y la mayor determinación en la defensa de España como una gran Nación.
Portavoz del PP
en el Parlamento
Europeo

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