martes, enero 30, 2007

Xavier Navaza, Bajo la mirada del Minotauro

martes 30 de enero de 2007
POR XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
Bajo la mirada del Minotauro
Como en la matriuska rusa, las frustradas conversaciones para la modificación del Estatuto de Autonomía encierran un misterio que, a su vez, guarda otro misterio envuelto en la piel de un enigma. Puede que haya más, pero al final -tal y como sucede en el famoso juego de muñecas que alimentaba las fantasías de la zarina- debería aparecer la almendra que ponía fin a la intriga: una minúscula figura, la última, que justificaba la presencia de todas las demás. En el fondo estamos, una vez más, ante la idea mítica del laberinto. Y ningunos de nuestros líderes políticos: Emilio Pérez Touriño, Anxo Quintana y Alberto Núñez Feijóo, se libra de la sospecha de haber sucumbido a la magnética y penetrante mirada del Minotauro.
Los tres tienen algo que ocultar. Por eso es tan importante la fecha (7 de febrero, miércoles) elegida ayer por la junta de portavoces del Parlamento, para que sus señorías debatan entre sí y expliquen urbi et orbi por qué la reforma estatutaria se fue al garete y el diálogo acabó en fiasco: "Los socialistas", dijo ayer Ismael Rego, "queremos que todos los ciudadanos de este país tengan el máximo conocimiento de la situación". Su vecino del Benegá, Carlos Aymerich, añadió prácticamente lo mismo; y Xosé Manuel Barreiro, homólogo de ambos en las filas del PPdeG, defiende, lógicamente, la misma tesitura: luz y taquígrafos, para que se entere la nación.
Todos ellos tienen razones políticas y electorales -mayo está a la esquina- para zaherir al adversario; incluso al socio, en el caso de los dos partidos que sustentan al Gabinete autonómico: como sostiene Rego, haberlos haylos, como el BNG, que durante la mañana actúan con la contundencia de la oposición y por la tarde se ponen el tranquilizador cataplasma del Gobierno. Y todos ellos, también, tienen el mismo flanco débil: el contenido, tal vez el pacto, de la conversación que Núñez Feijóo y Pérez Touriño mantuvieron el día 15 de noviembre de 2006 en la residencia oficial de Monte Pío.
¿Hubo acuerdo aquel día entre el premier galaico y el jefe de la oposición en la Casona del Hórreo? A juzgar por las caras que ambos exhibieron tras la cita, con sonrisas de oreja a oreja que hacían necesario el gran angular de las cámaras, don Emilio y don Alberto no sólo establecieron entonces una entente cordiale -al estilo, tal vez, de la puesta en escena en Sevilla entre Manuel Chaves y Javier Arenas- sino que formalizaron un pacto entre caballeros para llevar al huerto al joven Quin.
Pocos días después, tras un forzado mano a mano en Compostela que Feijóo y Quintana nunca debieron realizar, se puso de manifiesto que entre populares y nacionalistas había casi de todo menos química y comunicación. El líder del PPdeG utilizó el guión de su conversa con el presidente de la Xunta para presionar sobre Quintana y eso llevó directamente al fracaso de la reunión. Fue entonces cuando don Alberto dijo aquello: recuerden, que jamás traicionaría los compromisos adquiridos con el presidente de la Xunta. De todo eso, a la luz del meridiano, deberían hablar sus señorías el próximo día 7 en la Cámara.
A TRES BANDAS
El buen billar de fantasía
Sobre la fronda, en los claros donde vivaquean populares y nacionalistas -cada uno por su lado, of course- se ha extendido la sospecha de que Emilio Pérez Touriño jugó a tres bandas, como en el buen billar de fantasía. Le dijo a Alberto Núñez Feijóo lo que éste quería oír y a su vicepresidente Anxo Quintana le doró la píldora con suma convicción. Eso le valió el mérito de aparecer ante la opinión como árbitro, pero sembró de pequeñas minas antipersona la hoja de ruta de la reforma. El resultado es que los populares salieron escaldados y los nacionalistas no las tienen todas consigo, porque cuanto digan contra don Emilio puede volverse contra el joven Quin .

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