lunes 29 de enero de 2007
JOSÉ VILAS NOGUEIRA
memoria de los días
Antisistemas a tiempo parcial
"Las niñas ya no quieren ser princesas, y a los niños les da por perseguir el mar dentro de un vaso de ginebra, pongamos que hablo de Madrid", cantaba Joaquín Sabina. En Barcelona no sé qué perseguirán los niños en el fondo del cubata, pero seguro que las niñas tampoco quieren ser princesas. Eso queda para las hijas de la "patria querida", pues como todo el mundo sabe los Príncipes son de Asturias.
No ha de colegirse de esto inferioridad de los niños y niñas de Barcelona, cuya mera suposición habría de ser impío pecado contra la identidad, los derechos históricos y el tres por ciento. Bien al contrario, un sublime destino los llama, el antisistema los convoca. Oráculo de esta convocatoria ha sido la señora Inma Mayol, tercer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de la ciudad condal (que se decía en el ominoso tiempo pasado).
¿De dónde viene a esta señora tan sobresaliente inclinación? Pertenece a Iniciativa per Catalunya Verds, que es un partido (o una coalición; como para tiquismiquis está el zafio escenario político) que engloba a comunistas y ecologistas. ICV está no sólo presente en el gobierno del Ayuntamiento de Barcelona, sino también en la Generalidad (uno de sus Consejeros, precisamente el de Interior, es Joan Saura, pareja sentimental de la señora Inma). Propicia coyunda, gobernante él y gobernante ella, unidos en el seno del mismo partido, que pareja unida, jamás será vencida.
La incorporación sin restricciones de la mujer a la política es un desarrollo beneficioso para todos, pero un maná para la clase política: dos cargos por el precio de uno. Particularmente entre las izquierdas, quién no coloca a la parienta en algún puesto agradecido. Y si las mujeres alcanzasen la hegemonía política, pese a Gigantes y Cabezudos y todas las políticas y feministas, de izquierda y de derecha, la cosa sería la misma, aunque al revés.
Los políticos, cualquiera que sea su sexo, son gente nociva. Pero son un mal menor, pues la anarquía peor, con su infinito cortejo de crímenes y abusos. El desarrollo "espontáneo" de la sociedad precisa de algunas reglas y de algunos actores dedicados a exigir el respeto a las mismas, pues las leyes políticas, por naturaleza y a diferencia de las físicas, son constitutivamente vulnerables. Los mejores gobernantes son los que menos intervienen y los que más eficazmente aseguran el mínimo de orden que la sociedad precisa para su libre desarrollo.
Naturalmente, un político puede no estar de acuerdo con el sistema establecido. Pero si ha asumido un cargo no puede declararse antisistema, y menos sin precisar claramente cuál es el sistema alternativo que propone. Esto no ha inmutado, sin embargo, a la señora Mayol, que ha justificado su simpatía por los "ocupas" declarándose antisistema. Su pareja sentimental y política, el señor Saura, ha adoptado posición similar, declinando su obligación de reprimir las "ocupaciones".
Pero sólo son antisistema a tiempo parcial. A la hora de cobrar (240.000 euros ingresa la pareja del sistema); a la hora de usar los coches oficiales; a la hora de aprovecharse de los numerosos y pingües privilegios, legales, paralegales y factuales, que nuestros gobernantes se autoatribuyen, dimiten pudorosamente de su brava posición.
Indudablemente, ha habido en el pasado gobernantes más despóticos y más arbitrarios que los contemporáneos, pero en rufianismo eran unos aprendices respecto a los actuales. Que la sociedad lo tolere es una prueba de la abyección en que hemos caído. Hagamos, pues, como los niños y las niñas de Barcelona: de mayores, antisistema.
domingo, enero 28, 2007
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