lunes, marzo 19, 2007

Carlos Luis Rodriguez, Xubia consulting

lunes 19 de marzo de 2007
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
Xubia Consulting
En realidad, el plan de Boston Consulting para Ferrolterra podría elaborarlo cualquiera. Tanto el diagnóstico de las dolencias como la terapia se encuentran en muchos otros estudios que, sin embargo, carecen de la vitola del prestigioso grupo. Es decir que lo mismo, rubricado por Xubia Consulting, no tendría el mismo valor.
Recurrir a alguien lejano y con cierta aureola es una idea inteligente. Aparte de rodear de objetividad las propuestas, libera al político contratante, el hierático conselleiro Fernández Antonio en este caso, de críticas y suspicacias varias. Los consultores actúan como pararrayos y oráculos, desviando los ataques y dando a entender que sus conclusiones son una verdad no contaminada por las luchas partidarias.
Por eso, aprovechando que los bostonianos andan por aquí, no estaría mal encargarles otra tarea, relacionada con el urbanismo. Al igual que los proyectos industrializadores para Ferrolterra, el urbanismo en Galicia está aquejado de sospechas de parcialidad. Falta una autoridad que la gente vea como árbitro imparcial.
En parte, los municipios han contagiado a la Consellería de la señora Caride su misma enfermedad. La mayoría de los ciudadanos es agnóstica en lo que al urbanismo local se refiere. Unos tienen la certeza y otros la sospecha de que decisiones importantes se toman debajo de la mesa, en un oculto entramado de intereses al que no tiene acceso el vecino normal y corriente. Es obvio que la aparición del promoalcalde incrementa la desconfianza urbanística.
La cruzada emprendida por el presidente y su conselleira tiene muchos argumentos a su favor, pero está ocurriendo algo parecido a lo que pasó con las cruzadas originales: lo que era un noble propósito de rescatar para la cristiandad los santos lugares, se convirtió en pura y simple rapiña.
Lo que era un noble propósito de adecentar el urbanismo gallego, se puede convertir en catapulta partidista. Es difícil no pensarlo tras echar un vistazo al mapa de consistorios sancionados o suspendidos, o contemplar el espectáculo del Plan de Ordenación de Vigo. El ciudadano sabe que los desafueros urbanísticos no tienen color partidario, mientras que las medidas disciplinarias, sí. La conclusión es que, ni el alcalde que recalifica, ni la Consellería que castiga, gozan de credibilidad. Lo que hacen es legal, desde luego, pero la gente no lo interpreta como una decisión objetiva, sino tendenciosa.
Es aquí donde la acreditada experiencia de Boston Consulting tendría una nueva oportunidad de lucimiento. Bastaría con delegar en sus expertos el análisis de las normativas urbanísticas de los concellos. ¿Por qué no? También Economía tiene facultades para proponer e impulsar un plan de industrialización para Ferrolterra, y prefiere contar con especialistas a los que nadie puede tachar de parciales. El documento se está debatiendo, pero el conselleiro sale indemne de un complejo episodio.
Si fuese el Boston Consulting, y no la Consellería, el que rechazara el ordenamiento de Oleiros o aplicara una lenta eutanasia al de Vigo, nada habría que objetar. Todo el mundo entendería que unos expertos asépticos habían examinado los respectivos planes, con la misma distancia que los de Lugo o Compostela. Pero no es así. No hay asepsia, falta distancia y por lo tanto se cree, la gente es muy mal pensada, que la decisión forma parte de la precampaña. En fin, que en los bostonianos está la solución. A cambio, cuando se necesite un plan de lo que sea para Boston, que llamen a Xubia Consulting.

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