miércoles, marzo 14, 2007

Ferrand, La repeticion de los debates

miercoles 14 de marzo de 2007
La repetición de los debates

POR M. MARTÍN FERRAND
HEMOS institucionalizado en España, con la alegre complicidad de las grandes televisiones, una modalidad de debate político que no conduce a ninguna parte y cuyo destino, de tener alguno, es la crispación innecesaria y el enfrentamiento cuasi caínita entre españoles territorialmente clasificados. El líder de un partido, no importa cuál, aparece en un telediario y, en el mismo espacio y como si fuera casual, tiene sitio la réplica de su antagonista correspondiente. En muchas ocasiones se llega, incluso, a las dúplicas. El ejercicio, repetido varias veces al día y varios días a la semana, agota, sin entrar en profundidades, todos los asuntos del catálogo de las inquietudes ciudadanas y, por saturación, encrespa los ánimos colectivos.
Así ocurre que, como ayer, el ministro del Interior compareció ante la correspondiente comisión parlamentaria para dar cuenta de uno de los asuntos en curso -la prisión atenuada a Ignacio de Juana Chaos concretamente- y ya estaba todo dicho. El acto se convirtió en mera escenificación litúrgica: el estrambote a un soneto agotado en tertulias radiofónicas, montajes de televisión y opiniones impresas. Sólo la incuestionable habilidad, más retórica que dialéctica, de Alfredo Pérez Rubalcaba le dio algún sentido escénico y emocional al acontecimiento.
El torpe sistema electoral que padecemos empuja a nuestros partidos a una actitud permanente de campaña electoral, y eso crispa el ambiente mucho más que las diferencias ideológicas. Después de casi treinta años de desarrollo y progreso, cuando España disfruta de una situación económica y social sin precedentes, asistimos al esperpento de la máxima tensión y hasta suenan los tambores guerracivilistas. Algo sin sentido que sólo se explica desde la partitocracia que secuestra una democracia débil, en el equilibrio de las demandas separatistas y al albur del capricho de las minorías. Hay que ganar votos cada día y todo lo demás es excipiente. Las formas de poder ya sólo sirven para marcar diferencias formales porque, mientras no exista la voluntad común de revisar el Título VIII de la Constitución, todo serán gestos y/o concesiones en aras de la gobernación del Estado.
La crónica de la comparecencia de Rubalcaba podría haberse escrito, con precisión, antes de que se produjera. Sólo la sustitución de la portavoz titular del PP en la Comisión de Interior, Alicia Sánchez Camacho, por el portavoz en el Congreso, Eduardo Zaplana, modificó los puntos de referencia de un debate tan reglado que tiene más de sucesión de monólogos, hilvanados por un argumento común, que de contraste entre propuestas diferentes y soluciones alternativas. La crispación continúa y, resignados, podemos conllevarla mientras no afecte al progreso y al bienestar, circunstancia que puede darse en cualquier momento.
M. MARTÍN FERRAND

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