lunes, julio 30, 2007

Florentino Portero, La apuesta saudí de EE.UU

martes 31 de julio de 2007
La apuesta saudí de EE.UU.
POR FLORENTINO PORTERO
La diplomacia norteamericana se emplea a fondo en Oriente Medio. Bajo la presión de la difícil situación en Irak y en Palestina, la Administración Bush trata de establecer un frente de Estados árabes moderados con los que contener la influencia iraní, estabilizar la situación en Irak y avanzar hacia la declaración de un Estado palestino.
Los responsables norteamericanos de diplomacia y defensa, Rice y Gates, viajan a Arabia Saudí precedidos del anuncio de una importante venta de armas estadounidenses a éste y otros países del Golfo Pérsico. Como cabía esperar, varias han sido las voces que tanto desde el Capitolio como desde los «think tanks» han alertado sobre las peligrosas consecuencias de tal venta. ¿Estamos armando a un aliado o a un enemigo? ¿Es Arabia Saudí un Estado moderado?
Los hechos están a la vista y son reconocidos por detractores y simpatizantes. La expansión del credo islamista se financia desde Riad. La casa de los Saud ha salido en defensa de Hamas, con quien tiene evidentes coincidencias ideológicas, boicoteando el trabajo de la diplomacia occidental. Casi la mitad de los extranjeros que entran en Irak con fines terroristas son saudíes que se incor-poran a las filas suníes para, en su mayoría, protagonizar un atentado suicida. La política del rey Abdulah recuerda la de Franco con la División Azul: un acto de solidaridad con los afines y una forma de quitarse de en medio a los radi-cales.
Condoleezza Rice y Robert Gates tratarán de atraer a sus posiciones a las autoridades saudíes tanto en la crisis palestina como en la iraquí, con el señuelo de la venta de armas de fondo. Sin embargo, su margen de maniobra es muy limitado. Los saudies no están interesados en la creación de un Estado palestino de espaldas a la voluntad de la población y del partido mayoritario, Hamás, con quien se sienten afines. Tampoco desean un Gobierno chií instalado en Bagdad, al que perciben como contrario a los intereses suníes. Por último, la débil posición política del presidente Bush y del primer ministro Olmert aconseja esperar y ver.

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