viernes, enero 26, 2007

Los problemas de la Guardia Civil no se resuelven solo con sanciones

Los problemas de la Guardia Civil no se resuelven sólo con sanciones
Elsemanaldigital.com

27 de enero de 2007. Hace hoy justo una semana, en Madrid, ciudad acostumbrada a ver discurrir por sus calles toda clase de manifestaciones, se vivió una de todo punto inusitada: alrededor de tres mil agentes de la Guardia Civil protestaron por lo que consideran el incumplimiento por parte del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de sus promesas respecto del Cuerpo, y lo hicieron vestidos de uniforme.Que los miembros de un Instituto armado, y a estos efectos importa poco el que esté o no sometido a disciplina militar, lleven a cabo una protesta en la calle es siempre preocupante, pero que para ello utilicen el uniforme, con todo lo que éste simboliza, resulta inaceptable, y nos retrotrae a periodos de nuestra historia felizmente superados. Por eso no tiene nada de sorprendente que el director general de la Policía y la Guardia Civil, Joan Mesquida, haya decidido abrir expediente disciplinario a los máximos responsables de dicha manifestación, el secretario general de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, Joan Miquel Perpinya, y el secretario de Comunicación de la misma, Juan Antonio Delgado, a los que pueden seguir todos los demás miembros de la Junta Directiva.Lo que sí causa sorpresa son las declaraciones que inicialmente realizaron el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y su antecesor en el cargo y hoy ministro de Defensa, José Antonio Alonso, quitándole importancia a lo sucedido. En este sentido, será interesante escuchar lo que diga el primero cuando comparezca ante el Congreso de los Diputados para explicar a instancias del PP la situación de la Guardia Civil que ha desembocado en los hechos del sábado pasado.En las reivindicaciones formuladas en la manifestación hay que distinguir claramente dos tipos de demandas. Por un lado, en España durante todo el actual periodo democrático la izquierda ha jugado de una manera poco responsable con la naturaleza militar que ha caracterizado a la Guardia Civil desde su creación hace más de siglo y medio, que forma parte de su espíritu y que no es desconocida en Institutos similares de los países de nuestro entorno.Que haya agentes del Cuerpo que no están de acuerdo con esa naturaleza no se entiende, dado que es de suponer que eran conocedores de lo que implica cuando decidieron ingresar -de manera voluntaria, como es evidente- en aquél. Este desasosiego no tiene más solución que facilitar la salida de esas personas hacia otros Institutos policiales.Por otro lado, cosa bien distinta son las quejas sobre las durísimas condiciones profesionales y personales a las que están sometidos los miembros de la Guardia Civil, sobre todo en comparación con los agentes de otros Cuerpos. Aquí el problema no es sólo el régimen disciplinario, que ha sido el detonante de la última protesta, sino las retribuciones, las condiciones en que se presta el servicio o la vida en casas-cuartel ruinosas. Y esto, desde luego, no se arregla sólo con sanciones.

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