sábado, enero 27, 2007

Ferrand, Embajadores de España

sabado 27 de enero de 2007
Embajadores de España

M. MARTÍN FERRAND
POR M. MRTÍN FERRAND
A los diplomáticos no les gusta el extrarradio y, después de haber dejado su última sede en la Plaza del Marqués de Salamanca, llevan mal su actual instalación en las Torres Ágora, al otro lado de la M-30 madrileña. Tampoco les gustó dejar el magnífico Palacio de Santa Cruz para funciones meramente representativas y llevar a lo que fue Instituto Nacional de Industria, el INI, sus oficinas y despachos. No les falta razón. En la medida en que damos por vigente las representaciones nacionales más allá de los foros multinacionales en que hoy se cuece el guiso mundial, los diplomáticos requieren salones y boato para mejor vestir la función que les corresponde: la representación de España en todo el mundo.
La noticia reside en que buena parte de los casi 900 diplomáticos en activo, los más de 600 que pertenecen a la Asociación de Diplomáticos Españoles, desean su afiliación sindical. Al mismo tiempo protestan ante la cantidad de embajadas que la iniciativa gubernamental de José Luis Rodríguez Zapatero ha cubierto con nombres no pertenecientes a «la carrera»: Marruecos, Argentina, Unesco, Venezuela, El Vaticano... No es raro que, siendo Miguel Ángel Moratinos el ministro del ramo, los diplomáticos anden revueltos. El liderazgo, que se sustenta en la excelencia profesional, la ejemplaridad ética y la fuerza personal es imprescindible para cualquier colectivo y, mucho más, si está integrado por personas de elevado nivel de formación y experiencia.
Bien está que los diplomáticos, en la medida en que se sientan «trabajadores de las relaciones internacionales», formen su propio sindicato o se afilien a cualquiera de los existentes. Será curioso ver cómo se reivindican derechos desde Paraguay o Eslovaquia. Lo que ya es otra cuestión es quién debe o puede ser embajador de España. El sentido común aconseja que, además de un escalafón nacido de un número cerrado de servidores públicos, atados de por vida a la nómina del Estado, puedan incluirse en la función representativa otras personas que, por sus especiales condiciones, puedan desempeñar la titularidad de una embajada, en lugares y circunstancias concretas, con mayor eficacia que la que puede suponerse en quienes, precisamente por su especialización, no pueden ofrecer ese perfil.
Por citar solo un ejemplo del actual equipo de embajadores españoles en el mundo, valga el caso del militante socialista y ex alcalde de La Coruña, Francisco Vázquez. En una situación de partida tensa, promovida por los desencuentros del Gobierno con la Jerarquía eclesial -enseñanza de la Religión, aborto, matrimonios homosexuales...- el gallego ha sabido entenderse con la Curia y el nivel y tono de las relaciones es hoy el mejor de los habidos en el último medio siglo. En ocasiones la destreza en el oficio es superada por el pesquis personal e intransferible de un paisano

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