domingo, julio 29, 2007

Alberto Sotillo, Invasion de ultracuerpos

lunes 30 de julio de 2007
Invasión de ultracuerpos
POR ALBERTO SOTILLO
No salía de mi estupor mientras veía a aquel viejo amigo, en aquella electrizante tertulia televisiva, mientras debatía como uno de esos perros de malas pulgas que prefieren perder los dientes antes que soltar la pernera del pantalón a la que han hincado el diente. Mi amigo había apresado el tobillo del ministro, y no había argumento ni razón que le hiciera desistir. Había pillado carne, y no estaba dispuesto a renunciar a esa rica ración.
Aquella visión me hizo reflexionar en cómo hemos ido cambiando todos. El tiempo, dije. Con el tiempo tendemos a convertirnos en una mala imitación de nosotros mismos. Tal vez hemos envejecido todos: la sociedad, el periodismo, la política. Y todos nos hemos convertido en una mala imitación de lo que fuimos. De reporteros tribulete a gladiadores de circo romano, que se atizan argumentos con furia más asesina que reflexiva.
Arma esencial del gladiador es la adscripción a muerte a un macrobando nacional, en cuyo seno hay receta prescrita para todos y cada uno de los problemas del universo. Gladiator-Periodista tiene mucho de intelectual orgánico. El barullo viene cuando la globalización irrumpe en nuestras vidas. Y hay que juzgar el ancho e incomprensible mundo con el libro gordo de recetas del analista orgánico.
A Gladiator-Periodista, como al guerrero del antifaz, no le resulta difícil elegir entre la vil morisma y la defensa de Occidente o entre el movimiento progresista palestino y las fuerzas de la reacción. Más audacia necesita cuando se adentra en las procelosas aguas del Líbano y debe responder: ¿Es Hizbolá de los de Zapatero? ¿Y en consecuencia los drusos de Walid Jumblat están con Rajoy?
El sistema da mucho juego y, como abarca el mundo entero, hay que estar preparado para los más insólitos desafíos: ¿se inclinan los tamiles hacia el PSOE y los cingaleses hacia el PP... O viceversa? ¿Estamos con los hutus o los tutsis? No se crea que no hay que pensar. El día más inesperado aquí aterrizan los alienígenas, y habrá que responder: ¿Los nuestros son los hombrecillos verdes o los de tentáculos colorados?

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