martes, enero 30, 2007

Desconfiar o confiar en la Justicia

Desconfiar o confiar en la Justicia
Rafael González Rojas

30 de enero de 2007. Para la sociedad española, confiar o desconfiar en la Justicia es una esperanza o seguridad alternativa. A lo largo de la legislatura no le han faltado motivos para lo uno y para lo otro. Determinadas actuaciones del Fiscal General del Estado han dado motivos más que suficientes para desconfiar de esa institución básica de toda democracia moderna. Algunas actuaciones del juez Garzón, a su vez, han desconcertado tanto que mucha gente no sabe muy bien a qué atenerse respecto a mantener su confianza en la Justicia. Veamos lo positivo. La decisión del pleno de la sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, de mantener el régimen carcelario al terrorista De Juana Chaos, ha supuesto una de esas actuaciones que a la gente le da un respiro. No está todo perdido, se dijo la gente. Al final, la justicia resplandece. Ése fue el sentimiento casi unánime de los españoles de bien, que sólo desean vivir en paz, en paz verdadera, que ha de basarse en la libertad y en la justicia. Atrás quedaron las incertidumbres motivadas por las actuaciones del Ministerio Fiscal, al servicio del Gobierno más que del Estado. ¿Acaso no es notorio que el señor Conde-Pumpido ha utilizado su magistratura al servicio de un ambiguo proceso negociador con los terroristas, impulsado por el presidente del Gobierno y al margen del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo? En el caso del terrorista De Juana Chaos, se indujo a la Fiscalía a solicitar de la Audiencia Nacional la atenuación de su régimen carcelario. Se trataba de aceptar un chantaje político, porque no otra cosa suponía la huelga de hambre del asesino. Gracias a la probidad de la Audiencia Nacional, las cosas han quedado en su sitio, a la vez que ha mostrado al Gobierno cuáles son, en asuntos tan delicados como éste, sus responsabilidades ante sí y ante la sociedad: defender la Justicia y las libertades democráticas, y no pretender burlarlas con el cimbel de una paz, que nunca será posible si ETA no se disuelve. Mucho más burdo que esto –que al fin de cuentas puede encubrirse con un falso humanitarismo- es el auto de Garzón sobre Otegi. Todos hemos visto en numerosos pases televisivos que Otegi habla siempre en nombre de Batasuna. Nadie duda en este país que el líder visible de Batasuna es Otegi. ¿Qué se propondrá conseguir el honorable juez negando semejante evidencia? Tampoco es un secreto. Pero de momento, en el camino, no sólo va dejando jirones del prestigio de la Justicia sino de su propia honorabilidad.

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