lunes, julio 30, 2007

Enrique Badia, Ni culpa ni disculpa

martes 31 de julio de 2007
Ni culpa ni disculpa Enrique Badía

El incalificable apagón sufrido la pasada semana en Barcelona ha puesto de manifiesto muchas cosas, entre las que no es fácil elegir la peor. Quizás la principal sea que la red eléctrica de la segunda ciudad española se encuentra en un estado lamentable, sin ninguna garantía de que no se repita algo similar. No menos deplorables han sido las reacciones, tanto desde las empresas implicadas como de parte de los organismos de la Administración relacionados de una u otra forma con el sector. Y, como tantas otras veces, se ha constatado que no existen o sirven para muy poco los sistemas y la capacidad de actuación en situaciones de emergencia.
Si la magnitud y las consecuencias del percance resultan incomprensibles para la mayoría, mucho menos se comprende que las primeras 48 horas —con media ciudad a oscuras— discurrieran prácticamente sin información. No hubo explicaciones de lo ocurrido ni datos sobre quiénes ni durante cuánto tiempo iban a permanecer sin luz... aunque cuando se rompió el silencio no resultó mejor.
La imputación recíproca entre las dos compañías responsables del suministro, Endesa y Red Eléctrica, fue vergonzosa y nada respetuosa con las decenas de miles de personas privadas de electricidad. Y los responsables públicos no se han comportado mejor: no ha habido ninguna autocrítica, nadie ha reconocido ningún posible fallo ni se ha mostrado predispuesto a asumir algún tipo de responsabilidad, como si el asunto no tuviese que ver con las administraciones públicas y su único papel fuese abrir expediente e imponer sanción.
No sólo es que el sector eléctrico está intensamente regulado y en cierto modo sujeto a intervención desde el Gobierno central. No menos decisivas son las potestades de organismos autonómicos y ayuntamientos.
La estabilidad del suministro eléctrico en Cataluña depende en buena medida de la importación de Francia. Hace años que los expertos avisan de la necesidad imperiosa de construir una nueva línea de alta tensión, no sólo —aunque también— ante la próxima llegada del AVE, sino por el incremento de demanda derivado entre otras cosas del aumento de la población —30 por ciento en los últimos años—, la mejora de los estándares de vida que eleva el porcentaje de hogares provistos de aire acondicionado, otros electrodomésticos y calefacción y, en la medida que corresponda, las campañas publicitarias de las propias compañías incitando mayores usos y consumos de electricidad. Pero los responsables políticos catalanes llevan tiempo mareando la perdiz, en contra y a favor de ese nuevo tendido, que no acaba de desplegarse porque alguno de los socios del tripartito se comprometió a evitarlo en su programa electoral.
Los ayuntamientos tampoco ayudan. ¿Cuántas licencias de instalación, ampliación o remodelación de subestaciones llevan años bloqueadas o incluso denegadas por una corporación municipal?
El despropósito de algunos ha alcanzado el disparate de atribuir el desastre al hecho de que las compañías encargadas del suministro eléctrico sean privadas. Olvidan, ignoran o silencian que, siendo cierto en el caso de Endesa, dista de serlo en el de Red Eléctrica (REE), igual o más implicada que aquélla en el apagón. Aunque más de la mitad de su capital esté atomizado en Bolsa, su primer accionista individual, con un 20 por ciento, es la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), un organismo público cuyo dominio del consejo de administración se ilustra con el hecho de que, tras la victoria socialista en las pasadas elecciones generales, el Gobierno forzó el cambio de presidente, promoviendo a Luis Atienza, que fuera ministro de Agricultura del último gabinete de Felipe González.
En suma, las empresas callan y los responsables políticos se empeñan en tratar de convencer a los ciudadanos de que todo está bien y nada se ha hecho mal… aunque no suene del todo coherente con el anuncio de millonarias multas y la apelación a la tediosa Horrible Situación Heredada (HSH) como única culpable que no se suele disculpar.
ebadia@hotmail.com

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