martes 31 de julio de 2007
Francia: ‘Vae Victis...!’ Alberto Míguez
Los franceses se han ido acostumbrando a lo que los comentaristas llaman el “estilo Sarkozy”, mezcla de populismo, improvisación, logomaquia, audacia y charlotadas. Saben, por ejemplo, que el primer ministro es apenas una figura decorativa que no manda nada y, lo que es peor, no quiere mandar.
Saben también que los grandes ministerios de Estado (Interior, Exteriores, Finanzas, Justicia) forman parte de los dominios del presidente, que mete la patita en ellos sin que los titulares se incomoden o lloriqueen. Qué remedio, tragan y miran hacia otro lado. Curiosamente no les parece mal nada de esto.
Las encuestas sobre la popularidad del presidente le son muy favorables y la izquierda socialista, desaparecida en combate, hace de tripas corazón mientras intenta reconstruir un edificio en ruina.
Pero Sarkozy no es ni tan atolondrado ni tan buen tipo como se dice o parece. Alimenta ciertos rencores y espera ahora enjugarlos con cuantos en el pasado de dedicaron a meterle la zancadilla o apuñalarlo por la espalda. El primero y principal, su antecesor, Jacques Chirac. El segundo y, secundario, el ex primer ministro Dominique de Villepin. Ambos están gravemente comprometidos en el escándalo de Clearstream, un montaje hecho por indicación de Chirac pare evitar incluso que Sarkozy que era —o eso, al menos decía Chirac— el candidato de la presidencia.
Chirac mandó que alguien de su entorno y confianza elaborara una extraña lista de supuestos ciudadanos y políticos comisionistas que habían recibido en el pasado reciente o remoto jugosas propinas por facilitar, por ejemplo, la venta de fragatas a Taiwán y otras zarandajas.
En esa lista estaba con pseudónimo Nicolas Sarkozy. Dominique de Villepin, siguiendo instrucciones de Chirac, envió aquel material explosivo a los jueces y ahí comenzó el zafarrancho.
Pero Sarkozy ganó las elecciones y en Francia el presidente manda más que el rey de España en… España. De modo que uno de esos jueces, cuando descubrió el pastel, convocó al fino y cortés Villepin para pedirle ciertos datos y ciertas explicaciones.
Villepin entró en el juzgado sonriente y salió con una mueca y procesado nada menos que por abuso de confianza, complicidad, uso y falsificación de documentos, etc. Casi nada. De propina una fianza de 200.000 euros que el ex primer ministro dice que no tiene aunque nadie le crea.
Villepin intervino en esta operación porque Chirac se lo pidió u ordenó. Y Chirac, probablemente, tendrá que presentarse ante el juez. Lo había evitado semanas después de dejar la presidencia cuando otro juez quería pedirle cuentas sobre algunas golferías cometidas cuando era alcalde de París y que le costaron a su ex primer ministro, Alain Juppé, dos años de cárcel en libertad y la inhabilitación para ejercer cualquier cargo público. Juppé se fue a Canadá a dar clases en una universidad donde por poco lo linchan. Ahora es alcalde de Burdeos y tiene a los ciudadanos bordeleses sublevados y hartos tras haber tenido que dimitir como ministro del Medio Ambiente por haber perdido las elecciones legislativas de hace unos días.
Sea como sea, Sarkozy, que un día está en Libia, el otro en Senegal y el tercero en Gabón, debe estar relamiéndose con esta venganza. Nadie esperaba que un tipo tan simpático, que abraza y besa a Zapatero en cuanto lo ve a menos de trescientos metros, tuviera tan mala leche y quisiera ‘enchironar’ a su antecesor y, de paso, también a su compañero de Gobierno y partido, el lechuguino Villepin de las grandes escuelas y demás.
La venganza es un plato que se come frío y el maître de comedor del Elíseo ha comenzado a repartir gazpacho. Al presidente el gazpacho le encanta, y a Cecilia, su esposa, también. Como decían los romanos, ¡Vae Victis! ¡Ay de los vencidos!
lunes, julio 30, 2007
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