jueves, enero 11, 2007

Rebecca Hagelin, Los creyentes si que pecan menos

jueves 11 de enero de 2007
BENEFICIOS SOCIALES DE LA RELIGIÓN
Los creyentes sí que pecan menos
Por Rebecca Hagelin
En su canción de 1971, Imagine, John Lennon nos pedía que imagináramos una utopía laica. No habría cielo ni infierno. La paz y la armonía reinarían y una "hermandad de seres humanos" global florecería. Lo que no encontraríamos en ese paradisíaco estado de cosas, por supuesto, sería la religión.
Lennon era un compositor con mucho talento pero, cuando se trataba de teología, se equivocaba de medio a medio. Ciertamente, en un mundo libre de religión no existiría el cielo. Pero habría muchísimo infierno y justo aquí, en la tierra.
Esta no es simplemente la opinión de una señora que se toma en serio su fe. Un enorme y creciente conjunto de investigaciones muestra la gigantesca diferencia que marca la fe religiosa en nuestra vida diaria. Y, efectivamente, no es una exageración decir que la religión hace posible la sociedad civil. Sin la religión, cada indicador de miseria humana tendría rotas las agujas de medición.
Para un conciso pero extenso catálogo de lo mal que podrían ir las cosas, échele un vistazo al nuevo estudio de Pat Fagan, el más importante investigador de ciencias sociales de la Fundación Heritage. En él, selecciona innumerables estudios que demuestran el increíble efecto que tiene la religión sobre el matrimonio, el divorcio, la educación de los hijos, el abuso de drogas y alcohol, los nacimientos fuera del matrimonio y hasta sobre la salud mental y física.
Comencemos con un área que me toca de lleno: las relaciones familiares. Mi esposo y yo hemos educado a nuestros tres adolescentes en un hogar afectuoso y religioso. Nuestra fe en Dios nos ha dado fuerzas en los buenos y en los malos tiempos y ha sido fuente permanente de inspiración, consuelo y aliento. Por eso me sentí especialmente complacida al leer lo siguiente en el estudio de Fagan:
Comparadas con las madres que no consideraban la religión como algo importante, aquellas que sí lo hacían valoraban más y de forma considerable su relación con sus hijos. Cuando las madres y sus hijos comparten una misma práctica religiosa, tienen mejores relaciones entre ellos. Por ejemplo, cuando los jóvenes de 18 años iban a servicios religiosos con aproximadamente la misma frecuencia que sus madres, ellas tenían mejores relaciones con ellos, incluso muchos años después. Además las madres que se hicieron más devotas durante los primeros 18 años de vida de sus hijos tuvieron mejores relaciones con sus hijos, al margen de la profundidad de sus prácticas religiosas antes del nacimiento.
Lo mismo puede decirse de los padres:
Comparados con padres sin afiliación religiosa, los que asisten a servicios religiosos con frecuencia son más propensos a supervisar a sus hijos, elogiarlos y abrazarlos y pasar tiempo con ellos. En realidad, la frecuencia de la asistencia a servicios religiosos de estos padres está más correlacionado con el grado de compromiso paternal en actividades entre padres e hijos que el empleo o el sueldo, que son los factores que se citan con más frecuencia en la literatura académica sobre la paternidad.
Fagan descubrió que las parejas son mucho más propensas a permanecer unidas si son religiosas. En efecto, el riesgo de divorcio es más de doble para las parejas que dejan de practicar su religión. Las parejas practicantes hablan de mayor felicidad y satisfacción en su matrimonio. La incidencia de violencia doméstica también disminuye. Los hombres que van a servicios religiosos al menos una vez por semana son un 50% menos propensos a cometer actos violentos contra sus parejas que aquellos que van una sola vez al año o menos.
¿Y sobre el comportamiento sexual de los adolescentes? También aquí hay buenas noticias. Fagan explica que los valores tradicionales y las creencias religiosas están entre los factores más comunes que los adolescentes mencionan al explicar por qué practican la abstinencia sexual. Y la religión afecta a los nacimientos fuera del matrimonio: si se compara a los que se consideran "muy religiosos" con los que no son "en absoluto religiosos" vemos que estos últimos son de dos a tres veces más propensos a tener un hijo fuera del matrimonio. Además, el uso del tabaco y el abuso de bebidas alcohólicas cae de forma significativa entre los jóvenes que son practicantes.
La religión también es una gran ayuda para aquellos que nunca se casan o que no tienen niños. "Una revisión de la investigación muestra que la religión afecta de manera importante el nivel de felicidad y la sensación general de bienestar de una persona", escribe Fagan. "En la amplia mayoría de los estudios revisados, el aumento en la práctica religiosa se asocia con una mayor esperanza y un mayor sentido de tener un propósito en la vida". Además, la gente que es practicante sufre menos riesgos de caer en la depresión y el suicidio. También tienden a vivir más.
Nada de esto sorprendería a los padres fundadores de la nación estadounidense, porque sabían que ningún pueblo se puede autogobernar sin religión. En su discurso de despedida, George Washington se refirió a la religión y la moralidad como "los grandes pilares de la felicidad humana" y observó: "Sea lo que sea que se le pueda conceder a la influencia de una educación refinada en mentes de una estructura singular, tanto la razón como la experiencia nos impide esperar que la moralidad nacional pueda prevalecer si se excluye el principio religioso".
Cuando se dirija a la iglesia la próxima vez, recuerde el papel indispensable que juega la religión en una sociedad libre. Después de todo, la más alta autoridad nos ha dicho que si primero buscamos el reino de Dios, "todo lo demás se os dará por añadidura". De alguna forma, Jesús nos estaba diciendo –casi 2.000 años antes de que John Lennon escribiese una sola nota musical– cómo lograr la verdadera "hermandad de seres humanos". Imagine.
©2006 The Heritage Foundation* Traducido por Miryam Lindberg
Rebecca Hagelin es vicepresidenta de Comunicaciones y Marketing de la Fundación Heritage.

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