Normalidad en Ulster
01.08.2007 -
La retirada del grueso de sus efectivos llevada a cabo por el Ejército británico en las calles de Irlanda del Norte, cuya seguridad ha pasado a depender de la Policía desde esta pasada medianoche, constituye un significativo indicador de cómo el proceso de normalización prosigue su discurrir firmemente encarrilado tras décadas de violencia enquistada. La presencia militar se había ido reduciendo en Ulster en los últimos años, en un estricto correlato con el devenir del proceso político iniciado con los Acuerdos de Viernes Santo en 1998. Ahora, las últimas unidades de combate han abandonado su destino, dejando atrás una guarnición de cinco mil soldados limitada a misiones de custodia y entrenamiento. La salida contribuye a apuntalar la restaurada autonomía y refuerza el Gobierno de coalición, construido sobre generosas cesiones mutuas entre republicanos católicos y unionistas protestantes.Lo que se ha vivido en las últimas horas supone el fin de la 'Operación Banner', la misión más duradera del Ejército británico y por la que a lo largo de 38 años fueron enviados a combatir el terrorismo del IRA 300.000 soldados, de los que 763 murieron. El general al mando, Nick Parker, ha expresado con laconismo funcionarial que el Ejército ha cumplido con lo que se le ordenó, y ahora se retira delegando la seguridad en las instituciones del ámbito civil. Este último gesto trasciende su innegable valor simbólico, no sólo porque certifica un nuevo cumplimiento de los requisitos necesarios para asentar la paz sobre bases duraderas, sino porque coadyuvará a la asimilación progresiva como ciudadanos de quienes hasta no hace mucho eran vistos tan sólo como enemigos y objetivo de la violencia.
martes, julio 31, 2007
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