martes 31 de julio de 2007
Carta de París
Siempre igual
Kouchner está haciendo el ridículo, aunque es cierto que no más que los anteriores ministros galos de Exteriores.
Carlos Semprún Maura
Mientras los diputados y senadores se dan prisa para votar las reformitas propuestas por el Gobierno e irse de vacaciones, la diplomacia francesa ha confirmado aquello de "mucho ruido y pocas nueces". El presidente Sarkozy ha realizado la tradicional gira por África –Argelia, Túnez, Libia, Senegal y Gabón–, presentándola como una novedad, cuando siempre se trata de lo mismo: obtener en las mejores condiciones posibles petróleo gas y materias primas, haciendo las concesiones políticas y las subvenciones adecuadas para ello. Si antaño era Elf la que pirateaba en África, de manera tan descarada que sus ejecutivos fueron a parar a la cárcel, hoy es Total y siempre es igual.
La visita oficial a Libia –con el feliz episodio de las enfermeras búlgaras liberadas– se presenta como una audaz novedad, cuando hace ya tiempo que al dictador Gaddafi se le considera "persona grata". Ya estuvieron en Trípoli Tony Blair y José María Aznar, por ejemplo. Que la francesa Areva construya una empresa nuclear civil en Libia no me parece un escándalo. Extender su uso por doquier es la única solución a los problemas energéticos.
La paradoja de África es que siendo un continente potencialmente muy rico, hasta en agricultura (cuando Argelia era "francesa" exportaba masivamente sus productos agrícolas), también tiene millones de pobres, está asolado por epidemias mortales como el sida, padece a unas "élites" políticas corruptas y oscurantistas, y, para más inri, con el virus mortal del islam radical que se extiende. Véanse las matanzas en Sudán, Argelia, los atentados terroristas, etc. La solución sería esencialmente política y, por lo tanto, africana. De nada sirven los desfiles en coches descapotables, que por otra parte tampoco son precisamente una novedad.
Lo peor, no obstante, es Bernard Kouchner. Después de sus vibrantes y hueras declaraciones sobre el Sudán y sus masacres, se dedica ahora a hacer el tiovivo entre París y Beirut para lograr que "todas las fuerzas políticas libanesas lleguen a un acuerdo" y evitar así una nueva guerra civil. Para lograrlo hace el ridículo considerando al Hezbolá como un partido democrático libanés como los demás... Cabe preguntarse si en vez de ir a Beirut, no hubiera sido más útil que fuera primero a Damasco y Teherán. Y que fuera algo más discreto porque, en diplomacia, los besitos en la mejilla ante las cámaras de televisión no pasan de ser besos de Judas. Lo siento, pero Kouchner está haciendo el ridículo, aunque es cierto que no más que los anteriores ministros galos de Exteriores.
martes, julio 31, 2007
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