lunes 30 de julio de 2007
Eventos planetarios y sus costes Luis de Velasco
Toda inversión tiene unos costes, digamos directos, y otros, igualmente importantes y muchas veces olvidados o desconocidos, denominados alternativos o de oportunidad. Por ejemplo, la famosa Terminal 4 del aeropuerto de Barajas ha costado, parece, la enormidad de seis mil millones de euros (multiplicando, como es práctica habitual en la obra pública, el presupuesto de adjudicación). Ésos son los costes. Los de oportunidad, responden a la pregunta de qué otra inversión o gasto se podría haber llevado a cabo con esa suma, porque siempre hay un límite a los recursos totales disponibles. ¿Cuántos y qué proyectos con mayor rentabilidad económica y social no han podido ser realizados por esa decisión?
Parece haber un acuerdo entre el multimillonario suizo propietario del evento con el Gobierno español y el autonómico valenciano y el Ayuntamiento de esa ciudad para llevar allí a cabo la próxima edición de la Copa del América. Un “evento planetario” como lo ha calificado el presidente valenciano, afirmando sus portavoces que es el evento deportivo con mayor impacto mundial tras la Olimpiada y el Mundial de fútbol. Si ellos lo dicen… aunque hay razones fundadas para dudar que un deporte absolutamente minoritario, elitista y con muy difícil seguimiento in situ y en la televisión por los (escasos) aficionados, tenga ese alcance. Para justificar la procedencia de la primera copa recién terminada, se presentaron estudios con cifras del impacto previsible en número de visitantes, ingresos derivados, etc., previsiones más que discutibles como en todo proyecto de este tipo, argumentaciones que finalmente se envuelven con las etiquetas intangibles de “modernidad” y la de “situar la ciudad o región o país de que se trate en el mapa” y aquí paz y después gloria.
Los últimos años muestran una proliferación en este tipo de actuaciones a todo nivel sin que nadie, como mucho un exigua minoría, se cuestione la utilidad económica y social de las mismas. ¿Quien se atreve a plantear la más mínima duda acerca del “progreso” y del prestigio que tal cual obra acarrea para la ciudad, comunidad o país? ¿Qué partido se atreve a cuestionar esa ola de “modernidad” que nos invade, recordando que, frente a necesidades muchas veces artificiales hay otras reales pero con mucho menos “glamour” y que no aparecen en los medios de comunicación? Una muestra reciente, de esta semana: el partido socialista en la comunidad valenciana ha hecho examen de conciencia y ha concluido que una de las causas de su reciente derrota ha sido la de expresar críticas a proyectos como la reciente Copa del América, se ha arrepentido y ha hecho firme propósito de enmienda de subirse al carro. La flamante ministra de Administraciones Territoriales se ha apresurado a salir en la foto. Lógico, pues Madrid paga parte importante de la factura.
Hay toda una labor didáctica por hacer en estos temas, muy difícil porque se rema contra corriente de las ideas dominantes y de los medios. Pero imprescindible cuando esas decisiones son con recursos públicos procedentes de los ciudadanos contribuyentes. Pero hoy por hoy no hay ningún partido dispuesto a introducir medianas dosis de racionalidad en este asunto.
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