lunes, julio 30, 2007

Urbaneja, Un tal Gomez, Tomas

lunes 30 de julio de 2007
Un tal Gómez, Tomás Fernando González Urbaneja

La Federación Socialista Madrileña, ahora Partido Socialista Madrileño, ha sido una jaula de grillos desde que se guarda noticia en el partido, también durante la etapa democrática. Un caso típico de burocratismo y clientelismo endogámico, espacio propicio al aparato y al gobierno en mesa camilla, de facciones, familias y corrientes. Lo que les pasó el año 2004 cuando pedieron el gobierno por la defección traidora de un par de diputados marcó el punto estelar de su historia, que se repite ahora en Leganés, un ayuntamiento que pueden gobernar con una alianza pero que pueden perder por el oportunismo más grosero.
En el socialismo madrileño se ha pactado casi todo para que no cambie nada. Ha dominado una corriente, el “acostismo”, que merece alguna tesis, ya que nunca tan poco dio para tanto. El tal Acosta, eterno diputado silente, al que se atribuye capacidad para manejar el aparato, ha dominado el socialismo madrileño y ha aburrido a cuantos dirigentes han pretendido modificar la situación.
Felipe González dio el caso por perdido, pese a ser cabeza de lista por Madrid; y socialistas tan conspicuos como Solana, Almunia, Leguina, Rubalcaba... no fueron capaces de renovar ese trozo del partido, que aun así llegó a obtener la confianza de la mitad de los votantes madrileños. Zapatero evitó la confrontación con el aparato madrileño, desaprovechó la oportunidad en la crisis del 2004, pero dio el puñetazo en la mesa tras las municipales, cuando los de siempre se negaron a asumir el fracaso y trataron de endosar el coste al propio Zapatero.
La cirugía se ha hecho mediante un congreso con ochocientos delegados con voto secreto, la misma que supo gestionar Zapatero cuando se coló por mérito propio en la secretaría general del partido. Comparar este procedimiento con el utilizado por los populares en Cataluña para mandar a casa a Piqué revela unos socialistas más avezados en las formalidades democráticas. Ocurrió con el relevo del líder nacional (Zapatero versus Rajoy) y se repite ahora en el ámbito autonómico.
La nueva dirección socialista de Madrid es sobre todo nueva, con personas de perfil bajo, frente a sus adversarios madrileños tan sobrados de pesos pesados y con dominio de los dos gobiernos principales (Comunidad y Ayuntamiento) y de buena parte del resto de los municipios madrileños.
El nuevo socialismo madrileño parte de un suelo de votos de algo más del 30% y con necesidad de sumar al menos otro 10% para garantizar el triunfo del partido en las generales. Ésa es la tarea inmediata de esa nueva ejecutiva que encabeza un tal Gómez (Tomás), que por lo visto hasta ahora es una máquina de ganar votos. En su pueblo, del que es alcalde, y en su partido, donde dejó fuera de carril a sus adversarios.
No es lo mismo jugar en Parla que en Madrid. El nuevo líder socialista madrileño no dispone de espacio ni en el Ayuntamiento ni en la Asamblea para acreditar sus capacidades, tendrá que buscar otros espacios de llagada al ciudadano. Se abre así una puerta inédita para un líder regional, al que se le nota que va muy por libre, muy modoso, un tanto rígido, casi antiguo pese a que no ha llegado a los cuarenta, pero que algo debe de tener para llegar tan lejos sin romper un plato.
FGUrbaneja@wanadoo.es

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