lunes, marzo 05, 2007

En la sala, las pruebas

martes 6 de marzo de 2007
En la sala, las pruebas
Parece ahora, coincidiendo con la décima jornada de la vista, que los llamados conspiracionistas nunca dijeron, realmente, que ETA podría estar detrás del atentado del 11-M. Eso es, se cuenta ahora lo que los oficialistas querían que dijesen para evitar que se hablara de otros escándalos o maniobras ocultas. Como se ve, hay dos juicios y el que se desarrolla fuera de la sala que preside Gómez Bermúdez es más fantástico.
Dentro de la sala, hasta los fallos en el seguimiento de islamistas que al final intervinieron en el atentado -algunos podrían tener una explicación en su momento, otros antes y después resultan llamativos por la desconexión entre esta investigación y la de la trama de los explosivos- afianzan la pista islamista. Los testimonios policiales, además, revelan el modo en que se iban formando las redes islamistas y sus conexiones internacionales. Y la decisión terrorista de atentar contra los valores de Occidente. El inspector jefe de la Comisaría General de Información, que es un testigo protegido, piensa que España era el «eslabón más débil» del «trío de las Azores», aludiendo a la reunión de Aznar, Bush y Blair poco antes de la intervención militar en Irak. Pero antes de Madrid fue atacado Estados Unidos y, después, Londres. Así que quizá lo de ser «más débil» es una interpretación particular más que una explicación policial.
Y si ETA queda a un lado, ¿qué misterio pergeñado fuera puede entrar en la sala? Porque una cosa es que no todo sea evidente y otra que haya una conspiración. En este caso (en el extrajudicial) se ha construido un absurdo jurídico con eso de la necesidad de «despejar responsabilidades». Ya no bastan las pruebas, ni los indicios; se señala algo o a alguien con el dedo y se dice: investiguen también allí, y allá, y acullá y cuando vean que no hay nada, en ese otro lugar, y en aquel, despejen responsabilidades. Menos mal que en la sala sólo valen las pruebas.

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