martes 30 de enero de 2007
11-M
El guión oficial salta por los aires
Ignacio Villa
Preguntarse estas cosas no implica caer en ninguna teoría de la conspiración, como intentan argumentar desde los aledaños del poder, porque detrás de ellas no hay ninguna teoría alternativa, tan sólo preguntas y dudas.
El silencio es el síntoma más claro del temor que se está viviendo tanto en el Gobierno como en sus terminales mediáticas ante las novedades judiciales que se están viviendo en torno al 11 de marzo. Unas novedades que aparecen, además, en vísperas del juicio. Lo cierto es que el sumario ha pasado a otras manos, menos dispuestas a ser cómplices del poder, por lo que ese guión llamado "versión oficial" ha saltado por los aires.
Hasta hace unos días habían conseguido que las investigaciones periodísticas sobre los atentados de Madrid no tuvieran eco judicial gracias al desastroso sumario que ha instruido el juez Del Olmo. Pero ahora, a pocos días del juicio, la irrupción en escena del tribunal presidido por el magistrado Gómez Bermúdez ha cambiado considerablemente las cosas. Tres etarras han sido citados como testigos, se ha pedido un informe sobre la composición de los explosivos utilizados en los trenes de la muerte y ahora la Audiencia Nacional ha pedido al Congreso, con carácter de urgencia, siete comparecencias de la comisión de investigación parlamentaria. Algunas de ellas fueron muy jugosas y se pueden considerar pruebas clave para demostrar mentiras, pruebas falsas y contradicciones más propias de principiantes nerviosos que de mandos policiales experimentados en la lucha contra el terrorismo.
Ya veremos en qué queda todo esto, pero lo cierto es que por primera vez se percibe interés por parte de unos jueces por saber lo que pasó realmente el 11 de marzo. Algo imprescindible si queremos saber si los terroristas etarras tenían algún papel en ese atentado, averiguar los motivos de la coincidencias de las dos caravanas de la muerte, descubrir quiénes fueron los autores intelectuales de la matanza, encontrar explicaciones a las sombras del "suicidio" de Leganés y entender los motivos detrás de la fabricación de la larga lista de pistas falsas con las que se ha ido salpicando las investigaciones. Puede que algunos o muchos de estos asuntos pendientes jamás sean esclarecidos, pero ahora hay una cierta esperanza en que la Justicia lo pueda intentar.
Preguntarse estas cosas no implica caer en ninguna teoría de la conspiración, como intentan argumentar desde los aledaños del poder, porque detrás de ellas no hay ninguna teoría alternativa, tan sólo preguntas y dudas sobre algunos aspectos clave de la versión oficial de la matanza. Sin embargo, han empleado esa excusa para justificar que se pusieran todos los obstáculos posibles para impedir que fueran contestadas. Ahora que se acerca el día del juicio, el comportamiento del tribunal, bien distinto al ofrecido por Del Olmo y Olga Sánchez, da el espaldarazo a quienes contra viento y marea no han dejado de hacerse preguntas. Nos han estado ocultando la verdad. Han escrito un guión oficial muy alejado de ella. Pero parece que ya no podrá sostenerse en pie mucho más.
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