martes 31 de julio de 20070
Apagón y miserias políticas
EL apagón de Barcelona tuvo ayer su prolongación política con las comparecencias del Ministro de Industria, Joan Clos, en el Congreso de los Diputados, y de los Consejeros de Interior y Economía de la Generalidad, en el Parlamento catalán. Ninguno de ellos asumió debidamente la responsabilidad que incumbe a unas administraciones públicas que, cada cual en su medida, no han garantizado, pese a las advertencias, ni la existencia de una red eléctrica en condiciones para una ciudad como Barcelona, ni una respuesta adecuada para la rápida restauración del suministro interrumpido. Pero si la comparecencia del ministro de Industria se convirtió en un mero discurso de buenas intenciones, los responsables del Gobierno tripartito catalán consensuaron una burda y mezquina estrategia de ataque contra Endesa y su presidente, Manuel Pizarro, al que hicieron único responsable del apagón con el zafio argumento de que la compañía eléctrica gastó en defenderse de la opa la cantidad que debería haber invertido en Cataluña. Manida y torpe acusación con la que el tripartito recurre al clásico victimismo del nacionalismo más rancio para ocultar sus miserias políticas ante la sociedad catalana, a la que, en lugar de dar cuentas, tratan de enfrentarla contra el presidente de una compañía eléctrica revestido del estigma de enemigo de Cataluña.
La reacción de los vecinos de Barcelona ya valoró el comportamiento de sus políticos y el veredicto es una mezcla de indignación y hastío, porque al apagón le han precedido el barrio del Carmelo, los problemas constantes con la red de cercanías y el episodio lamentable del aeropuerto de El Prat. Cada uno de estos problemas tendrá su causa y su ámbito administrativo, pero todos suman para desanimar a una población saturada de debate político, pero desprovista de una gestión eficaz de sus intereses cotidianos. El efecto administrativo puede ser, conforme a la ley, la imposición de sanciones, como las anunciadas por el gobierno tripartito de Montilla, quien apenas se ha hecho ver en un trance de malestar social. Si atacando a Manuel Pizarro el tripartito busca zafarse del reproche ciudadano, se equivoca gravemente, porque la opinión pública catalana y, más concretamente, la barcelonesa, sabrá determinar quién es el máximo responsable de un apagón que, por razones de oportunismo político, el Gobierno catalán utiliza ahora como ariete para blindarse de su propia insolvencia e ineficacia en la resolución de los problemas reales.
El viaje que Rodríguez Zapatero realizará mañana a Barcelona añade distorsión a esta polémica, porque resulta desproporcionado que el presidente del Gobierno organice una visita oficial por un apagón eléctrico, salvo que su presencia en Cataluña se convierta en la traca final del espectáculo organizado por el tripartito. La promesa de indemnizaciones y el lavado de imagen de los gobiernos socialistas del Ayuntamiento y de la Comunidad podrían ser los verdaderos motivos de este desplazamiento. El caso es que circunstancias más graves y justificadas que ésta no han sido suficientes para movilizar el interés del presidente del Gobierno, pero Rodríguez Zapatero parece temer la pérdida del favor político de los catalanes. Al final, el problema de miles de vecinos de Barcelona quedará como un nuevo episodio de oportunismo partidista exhibido de acuerdo al guión de siempre: si se hunde un barrio o se va la luz o no funcionan los trenes, la culpa siempre la tiene el de fuera.
lunes, julio 30, 2007
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